Profesor Hado, por Débora Benacot. Jueves 17 de setiembre, Ciclo Elefante, Bar Iguanahaní. Alameda, Mendoza
Por Sergio Pereyra
Activando conocimientos previos
Abierto mi correo, leída la invitación (Profesor Hado por Débora Benacot. Poemas con estrella y algunos cuentos estrellados. Destino y desatino de palabras), mi cabeza comienza su tarea: ¿hado? Sí, el destino. Pero ¿sólo el destino? Como cada vez que intimo con la duda, acudo al diccionario: «Hado (Del lat. fatum). 1. m. En la tradición clásica, fuerza desconocida que obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos. 2. m. Encadenamiento fatal de los sucesos». Sí, «lo fatal» de Darío. Ahora ¿por qué Profesor Hado? ¿Es sólo un juego de palabras o detrás se ocultan segundas intenciones? Asociaciones mediante arribo al «Historia vitae magistra est» ¿Será porque, una vez cumplido, visitado en la memoria el destino nos enseña algo? ¡Ay, de mis asociaciones!
Acompañado por estas y otras ideas me embarco en Palmira rumbo a la ciudad de Mendoza, lugar en el que habrá de cumplirse el tal «evento». Como suele ocurrirme me quedo dormido. Más, merced al «hola, hola, hola» de mi compañera de asiento, es muy breve mi sueño. Entonces, pienso «debería desistir de mi siestecilla en los colectivos, pues parece que el ser despertado por los chillidos de personas que se empeñan en hablar por teléfono, y mi consiguiente malhumor, están en mi hado».
La motivación
A las 22:20 aproximadamente y con un telón de fondo musical kistch, portafolio en mano y look profesoral, entra la artista a escena. De inmediato, suspendida la incredulidad de los espectadores, lo que se supone un recital de poemas deviene parodia de una clase escolar: la profesora desde su sitial se presenta (Olga Orozco-po u Horóscopo, como gustéis), anuncia el tema (Hado: destino, predestinación, sino), enumera la bibliografía (I ching, Escuela del Futuro, La magia del tarot), formula una pregunta motivadora: «¿por qué están esta noche aquí y no en otro lugar?» y, a manera de ejemplo, narra una anécdota: «este espectáculo, con este título estaba destinado a realizarse hace un par de semanas y por motivos varios se postergó hasta hoy, 17 de setiembre, o sea, día del profesor». Creer o reventar, diría mi madre.
La clase
Metidos de lleno en

Transferencia del conocimiento
Mientras uno tras otro los textos se suceden, este cronista se pregunta dónde reside su encanto; y de pronto, cree descubrir que la magia está en la mirada de la poeta: una mirad

Evaluación
Que esta «clase» cumpla con sus objetivos es mérito exclusivo de Benacot que, a sus condiciones de poeta (subjetividades al margen, estimo –y no soy el único- que es una de las voces más interesantes de la joven poesía mendocina, pues su palabra además de inteligente y honda es, como quiere Ivonne Bordelois, una palabra gozosa de su cuerpo, de las posibilidades de su cuerpo), a sus condiciones de poeta decía, suma sus dotes de lectora/intérprete de lírica: un dominio ejemplar del género, un manejo de la voz alejado tanto de las exageraciones de la declamación como del «te leo un poema como leo el diario», dan cuenta de ello. El público, agradecido.
Concluido el espectáculo, experimentamos la satisfacción de que una fuerza desconocida nos haya arrastrado irresistiblemente, allá lejos y hace tiempo, hacia la poesía y de allí a la amistad. Y más cerca, esta noche, a este bar, a esta artista.
Débora Benacot
Tres poemas inéditos
Rocío baldío
9 en una pieza para 3
por eso ella se siente libre
por las noches.
Cuando vuelve
de su prolija cacería de cartones
siempre para en una plaza desierta
taciturna
allí abre los brazos, cierra los ojos, respira la sombra,
contempla en calma las almas del verde
la ausencia de los pájaros que duermen.
Durante esos segundos
olvida un poco el hambre
el sinsabor
de manos extrañas en su ropa.
Entonces juega -sin saber-
la ritual comunión del desamparo:
y es la novia que lleva algo viejo (casi todo)
algo azul (el frío de sus pies descalzos)
algo robado (manojo de flores rancias que oficiarán de ramo)
Suspira cuando piensa, resignada,
qué perra suerte tuvo
qué lejos ve pasar por su costado
la fastuosa nave de los pocos.
En cambio,
mientras siente en los párpados cerrados
el aire libre de la noche fresca,
en su comarca de ratas y luciérnagas
ella sueña que es la reina buena
del final feliz de un cuento
que nunca le contaron.
*
Lo que nos depare el destino
El hado te ha signado
con jaquecas, dudas y torpezas.
el hado te ha negado
la belleza
el glamour
las matemáticas
Ahora que has finado
el hado, au contraire,
te ha compensado, juguetón,
con montañas de helado de pitufo
para que puedas codearte y regodearte
a perpetuidad
con toda la crema del cielo.
*
Ne me quitte pas/il faut oublier/Tout peut s'oublier
No me dejes/es necesario olvidar/todo puede olvidarse
Jacques Brel
(epígrafe cantado)
Olfateas la fragancia de su amante
en el cuello de la prenda
que estás a punto de lavarle
y en ese acto doméstico y mecánico
confirmas la peor de tus sospechas.
Qué harás ahora
-ya no eres inocente-
si él está a diez minutos
de cruzar por esa puerta.
Frenética, pones manos a la obra:
desmantelas el amor de un par de décadas,
llenas valijas y bolsos
(uno de mano alcanza para la poca dignidad
que te ha quedado).
Ahora vienen sus cosas:
prendes fuego a su colección de pipas
vacías sobre el álbum familiar
su botella del alcohol más exclusivo -acto seguido, flambeas-
estás en eso cuando
la parte racional
le toca el hombro a tu cerebro
y vuelves de un tirón a tus zapatos
a su figura hipócrita
enmarcada en el umbral
su voz
-¿Qué hay de cenar, amor?
y vos
-Nada especial, improvisé con las sobras.