tag:blogger.com,1999:blog-8581514526883343822024-03-15T22:09:47.706-03:00EL DESAGUADEROUna revista de poesía escrita por poetasHernán Schillagihttp://www.blogger.com/profile/03788362436144259725noreply@blogger.comBlogger329125tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-56476326181438301582023-12-05T11:06:00.002-03:002023-12-05T11:06:34.153-03:00La historia de un poema de Stella Maris Ponce<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi88aArxWVW7YpqojfStQDxp-1QrRVfDIxPTysprgoYDlrHO5g5Q9xCmok_8CtDRZkgXWGcuTX3BHBoHXhf9gZkTAbOC0GSIy2PaTjTOyCQRi_4TueEfPWtnz5fANLkd4szJHbEN9nCpv7eDdgyaphOR7r0RLRpf07ep7_5Rm6f1WIhLmimNnXrTIICJC55/s1024/Stella%20Ponce%20Foto%20Lectura.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="683" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi88aArxWVW7YpqojfStQDxp-1QrRVfDIxPTysprgoYDlrHO5g5Q9xCmok_8CtDRZkgXWGcuTX3BHBoHXhf9gZkTAbOC0GSIy2PaTjTOyCQRi_4TueEfPWtnz5fANLkd4szJHbEN9nCpv7eDdgyaphOR7r0RLRpf07ep7_5Rm6f1WIhLmimNnXrTIICJC55/w266-h400/Stella%20Ponce%20Foto%20Lectura.jpg" width="266" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Stella Maris Ponce.</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">por <b>Stella Maris Ponce</b></div><div style="text-align: left;">Especial para El Desaguadero</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Creo que tendría 5 o 6 años cuando le pregunté a mamá por qué me habían puesto mi nombre. Y fue entonces que me contó la historia.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div>Ella era adolescente y tuvo que acompañar a mi abuelo Jacinto, su papá, a Buenos Aires por razones de salud. Lo iban a operar y esa intervención no podía hacerse en Concordia.</div><div><br /></div><div>El viaje fue en barco, como se acostumbraba, y era un trayecto largo, parte del día y de la noche por el Río Uruguay. Cuando llegaron frente a la costa de Concepción del Uruguay, localidad que está a 150 km al sur de Concordia, grande fue su sorpresa al ver sobre las aguas algo que se destacaba por su luz en medio de la noche.</div><div><br /></div><div>Al acercarse el barco descubrió que era un Faro y que en él estaba la imagen de la Virgen Stella Maris, patrona de los navegantes. Quedó impactada, la vio tan cerca, tan hermosa, y con ese nombre que guardó en su memoria para alguna vez.</div><div><br /></div><div>El relato también quedó en mí durante mucho tiempo, hasta que empecé a cantar música afroamericana. Buscando repertorio, encontré un Negro Spiritual que se llama <i>Hush, somebody’s calling muy name (Silencio, alguien está llamando mi nombre) </i>Y de repente se reunieron el recuerdo de la historia de mi madre y esta canción que habla de la importancia de ser nombrados.</div><div><br /></div><div>En ese momento empecé a escribir el poema, pero no salió enseguida, me costó darle cuerpo y alma, tuvo varias reescrituras y quedó en la carpeta de borradores. Tampoco encontraba un título que me convenciera y dejé esos versos de la canción como epígrafe.</div><div><br /></div><div>Cuando estaba reuniendo material para el libro <i>Spirituals</i>, un corpus de poemas inspirados en canciones afroamericanas (<i>negro spirituals, gospel, hollers, work songs</i>) retomé la corrección de esos textos. Y ahí estaba, el poema del nombre. Supongo que le hizo bien reposar, o a mí me hizo bien vivir otras cosas en espera de la forma, porque pude encontrar las palabras que necesitaba, el tono que buscaba y creo que el texto maduró.</div><div><br /></div><div>Mi madre ya no está, lo cual es sólo una forma de decir. Ella quería ver de nuevo el Faro, la Virgen, después de tantos años. Y yo quería volver «a la semilla». Por eso celebro ese viaje que pudimos hacer juntas al lugar donde se originó todo. En principio, mi nombre, y, por lo tanto, también mi vida.</div><div><br /></div><div><br />
<center> <iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/UCIKmBZSNfg?si=XDCCk0qfpBVS1Mau" title="YouTube video player" width="560"></iframe> </center>
</div><div><br /></div><div><div>Hay un video que registra momentos de esa travesía, en la cual sentí que las aguas nos acunaban y el tiempo parecía detenerse.</div><div><br /></div></div><div>En latín, «stella maris», es estrella de mar. Para mí, es una luz en medio del río que me acompañará siempre.</div><div><br /></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvxuk9H0DKQvMQih_1ifmmW8wdhvLr9DZerNTJEfee7lcnFjMl3iNLisnjJalWEgGTORVpula5o2H16c-4DiATtSRJvW3ewBqbJdyx9tyjljiYeLTjVFIeEI6k35cNSmRqgQB74P7GhDS5yqjF9Uf8p_tu_yA24AIhKDDnVBFoY0I18G2J2YgsvHN1LpSU/s683/09_tapa_spirituals.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="683" data-original-width="466" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvxuk9H0DKQvMQih_1ifmmW8wdhvLr9DZerNTJEfee7lcnFjMl3iNLisnjJalWEgGTORVpula5o2H16c-4DiATtSRJvW3ewBqbJdyx9tyjljiYeLTjVFIeEI6k35cNSmRqgQB74P7GhDS5yqjF9Uf8p_tu_yA24AIhKDDnVBFoY0I18G2J2YgsvHN1LpSU/s320/09_tapa_spirituals.jpg" width="218" /></a></div><br /><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Los nombres y la vida</b></div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Hush, hush somebody's calling my name</i></div><div style="text-align: center;"><i>Oh my Lord, Oh my Lord what shall I do, what shall I do? (*)</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div><br /></div><div>stella maris en medio del río</div><div>madre la vio</div><div>y yo nací ahí</div><div>antes, mucho antes</div><div>de haber nacido</div><div>en ese nombre</div><div>con esa estrella de mar</div><div>sobre el uruguay de los pájaros</div><div>por la pura invocación sobre las aguas</div><div><br /></div><div>ella miraba desde el barco</div><div>cielo y agua, agua y cielo</div><div>hasta que apareció la imagen</div><div>con un manto de pliegues celestes</div><div>en medio del faro anochecido</div><div><br /></div><div>quizá el temor y la soledad</div><div>le hicieron decir: es enorme la virgen</div><div><br /></div><div>y hubo luz de aura en sus ojos</div><div>cuando pensó</div><div>si alguna vez...</div><div>si llega a ser niña...</div><div><br /></div><div>y dice ella que entonces juntó las manos</div><div>y sacando aire de sus entrañas</div><div>exhaló el primer soplo</div><div>y me nombró.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><i><br /></i></div><div><i>(*) Silencio, alguien está llamando mi nombre / Oh, mi Señor, oh mi Señor, ¿qué voy a hacer, qué voy a hacer?</i></div><div><br /></div><div><b>Stella Maris Ponce</b></div><div>Del libro: <i>Spirituals</i>, Ediciones Del Dock, Buenos Aires, 2015</div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-49031976759938899712023-11-07T00:01:00.001-03:002023-11-07T00:01:00.151-03:004 poemas de Alfredo Lemon<div style="text-align: left;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyr2ksb5p0h-y0yQgIALk1512Iw9rCsdu51nLv6dA4ARJSUwmMa-i-BuXj3NKHlwb2vBUOi1z_2VM3uDf6E_eokl1a9F-ooh5TEUpdMdoE9WlczTK7cZnvL6v-i6lRn3MT6-kjOR4S8CBL0YB68cunx7rAOm2YlU3geXrsG9ZLHQvl5OGaF-9gc8uoK43c/s4128/20221105_105329.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="3096" data-original-width="4128" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyr2ksb5p0h-y0yQgIALk1512Iw9rCsdu51nLv6dA4ARJSUwmMa-i-BuXj3NKHlwb2vBUOi1z_2VM3uDf6E_eokl1a9F-ooh5TEUpdMdoE9WlczTK7cZnvL6v-i6lRn3MT6-kjOR4S8CBL0YB68cunx7rAOm2YlU3geXrsG9ZLHQvl5OGaF-9gc8uoK43c/s320/20221105_105329.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Alfredo Lemon.</td></tr></tbody></table><br /><div><br /></div><div>Alfredo Lemon nació en Córdoba (Argentina) en 1960. Su obra poética está conformada por los libros <i>Eclipses, arritmias y paranoias</i> (1983), <i>Cuerpo amanecido </i>(1988), <i>Humanidad hecha de palabras</i> (1991), <i>Sobre el cristal del papel</i> (2004) y <i>23 </i>(2023). Con su libro de ensayos <i>El mono metafísico </i>obtuvo en 1991 el Premio Asociación de Escritores Argentina.</div><div>Es materia sabida que escribir poesía, o, mejor dicho, intentarlo (cada cual mediante sus dones), requiere demasiados detalles y que resulta necesario captar todo de nuevo para lograr hacerlo, para encontrar las palabras o una palabra: la mitad del silencio. En <i>23</i>, Alfredo Lemon, sin regodearse en vanos enunciados ni pretender recalar en la vida social de la literatura, o en su defecto, en el progresismo hormonal de la época, capta y brune cada verso para que el mundo siga andando dentro de esas pocas líneas juntas que supone un poema («Dios es un poema que no terminaré de escribir»), en la inferencia de que el tiempo se lleva consigo más tiempo («El deseo dice que no es tarde. Que tal vez») propone al desocupado lector una manera en que sería factible recordar algo, buenas nuevas o cualquier noticia cotidiana que habrá de guardarnos de nosotros mismos y que no será dado conocerla antes de que ese momento ocurra; porque siempre se trata de volver un día para cantarlo mejor y que el corazón diga lo que falta («Dejo una rosa en el muelle y una moneda en la arena / Abrazo mi entusiasmo insensato»).</div></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIuYkuAaHTj_BtS-Bd8lXOP490dqEX3jZEqPFt2ql6mU-ZLib6ZyvJxXcZXgnCx3-dIDJQUNm_Lso9Gj0XONV1wSRdoRH8RKc0wbUoXSnWudGcS3ZXa19Z0b1yvfYKUItIetqYkzOfdqe9xd4JPyKFPqgj8Eb_3X1qBHr-Mo6tRxS_rxrYMnBGL3esuEZL/s2999/alfredo%20lemon%2023.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2999" data-original-width="2112" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIuYkuAaHTj_BtS-Bd8lXOP490dqEX3jZEqPFt2ql6mU-ZLib6ZyvJxXcZXgnCx3-dIDJQUNm_Lso9Gj0XONV1wSRdoRH8RKc0wbUoXSnWudGcS3ZXa19Z0b1yvfYKUItIetqYkzOfdqe9xd4JPyKFPqgj8Eb_3X1qBHr-Mo6tRxS_rxrYMnBGL3esuEZL/s320/alfredo%20lemon%2023.jpg" width="225" /></a></div><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><div><b><br /></b></div><div><b><br /></b></div><div><b>1° de enero en San Marcos Sierras</b></div><div><br /></div><div>Atrás quedó el bullicio del año viejo</div><div><br /></div><div>Respiro alzo los brazos </div><div>veo el paisaje encajonado entre los cerros </div><div>fluye el río ante mis ojos </div><div>el pulso existencial en el agua</div><div><br /></div><div>Cobijo de la hora </div><div>concédeme un milagro</div><div><br /></div><div>La poesía es un alma cargada de futuro</div><div><br /></div><div>Tengo tres libros alrededor de una sombrilla </div><div>y una botella de cerveza bajo los sauces</div><div><br /></div><div>Los dragones descansan en la casa de piedra </div><div>y un duende saltó del callejón al santuario</div><div><br /></div><div>Siempre la belleza sorprende y supera</div><div><br /></div><div>Dios es una pasión desbordante</div><div><br /></div><div>Quiero quedarme aquí </div><div>divagando en un poema </div><div>descalzo desnudo </div><div>en estado de gracia</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Los condecorados</b></div><div><br /></div><div>Allí van los poetas oficiales </div><div>a buscar sus certificados </div><div>como quien aprobó sus últimas materias</div><div><br /></div><div>Y suben al escenario a recibir sus diplomas </div><div>mirando desde arriba a los demás</div><div><br /></div><div>Patéticos, intelectuosos, </div><div>acumularon versos como quien junta figuritas</div><div><br /></div><div>¿Necesitan una rúbrica, un permiso para sentirse plenos?</div><div><br /></div><div>¿Quieren una medalla para asegurar posteridad?</div><div><br /></div><div>Cegados por sus ínfulas infladas </div><div>olvidaron que la gloria es paupérrima</div><div><br /></div><div>¿Quién dará cuenta de las trampas, triunfos, infamias?</div><div><br /></div><div>Tú, poesía,</div><div>déjame sacar la sortija y dar otra vuelta en calesita</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Vida y literatura</b></div><div><br /></div><div>Derramó whisky sobre sus viejos poemas.</div><div><br /></div><div>Decidió abandonar su obra incompleta: </div><div>hojas escritas a mano con humedad y penumbras.</div><div><br /></div><div>¿Quién no quiso legar una página magnífica </div><div>y acabó siendo un mediocre satisfecho?</div><div><br /></div><div>Las grandezas son ilusorias y hacen sufrir.</div><div><br /></div><div>El reloj de humo de su pipa barniza la memoria.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>El cofre</b></div><div><br /></div><div>La carne está feliz </div><div>y quedan muchísimos libros por leer todavía</div><div><br /></div><div>El deseo es distancia </div><div>Está allí, al alcance de la lengua</div><div><br /></div><div>Desde el paraíso sopla un huracán</div><div><br /></div><div>El poema no es la realidad </div><div>pero simula nombrarla</div><div><br /></div><div>Lo verosímil es plagio de la mentira</div><div><br /></div><div>Lo fatal es el gozo de sentirse vivir </div><div>Escribir el presente resbalando</div><div><br /></div><div>Si el ayer vendrá mañana </div><div>disfrutémoslo hoy con el espíritu a full</div><div><br /></div><div>El destino traerá otro intríngulis, otra adivinanza</div></div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-76211266717013704582023-10-31T13:31:00.003-03:002023-10-31T18:26:19.224-03:00Breverías analógicas frente a la Inteligencia Artificial (IA)<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEht71gzN4eaeRTHFlY4g5jquEWyvLeMe0Z_4GVB9QJH0oE79V0dr_R_kwP8paFPO7Sf8SGMOZgLMBijsEJqGVxVuEKoi41W12tlKWG0jS-TeiZirVmwWbjgBMZPTQLP3tFRT06RgOSZ8RoJLTB4kgIc7owb78Aq6jnuBLoNJ-AsMw87xRziHEQVmL6CgXvw/s2000/brazo-robotico-sostiene-delicadeza-flores-acero-frescas-generadas-ia.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1143" data-original-width="2000" height="229" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEht71gzN4eaeRTHFlY4g5jquEWyvLeMe0Z_4GVB9QJH0oE79V0dr_R_kwP8paFPO7Sf8SGMOZgLMBijsEJqGVxVuEKoi41W12tlKWG0jS-TeiZirVmwWbjgBMZPTQLP3tFRT06RgOSZ8RoJLTB4kgIc7owb78Aq6jnuBLoNJ-AsMw87xRziHEQVmL6CgXvw/w400-h229/brazo-robotico-sostiene-delicadeza-flores-acero-frescas-generadas-ia.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Imagen de Freepik.</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">por <b>Rubén Valle (*)</b></div><div style="text-align: left;"><i>Especial para El Desaguadero</i></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Si partimos de la premisa del teórico de la comunicación Carlos Scolari de que «todo lo que escribimos o decimos sobre la IA ya es viejo», efectivamente esto que estás leyendo ya es viejo y por lo tanto se puede pisar el freno aquí. O se puede seguir y, al final del recorrido, concluir que todo es tan nuevo y paradojal que valió la pena poner la lupa en la letra chica de la inteligencia artificial. </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div>A continuación, algunos apuntes, breverías analógicas surgidas del autor interpelándose a sí mismo y a su circunstancia (digital). </div><div><br /></div><div>• ¿Qué nos preocupa, la calidad poética de la IA o que un poeta se quede sin trabajo? A ver, empecemos de nuevo. </div><div><br /></div><div>• Si la inteligencia es artificial, ¿por qué la poesía que genera no habría de serlo? </div><div><br /></div><div>• Ahora bien, si artificial es todo aquello que ha sido hecho por el ser humano, no por la naturaleza, entonces el poema ―siempre― es una construcción humana. Es decir que también lo serían aquellos versos elaborados por una máquina fabricada por el hombre. Bienvenidos al <i>loop</i>.</div><div> </div><div>• Nada más en las antípodas que Poesía e IA: la poesía es misterio; la IA, eficiencia, certidumbre. Precisión.</div><div><br /></div><div>• La IA es resultadista. Es Boca clasificando una y otra vez por penales. La poesía es la Scaloneta. Y ya lo dijo mejor Pier Paolo Pasolini: «El goleador es siempre el mejor poeta del año».</div><div><br /></div><div>• Desafiar a la IA a que haga un poema resulta tan antipoético como pedirle a un poeta que emocione a un <i>software</i>.</div><div> </div><div>• Un poeta con mucho oficio, en plena conciencia de sus herramientas, experiencia y objetivos, ¿no debería dar también como resultado más poesía artificial?</div><div> </div><div>• Malo, bueno o regular, lo que genera la IA no es otra cosa que lo que los humanos le aportamos en cada interacción, más una codificada búsqueda propia y las interconexiones que generan los propios <i>bots. </i>De ese caos híper controlado sale un Frankenstein más o menos respetable. También aquí corre lo de «para gustos no hay nada escrito». O demasiado, F5 mediante.</div><div><br /></div><div>• No olvidar un detalle no menor: hay tanta, pero tanta mala poesía, que lógicamente la IA puede producir poemas que resultarán tanto mejores. Lo contrario sería algo así como «Luthiers versus fabricación en línea».</div><div><br /></div><div>• Como buena máquina, da lo que se le pide. Si se le solicita un poema, eso tendremos. Técnicamente será un poema, pero no hay ninguna garantía de que incluya esa cualidad intangible que entendemos ―los humanos, claro― como «vuelo poético».</div><div> </div><div>• Borges, en el prólogo de <i>La rosa profunda</i>: «Dos deberes tendría todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente como la cercanía del mar». El mar IA es preciso, pero intocable.</div><div><br /></div><div>• Como su conocimiento es intuitivo, la IA no tiene la capacidad de reflexión o de pensamiento racional. Por eso sus resultados son lógicos y prescinden del «alma», a falta de una palabra más contundente. Carece del concepto de obra, no sabría (sin instrucciones precisas) articular por sí misma poemas sueltos y darles un sentido de unidad. Quizás lo haga en lo formal, no en la profundidad de lo auténticamente poético. </div><div><br /></div><div>• Si un taller como el de Fabián Casas enseñaba a encontrar poesía en el motor de un auto, ¿por qué no habríamos de hacer lo mismo en una aplicación? </div><div><br /></div><div>• Confirmando su parte inteligente, la IA reconoce: «Aunque es posible crear poesía sin autor humano, la mayoría de la poesía considerada relevante y significativa suele ser creada por un poeta con una identidad y una voz distintiva». A confesión de parte, relevo de pruebas.</div><div> </div><div>• ¿Importa, importará el concepto de autoría? El poema que produce la IA es resultado de cientos de miles de poemas aprendidos, de innúmeras preguntas de usuarios y de carga <i>ex profeso </i>de programadores. El autor de ese aleph es tanto un <i>nadie </i>en especial como un <i>todos</i> en su incomprobable medida. </div><div>• En cuanto a la disolución de ciertas categorías «clásicas», como autor y lector, también este último ya no es lo que era. En un contexto donde la economía de la atención surge como un concepto propio de estos vertiginosos tiempos, la figura del lector también es cada vez más fluida y etérea. ¿Nace otro tipo de lector? ¿Un lector al que ya no le importe el autor? ¿Un lector que no lea? </div><div><br /></div><div>• «¿Heredarán los robots la Tierra? Sí, pero serán nuestros hijos». La improbable sentencia no es de un poeta, un analista de sistemas o un sociólogo futurista. Es de Marvin Misky, quien junto a John McCarthy fundó en 1959 el laboratorio de inteligencia artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). El mismo, habría que advertir, que cree que «cuando los ordenadores tomen el control, puede que no lo recuperemos. Sobreviviremos según su capricho. Con suerte, decidirán mantenernos como mascotas». </div><div>¡Guau!</div><div><br /></div><div><div style="text-align: right;"><i>(*) Una versión de este texto fue leído en la mesa «Yo, robot lírico: poesía e inteligencia artificial», que formó parte de las actividades del <a href="https://festivaldepoesiademendoza2023-ed.blogspot.com/" style="color: #1fa0ae; outline: none; text-decoration-line: none; transition: all 0.14s ease 0s;" target="_blank">Festival Internacional de Poesía de Mendoza 2023</a>.</i></div><div><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: "Gentium Book Basic", Georgia, "Times New Roman", Times, serif; font-size: 15px;" /></div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-87588392862076797642023-10-09T11:37:00.000-03:002023-10-09T11:37:39.737-03:00El resto que salva: poesía y rebelión en la era de la inteligencia técnica<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrlEgCaZDN_XnsUI9bwVBGsm5yg-bZsrtj0wyGEtrbcl8mQPy0kK6EpE8l0C6ZX7DkfUIgCNdUpDR_PLQaV1lZlE1h6hFkVwGuydhMTQ_mwF6gMzWok4b6roUIOAJIsahfG1923fodIsHqjzaIJZ562tI2QpXptNxSJeOfD508MSDnDJkBrkX4iPj670RW/s1667/40060-O2DMWH.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1324" data-original-width="1667" height="509" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrlEgCaZDN_XnsUI9bwVBGsm5yg-bZsrtj0wyGEtrbcl8mQPy0kK6EpE8l0C6ZX7DkfUIgCNdUpDR_PLQaV1lZlE1h6hFkVwGuydhMTQ_mwF6gMzWok4b6roUIOAJIsahfG1923fodIsHqjzaIJZ562tI2QpXptNxSJeOfD508MSDnDJkBrkX4iPj670RW/w640-h509/40060-O2DMWH.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Imagen de Freepik.</td></tr></tbody></table><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">por <b>Bárbara Alí</b></div><div style="text-align: left;"><i>Especial para El Desaguadero (*)</i></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">«De toda imagen podría decirse, no sólo que está estructurada como un umbral, sino además como una cripta abierta: que abre su fondo, pero lo retira, que se retira, pero nos atrae a él» (i).</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div>La frase es de Didi-Huberman, del libro <i>Lo que vemos, lo que nos mira</i>, en el cual el ensayista francés reflexiona sobre la naturaleza de las obras artísticas, específicamente del campo de las artes plásticas. Sin embargo, cuando la escucho no deja de resonar en mi interior, un eco que echa una luz de complicidad sobre otro lenguaje, el lenguaje poético. </div><div><br /></div><div>¿No puede hablarse en términos similares de la poesía? ¿No hay en todo poema una estructura de cripta-umbral, que hace aparecer el sentido de un modo un tanto fantasmático, como algo que se muestra y a su vez se oculta? ¿No es de alguna manera la lectura de un poema un acontecimiento parecido al caminar por un bosque, un juego de luces y sombras en un espacio un tanto encantado?</div><div><br /></div><div>¿De dónde viene ese carácter de encantamiento, esa presencia inefable, ese duende (diría Lorca) y cómo podría estar presente en un poema generado por una máquina?</div><div> </div><div>Cuando Ezra Pound define la imagen poética como un complejo intelectual y emotivo en un instante temporal, nos muestra los dos componentes de los que está hecha la poesía: pensamiento y emoción.</div><div><br /></div><div>Por su parte, cuando Denise Levertov se refiere a la composición del poema, habla de un proceso que involucra un pensar-sentir, sentir-pensar que es el motor de quien escribe y que se encuentra presente como una fuerza de dos dimensiones durante la creación.</div><div><br /></div><div>La emoción es el terreno fértil que da nacimiento al poema, la sustancia que se encuentra en su origen, un origen incierto y no programable en términos sistémicos ni voluntaristas. </div><div><br /></div><div>Todo acto de escritura es, primero, un acto de lectura del mundo y en este sentido, cabe preguntarnos ¿qué sería leer el mundo para escribir? ¿Desde dónde se lee? ¿Cómo se lee?</div><div><br /></div><div>«Dice Merleau-Ponty que el sujeto de la percepción no puede ser considerado un espectador desafectado, no es un sujeto cartesiano, completamente racional, alejado de su objeto, sino un sujeto situado, inmerso en el mundo. Él mismo carne del mundo» (ii).