martes, 9 de febrero de 2021

Plantar una lengua

Lengua padre, de Hernán Schillagi. Libros de Piedra Infinita, 2020, 100 pág.

 

por María Cristina Alonso*

 

Una secreta trama unifica estos poemas en cuanto a escritura y sus ideas afines: mensajes, textos, cartas, palabras; intentan plantar una lengua para escribir al futuro. Como en el juego del gallito ciego -al que remite uno de los poemas- Schillagi intenta orientarse hasta encontrar las palabras que alumbren las zonas de oscuridad, que lo devuelvan a la aldea de la infancia de donde fue desterrado, que lo ayuden a improvisar la última palabra. 

Poesía que remite a otros textos, emanada de un lector que se guarda personajes para luego compartirlos, «arqueólogo del café» remite al comienzo de El coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, o «strogoff» es una clara alusión a la novela de Julio Verne. En ambos textos se busca que la palabra defina, evoque, abra un paréntesis. He aquí una de las claves, la poesía como mensaje cifrado, como un enhebrar palabras con los ojos vendados, un aferrarse al idioma sin soltarse para entender la existencia. 

El libro de poemas de Hernán Schillagi (Mendoza, 1976) resplandece en imágenes, algunas nos remiten a actos cotidianos y nos envían también, no a los iluminados lugares que idealizamos, sino a sus zonas más oscuras donde merodea la muerte como expresa el poeta en «lengua muerta». Porque la palabra es aquí un rayo que hiere, pero también libera al silencio («lengua suelta»). 

Poemas en los que las metáforas se construyen desde la observación de acciones mínimas trazando una escritura imposible de traducir como es toda experiencia humana y que solo se conserva en los dedos que «son los soldados del tiempo». 

Una escritura que intenta nombrar el mundo como únicamente un poeta puede hacerlo, una construcción imaginaria de una lengua que pueda descifrar los secretos, los sueños, el quiebre de la inocencia, el amor y la muerte. 

 

*Epílogo a la edición de Lengua padre, de Hernán Schillagi 

 

***

 



 Tres poemas de  Lengua padre,

de Hernán Schillagi

 

 al azar un libro


diez horas de viaje en la ruta
llanura sol pastizales y más ruta la nena
duerme mi mujer lee los bichos se estrellan
contra el parabrisas y son una lluvia
de muerte tan solo para nosotros

saco al azar un libro del bolso
el primero que asoma «eclipses y fulgores»
de olga orozco leo el poema «con esta boca
en este mundo» y me dejo llevar

mi mujer baja su libro y me dice
«estamos atravesando la pampa
y vos justo leyendo a olga
las casualidades sí existen»

el colectivo de larga distancia
transporta cuerpos silenciosos
entregados a la velocidad y los accidentes
pero mi cabeza es arrastrada a los gritos
por otra «corriente secreta de los grandes ríos»
otra casualidad programada que falla
para así renovar el asombro del alfabeto
perdido en la ruta ante la llanura el sol y los pastizales


*
 

rock nacional



las caras son dos lado a y lado b
unos hermanos de este modo
tratan de grabar esa canción de la radio
en una tarde de los ochenta pero la cinta
ya contiene otra música la paterna
como si una piel anterior hubiera sido tatuada
por completo hasta enmudecerla de tinta

el desafío tal vez sea encontrar el poro
por donde respirar hacer de los carreteles
una locura hacia adelante hasta que una tecla roja y lenguaraz
borre a los gritos este silencio en pausa esta resonancia
sin origen ni destino porque no hay reducción de ruidos
en esa caja aprisionada y casera porque la copia gira
por el recuerdo frágil para perder
con el paso del tiempo y honrosamente
toda la fidelidad posible


*


lengua padre


sí lo descubrís justo ahora
cuando la noche era apenas un techo negro
con el brillo de las estrellas como una salpicada humedad
un cielorraso lejano y ondulante
hasta que sí justo lo descubrís ahora
elevaste al azar tu lapicera retráctil
contra una nube con forma de calamar
y un líquido oscuro comenzó a pesar sobre el resorte
a desbordar el pequeño tanque alargado hasta que por tu mano
un mar de tinta intenso te cubrió el brazo
y se filtró en tu pecho para que ahora justo lo descubrís
sí a este hombre que le escribe una carta a su hija
donde le cuenta que las luciérnagas
pueden apagarse cuando están en peligro
ocultar sus antenas tras la madreselva
a la espera de que una promesa voladora
les devuelva la luz en todo el cuerpo
y de esta lengua última sí ahora lo descubrís justo
solo vendrá tu herencia de padre
que haga de la sombra del futuro un lugar menos solitario



 

 





 

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