viernes, 28 de diciembre de 2018

El año que leímos en peligro





Una mirada sobre algunos libros mendocinos de 2018



La edición de libros en una provincia como Mendoza, responde más a un secreto deseo que a una publicación programada y continua. Sin embargo, los que somos lectores de poesía -y tenemos una especie de mandato feliz por conocer y hacer difundir estos poemarios- buscamos entre presentaciones, festivales y ferias, los ejemplares de poetas que han decidido convertir en papel las palabras que los justifican. Así, nos sentamos y pusimos sobre la mesa los libros que nos fuimos encontrando en este 2018. El arco va desde la edición autogestiva hasta la publicación en editoriales dentro y fuera de la provincia. La muestra no quiere (ni puede) ser exhaustiva, sino que pretende ser una excusa para convertirnos en cómplices de estos libros y continuar la búsqueda de los que faltan en esta lista.   

-Del hombre solo (poemas y entrepoemas), de Fabián Almonacid. Abrapalabra, Mendoza, 2018, s/n.

El poeta, corrector y reconocido tallerista, Fabián Almonacid debuta como editor artesanal con un poemario de tapas de cartón, hermosa encuadernación japonesa e ilustraciones de Lidia Leventeris en los interiores. De entrada, el autor propone un modo de lectura lúdico, ya que en medio de los poemas que hablan de la soledad, del oficio de escribir, de la inminencia de la muerte y de las obsesiones cotidianas; aparecen los «entrepoemas», es decir, pequeños recortes en forma de «stickers» que irrumpen en plan epigramático: «Los viajeros no mienten / sólo lo hacen los establecidos, / los que hace viajes cortos / y deben ver a las mismas personas, /  y a sí mismos / todos los días…». El resultado: un viaje no lineal e intenso por el paisaje de un hombre.


-Lo negro de la nieve & otros poemas así, de Rubén Valle. Ediciones Literarte, Buenos Aires, 2018, 20 págs.

La obra poética de Rubén Valle se inició a mediados de los ’90 con una voz que, rápidamente, se hizo notable al estar atravesada por el pop, las referencias literarias de culto, la ironía y la contundencia cabal de cada verso. Más de dos décadas después -y con un grupo de excelentes libros sobre su espalda-, el autor obtuvo merecidamente el «Primer Premio del Concurso Internacional de Poesía Ediciones Literarte 2017». Una serie breve y miscelánica donde la madurez en el decir se enfrenta con lo indomable del lenguaje: «Confórmense con que logremos / hacer pie en el abecedario / Acertarle con la lengua a un verso bien parecido / Poner en foco lo intuido en la niebla…». Valle, con conocimiento de causa, logra lo que promete en el título: una precisión inusitada, brillante.


-magnética, de Sabrina Usach. Ediciones Culturales de Mendoza, Mendoza, 2018, 41 págs.

Hacía un tiempo que Usach venía pidiendo pista para que su voz fuera escuchada. Dos libros publicados (Versos para beber hasta y Muecas de una voz pájara), además de una activa participación en festivales nacionales y latinoamericanos, hicieron que no fuera una sorpresa cuando este año recibió el «Primer Premio Literario Vendimia de Poesía» por un libro que reúne un grupo de poemas tan esmerado como potente. Los textos de magnética siguen el legado de una lengua femenina, lunfarda y sublevada; como también proponen una sintaxis dislocada, que se rompe para emitir una música propia, resultado de un trabajo arduo con la palabra que, así y todo, nos suena familiar: «vuelvo a pasar por el baúl voy / de reverso me achico hasta ser / la guacha insurrecta o la mínima / recapituladora de inocencia / busco la otra lengua en lo oscuro…».


-Ritual de la memoria, de Andrés Cáceres. Inca Editorial, Mendoza, 2018, 96 págs.

Si editar en la provincia es una especie de milagro, es para celebrar que Cáceres (periodista cultural, poeta y narrador reconocido) vuelva con una reedición del recordado poemario de 1999 dedicado a las Madres de Plaza de Mayo, donde su voz busca la carnadura de la justicia y de la memoria. De este modo, las palabras son preguntas que, de otro modo, nadie más se atrevería a responder: «Soy un pozo / donde la piedra / no halla el agua. /  Me desfondó el desvelo de las madres / en tantas madrugadas / en tantas noches trizadas por la espera…». Un regalo para el final: una generosa carta del recientemente desaparecido Osvaldo Bayer dirigida al autor. El ritual de la memoria y de la lectura se ofrecen una vez más.