</div><div><br /></div><div>Se lee entonces desde el cuerpo, desde las experiencias atravesadas, desde la infancia, desde lo que se sabe y lo que se desconoce, desde el inconsciente, el deseo y los duelos. Leer es un movimiento que involucra siempre coordenadas: un aquí y un ahora son la brújula sensible desde donde se capta el mundo. En esa captación entre cuerpo y mundo, en ese entre, inabarcable e incognoscible del todo, surge el poema.</div><div><br /></div><div><div>En esa lectura del mundo adviene el poema. El sujeto de la percepción es un sujeto encarnado, nos dice Merleau-Ponty, y desde ese cuerpo singular se incluye un reservorio de emociones e imágenes no conocidas <i>a priori</i>, no ordenadas, no verificadas, un reservorio más cercano a la textura de lo onírico, a esas primeras experiencias que dejaron huella en el sujeto incluso antes de la adquisición del lenguaje. </div><div><br /></div><div>El chat GPT2 se puede entrenar, personalizar (incorporando en su memoria lecturas de quien lo maneja) e incluso direccionar hacia lo «políticamente correcto». A partir de estos elementos de los cuales se nutre el algoritmo y una serie de combinaciones e instrucciones, se originan los textos.</div><div><br /></div><div>¿Podría esto reemplazar un poema escrito por un ser singular que muchas veces escribe para enterarse de lo que aún no sabe? ¿No es la escritura, la mayor parte de las veces, un momento epifánico, más allá del trabajo artesanal que esta conlleva? Lejos de la idea romántica del escritor como médium, sujeto al devenir de lo sobrenatural y del rayo de los dioses, estamos pensando en quien escribe como un trabajador de la palabra, un artesano que se alimenta de un material nutriente no programado previamente, que adviene del inconsciente, de los sueños, del resplandor de una idea surgida en un momento de trabajo con la atención sobre el mundo. Y es también un artesano, porque quien escribe poesía sabe perfectamente que puede pasarse días e incluso meses sopesando un adjetivo frente a otro, una coma frente a un punto, comparando un abanico de palabras. Es que las palabras en la poesía no tienen un valor instrumental (como sí lo tienen en la ciencia y como podría llegar utilizarlas una IA), es decir, no son un instrumento al servicio de la transmisión de un mensaje que existe por fuera de él. En la poesía especialmente y en la literatura en general, el lenguaje es el ser de la obra, la literatura entera está contenida en el acto de escribir.</div><div><br /></div></div><div><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHd6UlquqlSqi0H9ZLKlQp17LkyS3-xTDj-FOqNTrH1myPGSqQqswJ9sbhA5NqSsXY_5aDnvGSRXzDeBR8SzHY_7dEUH0fVPVYXBpljkmuqMQYRzvv1JynLkBBGFHJ7VLlQseBx5Yg1kzFcwUI19eU_KHtogLaBYjz72CEhjYIcqA77HipYRBeKVHPOaAi/s4288/b%C3%A1rbara%20al%C3%AD%20inteligencia%20artificial.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="3216" data-original-width="4288" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHd6UlquqlSqi0H9ZLKlQp17LkyS3-xTDj-FOqNTrH1myPGSqQqswJ9sbhA5NqSsXY_5aDnvGSRXzDeBR8SzHY_7dEUH0fVPVYXBpljkmuqMQYRzvv1JynLkBBGFHJ7VLlQseBx5Yg1kzFcwUI19eU_KHtogLaBYjz72CEhjYIcqA77HipYRBeKVHPOaAi/w320-h240/b%C3%A1rbara%20al%C3%AD%20inteligencia%20artificial.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Bárbara Alí habla sobre poesía e IA <br />en el Festival Internacional de Poesía de Mendoza</td></tr></tbody></table><br /><div><br /></div><div>«Desde el punto de vista ético, es simplemente a través del lenguaje cómo la literatura pretende el desmoronamiento de los conceptos esenciales de nuestra cultura, a la cabeza de los cuales está el de lo real. Desde el punto de vista político, por medio de la profesión y la ilustración de que ningún mensaje es inocente y de la práctica de lo que podríamos llamar el lenguaje integral, la literatura se vuelve revolucionaria. Así pues, en nuestros días resulta ser la literatura la única que soporta la responsabilidad total del lenguaje» (iii )nos dice Barthes en un artículo de 1967, publicado en <i>El susurro del lenguaje</i>.</div><div><br /></div><div>¿Cómo podría asumir esa responsabilidad y soberanía del lenguaje la inteligencia artificial (IA)? Es cierto que la IA puede crear obras y que los pensamientos dicotómicos naturaleza-tecnología, humano-máquina, naturaleza-cultura, hombre-mujer, afortunadamente vienen siendo puestos en jaque hace ya varios años desde posicionamientos muy interesantes. Cito, por ejemplo, las obras de Donna Haraway <i>Manifiesto Cyborg </i>y <i>Seguir con el problema</i>.</div><div><br /></div><div>Es cierto también que no se trata de pensar desde una lógica del poder, el control del humano sobre la máquina o de la máquina sobre el humano, sino más bien desde un modo de trabajo colaborativo y ya hay experiencias con esto: <i>Los campos electromagnéticos, </i>de Jorge Carrión, es una de las primeras materializaciones de este experimento de escritura colectiva entre hombre y máquina.</div><div><br /></div><div>Supongamos, entonces, que el mecanismo del chat GPT, cada vez más sofisticado, produce un «buen poema». Probablemente se parezca más a una rosa de plástico, muy lograda en su parecido con la realidad, pero impotente para generar emoción.</div><div><br /></div><div>¿Por qué nos seguimos conmoviendo frente al <i>Guernica </i>de Picasso o <i>Las meninas </i>de Velázquez, si los podemos observar cómodamente desde el sillón de nuestro living, en una computadora, bebiendo una copa de vino y sin ninguna persona que se cruce en nuestro campo visual? Quizás porque algo de lo que Walter Benjamin llamo aura, frente al avance de la reproductibilidad técnica de las obras, todavía subsiste en cualquier producción artística.</div><div><br /></div><div>Sentir el aura de una cosa es otorgarle el poder de alzar los ojos, dice Benjamin, y agrega: «Esta es una de las fuentes mismas de la poesía» (iv). Dos características invisten a los objetos auráticos: una presencia inquietante de lo contemplado/leído (que lleva a un poder de la mirada prestado a lo mirado por el mirante) y una distancia que se presenta como la aparición de una lejanía.</div><div><br /></div><div>Hay en la obra algo que excede la obra misma y que no es del todo asible ni en el momento de creación, como circunstancia de encuentro con algo del orden de lo incalculable y de lo que sobrepasa los límites de lo voluntario y más aún en el momento de la recepción, como momento de la polisemia, de lo que queda un poco velado o de lo que se echa a rodar generando otras significaciones. «Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa» enuncia Alejandra Pizarnik.</div><div><br /></div><div>Me pregunto entonces si ese resto aurático, que sospecho es el germen vital de la obra, lo que escapa un poco de la lógica, de las certezas, de las leyes y se acerca más a la infancia, a lo impredecible, al balbuceo, puede emerger de una combinatoria de elementos cargados en un sistema programado. Es decir, ¿puede la inteligencia artificial decir lo que no sabe, como lo hace la poesía? </div><div>«¿Qué decimos cuando decimos lírico?» se pregunta Diana Bellesi en <i>La pequeña voz del mundo</i>. «Lírica es una voz desnuda en la impudicia de volverse sobre sí y hallar, en lo profundo del yo, aquello que la rebasa» (v). La voz lírica va por los caminos de la desobediencia, es infiel a su propia plusvalía.</div><div>Nos dice Diana: «Las tareas de esta voz: permanecer atenta a lo inútil, a lo que se desecha, porque allí, detalle ínfimo, se alza para ella lo que ella siente epifanía. Las tareas de esta voz: deshacer las cristalizaciones discursivas de lo útil y tejer una red de cedazo fino capaz de capturar las astillas de aquello que se revela. Atención y artesanía. Las tareas de esta voz: desatarse de lo aprendido que debe previamente aprenderse y disminuir así los ecos de las voces altas para dejar oír la pequeña voz del mundo» (vi).</div><div><br /></div><div>Un camino vinculado a la sustracción, al permanecer en la intemperie de las incertezas, al dejarse sorprender por lo que adviene y trabajar luego con el lenguaje como un orfebre que dedica tiempo a pulir una piedra preciosa. Esos parecen ser los senderos por los cuales transita la poesía, bastante alejados por ahora de los dispositivos que responden a lógicas de cálculo, más cercanos a la desobediencia y a la «violenta y amorosa acción que reclama a la lengua volver a hablar» (vii). En ese sustrato reside el resto que salva.</div><div><i><br /></i></div><div style="text-align: right;"><i>(*) Una versión de este texto fue leído en la mesa «Yo, robot lírico: poesía e inteligencia artificial», que formó parte de las actividades del <a href="https://festivaldepoesiademendoza2023-ed.blogspot.com/" target="_blank">Festival Internacional de Poesía de Mendoza 2023</a>.</i></div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-small;"><br /></span></div><div><b>Notas</b></div><div><br /></div><div>(i) Didi-Huberman, Georges, <i>Lo que vemos, lo que nos mira</i>, Buenos Aires: Manantial, 2011, p.175.</div><div>(ii) Genovese, Alicia, <i>Sobre la emoción en el poema</i>, Santiago de Chile: Cuadro de Tiza Ediciones, 2019, p.10.</div><div>(iii) Barthes, Roland, <i>El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura</i>, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2013, p. 15.</div><div>(iv) Op. Cit 1. P.94.</div><div>Bellessi, Diana, <i>La pequeña voz del mundo</i>, Córdoba: Caballo Negro Editora, 2023, p.13.</div><div>(v) Ibidem, p.10.</div><div>(vi) Ibidem, p.33.</div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-89426096202369452052023-09-04T10:01:00.001-03:002023-09-04T10:01:00.146-03:007 poemas de Juan Carlos Moisés<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJQWPfaf6yH1jdYlZ_EU92BGpqe94WnIH1EAM6Z1_U2gF2ELswjOmj9V2J4uVsBXu2IgkFk5kaq4LvFkgc7OJFZT_7iwq7I3aWudBhH36-t92tE_82aVQFmfIjXaoNCnoeWwxZ60LTXvebN6YoFrPPDobX9QGPAeCip--M3_A3yBGr0Xr4A9pz1FbdNV6F/s960/juan%20carlos%20mois%C3%A9s.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="960" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJQWPfaf6yH1jdYlZ_EU92BGpqe94WnIH1EAM6Z1_U2gF2ELswjOmj9V2J4uVsBXu2IgkFk5kaq4LvFkgc7OJFZT_7iwq7I3aWudBhH36-t92tE_82aVQFmfIjXaoNCnoeWwxZ60LTXvebN6YoFrPPDobX9QGPAeCip--M3_A3yBGr0Xr4A9pz1FbdNV6F/s320/juan%20carlos%20mois%C3%A9s.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Juan Carlos Moisés.</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b>Juan Carlos Moisés </b>nació en Sarmiento (Chubut), en 1954. Publicó, en poesía: <i>Poemas encontrados en un huevo </i>(1977), <i>Ese otro buen poema </i>(1983), <i>Querido mundo </i>(1988), <i>Animal teórico </i>(2004), <i>Palabras en juego </i>(2006), <i>Museo de varias artes </i>(2006), <i>Esta boca es nuestra </i>(2009). En narrativa: <i>La velocidad de la infancia </i>(2010), <i>Baile del artista rengo </i>(2012). En teatro: <i>Desesperando </i>(2008), <i>Pintura viva, El tragaluz, La oscuridad </i>(2013).</div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b>Caja de Pandora</b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Una poesía de propuestas</div><div style="text-align: left;">o una poesía de poesía,</div><div style="text-align: left;">una poesía de filiaciones</div><div style="text-align: left;">o una mirada destructiva sobre las lilas blancas,</div><div style="text-align: left;">un cielo sin ángeles</div><div style="text-align: left;">o un revólver frío como la noche,</div><div style="text-align: left;">una poesía sin palabras</div><div style="text-align: left;">o una poesía de dientes de ajo,</div><div style="text-align: left;">una poesía de respuestas </div><div style="text-align: left;">o una poesía de personas,</div><div style="text-align: left;">una nube pasajera bajo las constelaciones</div><div style="text-align: left;">o un viento del sur,</div><div style="text-align: left;">una escritura automática</div><div style="text-align: left;">o una lapicera clavada en el cuerpo de tu enemigo.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b>Los pies no me han llevado</b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><div>Los pies no me han llevado,</div><div>más bien he ido quedándome</div><div>atrás,</div><div>al fondo,</div><div>entre los juncos,</div><div>con los patos de la laguna.</div><div><br /></div><div>(de <i>Animal teórico, </i>2004)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Romper el poema</b></div><div><br /></div><div><b>1</b></div><div><br /></div><div>Se escribe el poema</div><div>y se lo rompe</div><div>para conocer se poema.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>3</b></div><div><br /></div><div>Primero escribo el poema</div><div>en el papel,</div><div>rompo después el papel</div><div>en muchos pedazos.</div><div>Que los una el viento.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>5</b></div><div><br /></div><div>En lo blanco del papel escribo.</div><div>Escribo arriba de lo que escribo.</div><div>Escribo varias veces en la misma línea,</div><div>en cada una de las líneas,</div><div>hasta que la escritura se torna ilegible,</div><div>como si cerrara los ojos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>23</b></div><div><br /></div><div>Si poesía es música o instrumento</div><div>todavía no he podido encontrar la respuesta,</div><div>o si los dos, en el sonido, se vuelven uno</div><div>como labios que al juntarse hacen un beso.</div><div><br /></div><div>(de <i>Palabras en juego, </i>2006)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El damasco</b></div><div><br /></div><div><div style="text-align: center;">«Antes de que ocurriera</div><div style="text-align: center;">yo no sabía nada».</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;">Raúl Gustavo Aguirre (<i>Señales de vida</i>)</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div>En estos primeros días de otoño</div><div>el damasco sigue siendo un damasco,</div><div>flaco de aspecto pero fiel</div><div>a su carácter,</div><div>con unas pocas hojas</div><div>aferradas de las uñitas</div><div>que demoran el desprendimiento.</div><div>Da una especie de lástima.</div><div>Si lo comparamos con el plano</div><div>de la pared del fondo,</div><div>con los ladrillos parejos</div><div>quema-dos a fuego, chamuscados,</div><div>superpuestos en hilera rigurosa,</div><div>esas ramas desiguales modifican</div><div>las cosas dispuestas de antemano,</div><div>lo uno y lo otro, el fondo y el objeto</div><div>de lo que enfoca la mirada.</div><div>La perrita, que llamamos Nube</div><div>por las manchas claras de color</div><div>en su pelo, no es parte del damasco</div><div>pero se involucra como si lo fuera,</div><div>y hasta se diría que espera el clic</div><div>que no espera el damasco</div><div>de quien lo mira.</div><div>Nubes siguen siendo también</div><div>las que miran desde arriba,</div><div>prendidas a lo que trepa.</div><div>Las ramas se desprenden</div><div>de los gajos</div><div>como si quisieran ser parte</div><div>de otro árbol, pero no tardan en volver</div><div>para poner las cosas otra vez en su lugar:</div><div>la rama, donde hubo rama,</div><div>la hoja, donde hubo hoja.</div><div>Árbol movedizo por donde se lo mire,</div><div>nunca es el mismo.</div><div>Su forma es informal, para decirlo</div><div>de otro modo.</div><div>El movimiento</div><div>engaña en su dirección,</div><div>las ramas insinúan que se tuercen</div><div>cada una para su lado.</div><div>Creemos que la estructura va a desmembrarse</div><div>y que después de un instante</div><div>nos quedaremos sin árbol ante los ojos.</div><div>Esto no es así, el damasco produce</div><div>una especie de pataleo impreciso,</div><div>un fluir de ramas gruesas y delgadas,</div><div>y poco importa en verdad</div><div>al cabo de un momento</div><div>la magnitud del camino,</div><div>ancho o angosto, recto o sinuoso,</div><div>porque la forma se las arregla</div><div>para descartar lo que parece</div><div>y quedarse con lo que es.</div><div>Si miramos tras los racimos</div><div>de hojas, se deja ver el cuerpo,</div><div>las costillas del condenado.</div><div>Quedó indefenso, pero no dudó</div><div>cuando la oleada de humo</div><div>de la fogata de hojas secas</div><div>que se elevaba en el patio del vecino</div><div>hizo un giro en remolino</div><div>y lo envolvió, ni le hizo mella</div><div>que en un momento de confusión</div><div>se hiciera lo que parecía</div><div>la noche anticipada.</div><div>La noción de tiempo</div><div>es a nosotros que confunde.</div><div>Todo pasó y el desafío del árbol</div><div>provoca una nueva irrupción</div><div>de la realidad en los sentidos.</div><div>Que asimismo los sentidos</div><div>son provocativos con la realidad</div><div>es lo que incomoda, pero no al damasco.</div><div>El énfasis de su aspecto</div><div>se presta a una definición incierta.</div><div>Llama la atención por lo que calla</div><div>y rehúye, pero sin bajar los brazos.</div><div>Marca su territorio con sólo estirar</div><div>el pescuezo; de animal tiene lo suyo</div><div>como nosotros de árbol.</div><div>Su trazo es delgado y es vago como el vuelo</div><div>de una mariposa con las alas asimétricas</div><div>que no encuentra el rumbo ni acierta</div><div>con el ritmo de su desplazamiento.</div><div>Algo desentendido hay allá arriba</div><div>que produce entredichos.</div><div>Un color último se manifiesta</div><div>en diversos tonos que se extravían</div><div>y no tienen continuidad,</div><div>pero aun lo breve se debate</div><div>con crispada tensión.</div><div>El efecto de la luz en esa variedad</div><div>de detalles descompone la forma</div><div>y los espacios ocupados hacen olvidar</div><div>los vacíos que envuelven al árbol.</div><div>Miramos dramáticamente,</div><div>obligados como estamos a definir</div><div>esa cosa viva llena de padecimiento.</div><div>Y mientras una rama se ha desnudado</div><div>toda a lo largo, otra permanece unida</div><div>a sus hojas, distraída,</div><div>ajena a las modificaciones</div><div>que se van sucediendo sin que nada</div><div>podamos hacer para alterar</div><div>el libreto de su tragedia.</div><div>Salvo que como el gato</div><div>tuviera seis vidas más para arriesgar</div><div>en un juego que, lo sabe,</div><div>no tiene los naipes marcados.</div><div>No es comedia, como quisiéramos.</div><div>El caso es que lo sabemos,</div><div>como sabemos que nuestras manos</div><div>son incapaces de resolver</div><div>el cálculo de posibilidades</div><div>de un destino inseguro.</div><div>Apenas somos mirada y voluntad</div><div>para las intenciones que calla.</div><div>Lo mínimo fluye ahora,</div><div>mientras vamos apresando</div><div>al damasco que hay en el damasco,</div><div>como un modelo bajo la pincelada</div><div>que tantea el vacío.</div><div>No hay manera de escaparle</div><div>a las definiciones.</div><div>Por lo bajo el árbol se ríe</div><div>de lo que pienso de él,</div><div>porque sabe quién soy,</div><div>y el crédito que no me da</div><div>es la duda que ahora le devuelvo.</div><div>Nunca está todo dicho, aun</div><div>entre viejos amigos</div><div>que en medio de la verdad</div><div>se quieren y necesitan sin condiciones,</div><div>porque uno justifica al otro</div><div>y la diferencia lo complementa.</div><div>El damasco no es lo que fue</div><div>ni es lo que será,</div><div>y todo eso, sin embargo, es</div><div>un continuo que no pifia</div><div>pero engatusa.</div><div>Mirándolo me miro a la cara</div><div>para interrogarme, para saber</div><div>si es posible un pensamiento</div><div>sin abolladuras.</div><div>Siento, luego pienso, es</div><div>lo que digo, lo que creo que digo,</div><div>o lo que debería decir.</div><div>Estoy dispuesto a caer en su trampa.</div><div>De tanto mirarlo vemos que muestra,</div><div>esquivo y mordaz, lo más obvio y conocido.</div><div>No porque esquive las preguntas</div><div>se presta a una confusión inútil.</div><div>Su certeza puede más</div><div>que nuestra desconfianza.</div><div>El árbol no quiere darse</div><div>por enterado de lo que silbo.</div><div>Pronto mi cuerpo se abatata en el encuentro.</div><div>Si aflojar las piernas</div><div>fuera algo más que una ilusión,</div><div>le haría bien caminar</div><div>un poco por ahí, como nosotros;</div><div>tanta tierra por delante</div><div>lo mantendría ocupado</div><div>y no se pondría a pensar</div><div>en problemas de difícil solución.</div><div>Por momentos se me hace</div><div>que anda</div><div>con el cuchillo bajo el poncho,</div><div>como si nadie lo supiera.</div><div>Lo que todavía no sabemos</div><div>es cómo se reparte</div><div>la muerte en su corazón</div><div>ni qué sentimiento bombea primero</div><div>al resto del diseño, porque semeja</div><div>vivir sin preocupación como una boca</div><div>sin palabras.</div><div>Eso que llamamos damasco</div><div>permanece en apariencia</div><div>cerrado, ensimismándose, ajeno</div><div>a lo que pasa.</div><div>Sin embargo, el otoño</div><div>se ha ensañado con el árbol</div><div>en este breve día de mayo.</div><div>Lo que se había elevado</div><div>cae sin peso, sin remordimiento.</div><div>Ahora esas hojas miran desde abajo.</div><div>Llega el frío y pueden imaginarlo:</div><div>cambia su aspecto pero no su orgullo.</div><div>De pie y a menos de dos metros</div><div>de distancia, busco mis manos al final</div><div>de mis brazos abiertos.</div><div>La vecindad me devuelve</div><div>restos del verano: pétalos oscuros,</div><div>hojas secas, carozos descarnados,</div><div>macerados por acumulación.</div><div>Hasta no hace mucho el damasco despedía</div><div>aromas fragantes, y ahora,</div><div>cuando una ráfaga anticipa la lluvia,</div><div>se dobla con un quejido.</div><div>Los arrebatos del viento lo modifican</div><div>previendo un final.</div><div>Los ojos que miran</div><div>se adelantan en el dolor.</div><div>Esos golpes bruscos lo deshojan casi</div><div>completamente, la humedad que lo cubre</div><div>queda a la vista, oscurecida,</div><div>pero la luz ha surgido</div><div>de algunas hojas como un cosquilleo</div><div>que despierta la curiosidad</div><div>de quien se ve envuelto en su misma red.</div><div>Las hojas que se volvieron negras</div><div>tiran de las más claras;</div><div>saturada está la base, el tronco</div><div>donde nace, y fragmentaria su copa,</div><div>su parte de cielo que se mueve en abanico,</div><div>sin quejarse pero con chuchos.</div><div>Nos olvidamos de aquel aspecto</div><div>y la atención nos lleva</div><div>a la parte superior</div><div>donde las formas precarias</div><div>dibujan nuestro acertijo.</div><div>Las hojas de arriba se pierden primero,</div><div>algunas comienzan a mostrar agujeros</div><div>como si la materia tendiera a romperse</div><div>por tensión de sus partes individuales;</div><div>muestran perforaciones con signos</div><div>evidentes de que tarde o temprano</div><div>algo se degrada,</div><div>a la vez que otras pocas hojas permanecen</div><div>indiferentes, ajenas a cualquier posible</div><div>modificación, y esto es engaño</div><div>también, y es astucia.</div><div>Lo inevitable</div><div>termina por suceder.</div><div>¿Pero qué es lo inevitable?</div><div>¿Es ir de lleno hacia la nada</div><div>sin recorrer el camino?</div><div>Buscamos alguna posibilidad</div><div>para el damasco mientras padecemos</div><div>un estremecimiento: el árbol</div><div>reflejado en nuestros actos.</div><div>La única esperanza es que todas</div><div>las respuestas puedan ser saciadas</div><div>no bien trasp-ues-to el invierno.</div><div>¿Pero qué es todas?</div><div>¿Y cuáles las respuestas?</div><div>En nuestra duda se hace fuerte el damasco.</div><div>Piel de gallina en nuestros brazos;</div><div>es el frío del invierno anticipado</div><div>que hace el efecto por sorpresa.