Mariano Shifman. |
por
Mariano Shifman (*)
Especial
para El Desaguadero
Creo
que en todo poema participan, en partes desiguales –las proporciones dependen
del caso– la subjetividad del poeta y «el mundo exterior». Claro que la
distinción nunca resulta clara, porque nuestro «yo» se compone primordialmente
de estímulos externos y, al mismo tiempo, aquellos estímulos siempre han de
pasar por el tamiz interior del poeta. La vieja historia del huevo y la gallina.
Sirva
esta pequeña reflexión como nota introductoria al poema que elegí para
participar de esta sección de El Desaguadero. El poema se titula Humos sin humos, y el origen fue como
sigue.
A
principios del año 2014 iba rumbo a la Municipalidad
de Avellaneda para retirar un premio por un concurso literario. Hacía tiempo
que no iba por las avenidas Belgrano y Mitre –las principales de la ciudad–, de
modo que desde mi asiento colectivo curioseaba el paisaje urbano. Es muy
frecuente que mis poemas nazcan en observaciones que voy recolectando en la
calle o también de conversaciones. He llegado a escuchar, por ejemplo, a una
joven mujer que le contaba a una amiga o compañera, en un tren colmado y a viva
voz, que había «quedado» (embarazada, claro), con la simpleza y naturalidad con
la que otros comentan el resultado de un partido de fútbol: esta noticia
también motivó la creación de un poema
Retornando
de la digresión. En una de las avenidas
mencionadas –no recuerdo cuál–, me topé con un cartel de dimensiones más que
regulares en una cochería que parecía
ser una de las principales. La leyenda del cartel decía, literalmente: «No
pague de más. Cremaciones a 400 pesos».
La
primera reacción fue de incredulidad; antes de que el colectivo avanzara, giré
el cuello para corroborar el texto, y sí, así era: «No pague de más.
Cremaciones a 400 pesos» (con un poco de humor negro, o gris, al menos, podía
alegarse que hace dos años esa suma era sustancialmente más valiosa que en la
actualidad). Pero hablando en serio: en un principio el cartel me chocó, casi
como un golpe, me indignó, pero al poco tiempo sentí que allí se agazapaba un
poema: nada descubro si digo que la poesía nace de la sorpresa, del
extrañamiento. Y además, soy de los que piensan que la felicidad, por lo
general, se basta a sí misma y que el arte aparece con más naturalidad ante la
desazón –Pessoa lo manifestó genialmente: «el arte es la confesión de que la
vida no alcanza»–.
Desde
la macabra revelación publicitaria hasta que escribí el poema no pasaron muchas
horas. Intuyo que al leer el aviso, el poema ya estaba hecho, al menos in nuce, y que sólo había que esculpir
adecuadamente el mármol.
Humo sin humos
«No pague de
más: cremación a $400»
(Cartel de una
cochería en Avellaneda, Buenos Aires)
Desde
Troya corrieron años miles,
todo
es prosaico en nuestras cercanías.
En
vez de héroes rigen mercancías:
otro
es el mundo y otros sus rediles.
Tras
la alta pira del divino Aquiles
lloró
su madre diecisiete días.
Hoy,
en cambio, se borran biografías
aún
antes de que expiren los candiles.
Y
a precios módicos, qué duda cabe:
ya
no exige sus óbolos Caronte
(nadie paga el pasaje de su nave).
Partir
al por mayor es más barato:
quien
vive como oscuro polizonte,
hoy
muere en un veloz anonimato.
(*) Mariano Shifman nació en Lomas de Zamora (Provincia de Buenos Aires), en 1969. Abogado y Licenciado en Letras. Publicó los libros Punto rojo (I Premio XI Certamen Nacional de Poesía Editorial de los Cuatro Vientos, 2005) y Material de interiores (2010). Recibió premios y menciones en diversos certámenes de poesía. Varios de sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, neerlandés, portugués y catalán.
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