Humo. Antología
personal, Irene
Gruss. Ediciones La Palma, Colección: eme,
Madrid, 2014.
por
Hernán Schillagi*
El arco que Irene Gruss (Buenos Aires, 1950) tensa con su
poesía, entre 1982 y 2012, deja como resultado un repaso tan íntimo como
intenso por cada uno de sus diez libros publicados. Así, la editorial Ruinas Circulares editó en 2013 Humo -Antología
personal- y allí su autora dio cuenta de una selección reflexiva de poemas y
exploró afilada -machete en mano- por libros como La luz en la ventana, el primero, hasta llegar a Notas para una tanza. Pero este año, la
editorial española La Palma toma esta recopilación con el añadido siempre
prometedor de algunos poemas inéditos.
Humo integra la auspiciante colección
de poesía y ensayo «Eme: Escritura de Mujeres en Español» que edita a autoras insignes
como María Negroni, Julia Otxoa, María Antonia Ortega y la misma Gruss. El
propósito de la colección es, como dice su creadora Nuria Ruiz de Viñaspre: «visibilizar
la buena literatura escrita por mujeres, para ofrecer un amplio catálogo
femenino de voces españolas junto a otras hispanoamericanas de gran calidad».
Lo primero que un lector atento se pregunta ante un libro
que propone, en principio, una lectura cronológica y de afinidades electivas
personales es sobre el criterio para elegir y descartar los poemas. Si bien en
2008, la editorial Bajo la Luna
había reunido en La mitad de la verdad toda
la obra de la poeta, aquí Gruss aprovecha el rescate de los libros de sus
comienzos y privilegia -en cuanto a cantidad de poemas- estos inhallables de la
década del ‘80 a los últimos; ya que de los recientes La pared y Notas para una
tanza recoge nada más que un puñado, secundados por el solitario Música amable al fin, que fuera
ilustrado originalmente por Cecilia Alfonso Esteves.
Al mismo tiempo, mediando la antología, aparece el notable Solo de contralto (1997), donde la maquinaria poética de Gruss
ya ha tomado una voz potente e insoslayable. Entonces, como si fuera un eje
central, el libro se demora, es profuso y generoso en cantidad de textos, con
un gesto unificador sintetizado de este modo: «veo marcas que una burla
desecha, / y lenta, tiernamente abro / el puño, dejo caer / la arena, vuelvo a
tomarla». Luego, seguirán capítulos breves de En el brillo de uno en el vidrio de uno (2000) o La dicha (2004), hasta el final.
Por otro lado, las distintas estaciones temporales que
representan estas obras recogidas buscan ser huellas de su paso por el planeta,
señales de una causa personal, al decir de Joaquín Giannuzzi. De este modo,
Irene Gruss utiliza los versos como ramas secas para frotar con denuedo y
provocar el «humo» de un fuego interior, oculto y condensado en poemas breves,
que dialogan con otros poetas desde los títulos o desde su propio cuerpo, en
«remates compartidos» como citas apropiadas y devueltas con nuevo brillo. Al
mismo tiempo, esta mujer -que se sabe «irresuelta» en un mundo incompleto- es
una voz poética, no autobiográfica, con una respiración que varía de serie en
serie. A veces se oculta a medias de la realidad: «Yo estuve lavando la ropa /
mientras mucha gente / desapareció», para decir más adelante: «y mientras
pasaban / sirenas y disparos, ruido seco / yo estuve lavando ropa, / acunando,
/ cantaba, / y la persiana a oscuras.». En otra oportunidad, el aliento se
vuelve entrecortado, asmático, sin serlo, para dar testimonio de un ahogo
feroz: «Si el aire sale por mi boca / se me escapa / el alma. Si se me va / el
alma por la boca, muero, / madre…». Para luego, como proponía Alicia Genovese,
buscar un tono en una «doble voz», una que expresa en un mismo gesto el
silencio y las palabras, la interioridad femenina y el discurso que se rebela:
«Mi voz dice lo que no quiero decir, / mi voz tiene otro tono, lo que quiero
decir no lo dice, / dice otra cosa…».
Finalmente, la propuesta de Humo es múltiple y desafiante: una calma
alerta, la mirada y sus ópticas, la dicha de los sentidos, una pared para
borronear poemas o una tanza que busca su anzuelo en lo vano. Cada
capítulo/libro, entonces, intenta ser un conjunto de piedras oscuras que se
friccionan entre sí para alumbrar, con la chispa de sus palabras, a una ahumada
realidad que no deja ver, pero que se vislumbra en los imprescindibles poemas
de Irene Gruss.
*Esta es una versión ampliada de la reseña publicada
originalmente en la revista Poesía Argentina el 04 de diciembre de 2013.
***
Algunos poemas de Humo
de El mundo incompleto
MUTATIS MUTANDIS
Por favor no sufran más
me cansa,
dejen de respirar así,
como si no hubiera aire
dejen el lodo, el impermeable,
y el vocabulario,
me cansa,
la mujer
deje de tener pérdida ese chorro sufriente,
los padres dejen el oficio de morir,
el daiquiri o el arpón
en el anca, y aquel perfume matinal,
la Malasia,
y el Cristo
solo como un perro,
y al amor como
un fuego fatuo, y a la muerte,
déjenla en paz,
me cansa,
(¿algo ha muerto en mí?:
tanto mejor).
Así que,
valerosos,
amantes,
antiguos,
huérfanos maternales que acurrucaron
al mundo
después
de la guerra,
dejen el rictus,
oigan
y despídanse,
por primera vez
sin grandeza.
*
de La pared
I
Le hablo a la pared.
Hay quien escribe poemas
en un muro y luego se despide, tira
la carbonilla a un lado.
Lo mío es hablarle siempre a la pared,
antes de que la derrumbe un fuego
o el tiempo simple.
Ah, ilusa,
empecinada en atender lo que calla,
lo que dice.
*
de Sobre el asma
I
La realidad es que el aire no sale
pero la impresión
es que el aire,
no entra, ¿el alma,
el asma de quién?
no abras la puerta,
las ventanas, la realidad, la
enfermedad es el alma, el asma, el aire
que no sale
(pero la impresión…) ahoga.
*
de Notas para una tanza
El carozo
Y lo que en vano hice y quise
no cayó a un pozo ni fue desperdicio; en vano, sí,
por cosa vana, banal, me digo, juego sólo
de palabra. Antes bien, más quisiera pero hice y quise
tocar el cielo y lo he tocado, en vano, en el vano de Su puerta golpeé
y Él me dijo: en vano tocas ahora lo que no es
todavía, ser o estar, la ambigüedad
en el nombre y en lo que no supe ahondar: ah, del carozo,
hincar el diente hasta romperlo y entonces, sí, subir,
subir lejísimo allá a lo alto
y conceder
lo que se hizo, lo que se ha mordido en vano.
2 comentarios:
gRACIAS, hERNÁN; NO SÉ QUÉ DECIRTE MÁS QUE DARTE MI ABRAZO; Irene
Querida Irene: no solo el libro lo merece, sino que es una alegría enorme que se te haya reconocido en España en esa colección tan importante.
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