Reyna Domínguez en su visita al Festival Internacional de Poesía de Mendoza 2013 | Foto: Camila Toledo |
por Reyna Domínguez (*)
Mi amigo, el poeta sanjuanino José Casas (militante del Partido Comunista), fue detenido por la dictadura y enviado a la cárcel de La Plata en 1976. En ese mismo año, a través de Don Emilio, su padre, escrito con birome en una hoja de cuaderno, le envié el poema Incomunicado, que escribi para él; lo notable fue que no guardé para mí, ninguna copia.
Uno o dos años después, José salió en libertad. Reanudamos nuestra relación de amistad sustentada en el común afecto, pero también en la poesía, la militancia cultural y en resistencia a la dictadura. Olvidamos ese poema (o al menos no volvimos a mencionarlo) durante mucho tiempo.
Pasados unos veinte años, una noche durante un acto cultural, José me muestra ese poema en la misma hoja (muy bien conservada) en que yo se lo había enviado. Fue emocionante saber que lo había cuidado con esmero. Conversábamos sobre aquel lejano tiempo, pero vino alguien, interrumpió, se sumaron otros amigos, la conversación se disipó, y otra vez me desencontré con mi poema.
A José se le perdió el original, y aparentemente también la copia que tenía registrada en una computadora, puesto que un accidente había destruido su disco rígido.
Sin embargo 45 años después de escrito, aparece José por mi casa a visitarme en mi enfermedad y me trae aquel (por ambos) querido poema. Ahora finalmente lo podemos compartir con todos
Mediados de agosto de 2021
Incomunicado
El ojo azul,
el ojo rojo te miran
desde el cuarto
en que te encojes
y dilatas
Tus manos mezclan
sopor, hiel, vino
en las mías
Espero sin contestación
El cielo no está abierto
una enramada incandescente
encierra tu nombre
en la penumbra de un cuadrado
Serpientes seseantes
engarzan vidrios hirientes,
pilas electrizadas, anillos de salmuera
a tus pies.
El corazón te quema
te hiela
Es primavera
La primavera se ha ahogado
con mate amargo
Espero sin contestación
Tengo preparado
un ungüento vivificador
lo puse, vigilante,
en un rincón,
al lado de mi puerta
Espero sin contestación
Qué haré para contar los días
con el tartamudeo
de los minutos extensísimos
¿Qué haré con el tiempo mutilado?
Tus ojos tienen nueva casa
Inamovibles
me observan
No podré volver la cabeza
porque has trazado
en círculo tu casa
en mitad de mi frente
No podré dar más
que dos pasos
uno adelante,
uno en retroceso
Mi libertad
se ha consumido
apenas se formó
el cuadrado
Estoy con el pie
metido en el cepo
porque somos uno
las uvas del racimo
Espero sin contestación
Pronto,
pronto
he de volver a verte
con mis propios ojos
o si no ya no tendré
más ojos que los tuyos
No podré presentir
ningún vuelo de pájaro
porque el cuadrado
me ha cegado
Prepararé una canción
de trigo y agua de la gruta fresca
Una almendra diminuta
más dulce que amarga
te contaré el regreso
Y la oración
repetirá una vez más
cada letra de tu nombre,
reservado en un cofre
presto a ser abierto.
(*) Por primera vez desde 2009, cuando El Desaguadero conmenzó con su sección «La historia de un poema», publicamos un texto que no fue escrito especialmente para nuestra revista. Creemos que la ocasión lo amerita: en 2021, ya en su lecho de muerte, la poeta sanjuanina Reyna Domínguez escribió la historia de un poema (tal vez en conocimiento de nuestra sección) y la incluyó en el libro que estaba preparando, y que terminó siendo póstumo: Romanza de lo vivido. Recuperamos aquí, entonces, esa historia y ese poema.
0 comentarios:
Publicar un comentario