
«La grandeza del verdadero arte –escribe Proust– consiste en encontrar, volver a captar, hacernos ver aquella realidad lejos de la cual vivimos, de la cual nos apartamos más y más a medida que adquiere más espesor e impermeabilidad el conocimiento convencional con el que la sustituimos, aquella realidad que podríamos morir sin haber conocido, y que es simplemente nuestra vida».
Resistencia es el nombre de mi tierra natal. Siempre pensé que si el modo de ser nombrado determina una posición en la vida, haber nacido en un lugar llamado así no podía resultar inocuo. Y de hecho me dediqué a escribir, que si no hubiera sido un acto de supervivencia, podría también ser pensado como un acto de resistencia. ¿Ante qué? quizás ante los poderes de la fealdad y de la muerte, del dolor y de la estupidez, que siempre están ahí, agazapados en nosotros, porque necesitan, para existir, de toda la fuerza vital de la que carecen por sí mismos.
Resistencia, este poema, nació en las largas horas de las siestas de mi infancia. Par

«¿Cómo es tu ciudad natal?», me preguntaron muchas veces, «¿es tal como está descripta en tus poemas?». «Resistencia» -debería quizás responder- «no es para mí una ciudad sino mi infancia». Y como dice Bachelard, «toda nuestra infancia debe ser imaginada de nuevo». La poesía, según creo, nos da la posibilidad de construir, sobre las ruinas de lo efectivamente sucedido, aquello que debería haber ocurrido y no ocurrió. Nos permite recuperar no lo perdido, sino lo deseado. Escribir, para mí, es un viaje. Es volver, una y otra vez, al lugar en el que todo comenzó. En mi caso, a una de esas siestas de hace tantos años en las que –sin yo saberlo– este poema, y los muchos que vendrían, ya se estaban escribiendo, silenciosos y tercos, en mi cuerpo tendido al sol.

Resistencia
Nací en una ciudad rodeada por defensas de tierra.
Montañas de utilería para que cuando llueva,
el río, en su crecida, no invada nuestras casas
y arrase la ciudad. Pero se ha tenido la precaución
de construir murallas precarias, abiertas. Para mantener
al enemigo vivo. Los que hemos nacido en Resistencia
tenemos para qué levantarnos cada mañana:
quien tiene a qué temer ya no está solo.
Aquí, el uniforme de guerra incluye botas de lluvia
amarillas. Nos sentimos impermeables
cuando caminamos por las calles, cómplices
como sobrevivientes de un desastre secreto.
Una vez, la lluvia nos sitió por tres días y tres noches.
Los chicos soñábamos con la amistad del agua,
salir descalzos a la invasión, cada gota
un disparo fresco en el pecho. Pero permanecíamos
tras las trincheras, cristales dibujados al vapor
con nuestros nombres. Casa del agua.
¿Un barco ebrio? No, mi casa era un blanco quieto.
Guardado en una botella, como una cabaña de los Alpes,
una miniatura olvidada en un estante.
Soñé entonces con construir un arca, pero no llevaría
animales sino palabras. Las elegiría al azar, por capricho.
Por la música que despedían de sí al ser dichas.
¿No es más importante preservar la belleza que la especie?.
Zarparía en silencio hasta que la tierra
se perdiera de mis ojos por la distancia y el diluvio.
¿Noé sabría de su audacia al huir?. Soldado que huye
sirve para huir de la próxima batalla.
¿Y si escribir no fuera temblar en la tormenta sino
- a lo sumo- presumir bajo el alero?
¿Y si la crecida de las aguas no existiera?
Un mito. La fundación de algo. De una ciudad: Resistencia.
Construida para ofrecerse a un ataque imaginario,
a una corriente asesina que no existe. Acuario seco
en que los peces sofocados resistimos
hasta que las agallas sangran. Nunca fue cierto
que en las guerras se venciera por un arte sutil
de resistencia.
Claudia Masin, en Geología (Nusud, 2001)
* Claudia Masin nació en Resistencia, Chaco, Argentina, en 1972. Desde 1990 vive en Buenos Aires. Es escritora y psicoanalista. Tiene cinco libros de poemas: Bizarría (1997, Nusud, Buenos Aires), Geología (Seleccionado para su edición por el Plan de Promoción a la Edición de Literatura Argentina de la Secretaría de Cultura del Gobierno Argentino; 2001, Nusud, Buenos Aires), la vista (Premio Casa de América de Poesía Americana 2002, Visor, Madrid), Abrigo (Bajo la Luna, 2007) y El secreto (Antología 1997-2007. Ed. de La Paz, 2007).