</div><div>La forma se desnuda; inocencia</div><div>es lo que no puede esconder.</div><div>El damasco también está hecho</div><div>de palabras, y las palabras</div><div>de tiempo.</div><div>Todo eso sigue ahí, cerca,</div><div>en el jardín, próximo a la ventana</div><div>mostrando las hilachas.</div><div>Hilachas, no pinceladas.</div><div>Podría pasar por una acuarela;</div><div>recuerda a las acuarelas</div><div>de Pompei Romanov, un artista ruso</div><div>y ‘real’ que supo vivir sus últimos años</div><div>pintando como un impresionista</div><div>tardío en medio de las chacras,</div><div>árboles, pastos, aguadas,</div><div>de esta tierra perdida.</div><div>También podría ser un dibujo</div><div>con unas rayas hechas a cuchillo</div><div>en el papel, tiradas a ciegas para hacer</div><div>notar el efecto de la casualidad</div><div>antes que de la furia.</div><div>Pero no es casual ni hay abstracción</div><div>en su lucha personal, osada y pendenciera.</div><div>Es una nueva posibilidad</div><div>para el damasco.</div><div>No sé</div><div>si esos intentos lo tranquilizan</div><div>o lo ilusionan; lo que conmueve</div><div>es la audacia de su naturaleza.</div><div>Y si lo real es posible en esa forma</div><div>que asume su revés, podremos glosar</div><div>pantomimas antes que palabras</div><div>sin que le haga mella</div><div>el resultado.</div><div>Imitarlo, parodiarlo, padecerlo</div><div>o reírnos con él de lo que somos.</div><div>Contar su historia en la nuestra</div><div>y la nuestra en la de él.</div><div>Ser eso de lo que hablamos.</div><div>Cada posibilidad se suma para que avance</div><div>la idea sobre la cosa, la envoltura</div><div>o la falta de ella,</div><div>en esa humanidad increpada.</div><div>Vuelve a hacer lo suyo la memoria</div><div>por un instante: pienso en los frutos</div><div>que dio en el verano</div><div>contra los cuales se ensañaron</div><div>los pájaros cada mañana,</div><div>en especial chingolos y zorzales.</div><div>Aquellos frutos, dulces y jugosos,</div><div>tuvieron su momento;</div><div>las huellas de esa violencia</div><div>puede verse en unos pocos</div><div>carozos acribillados que todavía cuelgan,</div><div>secos, aferrados a las ramas.</div><div>Lo que salvamos</div><div>se encuentra en la despensa:</div><div>unos frascos de mermelada</div><div>que hicimos cocinando</div><div>la pulpa azucarada a fuego lento</div><div>sobre la hornalla y revolviendo</div><div>con la cuchara de madera</div><div>hasta el punto que indicaba la receta</div><div>casera que nos dio mi abuela María</div><div>en su cocina de la chacra</div><div>cuando la visitamos el último verano</div><div>mientras nos hablaba</div><div>de su infancia española.</div><div>No le temblaban las manos curtidas</div><div>cuando refirió detalles de su padre</div><div>deportado por causas políticas</div><div>a España, en el 35.</div><div>De estas cosas también se hace un árbol.</div><div>Lo que fue en el damasco</div><div>vuelve a ser un desafío sin condiciones,</div><div>lejos de un aire veraniego</div><div>que sigue en contacto</div><div>con el paladar y la lengua.</div><div>No hay acto fallido para los sentidos.</div><div>Muchas cosas se han ido sumando:</div><div>la tierra oscura, las hojas alrededor,</div><div>opacas y dispersas, y una vereda,</div><div>a su derecha, que refleja una parte</div><div>de cielo.</div><div>Reflejo de reflejos,</div><div>así vamos de cabeza hacia el árbol real.</div><div>Sólo en lo alto de esas ramitas</div><div>desgraciadas la luz permanece</div><div>apiadándose por un momento.</div><div>La oscuridad empareja las formas,</div><div>las últimas hojas comienzan a definirse</div><div>con gruesa imprecisión.</div><div>El damasco se hunde en la noche</div><div>como si se alejara de nosotros;</div><div>diría que nos arrastra con él.</div><div>Raro: ninguna queja en el dolor.</div><div>Nos tiene agarrados.</div><div>Es un escarmiento moral</div><div>para los que esperamos algo</div><div>de las palabras.</div><div>Sabemos que todavía permanece</div><div>porque un contorno sugerido,</div><div>un arco leve se curva de arriba abajo.</div><div>Un pedazo de copa, de rama separada</div><div>y de hojas solas se desdibujan en el cielo</div><div>donde hay menos oscuridad que al ras</div><div>de la tierra, donde de algún modo</div><div>la realidad se ha ido</div><div>o se ha borrado; sólo</div><div>por el movimiento de esas hojas</div><div>-que pudieran ser otra cosa-</div><div>sabemos que algo todavía queda.</div><div>Lo que muere se resiste un poco,</div><div>nada más, y el damasco, el pequeño</div><div>frutal plantado en los fondos</div><div>del patio, dice y no dice</div><div>que no quiere saber nada con la nada.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>(de <i>Museo de varias artes, </i>2006)</div></div><div><br /></div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-62223141797112966992023-08-28T10:35:00.001-03:002023-08-28T10:35:00.143-03:00La historia de dos poemas de Rafael Felipe Oteriño<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOc5cHlSBE9GJXs-r6Fuut7as3FnQrqil20KnBliDHxfR1ZGRoOITGdA9C5bqKZayzj_4MkOtkynsvnaiwKT5QdANDHfZttF-xJZgNk-mTldltAUTG_MtPKCbVl8wumpLoPNBdoCFsNG9YqXi6KiGyxXPyWbSgGOeIOSFPtW_Ci3p581dc4P7elnkU7UPi/s1600/Rafael%20Felipe%20Oteri%C3%B1o%20-%20foto%20Camila%20Toledo.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1059" data-original-width="1600" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOc5cHlSBE9GJXs-r6Fuut7as3FnQrqil20KnBliDHxfR1ZGRoOITGdA9C5bqKZayzj_4MkOtkynsvnaiwKT5QdANDHfZttF-xJZgNk-mTldltAUTG_MtPKCbVl8wumpLoPNBdoCFsNG9YqXi6KiGyxXPyWbSgGOeIOSFPtW_Ci3p581dc4P7elnkU7UPi/w400-h265/Rafael%20Felipe%20Oteri%C3%B1o%20-%20foto%20Camila%20Toledo.JPG" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Rafael Felipe Oteriño (foto: Camila Toledo)</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">por <b>Rafael Felipe Oteriño </b>(*)</div><div style="text-align: left;">Especial para El Desaguadero</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">El poema <i>Ahora,</i> de mi libro reciente <i><a href="https://pre-textos.com/producto/lo-que-puedes-hacer-con-el-fuego/" target="_blank">Lo que puedes hacer con el fuego</a> </i>(Pre-Textos, España, 2023) plantea, sin proponérmelo, uno de los destinos de la poesía: su capacidad para brindar ayuda ante la fragilidad de la vida, hecha de tiempo y fuga, y, asimismo, la invitación a hacer del presente un instante vital. Nació una mañana de fines de octubre, a poco yo de despertar. Al salir a la calle, levanté la vista hacia el azul transparente, y vi en el cielo, junto a la luna todavía dibujada, el destello del lucero. Tenía algo de sobrenatural: lo percibí como un llamado, una cita. Eso me dictó el primer verso: «¡Vamos, cuerpo! Avanza hacia lo nuevo / con la misma convicción / que te impulsó hacia lo viejo». Apuntadas esas primeras líneas, me di a la búsqueda de otras imágenes que le dieran continuidad. En primer lugar, las que me explicaran la enigmática oposición entre lo nuevo y lo viejo allí formulada. Vinieron a mi mente sobresaltos y dificultades que metafóricamente opone el diario vivir para avanzar en nuestros proyectos ―la oposición de cursos de agua, serpientes enrolladas, polvo en el aire, tormentas― y, preso de un repentino entusiasmo ―como si hubiera sido destinatario de una señal―, me vi afirmando que esos hechos son episodios corrientes, y que «lo bueno y lo bello» siempre están al alcance de la mano. Que sólo se trata de dar el primer paso e ir hacia ellos, con la misma convicción con que lo hicimos en el pasado. Y fue entonces cuando retomé la imagen del lucero y la introduje en el bosquejo, lo cual me cedió el núcleo del poema condensado en el adverbio (de tiempo, claro está) ahora. Imperioso, definitivo, dicho vocablo repite (ahora lo advierto) el tópico horaciano carpe diem que invita a vivir el día, inscribiéndolo en la propia autoconciencia como un mandato. El fortuito descubrimiento del lucero operó, pues, casi como una orden: si de vivir se trata, siempre es «ahora». No en la compasiva memoria del ayer ni en la promesa bienhechora del mañana. Ahora: «En este amanecer alto y claro» ―tal como lo señala la línea final―, que no es más que la imagen de la vida diaria en su imprevisibilidad, pero también en su compromiso más alentador.</div><div><br /></div><div>Y como los poemas tienen la capacidad de dialogar entre sí, y de reanudarse y de completarse unos a los otros, sumo a estos apuntes el poema <i>Acto de fe,</i> del mismo libro. Es un poema de la «alta edad», como calificó Saint-John Perse a la edad madura. Para quien ya sabe que la vida tiene un cumplimiento y un límite, el primer verso, con su acción signada en el verbo nominal «aferrarse» (de asirse con fuerza), recoge el énfasis y la congoja ―acaso propios de la edad― que atravesaban mi sentimiento al tiempo de escribirlo. Y estos calificativos son los que fueron dictando las figuras de la pulsión: aferrarse al rayo de sol, al grano de arena, a la nube, a la corteza del árbol, a la música, al viento... Manifestaciones de la vida natural a las que el yo poético «se aferra» como un escudo contra la finitud. Total (el poema parece saberlo y se lo descubre al autor), el viento ha de borrar «con misericordia, todas las señales». Y lo que queda es el amor a la vida y el horizonte del «ahora» como estaciones de la deliciosa aventura. </div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK_890ABpo8a01lz6h_xAL3MnL30N1b2oWm--6WBLxS-0ffk1EANa6mnl3Zq274iOl0JlG9lrtn4bY3zo1qkqZFSU2WwlW1mAWantwCVljyoZbAzAt_LsVFUVgTtpleGgcMuAcB50xG1gs5_CV4Orh4bXtzjYkqWmFb7kPcZr70T8FqAu-69ZjcB6DdA3T/s933/lo%20que%20puedes%20hacer%20con%20el%20fuego.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="933" data-original-width="600" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK_890ABpo8a01lz6h_xAL3MnL30N1b2oWm--6WBLxS-0ffk1EANa6mnl3Zq274iOl0JlG9lrtn4bY3zo1qkqZFSU2WwlW1mAWantwCVljyoZbAzAt_LsVFUVgTtpleGgcMuAcB50xG1gs5_CV4Orh4bXtzjYkqWmFb7kPcZr70T8FqAu-69ZjcB6DdA3T/s320/lo%20que%20puedes%20hacer%20con%20el%20fuego.jpg" width="206" /></a></div><br /><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Ahora</b></div><div><br /></div><div>¡Vamos, cuerpo! Avanza hacia lo nuevo</div><div>con la misma convicción</div><div>que te impulsó hacia lo viejo.</div><div> Confía en las señales: </div><div>los cursos de agua</div><div>y las serpientes enrolladas, </div><div>el polvo suspendido en el aire</div><div>y las tormentas de verano.</div><div>Nunca es fatal lo que dicen</div><div>y no está en tu piel convertirte en oráculo.</div><div>Lo bueno y lo bello están al alcance</div><div>de la mano; </div><div> la claridad, como la oscuridad, </div><div>ensayan su obra a cielo abierto.</div><div> Ambas conducen</div><div>a una isla de inextinguible verdor</div><div>donde todo está a la espera</div><div>de quien dé el primer paso. </div><div> El presente</div><div>es lo que te ofrece esta mañana luminosa.</div><div>No tienes más que marchar hacia ella.</div><div>Hoy, al despertar, vi, junto a la luna, </div><div>el lucero del alba; </div><div> brillaba</div><div>más fuerte que las otras estrellas, </div><div>y cuando quise retenerlo desapareció. </div><div>Brillaba como diciendo “es ahora”.</div><div>En este amanecer alto y claro. </div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Acto de fe</b></div><div><br /></div><div>Me aferro al rayo de sol, al grano de arena,</div><div>a la nube que cruza de oeste a este.</div><div>Me aferro al agua que bebo y a la tierra que piso,</div><div>a la corteza del árbol y a la raíz.</div><div><br /></div><div>Me aferro al mes de julio,</div><div>a las páginas del Quijote,</div><div>a la lluvia lenta y a la pajarita de papel. </div><div><br /></div><div>Me aferro al ámbar, al lapislázuli,</div><div>a las vetas de la madera,</div><div>a la piel del durazno y a la oración. </div><div> </div><div>Me aferro al fagot grave, al solo de violín, </div><div>al Adagietto de Mahler.</div><div><br /></div><div>Me aferro al mar porque es mar</div><div>y a la roca porque es roca,</div><div>al laberinto porque me extravía</div><div>y a la línea del horizonte porque me llama.</div><div><br /></div><div>Me aferro a las enumeraciones,</div><div>a la cifra exacta, al número impar.</div><div><br /></div><div>A la niebla</div><div>que pronuncia, en sus intervalos, </div><div>el nombre de Dios</div><div>y deja al descubierto una gran colina blanca.</div><div><br /></div><div>Me aferro al viento, </div><div>a la noche oscura, a los senderos de grava.</div><div><br /></div><div>¡Al viento, al viento</div><div>que desespera en las hojas</div><div>y borra, con misericordia, todas las señales! </div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-26445232344125740542023-08-22T18:25:00.003-03:002023-08-22T18:25:28.881-03:006 poemas de Luciana Jazmín Coronado<div style="text-align: left;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7GQjwfBwCqNmyE3Kq5EK_cFDcdkcJYzl66QIqgHC0JJWi5I7lYKAiB3Kx6ALYTUKCDoby-DmaAKesyz6ge2Z6rdgKbuTIxJozsGHA5EB5fhg8qxGIiqa4gv8TJ64RsD1tpAotSDVJ7G9tcXiTWISxpzp498mjGznEx8C2Z6cLZs8y8-49kpUoBUjR0pWm/s1365/luciana%20jazm%C3%ADn%20coronado.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1365" data-original-width="1365" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7GQjwfBwCqNmyE3Kq5EK_cFDcdkcJYzl66QIqgHC0JJWi5I7lYKAiB3Kx6ALYTUKCDoby-DmaAKesyz6ge2Z6rdgKbuTIxJozsGHA5EB5fhg8qxGIiqa4gv8TJ64RsD1tpAotSDVJ7G9tcXiTWISxpzp498mjGznEx8C2Z6cLZs8y8-49kpUoBUjR0pWm/w400-h400/luciana%20jazm%C3%ADn%20coronado.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Luciana Jazmín Coronado.</td></tr></tbody></table><br /><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b>Luciana Jazmín Coronado </b>nació en Buenos Aires en 1991. Es Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Publicó los poemarios <i>La insolación </i>(2014), <i>Catacumbas </i>(2016, último ganador del I Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador) y <i>Los hijos imperfectos </i>(2023). Obtuvo la beca de creación artística Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores (Córdoba, España, 2017) y la Residencia de Escritores de la UNESCO y la UGR (Granada, España, 2019). Parte de su obra ha sido traducida a diversos idiomas e incluida en antologías. </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbqWnU2FQaShyNE12Cu_xAPk2rnEVdA00oIjxK9g1QvPc1_gyK8JrwVfrbNsu8NmfFFdcgEQjdXdP4cz7PXsHacalmXQyriowg_5fzhYpNP7P6AYIIridMevdGRF3dUywYXoTTHGeGqkIm9-Ase3vD1Ek5IIH4b12uL71ZFqnkqIhsDtDdquOurcKAaMTC/s2440/Los-hijos-imperfectos---Luciana-Jazm%C3%ADn-Coronado-.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2440" data-original-width="1620" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbqWnU2FQaShyNE12Cu_xAPk2rnEVdA00oIjxK9g1QvPc1_gyK8JrwVfrbNsu8NmfFFdcgEQjdXdP4cz7PXsHacalmXQyriowg_5fzhYpNP7P6AYIIridMevdGRF3dUywYXoTTHGeGqkIm9-Ase3vD1Ek5IIH4b12uL71ZFqnkqIhsDtDdquOurcKAaMTC/s320/Los-hijos-imperfectos---Luciana-Jazm%C3%ADn-Coronado-.jpg" width="212" /></a></div><br /><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Seis poemas de <i>Los hijos imperfectos</i></b></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El comienzo</b></div><div><b><br /></b></div><div><b><br /></b></div><div><b>I</b></div><div><br /></div><div>He nacido.</div><div>Tomaré alguna ruta, preguntaré </div><div>por qué tengo tanta pena.</div><div>Al sol le pido que se aparte porque es viejo</div><div>y mira cada cosa con olvido.</div><div>Con una mano me amo </div><div>y con la otra hurgo el norte,</div><div>puedo estar en una flor </div><div>o en cualquier parte.</div><div><br /></div><div><b>II</b></div><div><br /></div><div><i>Prueba las manzanas, </i></div><div><i>prueba los sabores del mundo </i></div><div><i>y verás que son como tú:</i></div><div><i>niños que exigen un nombre.</i></div><div><i>Estamos aquí. </i></div><div><i>Somos la sombra y somos el mar,</i></div><div><i>juntamos pedacitos de alhelí </i></div><div><i>para que nos abraces.</i></div><div><i>Ven, estamos en todas las cosas, </i></div><div><i>nos gusta caminar por las telarañas del dedo creador,</i></div><div><i>morir de la risa y sopesar lo que se balancea en la luz.</i></div><div><i>Ven a ver lo que tenemos:</i></div><div><i>hemos encontrado el mundo carbonado.</i></div><div><i>Ahora abre la boca, </i></div><div><i>ya verás qué hacer con el lenguaje.</i></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>El despertar</b></div><div><br /></div><div>Debería haber nacido de mariposas,</div><div>de algo jamás visto ni pensado,</div><div>ausente del lenguaje</div><div>que me viste para un casamiento de lava.</div><div>Todo lo que no es necesario</div><div>se ha vuelto pecado. </div><div>Soy una piedra demacrada</div><div>por una gota de lluvia;</div><div>soy una entre cientos de niños</div><div>meciéndose como un junco,</div><div>dejando que el sol</div><div>me invente quemaduras.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Infancia</b></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Robo los semblantes,</div><div>los guardo entre las ramas. </div><div>Me armo este cuerpo </div><div>con las nueces que unos padres</div><div>dejan sobre el camino. </div><div>Abrazada a un germen de agua, </div><div>me esculpo otra forma </div><div>para nacer en familias ajenas </div><div>como una pequeña limosna.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>La exigencia del nombre</b></div><div><br /></div><div><br /></div><div><i>Quieres otro nombre </i></div><div><i>y no esa mancha de nacimiento</i></div><div><i>que te elegimos.</i></div><div><i>Quieres otro nombre</i></div><div><i>pero nos preguntamos</i></div><div><i>si un día gritarás a los campos de ceniza</i></div><div><i>o pondrás tus manos de seda </i></div><div><i>para servir la luz en los cuencos vacíos,</i></div><div><i>si el miedo te hará los ojos más pequeños,</i></div><div><i>y organizarás tus cosas como insectos </i></div><div><i>pinchados en vitrinas. </i></div><div><i>Ahora nos preguntamos</i></div><div><i>si hay algo que pueda, de verdad,</i></div><div><i>ser un nombre como ese que deseas,</i></div><div><i>uno que al pronunciarlo</i></div><div><i>use el ritmo de las rosas diminutas.</i></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Fantasía</b></div><div><br /></div><div>Cuando extirpen mi árbol </div><div>saldrán insectos a borbotones,</div><div>quedará una capa de larvas blancas</div><div>como crías de ángel a la intemperie.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Los hijos imperfectos</b></div><div><br /></div><div><br /></div><div>La soledad es la ruta</div><div>donde se apilan las cosas</div><div>que brillan a lo lejos.</div><div>Quisiera amanecer un día</div><div>y pedirle a dios</div><div>que detenga el movimiento,</div><div>que no sangre más</div><div>su hilo interminable</div><div>de hijos imperfectos. </div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-77322788859145450222023-07-17T18:49:00.002-03:002023-08-10T19:27:01.358-03:00El Desaguadero / Número 22<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglrfCU3bVeXG6GLwduOguCtIZhNEcT8Fcy1N4IvcTo8S4CzbIvNOUYhoqTtq3vAjZUijHFkOUZ6vwitj2eph8lsfLUkhyW2wYrAVri0XlkQHMsJLvDAPcncq1gPtUcszmI9sHZo_llPQcFsC36LIcWVJ2p9ZwkDM6-qVm8tPr-ZqGd-tpPy3DkbSymietc/s600/alta%20pinta.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="600" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglrfCU3bVeXG6GLwduOguCtIZhNEcT8Fcy1N4IvcTo8S4CzbIvNOUYhoqTtq3vAjZUijHFkOUZ6vwitj2eph8lsfLUkhyW2wYrAVri0XlkQHMsJLvDAPcncq1gPtUcszmI9sHZo_llPQcFsC36LIcWVJ2p9ZwkDM6-qVm8tPr-ZqGd-tpPy3DkbSymietc/s320/alta%20pinta.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i>Una revista de poesía escrita por poetas</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>ENTREVISTAS</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/04/entrevista-luis-benitez-en-poesia-nada.html" target="_blank">Luis Benítez: «En poesía nada se extingue, Sólo se diversifica»</a></div><div style="text-align: center;">por Fernando G. Toledo</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>LA HISTORIA DE UN POEMA</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/03/la-historia-de-un-poema-de-noelia-palma.html">Poema 18</a></i></div><div style="text-align: center;">por Noelia Palma</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><i><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/04/la-historia-de-un-poema-de-reyna.html" target="_blank">Incomunicado</a></i></div><div style="text-align: center;">por Reyna Domínguez</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><b>NOTAS Y ENSAYOS</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/02/fervor-de-buenos-aires-el-primer-libro.html" target="_blank"><i>Fervor de Buenos Aires: </i>el primer libro de Borges cumple 100 años</a></div><div style="text-align: center;">por Fernando G. Toledo</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/07/ted-hughes-y-sylvia-plath-cuando-entre.html" target="_blank">Ted Hughes y Sylvia Plath: cuando entre el silencio y la poesía está la verdad</a></div><div style="text-align: center;">por Fernando G. Toledo</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><div><b>TRADUCCIONES</b></div><div><br /></div><div><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/06/paul-eluard-poemas-del-enamorado.html" target="_blank">Paul Éluard: poemas del enamorado surrealista</a></div><div>por Fernando G. Toledo</div><div><br /></div><div><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/02/paul-auster-7-poemas-para-pronunciar-lo.html" target="_blank">Paul Auster: siete poemas para pronunciar lo que se calla</a></div><div>por Fernando G. Toledo</div><div><br /></div><div><br /></div></div><div style="text-align: center;"><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><b>RESEÑAS CRÍTICAS</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/02/apuntes-sobre-paisaje-con-figura-de.html" target="_blank">Apunte sobre <i>Paisaje con figura, </i>de Inés Aráoz</a></div><div style="text-align: center;">por Diego Roel</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b><br /></b></div><div style="text-align: center;"><b>LA EXCUSA DEL POEMA</b></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/02/4-poemas-de-liliana-bodoc.html" target="_blank">Cuatro poemas de Liliana Bodoc</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/02/4-poemas-de-juana-bignozzi.html" target="_blank">Cuatro poemas de Juana Bignozzi</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/02/6-poemas-de-pablo-segui.html" target="_blank">Seis poemas de Pablo Seguí</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/02/6-poemas-de-horacio-castillo-h.html" target="_blank">Seis poemas de Horacio Castillo (h)</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/02/4-poemas-de-armando-tejada-gomez.html" target="_blank">Cuatro poemas de Armando Tejada Gómez</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/03/6-poemas-de-laura-garcia-del-castano.html" target="_blank">Seis poemas de Laura García del Castaño</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/03/4-poemas-de-alicia-grinbank.html" target="_blank">Cuatro poemas de Alicia Grinbank</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/03/6-poemas-de-maria-laura-buttarini.html" target="_blank">Seis poemas de María Laura Buttarini</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/04/6-poemas-de-santiago-sylvester.html" target="_blank">Seis poemas de Santiago Sylvester</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/04/4-poemas-de-mercedes-venturino.html" target="_blank">Cuatro poemas de Mercedes Venturino</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/04/6-poemas-de-fina-garcia-marruz.html" target="_blank">Seis poemas de Fina García-Marruz</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/05/4-poemas-de-antonio-san-miguel.html" target="_blank">Cuatro poemas de Antonio San Miguel</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/05/11-poemas-de-maria-angeles-perez-lopez.html" target="_blank">Once poemas de María Ángeles Pérez López</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/05/4-poemas-de-yamil-dora.html" target="_blank">Cuatro poemas de Yamil Dora</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/05/4-poemas-de-julio-castellanos.html" target="_blank">Cuatro poemas de Julio Castellanos</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/06/6-poemas-de-diego-bagnera.html" target="_blank">Seis poemas de Diego Bagnera</a></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="http://eldesaguaderorevista.blogspot.com/2023/06/4-poemas-de-luis-ricardo-casnati.html" target="_blank">Cuatro poemas de Luis Ricardo Casnati</a></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br />Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-59823778062285471562023-07-07T17:20:00.001-03:002023-07-11T15:20:41.347-03:00Ted Hughes y Sylvia Plath: cuando entre el silencio y la poesía está la verdad<div style="text-align: left;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhc3XAW5J6as-l1TjO0YZNXwHvxQaRsTEacxYwJ2wpWO8JupAIs5uvPZoVEvwW3JJ9gpLWfFRnukdfUTOB8z0SvJ6Jrglqt0whUYHrskj2Ttnsouc52dTzZqCFfs3CVnHNQBLcACQOZcGm_Plj2Zh02kEhtTCbbFhaVRQI7KEgsO4rNVEzF-mSRztav8fMf/s2100/ted%20hughes%20sylvia%20plath.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2100" data-original-width="2059" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhc3XAW5J6as-l1TjO0YZNXwHvxQaRsTEacxYwJ2wpWO8JupAIs5uvPZoVEvwW3JJ9gpLWfFRnukdfUTOB8z0SvJ6Jrglqt0whUYHrskj2Ttnsouc52dTzZqCFfs3CVnHNQBLcACQOZcGm_Plj2Zh02kEhtTCbbFhaVRQI7KEgsO4rNVEzF-mSRztav8fMf/w393-h400/ted%20hughes%20sylvia%20plath.jpg" width="393" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ted Hughes y Sylvia Plath. Foto: James Coyne / Black Star</td></tr></tbody></table><br /><p><br /></p><p> </p><blockquote><p style="line-height: 100%; margin-bottom: 0cm;"> A propósito de los 25 años de la edición de Cartas de cumpleaños
