lunes, 18 de mayo de 2015

La historia de un poema de Silvia Castro



por Silvia Castro
Especial para El Desaguadero


Laica surgió de una errata producida por Juan Pablo Bertazza en su reseña del libro Los estantes vacíos, del bahiense Ignacio Molina, una de esas curiosidades del azar que nos llevan a escribir. 

En la reseña, al referirse al cuento El visor, decía: «…un fotógrafo que les saca el trabajo a las tarotistas al decirle a un hombre abandonado, a partir de las fotos tomadas con su Laica, por qué pasó lo que pasó y cómo van a seguir las cosas».

La confusión entre la Leica que hiciera famoso a Cartier Bresson y la perra inolvidable del espacio fue demasiado para mí, fotógrafa agnóstica muy dada a coquetear con lo que la idea de Dios pudiera proveer.

En el tiempo en que escribí Laica vivía con un fotógrafo en Avellaneda. Todos los fines de semana él debía viajar hasta Floresta en el colectivo 85 para llevar a su hija de regreso con su madre. Es un trayecto más apto para la NASA que para la escala humana, más si se realiza en compañía de una niña pequeña.

El poema comenzó con el brazo que se levanta para que un colectivo se detenga. Es el que empuña la cámara, que también detiene aquello a lo que apunta.

Hay algo del error que nos lleva siempre por buen camino. Hay un rescate del error que Spinoza hace de este modo:

«No he creído que errara uno a quien hace poco he oído gritar que su patio había volado a la gallina del vecino, pues la intención de su pensamiento me parecía lo bastante clara» (Ética, Parte Segunda, proposición XLVII).

Cómo fue que esa perra disparada dio con la idea de Dios, sólo Dios y la NASA lo saben.

***


Laica


yo tengo una perra con un solo ojo
como la de Cartier Bresson

ella no captura el instante
sino la mitad

por ejemplo
tus manos en alto
se vuelven una sola
que muestra la palma

yo te apunto con mi Laica.

ella le ladra al futuro que pasa por tu mano

es un viaje del azar que no se detiene con Dios

tu mano se ha vuelto inmortal
y yo vivo en la mitad de tu vida

estás detenido en el espacio

Laica te mira a través de la burbuja de vidrio

vamos a casa
te dice
no todos los perros van al cielo

la burbuja brilla como la aureola de un santo
pero es sólo casualidad
no se puede rezar con una mano sola

Del libro Isondú (El Surí Porfiado, 2014)

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