martes, 16 de febrero de 2021

Dos poemas de Corteza, de Sandra Cornejo



A fines de 2019, Sandra Cornejo sorprendió con un hermoso libro (hermoso en muchos sentidos: por su contenido, por su hechura, por la continuidad y consolidación que conformaba ante el resto de su obra). El nuevo poemario, titulado Corteza, fue publicado por la editorial Pruebas de Galera (La Plata) y en él hay poemas que van desde los homenajes a figuras literarias y musicales hasta la evocación de viajes y paisajes que ingresan al poema para ponerse casi junto a la par de los lectores.
Compartimos, a continuación, el texto de Susana Cabuchi que oficia de presentación al libro, y dos poemas de esta autora que siempre vale la pena leer.


Espejo para reconocernos

por Susana Cabuchi (*)

Mesura y alabanza, silencio y esplendor, acuerdan en cada poema, en cada palabra modelada por Sandra Cornejo. A su deseo, a su búsqueda, les debemos reconocernos a mitad de camino entre el aislamiento —límite exterior que impone la corteza— y el hondo trabajo espiritual —reencuentro con el otro/otra, entrega, diálogo— de una interioridad protegida por esa misma piel.
Todo acontece entre lecturas, entre ciudades de nuestro país y del mundo, con la proximidad benéfica del hijo, los poetas amados, la memoria.
Todo transcurre y llega, mansamente. Los olivares se acercan conducidos por la luz y cada piedra es una parábola encendida. Algunos versos florecen a la espera de una góndola nocturna que lleve a una isla cubierta de nieve.
Hay en Corteza profundos jardines y mañanas doradas para oponer a las sombras. Días de viajes secretos, de alianzas, de misterios.
Tardes radiantes en Dublín, en Catamarca, en Belfast.
Días y días en Madrid, en Esquel, en Asís, en San Rafael, en Inverness, descifrando señales de un tren que se aleja.
Corteza es un espejo en el que nos reconocemos. Sandra frecuenta en él (con delicada belleza) la interrogación y el asombro, las infinitas calles abiertas al amor y a la desesperanza, a la celebración y al olvido.
Sandra, que ha nombrado la fragmentación, se reconoce indivisible y, en el dominio de su inconfundible voz poética, lo confirma... «y todo lo perdido reaparece» otra vez «porque la casa es esta. / Donde todo termina, donde todo comienza».

(*) Texto de solapa de Corteza (ediciones Prueba de Galera, 2019)


Dos poemas de 
Corteza
de Sandra Cornejo


Cántico

Descendí a lo más profundo
donde fuimos comunes en la misma arcilla
agua, paisaje, árboles, personas.
Allí escuché voces
y lo muy lejano se unió a partes mías
como en el principio.

Un río me atraviesa, 
un lago cambiante.
¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Hubo alguien?

He venido a dejarte en el sitio que habrías amado.
A la vez ajeno, a la vez tan propio
como nuestros nombres.

Aquí, este suelo, doble, tutelar, gemelo.
Almas en un alma, 
uno por el otro y para el otro.
Arrullo del soplo del viento en las hierbas altas.
Aquí, donde el agua límpida sosiega,
cantan canciones ancestrales.
Los miro.
Sigo sus rituales con los míos.
¿Cuándo fue el encuentro?
Cuál cañada, colina, barranco.

¿Por qué?
Sonríen.
Vine de tan lejos.
¿Tan lejos?
Te traje conmigo.
Nunca estamos solos: hay un arcoíris y su lluvia.
Su lluvia y su arcoíris. No se siente miedo.
No se teme el eco al que se pertenece.

Estados del alma.
Fallas en el tiempo.
Iluminaciones.

Círculo de pinos, de piedras, de menhires.
Carozo radiante, corazón de cardo.
Loch, de orilla a orilla. Alba.

Regreso a la calle de la Iglesia Antigua y de los libros viejos.

Cementerio de la altura luminosa.
Campanario.
Alquimia.
Castillo en el reposo florecido.

Adorable Gracia.
Flores en su dulce sacrificio.

Te dejo aquí porque la casa es esta.

Donde todo termina, donde todo comienza.


Imágenes

Camino a Valle Grande,
Júpiter entibia el halo de Saturno.
Venus enciende la cañada del Atuel.

En un brazo del mapa, Las Pirquitas,
su enjambre de luciérnagas
bajo la hondura del cielo.

Esquel, su halo transparente, su misterio.

Más acá la textura se condensa.

James Dean en un cuadro, en tu pared.
Su caminata triste.

No la nuestra
abrazados.
No la nuestra.

A Jesús, Marcia, María Berta