(Birthday Letters), de Ted Hughes.</p></blockquote></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">por <b><a href="https://fernandogtoledo.blogspot.com/" target="_blank">Fernando G. Toledo</a></b></div><div><br /></div><div>Se están cumpliendo 25 años de uno de esos acontecimientos literarios que, cuando son tan potentes, tan intensos e involucran a algo más que la literatura, alcanzan un poder simbólico que excede la poesía. «Qué me importa a mí la poesía», dirá algún lector. En este caso, sin embargo –el que esta fecha nos está recordando– poesía y vida, historia y lírica, se entrelazan de manera tan fascinante que puede que estemos ante algo que sí importe.</div><div><br /></div><div>El poeta Ted Hughes publicó poco antes de morir el libro <i>Cartas de cumpleaños, </i>que le valió una consagración mundial, pero dejó abierta la puerta para el cotilleo, dado que todos los poemas que lo integraban tenían una destinataria inconfundible, la protagonista excluyente de su historia vital.</div><div><br /></div><div>Esa historia equivale a uno de los culebrones más frecuentados de la literatura en inglés desde los años 60 hasta la actualidad: la genial y tortuosa poeta estadounidense Sylvia Plath se casó en 1955 con el poeta inglés Ted Hughes. Aunque el matrimonio estaba conformado por dos artistas íntegros, no escapó a las exigencias mundanas, pues Sylvia se dedicó al hogar y Ted siguió escribiendo. No había, en un primer momento, discordia con el acuerdo. De hecho, a poco de casarse, el poeta obtuvo un premio por el libro El halcón en la lluvia y ella anotó en su diario íntimo: «El libro de poemas de Ted ganó el primer premio de Harper’s, ¡en cuyo jurado estaban W. H. Auden, Stephen Spender y Marianne Moore! Ni siquiera ahora, mientras lo escribo, termino de creerlo. La gentecilla miedosa lo rechaza. Los grandes poetas y valientes lo aceptan. Me enorgullece mucho que Ted sea el primero. Todas mis ideas trilladas contra el matrimonio con un escritor se han disipado con Ted: cada vez que le rechazan un poema siento el doble de pena que cuando rechazan los míos, y cada vez que lo publican me alegra más que si me publicaran… Es como si él fuera la media naranja perfecta para mí».</div><div><br /></div><div>Poco después nacieron dos hijos del matrimonio, pero algo en el ánimo de Sylvia cambió, al caer en depresión (antes de su vida con Hughes había intentado suicidarse) y llegó el distanciamiento, la relación de Hughes con la cautivante Assia Wevill y la inevitable separación.</div><div><br /></div><div>Paradójicamente, junto con eso la actividad literaria de Sylvia creció (sus mejores poemas y su novela <i>La campana de cristal </i>corresponden a esta época).</div><div><br /></div><div>Sin embargo, en el invierno de 1963, Sylvia Plath se suicidó colocando su cabeza en el horno de su casa, y todos los ojos se volvieron hacia Hughes en busca de un culpable. Así, las voces públicas (lideradas por feministas) se alzaron contra el poeta, acusándolo de encarnar el abuso y la indiferencia machista en el mundo, cuando en realidad, todo indica que el autor de <i>Despertar de primavera </i>fue excluido del abismo que Plath se cavó laboriosa e irremediablemente.</div><div><br /></div><div>Ante el escarnio, el silencio prudente de Ted había sido la única respuesta. Incluso cuando, para él, siguieron las tragedias, elevándose en dolor: en 1969, Assia Wevill también se suicidó, no sin matar con ella también a la hija que tenía en común con Hughes.</div><div><br /></div><div>Décadas después, ese silencio de Hughes se interrumpió, al fin, con <i>Cartas de cumpleaños,</i> un volumen de poesía en el que se saldaban las cuentas pendientes. En esos 88 poemas, como en una elegía desencantada, Hughes recorrió la historia íntima de su vida junto a esa mujer que era como una llama siempre a punto de desatar un devastador incendio. El libro es una obra maestra, fue un éxito de ventas y le deparó premios que Hughes alcanzó a disfrutar en la agridulce antesala de su muerte.</div><div><br /></div><div>Pero, ¿por qué esas páginas eran más que un libro de poesía? Porque Hughes decidía en <i>Cartas de cumpleaños </i>(hay una traducción del escritor Luis Antonio de Villena, para editorial Lumen) narrar anécdotas reveladoras de su vida matrimonial, tachonar su testimonio con anécdotas conmovedoras, ser sincero hasta el asombro. Siempre con Sylvia como centro de sus textos. Y es que Plath era a esos poemas lo que las palabras a la poesía misma, lo que la sangre al cuerpo y el ojo a la luz. Después de tanto silencio, el poeta había decidido pronunciar su verdad, de manera dolorosa y contundente.</div><div>La clave para lograrlo era, sin duda, una especie de diálogo entablado con la ausente. El poeta pareció poner delante de sí a su interlocutora y convertir cada poema en una rememoración de tiempos pasados, en una dolida reprobación o en un tristísimo lamento por las cosas que pudieron haber sido y no fueron.</div><div>El resultado fue un libro fascinante donde la poesía oficia como médium para que ese hombre que escribe bajo una lámpara pueda decir, tal vez, todo lo que debió haber dicho y tuvo que callar. Entre el silencio y la palabra, a veces, se encuentra la verdad. Sólo en ese resquicio es posible la poesía. Pero una poesía como esta: intensa, porque une los mundos a veces divididos de la literatura y la vida. Y que Ted Hughes, y por supuesto, Sylvia Plath, decidieron reunir en su propia carne.</div><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: right;"><i><a href="https://www.losandes.com.ar/opinion/la-historia-de-ted-hughes-y-sylvia-plath-cuando-entre-el-silencio-y-la-palabra-esta-la-verdad/" target="_blank">Publicado en Los Andes</a></i></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8_K-3Cl5L2sNEb47YcowF98mrYxrDQlC3l_t1OauLQkps5NhDRAGT_A5olRJK_HHn-5KHz4ELrzYWv3c7XXjzQScob6bSIGDBqDW_xbvMNpMR-NROIo8a7T2kkPu5vo-Xzho0Ar_Q1kqGjE3_XNxjTgTuOQCAY8uUOmPs4CNYXh4Aalgk2fN2wpiLqAbA/s500/ted%20hughes%20cartas%20de%20cumplea%C3%B1os.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="347" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8_K-3Cl5L2sNEb47YcowF98mrYxrDQlC3l_t1OauLQkps5NhDRAGT_A5olRJK_HHn-5KHz4ELrzYWv3c7XXjzQScob6bSIGDBqDW_xbvMNpMR-NROIo8a7T2kkPu5vo-Xzho0Ar_Q1kqGjE3_XNxjTgTuOQCAY8uUOmPs4CNYXh4Aalgk2fN2wpiLqAbA/s320/ted%20hughes%20cartas%20de%20cumplea%C3%B1os.jpg" width="222" /></a></div><br /><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div style="text-align: center;">Tres poemas de </div><div style="text-align: center;"><i><b>Cartas de cumpleaños, </b></i></div><div style="text-align: center;">de <b>Ted Hughes</b></div><div style="text-align: center;"><i>Traducción de Luis Antonio de Villena</i></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div><b>Becarios Fulbright</b></div><div><br /></div><div>¿Dónde era, en el Strand? Una muestra</div><div>de noticias varias, con fotografías.</div><div>Por alguna razón la vi.</div><div>Había una foto tomada ese año</div><div>de los Becarios Fulbright. Recién llegados</div><div>o ya aquí. O de algunos de ellos.</div><div>¿Estabas entre ellos tú? La fui mirando,</div><div>no demasiado aprisa, divagando</div><div>sobre a quienes podría llegar a conocer.</div><div>Recuerdo ese pensamiento. No</div><div>tu cara. Sin duda escudriñé especialmente</div><div>a las chicas. Acaso me percaté de ti.</div><div>Quizás te sopesé. Sin sentimientos.</div><div>Me di cuenta de tu pelo largo, ondulado y suelto.</div><div>El tupé a lo Veronica Lake. No te escondía. Resaltaba lo rubio. Y tu sonrisita.</div><div>Tu exagerada sonrisa americana</div><div>ante las cámaras, los jueces, los amedrentados, los extraños...</div><div>Luego olvidé. Pero aún recuerdo</div><div>la foto: los becarios Fulbright.</div><div>¿Con equipaje? Seguro que no.</div><div>¿Vendrían en equipo? Fui andando </div><div>con los pies cansados, con sol caliente y adoquines calientes. </div><div>¿Compré el melocotón entonces? Me acuerdo de eso. </div><div>En un puesto cerca de la Estación de Charing Cross.</div><div>Era el primer melocotón fresco que probaba. </div><div>Me costó darme cuenta de cuán delicioso era. </div><div>A mis veinticinco años estaba anonadado otra vez </div><div>ante mi ignorancia de las cosas más sencillas.</div><div><br /></div><div>*</div><div><br /></div><div><b>El búho</b></div><div><br /></div><div>Vi mi mundo de nuevo a través de tus ojos </div><div>como lo volvería a ver a través de los ojos de tus hijos. </div><div>A través de tus ojos todo era extraño. </div><div>Los sencillos espinos eran peculiares alienígenas. </div><div>Un misterio de sabiduría y singularidad. </div><div>Cualquier cosa salvaje, con patas, brotaba </div><div>en tus ojos con el signo de la exclamación </div><div>como si hubiese aparecido entre los invitados </div><div>a cenar en medio de la mesa. Los ansares comunes </div><div>eran para ti artefactos con algo extraterrestre, </div><div>su cortejo una soporífera película </div><div>desembobinada por el río. Imposible </div><div>comprender la comodidad de sus patas </div><div>en el agua helada. Eras una cámara </div><div>grabando reflejos que no podías profundizar. </div><div>Hice mi mundo se rindiera al máximo a ti. </div><div>Tú lo tomaste con una incrédula alegría </div><div>como la madre cuando recibe el nuevo bebé </div><div>de manos de la comadrona. Tu frenesí me aturdió. </div><div>Despertó mi extática y estúpida infancia </div><div>de quince años atrás. Mi obra maestra </div><div>llegó aquella noche negra en la carretera de Grantchester. </div><div>Imité el sonido delgado y ronco de un conejo </div><div>con los nudillos mojados, al lado de un arbusto</div><div>donde un búho pardo andaba indagando. </div><div>De repente apareció volando, sus alas extendidas </div><div>sobre mi rostro. Me había confundido con un poste de telégrafos.</div><div><br /></div><div>*</div><div><br /></div><div><b>Ouija</b></div><div><br /></div><div>Malas noticias siempre en la Ouija.</div><div>Deletreamos el alfabeto, decoramos el circo </div><div>de tu mesa de café con letras.</div><div>Dos metas: «Sí», a un extremo. «No», al otro. </div><div>Entonces nos inclinamos, nuestros dedos corazón </div><div>reclinados sobre el vaso puesto del revés. La frivolidad </div><div>haciéndose oscura para convertirse en solemne aprensión. </div><div>Respetuosamente convocamos a un espíritu.</div><div>Fue tan fácil como pescar anguilas </div><div>en la cálida oscuridad del verano. Apenas un minuto </div><div>y el vaso comenzó a husmear las letras, dando vueltas pensativamente. Al fin, «Sí».</div><div>Algo había allí. Un espíritu se ofreció a ser nombrado. </div><div>Ella elaboró su nombre con empujoncitos. Y estaba </div><div>desesperada, deprimida, patética. Inventó </div><div>respuestas macabras y sombrías. Cada respuesta </div><div>era putrefacción o gusanos o sencillamente huesos. </div><div>Quedó un peculiar sentido de culpa. Un sucio </div><div>sentimiento de peligro, la sensación </div><div>de que harían falta días para limpiarnos </div><div>de la polución. Algún oculto carterista </div><div>había hecho un corte en la seda del alma y nos la había manoseado. </div><div>Pero lo explicamos fácilmente: alguien marginado </div><div>de otro sueño había encontrado el camino al vaso </div><div>y ese poder entonces se le subió a la cabeza.</div><div> Mucho mejor</div><div>que pescásemos una clarividencia desacreditada, </div><div>asumir que tarareamos en todas las frecuencias de la creación, </div><div>sincronizar la Ouija a las frecuencias </div><div>de la omnisciencia o de la profecía.</div><div>En caso de localizar al espíritu adecuado. </div><div>Una vez más nos inclinamos</div><div>sobre el borde de las letras y gritamos hacia abajo, </div><div>al pozo de la Ouija. Esta vez </div><div>anunciamos los requerimientos en tonos firmes, </div><div>y a medida que el vaso comenzó a merodear, repetimos</div><div>con claridad las cualificaciones pedidas.</div><div>De repente el vaso, en un silbante floreo, </div><div>casi fue arrancado de debajo de nuestros dedos hacia el «Sí». </div><div>Como si hubiésemos enganchado un pez justo en la superficie. </div><div>Este prometió tan sólo la verdad. Para demostrarlo </div><div>ofreció rellenar la quiniela de fútbol de esa semana </div><div>y hacer nuestra fortuna en sólo cinco minutos.</div><div>Eligió trece empates. «No son muchos».</div><div>«Los suficientes», replicó. Y tenía razón. </div><div>Pese a lo largo de la columna de partidos, </div><div>sus trece empates certeramente marcados, </div><div>el grupo entero quedaba a la deriva por un solo partido</div><div>pendiente de resultados futuros. «¿Demasiado afanoso?» «Sí». </div><div>Pidió disculpas. Juró que se corregiría. </div><div>Cinco días entonces de interno silencio de puntillas.</div><div>Por fin, al acecho, dispuestos a apuntar. </div><div>Y otra vez, entonces, sacó el número entero, </div><div>dieciocho, precisamente. Perfectamente adivinado </div><div>si no hubiera sido rajado </div><div>y en su deriva por dos grupos de sentido opuesto.</div><div>Dos delante, tres detrás ― cayó</div><div>a través de la red de seguridad que había preparado para sus errores. </div><div>La fiebre del juego le está empezando a poner nervioso.</div><div>Se toma demasiado interés en algunos equipos. </div><div>Busca ganadores y perdedores, y pierde </div><div>la solidaridad natural con la verdad.</div><div>Hay una lección en ello, pensé, observando </div><div>semana tras semana, su colapso con el azar </div><div>malbaratando esperanzas y fantasía, humano y ansioso. </div><div>Prefirió hablar de poesía. Hizo poemas.</div><div>Deletreó uno:</div><div> «No tendrá nombre.</div><div>La miríada de hijas</div><div>ocupándose de su imagen</div><div>lavando con lágrimas las laderas de la montaña </div><div>para satisfacer la sed de las resecas llanuras».</div><div> «¿Le parece un buen poema?»</div><div>pregunté. «Este poema», declaró,</div><div>«es un gran poema.» Su poeta preferido </div><div>era Shakespeare. Y su poema favorito El Rey Lear.</div><div>¿Y su verso favorito de El Rey Lear? ―«Nunca</div><div>nunca nunca nunca»― pero </div><div>no pudo recordar lo que venía después.</div><div>Nosotros lo recordamos, él no lo pudo recordar.</div><div>Cuando le presionamos, dio vueltas, confuso, entonces: </div><div>«¿Por qué me aturden siempre así?</div><div>Me cortaría el brazo a hachazos como una rama podrida </div><div>si me hubieran traicionado como mi memoria».</div><div>¿Dónde lo encontró? ¿O lo inventó acaso? </div><div>Era una broma rara. Le gustaban las bromas. </div><div>Pero normalmente era serio. Una vez, inclinados ambos, pregunté:</div><div>«¿Seremos famosos?», y tú apartaste la mano hacia arriba </div><div>como si alguien la hubiese agarrado desde abajo. </div><div>Destellaron tus lágrimas, tu cara estaba conturbada. </div><div>Tu voz se hendió, trueno y relámpagos juntos: </div><div>«¿Entregaros a la publicidad? ¿Es eso lo</div><div>que queréis? ¿Por qué queréis ser famosos? </div><div>No lo veis ― la fama lo arruinará todo». </div><div>Me quedé atónito. Pensé que me había unido </div><div>a tu asociación de la ambición para complacerte a ti y a tu madre, </div><div>para cumplir la ambición de tu madre </div><div>de que fuéramos ambiciosos. De otro modo </div><div>estaría en el oeste de Australia </div><div>pescando desde una roca. Así pareció de repente. Y lloraste.</div><div>Te negaste a seguir con la Ouija. Nada </div><div>de lo que pude pensar explicaría </div><div>tu extrañeza y tu llanto. Quizás, </div><div>tan sólo, que tú habías captado un susurro que yo no alcancé, </div><div>antes de que vuestro vaso se moviera, alguna quieta vocecita: </div><div>«Vendrá la Fama. Especialmente para ti la Fama.</div><div>La Fama no puede evitarse. Y cuando llegue </div><div>la habrás pagado con tu felicidad, con tu marido y con tu propia vida».</div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-81400719481429381022023-06-20T10:00:00.002-03:002023-06-20T10:00:00.146-03:004 poemas de Luis Ricardo Casnati<div style="text-align: left;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipZ28I50awDwRE0y4P2Wdjk95WLoZONm4jxH5wj232mhaEhIXEq5BizfIkFXda1ep-ySsql3PcNtSxqiVowE1WSriqZnXWv-oU_klFCxqETXi7hZ_zgVquWEy1pyvMKTUwZ9aSQAPPJ3llfpkxhGskOK5YJbUXU2z2kMkUUKZkXPQXIqzNFVrj680lCA/s998/Luis_Casnati_C.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="998" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipZ28I50awDwRE0y4P2Wdjk95WLoZONm4jxH5wj232mhaEhIXEq5BizfIkFXda1ep-ySsql3PcNtSxqiVowE1WSriqZnXWv-oU_klFCxqETXi7hZ_zgVquWEy1pyvMKTUwZ9aSQAPPJ3llfpkxhGskOK5YJbUXU2z2kMkUUKZkXPQXIqzNFVrj680lCA/w321-h400/Luis_Casnati_C.jpg" width="321" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Luis Ricardo Casnati.</td></tr></tbody></table><br /><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b>Luis Ricardo Casnati </b>nació el 21 de junio de 1926, en San Rafael, al sur de Mendoza. A los 15 años fue alumno del gran poeta Alfredo Bufano, quien se desempeñaba como profesor de Literatura. Egresó como arquitecto de la Universidad Nacional de Córdoba, en el año 1952. Fue, además, escritor, diseñador y docente. </div><div>Fue figura destacada de la poesía mendocina en la segunda mitad del siglo XX. Su trayectoria literaria se inició con <i>De avena o pájaros</i> (1965), libro de poemas al que le siguieron <i>Aquel San Rafael de los álamos</i> (1975), <i>La batalla del oro</i> (1975), <i>Cantata a dos voces</i> (1975), <i>Balanzas, cabras y gemelos</i> (1984), <i>La hilandera</i> (1987), <i>La luna en el agua</i> (1993) y otras obras poéticas por las cuales recibió numerosos premios. Editó también los cuentos <i>Historias de mi sangre, Sólo tu nombre de trigo verde </i>y <i>Las palabras del sésamo,</i> entre otros.</div><div>En 1958 fue nombrado director de Arquitectura de la Provincia, por lo que se trasladó a vivir al Gran Mendoza, fijando su domicilio en el distrito Las Cañas, de Guaymallén, donde diseñó y construyó su hogar. En su domicilio poseía una biblioteca con unos 3.000 libros.</div><div>Fue cofundador de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza en 1960. Allí se desempeñó como profesor de la cátedra de Plástica, que incluía equipamiento de interiores y diseño de muebles. Además, fue presidente de la Sociedad de Arquitectos de la provincia, presidente del Colegio de Arquitectos y presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) de Mendoza, institución en la que también ocupó el cargo de vicepresidente a nivel nacional.</div><div>En marzo de 2017 fue distinguido por su aporte y trayectoria en el mundo artístico por la Cámara de Senadores de Mendoza. Fue gran amigo y cómplice en el arte del pintor Luis Quesada, con quien creaba piezas de mobiliario. De hecho, la casa de Quesada fue diseñada por Casnati. El 20 de junio de 2017 falleció con 91 años, rodeado del afecto de sus familiares y amigos.</div><div><br /></div><div><div><b><br /></b></div><div><b><br /></b></div><div><b>Piel</b></div><div><br /></div><div>Tu piel es tierra de suspiros. </div><div>Tierra de antigua miel </div><div>y trazo limpio </div><div>donde se envuelve el duro </div><div>aire que soy yo mismo.</div><div><br /></div><div>Tierra de sol</div><div>altísimo,</div><div>que lleva a la raíz </div><div>de tu vida y mi vida a ser rocío, </div><div>a fundirse en el mundo legendario </div><div>donde el grito es un lirio herido </div><div>y donde es suelo firme </div><div>el vacío.</div><div><br /></div><div>Potro blanco en la noche. </div><div>Savia que es casi río. </div><div>Detrás de nuestros ojos, </div><div>un camino de agua y un navío.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>De avena o pájaros, </i>1965)</div><div><i><br /></i></div><div><i><br /></i></div><div><b>6</b></div><div><b><br /></b></div><div>Yo estaba de violeta, de nostalgia, de otoño, </div><div>los vientos traspasaban mis palabras, mi carne, </div><div>me dolía el cabello, mi nombre me dolía,</div><div>la luz me parecía oscura y dura, </div><div>el sol lejano y enemigo, </div><div>la luna torva y triste. </div><div>Todo era idéntico a otra cosa: </div><div>la tristeza al azufre, </div><div>el azufre a la lluvia, </div><div>la lluvia a las avispas. </div><div>Los días comenzaban </div><div>llorando, </div><div>se abrían los crepúsculos </div><div>como una herida, </div><div>todo era gris y quieto, </div><div>todo se resolvía de manera </div><div>pesadamente melancólica, </div><div>pastosa, indiferente. </div><div>Las máquinas gemían, </div><div>los tenedores, los cuchillos </div><div>amenazaban desde los trinchantes, </div><div>las espinas volaban por el aire de luto, </div><div>los caballos corrían por campos de ceniza, </div><div>las agujas clavaban lentamente los ojos.</div><div><div><br /></div><div>Pero entonces llegaste.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>Amo, luego existo, </i>1984<i>)</i></div><div><br /></div><div><b><br /></b></div><div><b>Carta del hombre que mira a Samarcanda</b></div><div><b><br /></b></div><div><div>He caminado por esta ciudad,</div><div>Que antiguamente estuvo amurallada, y que una vez fue destruida por Alejandro de Macedonia. </div><div>He mirado sus mezquitas,</div><div>Con su devastada arquitectura y sus cúpulas de nervios azules.