Ozymandias, según Michael Fairchild. |
El poeta y el poema. Percy Bysse Shelley imagina el
encuentro con un viajero. Hay un personaje que nos lo cuenta por él. Entre
verso y verso sentimos que la arena del desierto nos salpica, el sol nos cae
sobre las cabezas ardientes. El poeta pronto desaparece de escena, y deja que
hable su interlocutor.
Lo que nos cuenta es la descripción de un monumento
caído, gigantesco, descomunal, que parece traer a cualquiera que lo mira la
presencia de aquel soberano magnífico, déspota y poderoso. Es una enorme virtud
la del escultor, reflexiona el viajero, la de tallar sobre la piedra la gelidez
de un tirano impiadoso y soberbio como aquel, que ya forma parte del pasado
pero cuya voz parece resonar todavía. Ese rey ya no está, ha caído tal como
ahora su efigie, pero lo que parece un retrato de la magnífica obra de arte, acaba
siendo, en el final del soneto de Shelley, una reflexión moral sobre la
fugacidad de la vida y la muerte, igualadora e imperturbable. Basta leer lo que
dice el pedestal de esa estatua destruida para caer en la cuenta de que toda la
magnificencia que representó es cosa de nada, al fin y al cabo.
Ozymandias, el soneto en cuestión, es tan sólo una
de las obras maestras de Shelley (1792-1822), aquel poeta de cuya muerte se
cumplieron 190 años el pasado 4 de julio de 2012.
Polemista temible (muy pronto declaró su ateísmo y
publicó notables y valientes libelos en los que criticaba la religión y la
superstición), escandaloso (propugnaba el amor libre, aunque estaba casado con
la también notable Mary Wollstonecraft Godwin, autora de Frankestein) y precoz (fue pilar del romanticismo inglés y murió
antes de cumplir los 30), su poesía contradice a su poema mayor: todo será una
ruina, pero sus versos aún brillan, no han podido ser enterrados.
Percy B. Shelley en una pintura de Alfred Clint. |
Desde su publicación, en 1818 (surgida a partir de una compulsa de Shelley con un amigo, a quien lo desafió a escribir un poema sobre una estatua de Ramsés que había llegado a Londres), el poema ha ejercido una notable influencia. La dificultad de su traslación a otra lengua explica, en parte, la abundancia de traducciones literales que esquivan toda métrica y rima. Entre los primeros que se atrevieron fueron Vicente Gaos y Manuel Altolaguirre. Miguel Sánchez Pesquera, en tanto, eligió olvidar el formato del soneto y lo convirtió en su traducción en un poema de 20 versos, lo cual es buena muestra de la riqueza conceptual que supo condensar Shelley en apenas 14.
A continuación presento mi propia versión, en la que
he trabajado a partir de una traducción previa que publiqué en 2008 y en la que me
permitía cierta libertad musical. En este caso he avanzado sobre aquel esbozo, en un doloroso trabajo
con las rimas y los acentos, para intentar reflejar en un endecasílabo clásico
castellano la magnífica musicalidad conseguida por Shelley en sus pentámetros
ingleses.
Manuscrito de la primera versión del soneto. |
Ozymandias
by Percy Bysse Shelley
I
met a traveller from an antique land
Who
said: Two vast and trunkless legs of stone
Stand
in the desart. Near them, on the sand,
Half
sunk, a shattered visage lies, whose frown,
And
wrinkled lip, and sneer of cold command,
Tell
that its sculptor well those passions read
Which
yet survive, stamped on these lifeless things,
The
hand that mocked them and the heart that fed:
And
on the pedestal these words appear:
«My
name is Ozymandias, king of kings:
Look
on my works, ye Mighty, and despair!»
Nothing
beside remains. Round the decay
Of
that colossal wreck, boundless and bare
The
lone and level sands stretch far away.
Ozymandias
de Percy Bysse Shelley
Traducción de Fernando G. Toledo
Vi a un viajero de tierras muy remotas.