-Luna en escorpio, de Victoria Urquiza. Caleta Olivia, CABA, 2018, 66 págs.

Esta poeta, nacida en Catamarca, reside en Mendoza desde  hace varios años y su actividad poética se ha hecho notar con las performances del colectivo «Write like a girl», además de su participación en el «Taller de los Jueves». Luego de la plaqueta Registros (2017), Urquiza levanta ferviente la mano con este primer poemario atravesado por textos tan breves como intensos. Su palabra poética se despliega en cinco capítulos donde se evidencia la búsqueda y el recorrido para construir un tono, una expresión propia. La autora se desdobla sutil, se interroga ferozmente e intenta que los lectores compartamos su impiedad, aunque también su entrega: «Seguiré prefiriendo el libro aquel / que releo y releo, / seguiré buscando entre las excusas / la que mejor me cuadre, / el café no muy fuerte, / el té con canela, / el desorden…».


-Aguas vivas, de Luis Alfredo Villalba. Inca Editorial, Mendoza, 2018, 64 págs.

Si en su libro anterior, Fotogramas (2015), Villalba nos proponía un centenar de poemas cortos como lúcidos fragmentos de una película imposible; en este Aguas vivas, el autor abre la mano para desplegar (y desplegarse) con una vitalidad e irreverencia que sorprenden y emocionan. Humor, ironía, referencias políticas, musicales y literarias van apareciendo con toques de belleza y reflexión. Un poeta de casi 80 años que lleva más de media vida entre preguntas impertinentes en forma de versos: «¿Quién es Milagro Sala? / ¿Alguien que encuentra su yo en el nosotros?...». Al mismo tiempo, su contundencia poética adquiere peso propio para nombrar y definirse: «Luis Alfredo, más que un nombre, / es una clave a descifrar. // Este hombre habla y escribe, pero sin gramática, / porque no tiene dioses. / Este hombre luce un cuerpo traslúcido, / desde que todo lo sólido se desvaneció en el aire…».


-Plano secuencia. Antología poética (1998-2018), de Fernando G. Toledo. Ediciones Del Dock, CABA, 2018, 112 págs.

Otra edición para festejar es esta antología de Toledo que recorre de un modo tan cinematográfico como literario los veinte años de su poesía. Aquí, la selección es variada y contundente; no obstante, este «barrido» visual privilegia una línea que -al decir del poeta Santiago Sylvester en el prólogo- sigue la «poesía de pensamiento». Cinco poemarios, entonces, sustentan el esfuerzo del autor por hallar una forma precisa en cada poema, además de su abordaje a temas incómodos como el ateísmo, el silencio y la escritura, lo cotidiano y la conciencia de un fin: «Me pregunto si hubiera dicho algo / Diferente al saber que tres días más tarde / Ibas a respirar / Por última vez sin decir adiós / En aquel hospital. Decir adiós / Es lo que no se elige decir…». Un grupo de textos inéditos cierra el libro como una auspiciosa y meditada propuesta para el futuro.


-La esperatriz, de Débora Benacot. El Andamio ediciones, San Juan 2018, 88 págs.

A tan solo un año de su emotivo En las fotos todavía corre el viento, Benacot sorprende con este poemario donde, ya en el título, aparece la propuesta de un personaje lírico que fusiona en su nombre la ansiedad con la palabra. Al abrir el libro, nos encontramos página a página con la alternancia formal de la prosa con el verso. De este modo, la autora va a permitirse describir, narrar y hasta reflexionar en el relato, con destellos tan mordaces como poéticos: «La esperatriz vive en un castillo mental, esos son sus dominios. Demasiados inviernos le forjaron una piel de mithril para correr por los jardines sin temor al granizo. Más de una vez la abandonaron a su mala suerte…»; aunque también dará estiletazos certeros de belleza y musicalidad en cada corte de verso en los poemas: «Le han crecido / raíces en la espalda / finos tentáculos que se alimentan / con la aspereza líquida / del pasado…».


-Extra: también nos quedamos con ganas de tener en las manos, leerlos y comentarlos aquí, a libros como El Puerto (Editorial Equinoxio), de Lía Truglio Farina; Fiebre para saciar (Fundíbulo Ediciones), de María de las Mercedes Gobbi; Más destierros en la Zona de Tormentas y Restos del Naufragio (Editorial de Autores), de Carlos Levy;  Apenidad, de Antonio Gómez; Pestañee humanidad, de Janet Grossi, entre muchos otros.  

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