</div><div>He mirado el sextante de Ulugh-beg,</div><div>Que con sus simples ojos de hombre clasificó la magnitud de mil ochocientas estrellas, </div><div>Y calculó hace medio milenio la duración del año, con sólo un error de segundos.</div><div>He mirado un paisaje que se dilataba en cuatro cordilleras detrás de una de las cuales comenzaba la China.</div><div>He mirado la flor del té.</div><div>He mirado este curioso cielo,</div><div>Que tiene su Dragón y su Serpiente y su Delfín, pero donde no está clavada la Cruz del Sur.</div></div><div><div>He tocado adobes cortados antes de las Cruzadas y antes de Carlomagno, y me he estremecido.</div><div>He mirado rostros inhabituales para mí, de altos pómulos, Bajo los cuales se escuchaban lenguas a las que, con toda probabilidad, jamás tendré acceso.</div><div>He mirado la curvatura de la noche,</div><div>Creyendo adivinar el polvo de las caravanas y las sombras de Tamerlán y Marco Polo,</div><div>Y no sé si eran, o no eran, o era tan sólo el viento entre las ruinas </div><div>He mirado todo esto largamente, con los ojos abiertos y con los ojos cerrados. </div><div>Y por arriba de esto, por debajo de esto, detrás de esto, atravesando esto,</div><div>Te he visto a ti.</div><div><br /></div><div>(de <i>Cartas rusas, </i>1993)</div><div><br /></div><div><div><br /></div><div><b>Nada sucede</b> </div><div><br /></div><div>Y uno se siente igual. Con los caminos </div><div>tan cercenados o bloqueados como </div><div>los que ya caminó: sin un asomo </div><div>de cambio. Ve los días asesinos</div><div><br /></div><div>de los meses, los meses de los años, </div><div>los años de la vida. El horizonte </div><div>visible es como aquel Jano bifronte </div><div>de la mitología: desengaños</div><div><br /></div><div>hacia adelante y hacia atrás olvido. </div><div>Todo parece vano y sin sentido </div><div>y dado a luz por la melancolía.</div><div><br /></div><div>Y uno con su reloj de arena cruenta, </div><div>mirando cómo el tiempo se alimenta </div><div>de un día y otro día y otro día.</div></div><div><br /></div><div><div>(de <i>Las palabras del sésamo, </i>1995) </div></div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-81127290971552142072023-06-12T10:36:00.002-03:002023-08-10T23:12:10.315-03:00Paul Éluard: poemas del enamorado surrealista<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUVcgBosLjnU_Wqh5aenx34L41AeNiG1bjRMyk2wgMwZHxkTS9D6IbFOF-2bPKEjLRkea34dqpIoV5YIdD-wFVs42koTKglPSEvR04i-kSf2yxcsKy-AwBb8dqEsIfDX52lv_pjq8v5R4Oh3xtIqhQvF284EgRtXowR9sAFDc_XpTJOrfaP4UAUxIq6A/s868/paul%20%C3%A9luard.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="648" data-original-width="868" height="299" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUVcgBosLjnU_Wqh5aenx34L41AeNiG1bjRMyk2wgMwZHxkTS9D6IbFOF-2bPKEjLRkea34dqpIoV5YIdD-wFVs42koTKglPSEvR04i-kSf2yxcsKy-AwBb8dqEsIfDX52lv_pjq8v5R4Oh3xtIqhQvF284EgRtXowR9sAFDc_XpTJOrfaP4UAUxIq6A/w400-h299/paul%20%C3%A9luard.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Paul Éluard. Foto: Robert Doisneau.</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">por <b>Fernando G. Toledo</b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Para conocer sobre <b>Paul Éluard</b>, nada mejor que la breve y acertada ―además de clásica para la lengua española― presentación que ofreció Aldo Pellegrini en su <i>Antología de la poesía surrealista:</i> «Nació en Saint-Denis el 14 de diciembre de 1895. Murió bruscamente de angina de pecho el 18 de noviembre de 1952. Su verdadero nombre es <b>Eugène Grindel</b>. Éluard era su apellido materno. A los 16 años contrajo una enfermedad pulmonar por la que tuvo que internarse durante 18 meses en un sanatorio en Davos (Suiza). Allí parece haber conocido a la famosa Gala con la que habría de casarse y que lo abandonaría después para convertirse en la mujer de Salvador Dalí. Fundó en 1920 la revista <i>Proverbe</i> (seis números), en la que colaboraron los dadaístas. Formó parte del equipo de la revista <i>Littératures </i>y adhirió con sus amigos al dadaísmo. Al separarse estos, los acompañó para fundar el movimiento surrealista, del cual sería uno de los más importantes animadores. En 1924 hizo un viaje de un año alrededor del mundo. Permaneció en París durante la ocupación alemana convirtiéndose en uno de los escritores de la resistencia. Puede considerarse que en 1938 comienza a alejarse del surrealismo, alejamiento que se convierte en definitiva separación al adherir en 1942 al Partido Comunista en la clandestinidad».</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">La obra de Éluard se divide tradicionalmente en dos claras etapas: por un lado, aquella en la que fue participante, forjador y protagonista de la literatura del surrealismo (con algo el dadaísmo previo), en el movimiento que él mismo ayudó a fundar. Por el otro, aquella que escribió luego «por fuera» de esa vanguardia cuya ortodoxia cuidaba, como un papa, su viejo amigo André Bréton. Éluard se entregó por igual a los versos y al compromiso social, y este último aspecto también se reflejó en su poesía posurrealista. Entre los títulos más importantes en la vasta obra del autor aparecen <i>El deber y la inquietud </i>(1917), <i>Morir de no morir </i>(1924), la magistral <i>Capital del dolor </i>(1926), <i>El amor la poesía </i>(1929), <i>Curso natural </i>(1938) y <i>Libertad </i>(1942). </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Para un hispanohablante, lector de las vanguardias del siglo XX y, especialmente, argentino, acometer una traducción de Paul Éluard significa siempre ponerse bajo la sombra de Pellegrini, poeta argentino que se convirtió en un difusor, conocedor y magnífico traductor de los más importantes autores de este movimiento. </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Sin embargo, para un <b><a href="https://fernandogtoledo.blogspot.com/2022/01/paul-eluard-1895-1952-la-curva-de-tus.html" target="_blank">admirador de su trabajo</a></b>, como yo, que trata con gran dificultad con el francés, encontrarse con la poesía de Éluard en el idioma original terminó algo siendo así como una revelación. No, claro está, en un sentido religioso, sino como algo que se muestra detrás de un velo: en la mayoría de las lecturas resonaba el eco de la versión en español de Pellegrini, aunque otras también hubiera conocido (las de Eduardo Bustos, las de Luis A. Cano y, sobre todo, las de Rafael Alberti y María Teresa León). Y, sin embargo, había algo allí para explorar, y que invitaba a una nueva pronunciación. Apareció también otro aspecto que algunas traducciones ocultaban, y era el hecho de que ―si bien el verso libre circulaba como moneda común en el automatismo surrealista― el autor de <i>Capital del dolor </i>solía apelar a parámetros de métrica y rima fijos, y eso merecía ser reflejado en la traducción (esfuerzo que, por cierto, se refleja en Alberti).</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Con las armas de años de lectura de los textos de Éluard, el magisterio de los predecesores y el propósito de encontrar algún resquicio poético sin iluminar, propongo estas versiones.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><b>Paul Éluard</b></div><div style="text-align: center;"><i><b>Cuatro poemas</b></i></div><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">©</span><span style="text-align: left;"> </span>Versiones de <b>Fernando G. Toledo</b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><div><b>La curva de tus ojos</b></div><div><br /></div><div><br /></div><div>La curva de tus ojos me envuelve el corazón,</div><div>Una ronda de danza con algo de dulzor,</div><div>Aureola de los tiempos, lecho cobijador,</div><div>Y si no sé ya todo lo que he experimentado</div><div>Será porque tus ojos no siempre me han mirado.</div><div><br /></div><div>El musgo del rocío, las hojas de los días,</div><div>Los juncos en el viento, las fragantes sonrisas,</div><div>Alas que con su luz cubren el mundo entero,</div><div>Embarcaciones llenas de océano y de cielo,</div><div>Fuentes de colores y cazadores de estruendos,</div><div><br /></div><div>Perfumes que han nacido desde un nido de auroras</div><div>Que aún descansan sobre la paja de los astros,</div><div>Así como depende de la inocencia el día</div><div>Depende el mundo entero de tus ojos tan puros</div><div>Y hasta mi propia sangre fluye por sus miradas.</div><div><br /></div><div><div><b><br /></b></div><div><b><br /></b></div><div><b>El espejo de un momento</b></div><div><br /></div><div>Disipa el día,</div><div>Muestra a los hombres las imágenes desatadas de la apariencia,</div><div>Priva a los hombres de la posibilidad de distraerse.</div><div>Es tan duro como la piedra,</div><div>La piedra informe,</div><div>La piedra del movimiento y de la vista </div><div>Y su brillo es tal que todas las armaduras, todas las máscaras flaquean.</div><div>Lo que ha tomado la mano evita incluso tomar</div><div>La forma de la mano</div><div>Lo que ha sido comprendido ya no existe,</div><div>El pájaro se confundió con el viento,</div><div>El cielo con la verdad,</div><div>El hombre con su realidad.</div></div><div><br /></div><div>De <i>Capital del dolor </i>(1926)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Al alba te amo</b></div><div><br /></div><div>Al alba te amo tengo toda la noche dentro de las venas</div><div>La noche entera te he mirado</div><div>Lo tengo que adivinar todo ando seguro entre tinieblas</div><div>Ellas me dan el poder</div><div>De envolverte</div><div>De agitarte deseo de vivir</div><div>En lo hondo de mi inmovilidad</div><div>El poder de revelarte</div><div>De liberarte de perderte</div><div>Fuego invisible en el día</div><div><br /></div><div>Si te vas la puerta se abre al día</div><div><br /></div><div>Si te vas la puerta se abre a mí mismo.</div></div><div><br /></div><div>De <i>El amor la poesía </i>(1929)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Sin ti</b></div><div><br /></div><div>Se apaga el sol en el campo</div><div>Se duerme el sol en el bosque</div><div>Se esfuma el cielo más vivo</div><div>Y es más pesada la noche</div><div><br /></div><div>Sólo los pájaros tienen</div><div>Un camino de quietud</div><div>Entre las ramas sin hojas</div><div>Donde hacia el fin de la noche</div><div>Vendrá la noche final</div><div>La noche más inhumana</div><div><br /></div><div>Será frío el frío en tierra</div><div>Debajo de los viñedos</div><div>Una noche sin insomnio</div><div>Maravilloso enemigo</div><div>Contra todo y contra todos</div><div>La más pura y llana muerte</div><div><br /></div><div>Cuando termine esta noche</div><div>No habrá ninguna esperanza</div><div>Ya no puedo arriesgar nada.</div></div><div><br /></div><div>De <i>La cama la mesa </i>(1944)</div><div><br /></div><div> </div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-4698564769237347362023-06-05T10:30:00.000-03:002023-06-05T10:30:00.136-03:006 poemas de Diego Bagnera<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhidyPHwzuyyynthVIM3TGcqsFdFhAo6Had7KRxz2xFPOc9zqgrx1rgu3sLxStXlno-5XHu470fSxAHqHotHfNbWYtFrHp-nFJU4bZqjvPK0Zi1DeI1b9F2Qzp5ndffK4y0aW-bkem5oTlxW08fsEe-zTmPO35L4VBXQZC0wEBy9qNei-RJZWL5CG7xag/s925/Diego-Bagnera-2018-925x616.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="616" data-original-width="925" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhidyPHwzuyyynthVIM3TGcqsFdFhAo6Had7KRxz2xFPOc9zqgrx1rgu3sLxStXlno-5XHu470fSxAHqHotHfNbWYtFrHp-nFJU4bZqjvPK0Zi1DeI1b9F2Qzp5ndffK4y0aW-bkem5oTlxW08fsEe-zTmPO35L4VBXQZC0wEBy9qNei-RJZWL5CG7xag/w400-h266/Diego-Bagnera-2018-925x616.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Diego Bagnera.</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Los lectores curiosos de poesía supieron de Diego Bagnera a fines de los 90, cuando ganó un premio del Fondo Nacional de las Artes y apareció su primer libro, <i>Primeras luces de la noche, </i>con prólogo de Santiago Kovadloff. Sin embargo, para muchos, su rastro se perdió. La clave era quizás su mudanza a España, donde desarrolló una carrera literaria en la que los poemarios no fueron su objeto principal. A continuación, un texto del propio autor acerca de las vicisitudes de su biografía.</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><i>Bio</i></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Nada hay menos documental que una autobiografía, que es siempre la escritura de un autoengaño. Toda autobiografía es ficción, un ejercicio de unir verosímilmente algunos pocos hechos reales dentro de un gran relato imaginario, guiado por la indulgencia. Yo soy no sé. Lo que llevo escrito en el rostro, lo a la vista en mí que yo no veo. Lo que de mí los otros y la vida han hecho y van haciendo en mí. Soy (como escribió Valéry) la voz de mi desconocido y estoy lleno de secretos a los que llamo Yo. Aquí empieza y termina cuanto tengo honestamente para decir: nadie me ha sorprendido tanto —para bien y mal— como yo mismo. Para quienes necesitan datos, fechas, referencias, puedo agregar, como quien enumera: nací (dicen) en Buenos Aires, Argentina, en 1973, y resido en España desde 2002. He estudiado periodismo, literatura, interpretación y dirección escénica formándome, entre otros, con Adán Black, Andrés Lima, David Amitín, Carles Alfaro, Juan Cavestany, Marco Antonio de la Parra, Abelardo Castillo y Carlos Ferreira. He realizado a su vez el taller de diseño de iluminación teatral de Valentín Álvarez, Rompiendo la luz, construyendo la imagen escénica, y actualmente me formo en danza contemporánea con Nicolas Rambaud y en acrodanza con Stefano Fabris en Carampa, tras pasar antes por el estudio de Amelia Caravaca. Eventualmente, a la par, asisto a <i>workshops </i>con otros coreógrafos y creadores: Rainer Behr, Tom Weksler —ambos en B12.space en Berlín—, María Muñoz y Pep Ramis, de Mal Pelo —en <i>L’animal a l’esquena</i>, en Celrà—, Davicarome, Vanessa Cadenas, Pau Aran, Lucio Baglivo, Mercedes Pedroche y Analía Serenelli y Xavi Sánchez (de Rauxa cía), en Madrid. En Argentina, se me concedió en 1997 el Premio Nacional de Poesía para autores inéditos por mi libro <i>Primeras luces de la noche </i>y, en 1998, la Beca del Fondo Nacional de las Artes en la categoría teatro. Durante los últimos 25 años he trabajado para diversos medios de Argentina y España, en prensa escrita —Clarín, La Nación, El Cronista, La Prensa, XLSemanal, Man, Maxim, El Mundo— y televisión: Canal 9 de Buenos Aires, Canal Sur de Andalucía —en ambos como guionista de Jesús Quintero <i>(El perro verde</i>, en 1999, y <i>Ratones Coloraos, </i>en 2002)—, Televisión Española y Lion Television, de Londres, como coordinador en España del documental <i>Guns, germs and steel</i>, del premio Pulitzer Jared Diamond, realizado para National Geographic. En 1999, recibí el Diploma a la labor destacada por mi trabajo en Viva, el <i>magazine </i>dominical de Clarín, el diario más leído de Argentina, concedido por TEA, escuela de Periodismo en la que también ejercí como docente. X-nada (cortometraje de Toni Vega y Dani de la Torre, finalista de los premios Goya de 2010) está basado en uno de mis reportajes publicados en XLSemanal, donde me desempeño como redactor jefe. Como actor, he participado en diversos trabajos de <i>Theatre for the people</i>, todos dirigidos por Adán Black. He montado a su vez dos de mis textos: <i>Este sueño compartido que llamamos realidad, </i>estrenado en el Festival Surge Madrid 2014, y <i>Aún no consigo besar</i>, escrito a partir de la historia real de la primera persona a la que se le realizó un trasplante de cara en Francia en noviembre de 2005. Este texto se representó paralelamente en Buenos Aires durante dos temporadas, con otro elenco, dirigido por Heidi Steinhardt. He dirigido también <i>Nina</i>, de José Ramón Fernández, en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, y la lectura dramatizada de <i>Amor 2.0, </i>texto de mi autoría escogido por la Fundación SGAE para su ciclo de difusión de nuevas dramaturgias en la Sala Berlanga. He participado, además, en Subir una montaña, brillante <i>site specific </i>creado y dirigido por Emilio Rivas para los eventos de clausura de Espacio Labruc, y en el taller de creación colectiva A nuestros amigos, con La Tristura, en La Casa Encendida de Madrid. Actualmente trabajo en dos nuevos proyectos: <i>Voy a caer </i>—una pieza de danza teatro— y <i>Fragmentos del sujeto estallado</i>, un monólogo que interpretaré yo mismo y que es parte de mi <i>Trilogía de la inmediatez</i>, que completan una pieza coral para diez personajes y una obra de cámara, para dos, la ya mencionada <i>Este sueño compartido que llamamos realidad</i>. A lo largo de 2018 he colaborado con Emilio Rivas en el desarrollo de su pieza <i>Los años de la fertilidad</i>, creada en residencia en Naves Matadero – Centro Internacional de Artes Vivas, estrenada allí mismo en 2019 y presentada en el B.A.D 2020 (Bilbao Antzerkia Dantza – Festival de Teatro y Danza Contemporánea de Bilbao). En febrero de 2021, hemos presentado en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque su nueva creación, Por el aire, desde el fuego. Al margen de los hechos descritos, me constituyen también (tal vez más y mejor) mil tropiezos y frustraciones no documentados. No obstante, pese a todo, pese a mí mismo, sigo. Como dejó Montale, «si algo nos queda aún, un ‘sí’ apenas, digámoslo, siquiera con los ojos cerrados». </div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: right;"><b>Diego Bagnera</b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">Después de todo un día de silencios,</div><div>acercás la última</div><div>fuente hasta la mesa</div><div>y yo me siento</div><div>en el lugar acostumbrado.</div><div>En la loza, tus cubiertos</div><div>dibujan la frecuente cruz doméstica</div><div>y tus labios se arrinconan</div><div>un instante más</div><div>sobre la cómoda mordaza de tu vaso.</div><div>Escondés los ojos en el plato,</div><div>y desde allí,</div><div>desde allá abajo,</div><div>una voz, apenas tuya,</div><div>dice, una a una, las palabras</div><div>que dejan en la mesa</div><div>mi vaso a medio</div><div>terminar.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>*</div><div><br /></div><div>No conforme con irte,</div><div>te llevaste el universo. </div><div><br /></div><div><br /></div><div>*</div><div><br /></div><div>De este abrir</div><div>y cerrar los ojos</div><div>en la oscuridad,</div><div>sólo distingo</div><div>la mortal conciencia</div><div>de mis párpados.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>*</div><div><br /></div><div>Sé,</div><div>quiero saber,</div><div>que todo es irreal,</div><div>que no es la lluvia</div><div>la que cae,</div><div>sino yo,</div><div>inmaculado,</div><div>el que asciende.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>*</div><div><br /></div><div><div>Teme a la muerte</div><div>como quien es sometido</div><div>a volver.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>(de <i>Primeras luces de la noche, </i>1998)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div>¿Existe un cielo, o un momento,</div><div>en que los hombres sangren</div><div>la verdad de sus acciones</div><div>y la mano izquierda</div><div>coincida con la mano izquierda?</div><div><br /></div><div>El manto del deseo</div><div>nos cubre la cabeza</div><div>y habrá entonces que olvidar.</div><div>Olvidar hasta volverse olvido;</div><div>no desear ya más desear.</div><div><br /></div><div>Descansar.</div><div>No estar conmigo.</div><div>Busco la gracia de la distracción;</div><div>la gracia en que reposa</div><div>la naturaleza en un día pleno.</div><div><br /></div><div>Ser la lluvia;</div><div>infinitamente</div><div>ser el sol.</div><div><br /></div><div>Pero quiero,</div><div>ansío…</div><div>y eso es todo.</div><div><br /></div><div>Soy un círculo en el que no estoy incluido;</div><div>el recuerdo de alguien que ya ha muerto,</div><div>un desierto sobre el cual proyecta el sol la sombra</div><div>de alguien que, me han dicho,</div><div>fui y soy yo.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div>(fragmento de <i>También esta noche pasará, </i>inédito)</div><div><br /></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-70740975829479899202023-05-22T10:38:00.000-03:002023-05-22T10:38:00.136-03:004 poemas de Julio Castellanos<div style="text-align: left;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaXYsfnoLcZAF51eQHnNNWAHZ_V24rnWnGCRLsr4e5dYS58TfKza0BoEpDkGEaUuAt7R-zGiyG71FoEah6UCdN6ECc-LSLeZmjS-HPUfjnDcSCr3QBX4EG2fOGaa6K3SWkxhUuddcwnA0H3I5D2ClrfERrhZAHGLtgK-9C_i09yC1qnSxmf807r0hSWQ/s1499/Julio%20Castellanos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1019" data-original-width="1499" height="272" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaXYsfnoLcZAF51eQHnNNWAHZ_V24rnWnGCRLsr4e5dYS58TfKza0BoEpDkGEaUuAt7R-zGiyG71FoEah6UCdN6ECc-LSLeZmjS-HPUfjnDcSCr3QBX4EG2fOGaa6K3SWkxhUuddcwnA0H3I5D2ClrfERrhZAHGLtgK-9C_i09yC1qnSxmf807r0hSWQ/w400-h272/Julio%20Castellanos.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Julio Castellanos (fotografía de Hugo Suárez).</td></tr></tbody></table><br /><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b>Julio Castellanos </b>nació en 1947 en la ciudad de Córdoba, donde reside. Ha sido docente en la Escuela de Letras de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Publicó poemas, ensayos y comentarios en distintos medios periodísticos del país. Desde 1983, aparecieron numerosos libros de poesía con su firma, entre ellos: <i>Umbrales, Líneas, Elementos, Nubes, Lugares, Poemas del amor, Cercanías, El motivo es la mujer, Residuario, Jardín a tientas, Lettera 22, Toda aparición se desvanece </i>y <i>Eso que no es sueño</i>, concentrados en el volumen <i>Poesía reunida </i>(1983-2013).</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Hijo por nacer</b></div><div><b><br /></b></div><div><div>Hijo mío, ya han pasado casi nueve meses </div><div>–las nueve lunas santas del lunario–</div><div><br /></div><div>Pronto te veré, habrás nacido. </div><div>La simultaneidad redonda en que te mueves </div><div>ese cosmos de madre que te alberga </div><div>habrá de ceder, y habrá adelante </div><div>y detrás, arriba, abajo; tiempo </div><div>por vivir, tiempo que crece.</div><div><br /></div><div>No sólo será vida.</div><div>Nacer también es comenzar la muerte. </div><div>Pero no lo sabrás, serás eterno, </div><div>y sabiéndote frágil cuidaremos </div><div>tu edad, tus juegos y tu sueño. </div><div>Cuando seas consciente de tu muerte </div><div>yo seré una sombra que no pesa, </div><div>una palabra simple, un simple eco.</div><div><br /></div><div>Hijo mío, pequeño, no nacido, </div><div>es poco lo que tengo </div><div>para ofrecer, el mundo ya está hecho.</div><div><br /></div><div>Hijo mío, que llegas del silencio </div><div>en el umbral de tu madre hoy te espero.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>Elementos, </i>1987)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>La ausente</b></div><div><br /></div><div>Reciente, entra la luz</div><div>por la ventana abierta antes del alba.</div><div><br /></div><div>Se deshace la máscara, el adiós</div><div>y lo cierto invaden cada cosa.</div><div><br /></div><div>Afuera, álamos ligeros</div><div>y voraces nubes de temblor.</div><div>Navega el cielo.</div><div><br /></div><div>Con extrañeza se incorpora.</div><div>Siente a su lado el hueco</div><div>evaporado y cóncavo de un cuerpo.