martes, 7 de noviembre de 2023

4 poemas de Alfredo Lemon

Alfredo Lemon.


Alfredo Lemon nació en Córdoba (Argentina) en 1960. Su obra poética está conformada por los libros Eclipses, arritmias y paranoias (1983), Cuerpo amanecido (1988), Humanidad hecha de palabras (1991), Sobre el cristal del papel (2004) y 23 (2023). Con su libro de ensayos El mono metafísico obtuvo en 1991 el Premio Asociación de Escritores Argentina.
Es materia sabida que escribir poesía, o, mejor dicho, intentarlo (cada cual mediante sus dones), requiere demasiados detalles y que resulta necesario captar todo de nuevo para lograr hacerlo, para encontrar las palabras o una palabra: la mitad del silencio. En 23, Alfredo Lemon, sin regodearse en vanos enunciados ni pretender recalar en la vida social de la literatura, o en su defecto, en el progresismo hormonal de la época, capta y brune cada verso para que el mundo siga andando dentro de esas pocas líneas juntas que supone un poema («Dios es un poema que no terminaré de escribir»), en la inferencia de que el tiempo se lleva consigo más tiempo («El deseo dice que no es tarde. Que tal vez») propone al desocupado lector una manera en que sería factible recordar algo, buenas nuevas o cualquier noticia cotidiana que habrá de guardarnos de nosotros mismos y que no será dado conocerla antes de que ese momento ocurra; porque siempre se trata de volver un día para cantarlo mejor y que el corazón diga lo que falta («Dejo una rosa en el muelle y una moneda en la arena / Abrazo mi entusiasmo insensato»).





1° de enero en San Marcos Sierras

Atrás quedó el bullicio del año viejo

Respiro alzo los brazos 
veo el paisaje encajonado entre los cerros 
fluye el río ante mis ojos 
el pulso existencial en el agua

Cobijo de la hora 
concédeme un milagro

La poesía es un alma cargada de futuro

Tengo tres libros alrededor de una sombrilla 
y una botella de cerveza bajo los sauces

Los dragones descansan en la casa de piedra 
y un duende saltó del callejón al santuario

Siempre la belleza sorprende y supera

Dios es una pasión desbordante

Quiero quedarme aquí 
divagando en un poema 
descalzo desnudo 
en estado de gracia


Los condecorados

Allí van los poetas oficiales 
a buscar sus certificados 
como quien aprobó sus últimas materias

Y suben al escenario a recibir sus diplomas 
mirando desde arriba a los demás

Patéticos, intelectuosos, 
acumularon versos como quien junta figuritas

¿Necesitan una rúbrica, un permiso para sentirse plenos?

¿Quieren una medalla para asegurar posteridad?

Cegados por sus ínfulas infladas 
olvidaron que la gloria es paupérrima

¿Quién dará cuenta de las trampas, triunfos, infamias?

Tú, poesía,
déjame sacar la sortija y dar otra vuelta en calesita



Vida y literatura

Derramó whisky sobre sus viejos poemas.

Decidió abandonar su obra incompleta: 
hojas escritas a mano con humedad y penumbras.

¿Quién no quiso legar una página magnífica 
y acabó siendo un mediocre satisfecho?

Las grandezas son ilusorias y hacen sufrir.

El reloj de humo de su pipa barniza la memoria.



El cofre

La carne está feliz 
y quedan muchísimos libros por leer todavía

El deseo es distancia 
Está allí, al alcance de la lengua

Desde el paraíso sopla un huracán

El poema no es la realidad 
pero simula nombrarla

Lo verosímil es plagio de la mentira

Lo fatal es el gozo de sentirse vivir 
Escribir el presente resbalando

Si el ayer vendrá mañana 
disfrutémoslo hoy con el espíritu a full

El destino traerá otro intríngulis, otra adivinanza