«Hay dos piernas —me dijo— en el desierto,
Son de piedra y sin tronco. Un rostro yerto
Sobre la arena yace: la faz rota,
El frío de esos labios de tirano,
Hablan del escultor que ha conseguido
Reflejar la pasión, y ha trascendido
Al que pudo tallarla con su mano.
Hay algo escrito en ese pedestal:
“Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad
Mi obra, hombres de poder! ¡Desesperad!”.
La ruina es de un naufragio colosal.
A su lado, infinita y legendaria
Sólo queda la arena solitaria».
Versión: 2008-2012.
12 comentarios:
Mi mas sincera felicitacion por tu trabajo. Soy traductora de Ingles.Me recibi en Cordoba hace muuuchooos años.Puedo entonces opinar con cierto conocimiento en la materia que es excelente tu trabajo.
Shelley es uno de mis bienamados as{i que el comentario vale el doble.
Susana Tampieri
Leyendo la noticia, cuyo link adjunto para quien le interese, y el comentario de uno de los foristas sobre ella, busqué a Ozymandias, pues no recordaba muy bien su texto y así llegué hasta aquí. Me encantó la traducción del poema y, al ver la imagen que lo ilustra y la que acompaña a la noticia, una vez más volví a pensar en las encrucijadas de tiempo y espacio que marcan los instantes de nuestra vida en muchas oportunidades. Cordiales saludos desde Trelew, Chubut.
http://www.lanacion.com.ar/1992007-descubren-una-escultura-colosal-del-antiguo-egipto-en-un-barrio-del-cairo
Hola! Gran trabajo. Creo sin embargo que hay una errata' las comillas que colocas tras "arena solitaria", ¿no deberían ser más bien tras "¡Desesperad!" cerrando así la cita de lo que dice el pedestal, como el original? Tal y como lo tienes parece que los últimos versos forman parte de la cita y creo que no es el caso, no?
Un saludo!
Diría que "king of kings" no debería traducirse como "el gran rey", porque pierde bastante fuerza..
Muy buen artículo y maravillosa traducción! Gracias!!!
Me ha gustado mucho el articulo, pero Mary Wollstonecraft Godwin y Percy Bysse Shelley son los padres de Mary Shelley, autora de Frankenstein. Son padres también del movimiento anarquista junto con otros.
Saludos.
Puede que sea tarde, pero me gustaría responder a todos los comentarios. A todos menos a uno: al de Susana Tampieri, que me honra, pero quien ya no puede leernos.
LUIS R. MOLINA
Gracias por tus palabras y por compartir ese artículo. Ciertamente, ante cada ruina y cada grandeza, parece que el poema de Shelley adquiriera una y otra vez una vigencia pasmosa.
ANÓNIMO (1): Gracias. Muy bien hallada la errata de la comilla. En efecto, debía ir al final de la imprecación. Ya está hecha la corrección.
DANIEL: Si se buscase una traducción lo más literal posible de esa frase («King of Kings»), sin dudas que sería «Rey de Reyes». Pero mi intención ha sido lo más fiel posible en esta reelaboración en español, y uno de los retos a preservar es no sólo el sentido del poema, sino también su música, esto es, su métrica y su rima. En ese difícil verso no era posible mantener la literalidad y encontré la fórmula de «gran rey» que, estimo, no traiciona la origina y, a la vez, permite conseguir el endecasílabo.
Saludos.
WANIBIK:
Gracias por tus palabras. Me alegra que también te haya gustado el artículo. Un gran saludo.
ANÓNIMO (2): Lamento decir que no es así, sino tal y como lo dice el artículo. Mary Wollstonecraft Godwin tomó el apellido de su esposo, Percy B. Shelley, y bajo el nombre de Mary Shelley firmó su obra maestra, Frankenstein o el moderno Prometeo. La pareja no tuvo hijas, sino sólo un hijo, bautizado como Percy Florence Shelley, quien nació en la bella ciudad italiana de Florencia (que terminó dándole su segundo nombre).
Saludos.
Publicar un comentario