</div><div><br /></div><div>(de <i>Lugares, </i>1991)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><div><b>Acerca del <i>Tractatus </i>de Wittgenstein</b></div><div><br /></div><div>Pensar no ya al mundo, sí al poema. </div><div>Comprobar</div><div>que es el todo que acaece.</div><div><br /></div><div>Así, es mundo o es poema </div><div>la totalidad de los hechos, no las cosas </div><div>que insuflan esos hechos.</div><div><br /></div><div>En el allá conviven</div><div>acaecer y no ocurrencia, la historia y el reposo.</div><div><br /></div><div>Espacio lógico o poema: </div><div>actos, atributos, </div><div>dados al acaecer y al no, de un ser sí mismo </div><div>que en nada cambia; nada que en el todo permanece:</div><div>entonces </div><div>el poema que existe por sí, </div><div>desdeña de nosotros.</div><div><br /></div><div>No debemos hablar: dejarlo ser </div><div>solo. Callando, volviéndonos</div><div>fantasmas, cuerpos</div><div>que se ausentan, transparencias.</div><div>De lo inefable, lo no dicho, reino.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>Jardín a tientas, </i>2005)</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Razones de un amor</b></div><div><br /></div><div>porque aprendí que la claridad de tus ojos puede esconder</div><div>oscuridades hondas en donde vive la noche;</div><div>porque supe que es posible el amor y que en él</div><div>nada que no sea el sí mismo existe;</div><div>porque aprendí a separar nimiedades eternas como la clara de la yema,</div><div>el tacto de la mano, la sonrisa de la boca; porque pude</div><div>ver que en estas separaciones</div><div>hay encuentros con el uno que vive en cada otro;</div><div>porque el hallazgo de ese otro</div><div>no es sino el entenderse con la propia luz y con la propia sombra;</div><div>porque la vida es la ilusión de lo imposible y es lo posible de lo incierto;</div><div>porque los cuerpos pueden sernos campos florecidos; porque he bebido</div><div>la exudación, los flujos, las aguas corporales</div><div>que pasan por tu carne</div><div>para navegar ríos inagotables, transcursos sorprendentes;</div><div>porque fue tu desnudez un campo de caricias;</div><div>porque he aspirado en tus susurros el lenguaje del estar fuera de todo;</div><div>porque entre tus pechos no hubo intemperie ni granizo, allí</div><div>todo fue amparo, blandura bienvenida;</div><div>por éstas y por otras demasías: por todo lo dicho y lo imposible</div><div>de decir, te digo lo que digo, te balbuceo y toco;</div><div>me venzo y te pierdo y te respiro.</div><div><br /></div><div>(de <i>Eso que no es sueño, </i>2011)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-60942669130290832082023-05-15T10:36:00.000-03:002023-05-15T10:36:00.134-03:004 poemas de Yamil Dora<div style="text-align: left;"><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmVwOP1JEyqzb8tT0DvhkBYLnizSv7SO7Ys7H7AilWow2cPwiF325fJcU0EhlxsEerzmxWCOWwtJIk2dj3_Y5OlcBAZdvLC1LEDodfh3YV_8vtMmeQaGUhg1iqtyxEHTVblJS7H7LiJL_P_Mq6mrffp7wfJocqh3-slEsZinVj4SRwH2cQZ79xWVR_PA/s1365/yamil%20dora.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1365" data-original-width="1365" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmVwOP1JEyqzb8tT0DvhkBYLnizSv7SO7Ys7H7AilWow2cPwiF325fJcU0EhlxsEerzmxWCOWwtJIk2dj3_Y5OlcBAZdvLC1LEDodfh3YV_8vtMmeQaGUhg1iqtyxEHTVblJS7H7LiJL_P_Mq6mrffp7wfJocqh3-slEsZinVj4SRwH2cQZ79xWVR_PA/w400-h400/yamil%20dora.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Yamil Dora.</td></tr></tbody></table><br /><b><br /></b></div><div><b>Yamil Dora </b>nació en Casilda, Santa Fe, en 1971. Actualmente reside en Buenos Aires. Ha publicado los libros de poemas: <i>el ángel solo </i>(edición de autor, 2005), <i>los barcos olvidados </i>(Ciudad Gótica, 2007), <i>Una plaza, un niño y un poeta </i>(Plan Nacional de Lectura, 2009), <i>Como playa que se puebla </i>(Ciudad Gótica, 2009), <i>Un mar que existe </i>(Ciudad Gótica, 2013), <i>Un hombre encima del mar </i>(Del Dock, 2015), <i>El olor de las hormigas </i>(Palabrava, 2017) y <i>Once </i>(La Gran Nilson,<i> </i>2022). Además publicó las novelas <i>Los Lindos </i>(Lamás Médula 2017), <i>Diez mil kilómetros de distancia </i>(Moglia Ediciones, 2019), <i>Por la vereda con sombra </i>(Palabrava, 2020, Pro Latina Press, 2021) y <i>La Africanita </i>(CR ediciones 2022). Sus poemas fueron traducidos al francés y al árabe.</div><div><br /></div><div> </div><div><b>1</b></div><div><br /></div><div>se puede abrir un gran vino</div><div><br /></div><div>se puede tomar al sol </div><div>en casas como la nuestra</div><div><br /></div><div>amigos</div><div><br /></div><div>dejemos la paz en calma</div><div><br /></div><div>dejemos las sucias botas </div><div>la muerte y la furia </div><div>atrás</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>18</b></div><div><br /></div><div>queda el silencio </div><div>a los hombres solos</div><div><br /></div><div>la lluvia</div><div>a la mujer que he querido</div><div><br /></div><div>mi muerte </div><div>que llevará mi sombra</div><div><br /></div><div>tus labios</div><div>que tomarán mi vino</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div>De <i>Un hombre encima del mar </i>(Del Dock, 2015)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>después de algunos años...</b></div><div><br /></div><div>después de algunos años</div><div>de estar en esta ciudad</div><div>puedo guiar a los recién llegados</div><div>y si alguien me pregunta en el subte</div><div>si ir para allá</div><div>o para acá</div><div>le contesto como si fuese un experto</div><div>y cuando regreso a mi ciudad</div><div>es decir</div><div>a mi casa de antes</div><div>camino como un turista</div><div>que recorre un país</div><div>muy curioso</div><div>muy triste</div><div>y muy querido</div><div>casi como si estuviese</div><div>en la tierra de mis abuelos</div><div><br /></div><div>De <i>Once </i>(2022)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>mañana iré a una ciudad...</b></div><div><br /></div><div><div>mañana iré a una ciudad </div><div>que no conozco </div><div>no encontraré a nadie </div><div>de los que se olvidaron de mí </div><div>cuando llegue </div><div>me sentaré </div><div>en la misma mesa de siempre </div><div>como si nunca me hubiese ido </div><div>como si no estuviese volviendo </div><div>caminaré de nuevo por calles </div><div>donde viví </div><div>y no saben quién soy </div><div>o saben </div><div>y no me miran </div><div>y muchos menos hablan conmigo </div><div>una ciudad que no es grande </div><div>ni chica </div><div>ni se parece a ninguna </div><div>una ciudad sin recuerdos </div><div>una ciudad que se olvida </div><div>ahora </div><div>más lejos que antes </div><div>aunque esté en el mismo lugar </div><div>pero más cerca que nunca </div><div>por eso casi no vuelvo</div></div><div><br /></div><div><i>Inédito</i></div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-55651659931744231512023-05-08T10:30:00.002-03:002023-06-24T15:23:49.264-03:0011 poemas de María Ángeles Pérez López<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4QnFcG59yKUeOK6lkdzkB_OG0UBe-LWh3zQoUA-47buNSHVTG5ckj-fi4VS8w9VhA-lfbqd89--EEpQtFnyzxS3vobUdl65EfWHFPvusK0CCYKdkSWB6vhZa5wUL-M1TiwVpLlycI8AfQC_njKqvKtQ2u82DxNyIjVA5IqTqo1xTJEPafjv7RX1rKHg/s1765/mar%C3%ADa%20%C3%A1ngeles%20p%C3%A9rez%20l%C3%B3pez.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1765" data-original-width="1765" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4QnFcG59yKUeOK6lkdzkB_OG0UBe-LWh3zQoUA-47buNSHVTG5ckj-fi4VS8w9VhA-lfbqd89--EEpQtFnyzxS3vobUdl65EfWHFPvusK0CCYKdkSWB6vhZa5wUL-M1TiwVpLlycI8AfQC_njKqvKtQ2u82DxNyIjVA5IqTqo1xTJEPafjv7RX1rKHg/w400-h400/mar%C3%ADa%20%C3%A1ngeles%20p%C3%A9rez%20l%C3%B3pez.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">María Ángeles Pérez López.</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b>María Ángeles Pérez López</b> nació en Valladolid, España, en 1967. Es poeta y profesora titular de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, donde trabaja sobre poesía contemporánea en español. Antologías de su obra han sido publicadas en Caracas, Ciudad de México, Quito, Nueva York, Monterrey, Bogotá y Lima. También han sido publicados libros suyos de modo bilingüe en Italia, Portugal y Brasil. Es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, hija adoptiva de Fontiveros y miembro de la Academia de Juglares de Fontiveros, el pueblo natal de San Juan de la Cruz. Como académica, ha desarrollado numerosos estudios sobre la poesía de autores de Hispanoamérica. Ha publicado, entre otros, los poemarios: <i>Tratado sobre la geografía del desastre </i>(México: Universidad Autónoma Metropolitana, 1997), <i>La sola materia </i>(Alicante: Aguaclara, 1998), <i>El ángel de la ira </i>(<i>plaquette</i>, Zamora: Lucerna, 1999), <i>Carnalidad del frío </i>(Sevilla: Algaida, 2000), <i>La ausente </i>(Cáceres, Diputación/El Brocense, 2004), <i>Pasión vertical </i>(<i>plaquette</i>, Barcelona: Cafè Central, 2007), <i>Atavío y puñal </i>(Zaragoza: Olifante, 2012), <i>Fiebre y compasión de los metales </i>(Madrid y México: Vaso Roto, 2016), <i>Diecisiete alfiles </i>(Madrid: Abada, 2019), <i>Interferencias </i>(Madrid: La Bella Varsovia, 2019), <i>Mapas de la imaginación del pájaro </i>(Colección Ejemplar Único, 2019), <i>Incendio mineral </i>(Madrid y México: Vaso Roto, 2021), <i>Comarca mínima </i>(Madrid: Cartonera del Escorpión Azul, 2022).</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b>I</b></div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><div>tanta flor de espuma</div><div>y trinos amarillos para el tiempo </div><div>o frutas sugerentes</div><div><br /></div><div>me izaré sobre tu miedo desplegado </div><div>con alas pequeñas de mosca imprescindible </div><div>porque llevo comiendo</div><div>miles de panes y peces </div><div>desde antes</div><div>y me lloran los cestos si tú dejas </div><div>las redes destrenzadas en mi ombligo</div><div><br /></div><div>(de <i>Tratado sobre la geografía del desastre ,</i>1997)</div><div><br /></div><div><b><br /></b></div><div><b><br /></b></div><div><b>VIII</b></div><div><b><br /></b></div><div><div>Para las hojas de papel sobre la mesa</div><div>no queda más camino que el final </div><div>del polvo, de la ruina. </div><div>Ellas lo saben, también yo soy consciente </div><div>del paso de la tinta </div><div>por los complicados vericuetos de la historia</div><div>—así, minúscula, humillada—, </div><div>por los márgenes de piel con que se encuentra, </div><div>por el espacio angosto del camión, de la fábrica </div><div>hasta desembocar en el vacío sonoro, </div><div>en el blanco impertérrito</div><div>del comienzo del mundo, y su poder. </div><div>Pero mientras que andan por la casa, </div><div>las hojas de papel recorren los lugares </div><div>determinados de antemano para su uso: </div><div>el cubil oscuro y redomado de la memoria, </div><div>el revistero abotargado de sí mismo </div><div>o la costumbre de nombrar lo que está lejos. </div><div>Antes de recoger con método, con orden</div><div>las cartas, los diarios, las revistas, </div><div><div>los folletos de la salud o la abundancia,</div><div>los recibos preñados de otros tantos, </div></div><div>los trozos de papel, garabatos queridos, </div><div>siempre temo que queden sus palabras flotando </div><div>en el aire impreciso de finales de octubre, </div><div>por si fuesen como árboles caducos, </div><div>desprendidos </div><div>y atroces</div><div>en la generosa entrega de su carnalidad.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>La sola materia, </i>1998)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>III</b></div><div><br /></div><div>Hay días en que la luz querría borrar </div><div>el signo de la sangre cotidiana </div><div>un viernes cualquiera de ceniza</div><div>en que un barrendero recoge una paloma </div><div>que está muerta en la calle, </div><div>caída sobre sí.</div><div><div>No le tiembla la mano</div><div>al empujar el cuerpo y su perfume</div><div>con preciso </div><div>inquebrantable movimiento de muñeca,</div><div>y yo miro temblando el gesto elemental </div><div>de arrastrar, de alejar lo carnal si no lo es,</div><div><div>si perdió la preciosa trabazón con el pálpito, </div><div>su atadura solemne con la vida. </div><div>Mientras cae a su muerte yo miro esa paloma</div><div>alejada de sí, oscurecida </div><div>por el tiempo en que deja el hueco de la especie, </div><div>aterida en el suelo de cemento, </div><div>su corazón profundo, tan tempestuosa- </div><div>mente animal como el mío, tan innoble.</div></div><div><br /></div><div>El día trae la marca de su herida.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>El ángel de la ira, </i>1999)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>I</b></div><div><br /></div><div>Cuando estoy ante la hoja de papel </div><div>y pienso que la tinta la fecunda, </div><div>la ensucia felizmente con su esperma </div><div>oscuro y rumoroso como el agua, </div><div>me siento tan inútil e incapaz </div><div>mirando la fiereza del amor </div><div>de otros versos escritos desde antes </div><div>que apenas malamente si me sirven; </div><div>tan solo es que conozco la teoría </div><div>de una parte del libro que alimento </div><div>pero a partir de ahí el camino está </div><div>sin marcas ni cercado ni balido, </div><div>la soledad es mía y solo mía, </div><div>las letras más oscuras las escribo </div><div>con el aire que expulsan mis pulmones </div><div>y es mía la silbante desazón </div><div>con que pronuncio sitios y personas </div><div>si ya crecí y no puedo sostenerme </div><div>y estoy mirando sola el alfabeto </div><div>para ver cómo horada sobre el aire, </div><div>sobre el cuerpo del tiempo en el que soy, </div><div>estelas o señales demoradas. </div><div>Por eso mi mirada no es ingenua </div><div>o solo en ese resto de primaria </div><div>y soleada picazón de la alegría, </div><div>porque gané y me hice poseedora </div><div>de la zona de sombra incuestionable </div><div>con que las cosas miran a la muerte. </div><div>También de la torpeza con que miran </div><div>el sol y su calor en primavera </div><div>si llegan los manzanos a traerme </div><div>el corcho del sabor ya restallado </div><div>como un licor ardiendo en el empeño</div><div>inútil e insensato de construir,</div><div>de armar un edificio de cristal</div><div>para atrapar la sombra de ceniza,</div><div>rescoldo que dejamos en el aire.</div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><i>A Juan Luis Calharro</i></div><div style="text-align: center;"><i><br /></i></div><div style="text-align: left;">(de <i>Carnalidad del frío</i>, 2000)</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><div><b>VII</b></div><div><br /></div><div>El tiempo es una forma de la boca</div><div>si descubro aterida que apaciento </div><div>un oscuro baúl impredecible </div><div>que arrastro de este lado para el otro. </div><div>Porque apenas recuerdo su llegada, </div><div>la fecha insoportable en la que es mío, </div><div>su llave y su candado como espuelas </div><div>del corazón y de su espuma roja. </div><div>Del baúl salen cosas imposibles </div><div>y se golpea la rosa de los vientos. </div><div>También salen las cosas personales, </div><div>la miga levantándose en el horno </div><div>del parentesco vivo y necesario, </div><div>alimenticias formas de ternura </div><div>o de espanto feroz en el desastre </div><div>porque el odio alimenta cada día </div><div>igual que la ternura, y envenena </div><div>el pan con que la boca se sostiene. </div><div>No hay forma de olvidar ese baúl, </div><div>de dejarlo tirado en una esquina </div><div>ni de perder tampoco ese candado </div><div>ni la llave maldita que lo abre, </div><div>lo hace un inmenso fardo que nos urge </div><div>doblemente como un cadáver sucio </div><div>y que es nuestro pasado, nuestro tiempo </div><div>en su belleza extraña y condenada.</div><div><br /></div><div>(de <i>La ausente</i>, 2004)</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div>La mujer es un pájaro que arrasa </div><div>las tardes encendidas por el sol </div><div>mientras pinta en su cuerpo la memoria </div><div>como una flor de piedra para el aire. </div><div>En cada poro exacto, imperceptible </div><div>quedan fijados libros y retratos, </div><div>el altísimo arco de su entrada </div><div>sostiene contra el tiempo y su malogro </div><div>las piernas de la atlante que sujeta </div><div>las horas y los días, los trabajos </div><div>como almirez que canta su trajín. </div><div>No hay mayor fijación, mayor anclaje </div><div>en la lenta caída hacia la muerte </div><div>de los muros, los auges, los vencejos </div><div>y a la vez, con su piercing en la lengua, </div><div>con su lengua dorada de metal, </div><div>la mujer mueve el mundo y lo trastorna, </div><div>lo arrastra y conmociona contra sí, </div><div>arrasa como un pájaro las tardes </div><div>e inventa superficies cariñosas</div><div> con plumas y atavíos muy diversos, </div><div>con brújula y castigo del lugar </div><div>en que duermen los hombres y las dioses </div><div>cuya falda es de jade y de distancia.</div><div><br /></div><div>(de <i>Pasión vertical, </i>2007)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Pies</b></div><div><br /></div><div>La mujer pinta sus pies de verde y se sube a ellos.</div><div>De los talones nace el odio del asfalto,</div><div>su ennegrecida capa de petróleo</div><div>embetunando pájaros y niños,</div><div>forma de aminoácido esencial</div><div>que desgasta las alas, la llovizna,</div><div>las caracolas blancas peleando</div><div>contra el rencor viscoso de la brea.</div><div><br /></div><div>Con una brocha grande, la mujer</div><div>pinta el verdor oscuro de las aguas</div><div>en las que se deslizan los arenques</div><div>y sus anillos de aire livianísimo,</div><div>también los hipocampos, las ballenas,</div><div>los moluscos marinos que retozan</div><div>en praderas de posidonias vivas</div><div>y se aparean en nombre del amor.</div><div>Igualmente la hierba de los montes</div><div>el musgo cariñoso y los helechos</div><div>comienzan en los dedos desiguales</div><div>de los pies y remontan las rodillas</div><div>como salmones tibios desovando</div><div>a la altura feliz de las caderas.</div></div><div><br /></div><div><div>Para el negro sudario del benceno</div><div>que atrapa las gaviotas y las lanza</div><div>contra la arena triste, enrarecida</div><div>del tiempo y el esfuerzo alquitranados,</div><div>la mujer se encarama en sus dos pies</div><div>y suelta el corazón como una tórtola.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>Atavío y puñal, </i>2012)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>El bisturí</b></div><div><br /></div><div>El bisturí inocula su dolor.</div><div>En el corte limpísimo florece</div><div>el polen que envenenan las avispas,</div><div>su aguijón turbulento y ofensivo.</div><div>La mesa del quirófano está lejos</div><div>de la luz y la tierra del jardín,</div><div>su amor desesperado por la vida</div><div>y el material mohoso del origen,</div><div>lejos de la pasión de los hierbajos</div><div>y la piedra porosa en la que sangra</div><div>la desgastada edad de las vocales</div><div>que escribieron verdad y compañía.</div><div><br /></div><div>En la asepsia que exige el hospital,</div><div>el bisturí recorta el corazón</div><div>de la página blanca del poema,</div><div>la sábana que tapa el cuerpo enfermo.</div><div>No queda ni memoria ni alarido,</div><div>tan sólo un hueco rojo en el lenguaje.</div><div>En la mano que empuña la salud</div><div>hay sin embargo un corte diminuto,</div><div>una línea de sangre y su alfabeto.</div><div><br /></div><div style="text-align: center;"><i>con Álvaro Mutis</i></div><div style="text-align: center;"><i>también con Gambarotta</i></div></div><div style="text-align: center;"><i><br /></i></div><div style="text-align: left;"><i><br /></i></div><div style="text-align: left;"><div>(de <i>Fiebre y compasión de los metales, </i>2016)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div></div><div><div style="text-align: center;">El musgo</div><div style="text-align: center;">abre</div><div style="text-align: center;">su mano</div><div style="text-align: center;">en la retícula</div><div style="text-align: center;">afilada</div><div style="text-align: center;">de lo real.</div><div style="text-align: center;">Nudo verde,</div><div style="text-align: center;">diéresis</div><div style="text-align: center;">que el agua</div><div style="text-align: center;">disemina:</div><div style="text-align: center;">espora de lenguaje</div><div style="text-align: center;">hacia lo vivo.</div><div style="text-align: center;">No urge</div><div style="text-align: center;">ningún modo</div><div style="text-align: center;">de sintaxis</div><div style="text-align: center;">o</div><div style="text-align: center;">tallo</div><div style="text-align: center;">para crecer</div><div style="text-align: center;">sobre esta línea</div><div style="text-align: center;">vertical.</div><div style="text-align: center;">Turba tan obstinada:</div><div style="text-align: center;">ligadura.</div></div></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div><div>(de <i>Mapas de la imaginación del pájaro, </i>2019)</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Haikus del amanecer</b></div><div><br /></div><div><div>Umbral primero</div><div>donde el día es la noche</div><div>y la noche, el cuerpo.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>Diecisiete alfiles, </i>2019)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>2</b></div><div> </div><div><br /></div><div>Desciendo hasta tu cuerpo y me oscurezco. Me pierdo en tu penumbra, en la apretada</div><div>maraña de tu boca.</div><div>Han desaparecido las huellas de enfermeras y de antílopes, de pasajeros sombríos en</div><div>el atardecer del metro. Los flamboyanes son promesas rojizas que nada quieren saber de la</div><div>ciudad. Gotea, sobre los túneles también sombríos, la perlada e infame desmesura del sudor.</div><div>La grasa de los motores recalienta la tarde hasta asfixiarla.</div><div>Entonces, agotado ya el día, entro en ti como en una cueva fresca y sibilante. Atrás</div><div>quedan las horas insulsas, los platos de comida precocinada que se adhieren al plástico, los</div><div>teléfonos que suenan sin que nadie conteste. Atrás queda, al fin, la expoliación carnal de las</div><div>mañanas, fibra en la que los músculos se tensan hasta abrirse en puntitos de sangre que no</div><div>se ha dejado domesticar por completo.</div><div>Cuando entro en ti, todo se borra: palabras que aprieto contra el paladar hasta</div><div>volverlas de agua; archivos de memoria que no encuentro; proteína que pierde su estructura</div><div>en la embriaguez extrema del calor.</div><div>Cuando entro en ti, la noche me posee.</div><div>El cuerpo pertenece a su placer.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>Incendio mineral, </i>2021)</div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-50578410622830763242023-05-01T22:07:00.001-03:002023-05-01T22:07:00.136-03:004 poemas de Antonio San Miguel<div style="text-align: left;"><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglWkqCIlymrNQK4zd33U1dLL_BSR-wXjj_Fvp9OpS97JFI1ftRCvi2JZt3gKwuq6ABOgqy9v7G9yFcjSjr48ksPxagITgeD2YQ3Te5qol7cPqmeYmwBYhPvP-IVSs952MRZleNcYvlPgjL2LKWVcf5rYcgima8viPH0ESgE8zmZTQjtIRz8Y9HyEIiug/s690/antonio%20san%20miguel.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="421" data-original-width="690" height="244" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglWkqCIlymrNQK4zd33U1dLL_BSR-wXjj_Fvp9OpS97JFI1ftRCvi2JZt3gKwuq6ABOgqy9v7G9yFcjSjr48ksPxagITgeD2YQ3Te5qol7cPqmeYmwBYhPvP-IVSs952MRZleNcYvlPgjL2LKWVcf5rYcgima8viPH0ESgE8zmZTQjtIRz8Y9HyEIiug/w400-h244/antonio%20san%20miguel.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Antonio San Miguel.</td></tr></tbody></table><br /><div><br /></div><div><br /></div><div>Antonio San Miguel Roldán nace en Madrid en 1976, ciudad en la que reside hasta 1990, fecha en la que se traslada a vivir a Talavera de la Reina, donde se diploma como Trabajador Social por la Universidad de Castilla La Mancha. Desde 2016 es también Graduado en Trabajo Social. Es en los años 90 cuando inicia su actividad literaria, escribe sus primeros poemas, publica artículos de opinión en periódicos locales, ensayos filosóficos, cuentos… Volverá a Madrid para diplomarse en interpretación actoral en la Escuela “Metrópolis”. En la actualidad desempeña funciones de trabajador social en un Centro Ocupacional para personas con discapacidad intelectual y es docente de interpretación actoral, dramaturgia y director de teatro en la Escuela de Teatro y Cine Joaquín Benito de Lucas, y profesor de Dramaturgia en la Escuela de Escritores «Persiles». Entre sus méritos poéticos cabe destacar: finalista del premio Adonais (2008) con la obra <i>La canción del agua</i>; ganador del premio nacional de poesía Joaquín Benito de Lucas (2012) con la obra <i>La muerte de Rómulo</i>; Premio internacional de poesía Joaquín Lobato (2016) con <i>Raíles </i>o el premio de poesía José Hierro (2018) con la obra <i>Llegar a Portugal en un ferrocarril que ya no existe. </i>Recientemente obtuvo el V Premio Internacional de Poesía Ateneo Navarro por <i>Oda a un sofá desvencijado</i>.</div><div style="font-weight: bold;"><br /></div></div><div><b><br /></b></div><div><b><br /></b></div><div><b>Calla</b></div><div><br /></div><div>Abríamos un cráter,</div><div>y nadie discutía.</div><div>Encogimos los brazos. La tierra fue apartada</div><div>con desprecio.</div><div>Preparábase el barco a los océanos.</div><div>Vibraban las raíces, desmanteladas, vivas,</div><div>colapsada cicuta</div><div>que se aproxima al fuego ¡Última vez</div><div>de todo!</div><div>Venecia sin dormir ¡Qué difícil</div><div>reírse</div><div>cuando tu voluntad</div><div>la dictan otros,</div><div>el vuelo circular (¡Qué extravagancia!)</div><div>de una pala en la mano!</div><div><br /></div><div>Somos sombras de acero</div><div>sobre un tapete…</div><div><br /></div><div>Somos.</div><div><br /></div><div>Aún te dejas ver por estos ojos…</div><div><br /></div><div><br /></div><div>(De <i>La muerte de Rómulo</i>, 2013, Premio Joaquín Benito de Lucas)</div></div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><div><b>Mi abuelo Antonio</b></div><div> </div><div><br /></div><div>Indiferente lluvia aniquilada</div><div>por el mortal desprecio</div><div>con que se inunda todo a media tarde.</div><div>Es ahí, justo ahí, en ese breve espacio,</div><div>debajo de una foto de mi abuelo,</div><div>donde encuentro un rincón</div><div>vacío, y una risa leve, casi apagada,</div><div>constantemente viva en mi recuerdo.</div><div>Como una telaraña</div><div>prendida de mis ojos,</div><div>debajo de la mesa donde escarba</div><div>la infancia sus milagros,</div><div>le veo pasear y no moverse,</div><div>le veo suspirar y me emociono,</div><div>ahora, al revivirlo</div><div>con un cigarro inmóvil en la mano.</div><div><br /></div><div>¿Cómo podré decirle,</div><div>con qué templanza hallar algún secreto</div><div>que dé felicidad a mi vacío,</div><div>que no empañe de lágrimas</div><div>su clara ortografía entre mis hojas</div><div>pintadas torpemente?</div><div>Si ya se ha perfilado como un niño</div><div>que olvida lo que el hombre un día fue</div><div>y mudo permanece</div><div>metido en un armario bajo tierra.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Y no he podido, a solas, encontrar</div><div>el momento oportuno,</div><div>quizás, para decirle </div><div>que yo también soñaba con un río.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>(De <i>Raíles</i>, 2016, Premio Joaquín Lobato).</div></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b>Madrid</b></div><div><i>(Estación de Chamartín)</i></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Mi tren, esa terrible</div><div>epidemia de adioses,</div><div>¡mirad cómo se inscribe cada lágrima</div><div>en su nube de tránsito</div><div>cuando en la descarada</div><div>decadencia</div><div>va gimiendo hacia un polvo</div><div>de muerte</div><div>cotidiana!,</div><div>y asida a la ventura</div><div>por lo frágil,</div><div>abiertas mis raíces,</div><div>me encuentra cada noche,</div><div>yo lo encuentro también,</div><div>en un recodo,</div><div>por los grandes</div><div>hangares del deseo,</div><div>volviendo a transitar</div><div>desnudo, como sombra</div><div>al ancho pedestal de mi destino.</div><div><br /></div><div>(De <i>Llegar a Portugal en un ferrocarril que ya no existe</i>, 2018, Premio José Hierro)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Nos subimos en la misma parada</b></div><div> </div><div><br /></div><div>Nos subimos en la misma parada.</div><div>Nos buscamos sin nada,</div><div>cualquier excusa es buena para cruzar los ojos.</div><div>Nos sentamos muy juntos,</div><div>buscamos en el roce nuestras piernas.</div><div>Dos soledades frotan la misma plenitud al mismo tiempo…</div><div><br /></div><div>Llegados a Verdum ella se baja.</div><div>Apenas me sonríe. Yo me hago el despistado.</div><div>Se ocupa de otras cosas mientras piensa en mí,</div><div>lo noto en sus zapatos.</div><div>Moviendo las caderas se despide.</div><div><br /></div><div>Sin ella estoy jodido.</div><div>Habría sido el hombre más feliz…</div><div><br /></div><div>Tendrán que disculparme, acaba de subir otra princesa…</div><div><br /></div><div>(De <i>Crematorio del mar</i>, 2019, Premio Balanceo.</div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-25581020444244026002023-04-28T07:07:00.005-03:002023-04-28T07:07:00.137-03:006 poemas de Fina García-Marruz<div style="text-align: left;"><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjOjyUoy57CDVmnQiFslNkHTz08vf7R6gbQnnludSEP0Z1dGdNpvWcLvr-W9jH8XdVB03KAFkdrOiWsq9o132ofxGZbxoJb0Yden3zfb6uFiLKn2gxghCCyjrOHK5qpnHodYvDaPDreV1GbzA51v2oT8zimx4MDqY1XH2vMsXQt7s7dcz_LlG7FAevVQ/s660/fina%20garc%C3%ADa%20marruz.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="371" data-original-width="660" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjOjyUoy57CDVmnQiFslNkHTz08vf7R6gbQnnludSEP0Z1dGdNpvWcLvr-W9jH8XdVB03KAFkdrOiWsq9o132ofxGZbxoJb0Yden3zfb6uFiLKn2gxghCCyjrOHK5qpnHodYvDaPDreV1GbzA51v2oT8zimx4MDqY1XH2vMsXQt7s7dcz_LlG7FAevVQ/w400-h225/fina%20garc%C3%ADa%20marruz.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Fina García Marruz.</td></tr></tbody></table><br /><div><br /></div><div><br /></div><div>Fina García Marruz fue una de las más destacadas poetas del siglo XX. Nacida en La Habana, Cuba, el 28 de abril de 1923, bajo el nombre de Josefina García-Marruz Badía, falleció poco antes de cumplir un siglo de vida, el 27 de junio de 2022.</div><div>Se destacó por una amplia y diversa obra poética, que comenzó en 1942, cuando publicó <i>Poemas. </i>Luego llegaría títulos poéticos como <i>Transfiguración de Jesús en el Monte </i>(1947), <i>Las miradas perdidas </i>(1951), <i>Visitaciones </i>(1970), <i>Créditos de Charlot </i>(1990), <i>Nociones elementales y algunas elegías </i>(1994) o <i>Habana del centro </i>(1997). Además, destacó como ensayista. </div><div>Entre las numerosas distinciones que recibió en vida destacan el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca.</div><div>Fina García Marruz formó parte de un grupo notable de poetas cubanos, y recibió la influencia de poetas españoles como García Lorca, Juan Ramón Jiménez y de su coterráneo José Martí. Destacó también por el compromiso político con el comunismo. Fue compañera de otro gran poeta cubano: Cintio Vitier. </div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b><br /></b></div><div><b>La despedida</b></div><div><br /></div><div>Se adelantó el mayor de la familia </div><div>y me tendió la mano poderosa, </div><div>familiar del sepulcro sincero de los lunes, </div><div>y el oro mitológico de los bueyes finísimos.</div><div><br /></div><div>Era austero el color sencillo de las lomas </div><div>entre el palmar morado como un lujoso harapo. </div><div>Sus zapatos terrosos daban su grueso pobre. </div><div>Reales como el pan me conmovieron.</div><div><br /></div><div>Quedó atrás la familia melancólica </div><div>en ocre y amarillo, pequeña entre sus palmas. </div><div>Sus manos se adentraban en el aire</div><div>como entra una danza en una música sin desplazarla, </div><div>y yo miré su idioma, y el arrugado óleo del adiós.</div><div><br /></div></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b>Variaciones sobre el tiempo y el mar</b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div>El mar dice: soy viejo. Antes que el tiempo fuera </div><div>ya yo golpeaba sordo, brillaba y restallaba. </div><div>Me tiendo como un león o como la espada </div><div>inservibie de un guerrero después de una batalla perdida.</div><div><br /></div><div>Sostengo las devastadas murallas, las ruinas silenciosas. </div><div>Soy lo que no habéis visto y lo que habéis olvidado.</div><div>Vuestro cuerpo me toca sin saber que atraviesa </div><div>un órgano sin memoria, más distante que un astro.</div><div><br /></div><div>Fuera de la esperanza y la desesperanza </div><div>miré la espuma fenicia el olor de las comidas. </div><div>Recuerdo el comercio y el cambio como una rosa salvaje </div><div>y las palabras que oí como el tesoro que se hunde.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Cine mudo</b></div><div><br /></div><div>No es que le falta</div><div>el sonido,</div><div>es que tiene</div><div>el silencio.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Y lo real es que aún no ha sido...</b></div><div><br /></div><div>¡Y lo real es lo que aún no ha sido!</div><div>Toda apariencia es una misteriosa</div><div>aparición. En la rama de otoño</div><div>no acaba el fruto sino en la velada</div><div>promesa de ser siempre que su intacta</div><div>forma ofreció un momento a nuestra dicha.</div><div>Pues toda plenitud es la promesa</div><div>espléndida de la muerte, y la visitación</div><div>del ángel en el rostro del más joven</div><div>que todos sabíamos que se iría antes</div><div>pues escogía el Deseo su sonrisa nocturna.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b><i>La Pietá</i> de Miguel Ángel</b></div><div style="text-align: center;"><i>A Dinorah</i></div><div><br /></div><div>Ay, es como una luna,</div><div>esos delgados miembros sostenidos</div><div>por la madre, ahora poderosa,</div><div>más allá del dolor.</div><div> </div><div>La mano sosteniéndolo la arruga</div><div>levemente la piel bajo los hombros.</div><div>La otra, de reina, parece que mendiga.</div><div> </div><div>No llora ya: ofrece al Hijo</div><div>que quisiera mecer,</div><div>a su pequeño inmenso</div><div>que quiso lo inaudito.</div><div> </div><div>Ay, es como la fina</div><div>luna menguante.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Sarcófago de los esposos</b></div><div style="text-align: center;"><i>En Villa Giulia.</i></div><div style="text-align: center;"><i>(S. VI a. de C.)</i></div><div><br /></div><div>Sosteniendo las copas</div><div>invisibles,</div><div>familiarmente, eternamente juntos</div><div>en el lecho</div><div>de la fecundación y de la muerte,</div><div>serenamente lúcidos</div><div>y sonreídos</div><div>(con un “sorriso triste”, como dijo</div><div>el niño a la maestra que indicaba</div><div>con tímida dulzura tanta gloria),</div><div>vosotros lo afirmáis hermosamente:</div><div>No sólo el imposible</div><div>amor,</div><div>también las nupcias consagradas</div><div>vencerán a la muerte.</div><div> </div><div>Gracias,</div><div>esposos grávidos, etruscos no,</div><div>celestes,</div><div>brindando por nosotros.</div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-89826791237710665852023-04-17T10:30:00.004-03:002023-04-18T19:24:20.302-03:00Entrevista a Luis Benítez: “En poesía nada se extingue, sólo se diversifica”<div style="text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGzdlsoYnPzVvv1wSho-oqQYV4pqPtWbGqBk5KNCinPCcXh_G2hi1Bo-s6YccGlconhhOOOG3z5voS695TQn-wY0cKnKs9cTveElhUP6PYmiQdtmrJRQqkr5XcS_v-rc8C5ClBuZW0a8HJt3u_iRUo6S2-ugkN7RgQEv4UE4kVLWFNoD5h4CrvlcxvDg/s3264/FOTO%20-%20Luis%20Ben%C3%ADtez.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3264" data-original-width="2448" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGzdlsoYnPzVvv1wSho-oqQYV4pqPtWbGqBk5KNCinPCcXh_G2hi1Bo-s6YccGlconhhOOOG3z5voS695TQn-wY0cKnKs9cTveElhUP6PYmiQdtmrJRQqkr5XcS_v-rc8C5ClBuZW0a8HJt3u_iRUo6S2-ugkN7RgQEv4UE4kVLWFNoD5h4CrvlcxvDg/w300-h400/FOTO%20-%20Luis%20Ben%C3%ADtez.jpg" width="300" /></a></div><br /><div><br /></div><div><br /></div><div>El autor, destacado en poesía, novela, ensayo y en la difusión de otros autores, es uno de los referentes de la lírica contemporánea. En esta entrevista habla de <i>La vida entera</i>, una antología poética que acaba de editarse en Nueva York.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>por <b>Fernando G. Toledo</b></div><div><br /></div><div><br /></div><div>Prolífico, cultor de varios géneros y referente en ellos de los autores argentinos contemporáneos. Y, además, comprometido con la difusión de sus colegas, especialmente los más jóvenes. Admirado por ellos, y capaz de hacerse amigo mediante la charla franca y la generosidad para compartir experiencias y conocimientos. </div><div><br /></div><div>Todo eso es Luis Benítez (Buenos Aires, 1956), autor argentino reconocido especialmente por su poesía (gracias a títulos como <i>Poemas de la tierra y la memoria, Behering y otros poemas, Fractal </i>o <i>La tarde del elefante), </i>pero también por los numerosos ensayos y por títulos fundamentales para tener un panorama de la creación literaria actual. En este último sentido, es quizás su <i>Historia de la poesía argentina </i>su aporte más destacado.</div><div><br /></div><div>Hemos conocido trabajos que abordan la obra novelística y poética de Benítez, y también dos antologías que reúnen lo mejor de su obra (sin contar algunas traducciones de sus textos). Pero, dado que el interés sobre Benítez sigue intacto, extraña la flamante edición de La vida entera, una selección que bucea en los 11 poemarios que el autor de <i>Manhattan Song </i>lleva publicados hasta la fecha. El detalle saliente es que la edición está a cargo de Pro Latina Press, un sello estadounidense con sede en Nueva York que inaugura su colección Gala de Poesía con este título.</div><div><br /></div><div>Para conocer más sobre esta novedad, Luis Benítez responde las preguntas de El Desaguadero y comparte, a su vez, un poema inédito, junto con otro de los que integran la antología.</div><div><br /></div><div><b>–¿Qué representa para un poeta argentino la edición de una antología como esta en un sello estadounidense como es Pro Latina Press?</b></div><div>–En primer lugar, y más allá de la lógica satisfacción individual, el reconocimiento de los valores que alberga nuestro género nacional en el contexto de la poesía en lengua española. En sus 400 años de historia la poesía argentina ha producido obras de singular peso específico y uno es simplemente un emergente de esa tradición de cuatro siglos, atravesado por las influencias locales pero, además, compartiendo el mismo fenómeno que toda la poesía latinoamericana, el resultado —al menos en las producciones más felices— de la adecuada asimilación de otras influencias, las derivadas de la poesía europea y más cercanamente de la estadounidense, de las cuales nos nutrimos las autoras y los autores bien en traducciones, bien pudiendo leer esas producciones en su lengua original. La consecuencia de este enriquecimiento -pues el cruce de culturas invariablemente es positivo y beneficioso- es un discurso múltiple en apelaciones de contenido y recursos expresivos, como los posee y exhibe hoy nuestro género nacional. Hace tiempo que la poesía argentina abandonó su insularidad y a través de las ediciones que se realizan en el exterior, amén de las facilidades que provee la informática, hoy al alcance de una gran mayoría de los creadores, nuestros logros estéticos circulan por el mundo a un nivel que estamos todavía lejos de apreciar en su genuina dimensión. Aún no podemos hablar cabalmente de un «boom de la poesía latinoamericana» (al menos en las dimensiones que tuvo a partir de los ‘60/’70 la narrativa de nuestra misma región) pero es indudable que en relación a décadas no tan lejanas la poesía latinoamericana —y en su conjunto incluida la nuestra, la argentina— posee un alcance entre lectores y crítica muy superior al anterior. Yendo ahora sí a lo personal, a lo que a mí me compete, siento un gran agradecimiento hacia la neoyorquina Pro Latina Press y su directora y fundadora, la profesora, poeta y traductora María Amelia Martin, por haberme invitado a inaugurar su colección Gala de Poesía con una antología de mi obra poética. Es un honor muy grande, sabiendo además que otros muy reconocidos nombres y obras de la región irán sucesivamente sumándose a la misma serie, de manera que mi antología, el primer lanzamiento de Gala de Poesía, se hallará en muy buena compañía. Después de haber publicado 42 libros de poesía, ensayo y narrativa en Argentina, Chile, España, México, Venezuela y Uruguay, y traducidos en Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, Rumania y Suecia, esta edición en español recientemente distribuida por Pro Latina Press en librerías estadounidenses, tiendas virtuales y por Amazon, dirigida al muy crecido número de hispanoparlantes del mundo anglosajón, es para mí un hecho muy feliz pero creo que también lo es para el conjunto de la poesía latinoamericana. Ojalá muy pronto este generoso apoyo de Pro Latina Press induzca a otros sellos extranjeros a hacer lo mismo, sea en nuestra lengua, en traducción o en edición bilingüe. </div><div><br /></div><div><b>–¿Con qué criterio abordaste la selección de los poemas a incluirse en <i>La vida entera </i>teniendo en cuenta que ya contamos con dos antologías de tu obra poética?</b></div><div>–Seleccionar lo que va a integrar la antología de la obra propia, eligiendo que irá a prensas o quedará fuera de ellas, siempre es cosa muy compleja. Máxime cuando existen ya varios precedentes muy bien realizados. Esos buenos trabajos, anteriores al momento de tener que seleccionar mis textos provenientes de los 11 poemarios que llevo publicados en América y Europa hasta la fecha, resultaron de mucha ayuda cuando, para Pro Latina Press, me vi bajo la responsabilidad de hacer yo mismo la selección que tan bien habían realizado otros con anterioridad. En mi caso, y en Argentina, primeramente la titulada Luis Benítez: <i>Breve Antología Poética </i>(selección y prólogo de Elizabeth Auster, Ed. Juglaría, Rosario, provincia de Santa Fe, 2008), compilación muy bien estructurada por la poeta, escritora y periodista actualmente radicada en Mendoza, que posteriormente alcanzó una segunda edición traducida al inglés por B. Allocati: <i>Luis Benítez: A short poetic anthology </i>(Ed. The Littoral Press, Suffolk, Inglaterra, 2013) y una tercera llevada al francés por el poeta Jean Dif: <i>Luis Benítez: Breve Anthologie Poétique </i>(Éditions La Résonance, Pau, Francia, 2014). Más tarde se publicó la antología <i>La tierra permanece </i>(Buena Vista Editorial, provincia de Córdoba, 2018), con la inestimable ayuda de mi querido, inolvidable y admirado poeta Alejandro Schmidt (1955-2021), que tanto me ayudó a elegir qué incluir y qué dejar afuera, siendo él director de la Colección Agalma, bajo la cual editó mi antología este sello cordobés. Hay otras antologías de mi obra, publicadas en el exterior, que también me ayudaron mucho a comparar criterios: <i>Selected Poems </i>(antología poética, edición bilingüe, selección y traducción al inglés de Verónica Miranda, Editorial Luz Bilingual Publishing, Inc., Los Ángeles, EE.UU., 1996); <i>A Heron in Buenos Aires. Selected Poems </i>(antología poética compilada y traducida al inglés por el poeta estadounidense Cooper Renner, con ensayo epilogal de Carmen Vasco Fernández Moreno, Ravenna Press, Seattle, EE.UU., 2011); <i>Poemul de Fier </i>(antología y traducción al rumano de Diana Dragomirescu, Ed. Bibliotheca Universalis, Bucarest, Rumania, 2015); <i>Lascia che parli Ezra Pound / Deja que hable Ezra Pound </i>(antología bilingüe, italiano-castellano, selección de Mario Meléndez, traducción al italiano de Gianni Darconza, Rímini, Italia, Raffaelli Editore, 2016); <i>Una gran guerra habita las cosas. Lo mejor de Luis Benítez </i>(antología poética, selección y prólogo de Gabriela Guerra Rey, maestrante en Letras Latinoamericanas por la Universidad Nacional Autónoma de México -UNAM-, Editorial Aquitania Siglo XXI, Colección Consagrados, Ciudad de México, México, 2022). De modo que con los buenos ejemplos que me dieron los argentinos Auster y Schmidt, la argentina-estadounidense Miranda, el texano Renner, la rumana Dragomirescu, el chileno Meléndez y la cubano-mexicana Guerra Rey, a la hora de tener que elegir mis poemas yo solito se me facilitó mucho la tarea. Hay que confiar en los criterios que emplean los que hacen bien y muy bien las cosas, aunque intenté dar asimismo mi visión personal del panorama general de mis 11 poemarios. Espero haberlo logrado, pero no quiero dejar pasar la ocasión de agradecer, y muy personalmente, los excelentes trabajos de los antes nombrados, que tanto me ayudaron a la hora de decir “este sí, este no” para el lector estadounidense hispanoparlante.</div><div><br /></div><div><b>–La contemplación de la propia obra, a la hora de hacer un compendio, suele ser una oportunidad para reflexionar sobre la misma. ¿Qué rasgos comunes podés ver en el recorrido de tu propia obra, qué cambios, qué intereses temáticos?</b></div><div>–En mis poemarios hay un hilo conductor -variando tanto los estilos que empleé a lo largo de más de 40 años de trabajo con el género- que obedece a la larga tradición de la poesía occidental, que a todos nos incluye en mayor o menor medida a la hora de intentar enriquecerla con algún aporte propio. Lo que tratamos de hacer, en el mejor de los casos desde el encuentro feliz de una voz personal, es dar cuenta de los “aparentes temas” que toca la poesía de Occidente, que desde mi modesto punto de vista consisten en seis pares de opuestos: la vida y la muerte; el amor y el odio; el miedo y el valor; el tiempo sucesivo y el presente continuo; lo particular y lo colectivo; lo ilusorio y lo real. Todo aquello que parece ser lo demás, está incluido en estos pares de opuestos o en alguna de sus infinitas combinaciones. ¿Por qué menciono adrede lo de «aparentes temas» de la poesía? Porque en realidad, creo yo, ella solo está interesada en hablar de sí misma. Particularmente es visible esto en la poesía a partir de la modernidad en adelante, cuando desde hace mucho el género se ha librado de todo afán de representación. “Los temas” son su coartada para lo autorreferencial: la poesía siempre habla de sí misma y por sí misma, no es calco y reflejo de lo exterior a ella; simplemente lo utiliza como pretexto para mostrarnos su universo, cuando el poema es poema y no otra cosa vagamente parecida. Es el tratamiento de las visiones de ese universo por parte del autor, los recursos que utiliza, los que elige dejar de lado, lo que varía y esto es provechoso, pues el discurso que se repite se anquilosa y se convierte en autofagia, en remedo retórico de las obras anteriores. El estilo debe ser cosa dinámica, cambiante, siempre en movimiento hacia los límites mismos del lenguaje, el territorio favorito de la poesía, la frontera entre lo expresable y lo inefable. Eso es lo que intenté hacer y le queda al lector la oportunidad, inapelable por mí, de juzgar si logré algo en esa dirección o no lo logré, a lo largo de mis más de cuatro décadas de trabajo sincero, al menos sincero, con algunos logros si los tuve y mis limitaciones, que invariablemente habrán de ser muchas. Me gusta trabajar combinando estilos y recursos, apelando a lo que se supone «arcaico» en poesía o bien innovando con formas nuevas, sustituyendo comas por espaciados, insertando en un mismo poemario la referencia culta y el coloquialismo, etc., no por jugar con las palabras sino para aprovechar muchas de las posibilidades que brinda una lengua tan plástica como la nuestra, pero siempre con un sentido, un eje bien definido. Hay formas adecuadas para decir ciertas cosas; otras son las más convenientes para explicitar asuntos diferentes. En varios de mis poemarios aparecen poemas que ya tuvieron su lugar en otros anteriores, pero que al insertarse en una nueva colección de poemas, generan variaciones del sentido general de todo ese conjunto. Pero las palabras no son para jugar y la poesía definitivamente no es el campo adecuado para decir boludeces: quien lo hace no hace poesía, hace parapoesía, que es algo muy distinto, aunque jure que «es poeta bajo palabra de honor» y una porción de sus contemporáneos se lo crean, generalmente porque les conviene para hacer ellos lo mismo y pasar también por tales. Asimismo hay que desconfiar, lúcidamente, de aquellos que para apuntalar lo poquito o nada que alcanzan a decir, se hacen respaldar por una pretendida pertenencia a tal grupo extrapoético, colectivo o tendencia de cualquier índole, como si el valor de lo que escriben no se afincara en lo poético en sí, sino en darle expresión escrita a un sistema de creencias, credos o doctrinas que otros validarán para beneficio directo del monedero falso en cuestión. La poesía es un valor en sí misma, no precisa que se le adhiera ningún adjetivo, por muy de moda que esté o sea momentáneamente políticamente correcto adosárselo. En poesía no hay “progreso”, no existe eso de que una generación supera a la anterior; simplemente hace algo que es diferente a lo que hacían sus antecesores, pero que invariablemente se convertirá en parte de una misma tradición, siempre y cuando valga lo suficiente. En poesía es tan ingenuo afirmar “vamos a acabar con la lírica” como referir que «la épica se acabó con nosotros», como si alguno o algunos tuviesen el poder suficiente como para borrar definitivamente del mapa presente o futuro cualquiera de las categorías y subcategorías del género, la epopeya o el drama, etc. Ninguna de las variedades temáticas o formales de la poesía desaparece del todo; convive en ciertos períodos con otras o parece ser algo remanente, para resurgir posteriormente cuando ello es posible o vuelve a apelarse a ellas bajo una renovación muchas veces inesperada. En poesía nada se extingue, solo se diversifica. Por ello es que las corrientes afectas al viejo vanguardismo a fines de diferenciarse de las demás -vanguardismo que supuestamente fue barrido por la posmodernidad, oh contradicción flagrante- deben apelar por un lado a la hipertrofia de un elemento y al mismo tiempo a la negación de otros. Tienen que defender como puedan su “quiosquito”. El tiempo es el más severo de todos los antólogos. Lo experimental, en sí mismo, no posee valor: lo cabal es el resultado final de la experimentación, si es que surge, no los intentos fallidos de esa serie de experimentos. En pleno auge de las vanguardias del siglo XX, el surrealismo de 1924-1935 se autopercibió y promocionó como «revolucionario». No pasó una década antes de que se convirtiese en parte de lo que antes motejaba como «el arte oficial». ¿Acaso creemos que hoy escribimos mejor que Homero?</div><div><br /></div><div><b>–¿Hay algún plan de edición próxima de otra obra tuya, sea poética, narrativa o ensayística?</b></div><div>–Este año el sello santafecino Palabrava incluirá en su ya afamado catálogo editorial un volumen de mis cuentos, titulado Baja Marea, lo que me llena de agradecimiento hacia la poeta y narradora Patricia Severín, directora de la editorial, y la subdirectora Lic. Viviana Rosenzwit, quienes editaron en 2021 mi último poemario publicado en la Argentina, Nadie sabe dónde estuvimos, dentro de su muy cuidada colección Rosa de los Vientos. Asimismo, desde Atenas el poeta, traductor y editor Stelios Karayanis me solicitó una recopilación propia de mi poesía ya publicada, que le envié hace unos pocos días bajo el título en español de Antología Esencial, la que traducirá al griego y publicará en el otoño del hemisferio norte, afirmó el autor nacido en Samos en 1956. Me sentí muy honrado por Karayanis al haberme invitado a hacerlo, y porque mi poesía vaya a ser llevada al idioma de la patria de origen de toda la cultura de Occidente.</div><div><br /></div><div><b>–Tu trayectoria tan extensa y fructífera ha sido leída y apreciada por muchos poetas de tu generación y posteriores. Has tenido la oportunidad de realizar, en 2019, una <i>Historia de la poesía argentina</i>, así que puedo preguntarte esto: ¿en qué poetas podés sentir una resonancia de tu obra, quizá encuadrable en eso que suele llamarse «poesía del pensamiento»; de los contemporáneos?</b></div><div>–Estimo que es al revés, que es en mi obra poética donde resuenan las voces queridas de los autores que han hecho obra magnífica bajo esa categoría, tan cuidadamente recopilada por ese destacado poeta argentino que es nuestro Santiago Sylvester, en su conocida antología titulada <i>Poesía de pensamiento </i>(Ediciones Endymion, Madrid, España, 2019). La descripción de este tipo de tratamiento poético no puede ser más acertada: «Para hablar de poesía de pensamiento es necesario aclarar previamente que no hay buena poesía sin pensamiento: aún la más sentimental, la que apela a lo onírico o se regodea en el inconsciente, está sostenida por una trama de conceptos. Pero una vez dicho esto, se puede agregar que hay una que, específicamente, tiende a la reflexión, se concibe a sí misma como un medio para pensar, expone categorías, averigua y, aunque no lo rechace, no está demasiado pendiente del aspecto emotivo del hecho poético o, al menos, no trata sentimentalmente los asuntos sentimentales. Es lo que se llama poesía de pensamiento. Su actitud se refleja en el lenguaje, en un intento de precisión o, mejor aún, en un tono y una manera de hacer sonar las palabras. Y lo que encuentro significativo en relación a nuestro país es que, en mi opinión, ésta es la línea poética más típicamente argentina, al menos en los últimos cien años. No he dicho que sea la mejor (una valoración debe apuntar a lo personal, no a un grupo ni a un estilo genérico) sino la más peculiar, que por alguna razón ha calado en nuestra sensibilidad». ¿Cómo escapar —y qué necesidad hay de ello— de esta poderosa corriente estética que recorre un siglo de nuestra poesía? Me honra la idea de que mi trabajo, o al menos una parte de él, participa de esta categoría plena de sentido y que ha dado muchas de las mejores piezas de la creación poética de nuestro país. Respecto de si mi trabajo ha influido en algunos colegas de las más recientes generaciones, debe de ser algo probable sobre la base de lo que me dijo hace años un joven autor de una de nuestras 23 provincias, donde viven y realizan sus búsquedas estéticas la mayoría de los poetas argentinos, mal que les pese a los que todavía consideran que la poesía argentina se reduce a lo que se escribe dentro del estrecho corralito que circunvala la Avenida General Paz. Este joven poeta argentino se me acercó, durante el Festival Internacional de Poesía celebrado en la Feria del Libro de Buenos Aires, del que yo formé parte en aquel momento, y me dijo, mostrándome un ejemplar de uno de mis poemarios que llevaba en sus manos, que él había comenzado a escribir poesía después de leerme en aquel volumen, que estaba ajado por el uso, subrayado y con glosas de su mano en varias de sus páginas. Ni los premios nacionales e internacionales que recibí, ni cuanto se ha publicado sobre mí en periódicos, revistas literarias o ensayos de terceros, me honró tanto, me hizo sentir tan feliz como lo que me aseguró ese joven poeta argentino. Y eso, lo aseguro, es algo que nunca, jamás olvidaré.</div><div><br /></div><div><b>–¿Quisieras agregar algo más a esta entrevista, como cierre? Por ejemplo, ¿alguno de tus poemas?</b></div><div>–Por supuesto y muchas gracias por la oportunidad. Les dejo en primer lugar uno inédito, que por primera vez se publicará aquí, en exclusiva para El Desaguadero, titulado <i>Lo que para estar, no está</i> y otro que integra la antología neoyorquina, cuyo título es <i>haute couture</i>.</div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGNUf2F_b6g6Bw3SoYMyxFP1p00OU4rxRa8sTH82BH0gBh9SeUt3TgJlKlBe3FetfPYH9BMfzixHjgfya2m-AFQR1soEZUFJzCE8ZXOXVZ9S-FZ7ZxsV09ZUg4ntkP6hYJ6Q4Qkpn_5fVlJ964pB_YGsAs26b72_P52V6iOOU9DpuyPhZWzEEZFLzoSg/s2551/Cubierta%20LA%20VIDA%20ENTERA.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2551" data-original-width="1642" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGNUf2F_b6g6Bw3SoYMyxFP1p00OU4rxRa8sTH82BH0gBh9SeUt3TgJlKlBe3FetfPYH9BMfzixHjgfya2m-AFQR1soEZUFJzCE8ZXOXVZ9S-FZ7ZxsV09ZUg4ntkP6hYJ6Q4Qkpn_5fVlJ964pB_YGsAs26b72_P52V6iOOU9DpuyPhZWzEEZFLzoSg/s320/Cubierta%20LA%20VIDA%20ENTERA.jpeg" width="206" /></a></div><br /><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Lo que para estar, no está</b></div><div><br /></div><div>No eres tú poesía,</div><div>no lo es nadie.</div><div>Lo que el verso</div><div>atrapa de lo inefable</div><div>apenas sombra es,</div><div>asomo, rasguño, aire.</div><div>No está aquí, sin duda,</div><div>ni lo estará cuando</div><div>estos trazos envejezcan,</div><div>porque el tiempo no agrega,</div><div>sólo quita lo que el presente</div><div>creyó que era inmutable.</div><div>No se puede decir poesía</div><div>porque es lo impronunciable:</div><div>su lengua balbucea, a veces,</div><div>en la sospecha de una frase</div><div>que al volver, buscándola,</div><div>resulta inencontrable.</div><div>Última frontera, confín,</div><div>de un mundo que no conoce</div><div>las palabras, pero que gusta</div><div>de atravesar al nuestro</div><div>por hacer fulgurar, sólo un instante,</div><div>su relámpago en la mano, </div><div>mientras su rayo lo descarga lejos</div><div>y de aquel trueno, en el papel, </div><div>burlón, apenas su silencio deja.</div><div><br /></div><div><br /></div><div> </div><div><b>haute couture</b></div><div><br /></div><div>no hay profesión peor</div><div>que la de los diseñadores de moda.</div><div>esos que dictaminan convencidos</div><div>si para esta prolongada temporada</div><div>el largo de los versos</div><div>debe llegar hasta la rodilla</div><div>o bajar hasta los tobillos.</div><div>sus agrias mannequins desfilan luego</div><div>por todas las pasarelas disponibles</div><div>semejantes a enormes frutillas</div><div>—un gran salmón encarnado</div><div>trastabillando sobre altísimos zapatos—</div><div>o parecidas a ridículas cacerolas vueltas abajo</div><div>listas para el prometido aplauso</div><div>de la repetida tediosa novedad.</div><div>si el «cómo» debe estar medio desnudo</div><div>si corresponde que se vea el «qué».</div><div>sus creadores aseguran que de haber sido invitados</div><div>homero y t.s. eliot dirían «está bien»</div><div>y casi ninguno vacilará en aceptarlo.</div><div>en todo asunto el dictado de la moda</div><div>es la peor cosa de este mundo.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-47031036860057287082023-04-10T00:12:00.001-03:002023-04-10T00:12:00.246-03:004 poemas de Mercedes Venturino<div style="text-align: left;"><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRnD5OW6FZH9ClKxr5j-7VxOtcBnbXsOs0pa-NmXC6WxK8YzhXEL_fBiZG3G5s4A4mUOAI4Ke6to-G7wxCwUuvQ7j4o0irJ63vJfA4eaGuoJGRdbGoDSTqQCDPOBqIwuGj9CYYQ_rQLuL8nBQsOgeQaG79djvTFlf_UxYjx1uXYkYmm1XDlYWVrBLZvQ/s1708/mercedes%20venturino.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1708" data-original-width="1707" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRnD5OW6FZH9ClKxr5j-7VxOtcBnbXsOs0pa-NmXC6WxK8YzhXEL_fBiZG3G5s4A4mUOAI4Ke6to-G7wxCwUuvQ7j4o0irJ63vJfA4eaGuoJGRdbGoDSTqQCDPOBqIwuGj9CYYQ_rQLuL8nBQsOgeQaG79djvTFlf_UxYjx1uXYkYmm1XDlYWVrBLZvQ/w400-h400/mercedes%20venturino.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Mercedes Venturino</td></tr></tbody></table><br /><b><br /></b></div><div><b><br /></b></div><div><b>Mercedes Venturino </b>nació en la provincia de Córdoba el 20 de mayo de 1972. Desde allí, antes de cumplir un año, partió para mudarse al Barrio Martin Güemes, en Avellaneda (Provincia de Buenos Aires), lugar que, según dice, «fuera el responsable, en gran parte, de modelar sutilmente todo lo que habría de comprender después». </div><div>En la contratapa de su libro <i>Ahora, </i>explica: «Empecé a escribir de niña, alentada por una maestra de la escuela primaria, que observó con nitidez, lo que producía en mí jugar con las palabras. Soy docente, profesora de Educación Física, y después de ir y volver muchas veces sobre las experiencias, compruebo y aseguro, una vez más, que lo único que podría cambiar algo en la tan arraigada costumbre que existe de buscar sólo lo utilitario, es el arte. Porque sabiendo apreciarlo, en cualquiera de sus expresiones, se llega a educar con sensibilidad, por lo tanto, se llega a tocar con las manos el amor; por consiguiente, podríamos ponernos más a menudo en los pies del otro...y entonces, quizás, algún día... aunque yo no lo vea, ni vos, ni mis hijos... tal vez un día, el sueño de un hombre diferente sea posible».</div><div>Publicó su libro de poemas <i>Ahora </i>a través del sello Amaru, en 2010. Es autora del blog <i><a href="https://poesiaenlahendidura.blogspot.com/" target="_blank">Poesía en la hendidura</a>.</i></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Toma el sexo y la mirada de las cosas</b></div><div><br /></div><div>No hables del rosal, </div><div>no hables del erial, </div><div>no hables de la piedra, </div><div>ni del camino que dobla amenazante, </div><div>ni de la orilla y el límite, </div><div>a no ser que allí hayas estado, </div><div>a no ser que los hayas conocido... </div><div>Tomar de cada cosa lo que se ve </div><div>y también lo que no muestra, </div><div>es una forma de vivir atentos,</div><div>una manera de atender señales...</div><div>No me conformo con lo que se puede,</div><div>quiero el pétalo más fresco de la rosa,</div><div>la herida más cruel que implique el erial,</div><div>la piedra más redonda donde resbalarian mis pies,</div><div>el camino que dobla en cualquier momento sobre sí mismo.</div><div>Quiero estar en la orilla </div><div>y llegar al borde del abismo, </div><div>no estar demasiado segura en ninguna parte,</div><div>quiero tomar de cada cosa sus ojos y su sexo.</div><div>De la planta, su raíz, árbol su fruto,</div><div>del pan horneado, la tibieza de un pedazo.</div><div>de un domingo las doce de la noche, </div><div>y de tus manos, la habilidad...</div><div>Del jarrón, el ancho de su vientre,</div></div><div><div>del collar, su cierre,</div><div>del reloj, tomaré su eternidad y su tristeza, </div><div>del final, el principio de lo que viene...</div><div>Y de tus palabras, las que se atreven al vuelo. </div><div>Acepto todo lo que hay en la casa del Tiempo. </div><div>Las ventanas son un erial,</div><div>y una rosa.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div>De <i>Ahora </i>(2010)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Construimos un paisaje con la intención...</b></div></div><div><br /></div><div><div>Construimos un paisaje con la intención</div><div>que guardan los recuerdos: </div><div>el de reírnos al evocarlos, algún día</div><div>Pero mis ojos abrazaron el aire</div><div>y sólo mi niña sabe</div><div> qué lugar encontré en su voz amiga,</div><div>sólo ella entiende el lugar de los fraudes</div><div>que acarician como el hielo</div><div>con su filo de bohemia en lugar de la risa</div><div>Nunca se sabe</div><div>bajo la forma de qué puente,</div><div>cruza un día la contingencia </div><div>y pone a prueba la mirada de tu pecho</div><div>Pero puedo asegurar</div><div>-aunque no puedan creerlo-</div><div>que a veces lo que se espera</div><div>no es lo mismo que se necesita,</div><div>aunque para eso</div><div>haya que aprender a mirar sin el afán </div><div>que todo lo justifica </div><div>Y es entonces que lo aprendido nos vuelve ciegos, </div><div>Ignorantes de lo que puede descubrirse</div><div>con una vanidad que nunca se explica </div><div>Pero lo entiendo:</div><div>lo mismo que arde</div><div>también encandila,</div><div>y no es fácil aceptar el fuego</div><div>que con su lengua desesperada invade</div><div>la arrogante serenidad del hielo</div><div>Me llevó tiempo aprender a amar en la falta</div><div>con los huecos que provoca el vacío </div><div>Pido disculpas si no puedo</div><div> con el que espera que le coman de su mano, </div><div>como los perros amigos</div><div>Para eso pasan los destellos en la vida,</div><div>para enseñarte que con el miedo </div><div>es imposible </div><div>vivir como sueñan las palabras,</div><div>para mostrarte la vacuidad que encierra</div><div>entregar el valioso tiempo de la obra </div><div>en lo que refleja apenas un decorado,</div><div>para contarte, aunque sea por última vez,</div><div>que hay personas </div><div>que iluminan como un faro </div><div>en un brillo</div><div>que a otros lastima</div></div><div><br /></div><div><i>Inédito</i></div><div><i><br /></i></div><div><i><br /></i></div><div><br /></div><div><div><b>Ahora... </b></div></div><div><br /></div><div><div>Ahora </div><div>el momento en que la tormenta pasó </div><div>y queda en las paredes</div><div> y en los techos </div><div>el rastro brilloso de lo que fue su cuerpo</div><div>Y la tierra respira</div><div>desde su corazón de barro</div><div>y el suelo del patio es un espejo</div><div>donde mirarse</div><div>Entre las ramas</div><div> se agitan algunas vidas nuevas </div><div>y entonces se te da por unir el círculo:</div><div>después de la lluvia</div><div>se respira de otra manera</div></div><div><br /></div><div><i>Inédito</i></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Durante mucho tiempo pensaba...</b></div></div><div><br /></div><div>Durante mucho tiempo pensaba</div><div><div> en la belleza de las mariposas</div><div>en su símbolo e historia </div><div>con ese anhelo que dan las cosas soñadas,</div><div>como quien mira el mar</div><div>soñando el horizonte </div><div>pero no pierde de vista la orilla,</div><div>pero no arriesga su preciada playa</div><div>Yo quería mariposas </div><div>pero no plantaba asclepias</div><div>Durante mucho tiempo </div><div>yo quería pájaros respirando cerca,</div><div>quería tomar mate y escuchar su trino </div><div>en el silencioso ruido de la mañana</div><div>Yo quería pájaros </div><div>pero mis plantas no tenían ramas</div><div>donde los gorriones</div><div>pudieran hacer sus nidos</div><div>Hoy,</div><div>mientras la hora azul de la mañana</div><div>transcurre sin prisa,</div><div>dos gorriones van del patio a mis sillones,</div><div>de la enredadera a las ventanas </div><div>y el color fuegonaranja de las monarcas</div><div>espera y respira,</div><div>aguarda y crece</div><div>Nos pensamos que somos los dioses arquitectos creadores de emociones </div><div>y no...</div><div>La amistad </div><div>La crianza de hijas e hijos</div><div>El amor, el buen amor...</div><div>Todo, son preciosas lecturas</div><div>de la naturaleza </div><div>Todo es una fiel imagen</div><div>de sabiduría e instinto </div><div>Si la intención es cierta y se trabaja para eso,</div><div>todo llega</div><div>Si se quiere disfrutar del sueño que se elige,</div><div>Hay que saber plantar,</div><div>Hay que aprender la paciencia </div><div>Hay que poder crear</div><div>el ambiente propicio</div></div><div><br /></div><div><i>Inédito</i></div><div><br /></div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-6050547852547891762023-04-07T07:00:00.000-03:002023-04-07T07:00:00.223-03:006 poemas de Santiago Sylvester<div style="text-align: left;"><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheWeGCiNfOrdEY9Y1Dg43gwspzcOtvKPUWImRqz_fmvwW_zQIlBGPSmu_k-IJyYl0n7VKp5KHGu1EvI8mMmUwd8XESl6XRSLW3kI6dSuR0QlJg6boUTJaHLxvuj35mIhrQRtKKTzFuMvbBtxMM9t2PbEPvLK-kEk1GeELA945uhmsZ7XW6lqt1sn0prQ/s2047/santiago%20sylvester.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1661" data-original-width="2047" height="325" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheWeGCiNfOrdEY9Y1Dg43gwspzcOtvKPUWImRqz_fmvwW_zQIlBGPSmu_k-IJyYl0n7VKp5KHGu1EvI8mMmUwd8XESl6XRSLW3kI6dSuR0QlJg6boUTJaHLxvuj35mIhrQRtKKTzFuMvbBtxMM9t2PbEPvLK-kEk1GeELA945uhmsZ7XW6lqt1sn0prQ/w400-h325/santiago%20sylvester.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Santiago Sylvester en Mendoza, 2013. Foto de Camila Toledo.</td></tr></tbody></table><br /><div><br /></div><div><br /></div><div><b><a href="http://festivaldepoesiademendoza-ed.blogspot.com/search/label/Santiago%20Sylvester" target="_blank">Santiago Sylvester </a></b>nació en Salta en 1942. Figura prominente de la poesía argentina actual, es autor de numerosos libros de poemas, de un libro de cuentos y varios de ensayos, publicados en Argentina y España. Ha recibido los premios Provincia de Salta, Fondo Nacional de las Artes, tercer Premio Nacional de Poesía, Gran Premio Internacional Jorge Luis Borges y Municipal de la Ciudad de Buenos Aires. En España recibió los premios Ignacio Aldecoa, de cuentos, y Jaime Gil de Biedma, de poesía. Es autor de dos antologías de la poesía del Noroeste Argentino, de una antología de la poesía de Manuel J. Castilla, otra de Néstor Groppa, y ha realizado ediciones críticas de obras de Juana Manuela Gorriti y Federico Gauffin. Dirigió la colección Pez Náufrago, de poesía, y es la colección de ensayos Época, ambas en Ediciones del Dock. Es miembro número de la Academia Argentina de Letras </div><div><br /></div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Certidumbre</b></div><div><br /></div><div>Imaginando lo peor de todo: </div><div>cuando ame a otra mujer </div><div>o cuando hayas muerto </div><div>(tal cosa es posible en esta vida) </div><div>todavía recordaré tus ojos, tus palabras, </div><div>los gestos de tu mano, </div><div>la costumbre con que te acercas.</div><div><br /></div><div>Me pregunto si serás un exceso del destino, </div><div>un equilibrio en medio de la duda, </div><div>o la serenidad con que buscaré un nuevo orden </div><div>cuando después de todo esto </div><div>desaparezca la razón del mundo.</div><div><br /></div><div><i>Salta 1978</i></div></div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;">De <i>Palabra intencional </i>(1974)</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b>I</b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><div>Siente piedad por sus testículos al borde de la mesa, </div><div>por su cabeza tan dejada de Dios, </div><div>por su hambre, porque nunca volverá a comer, </div><div>por su perra que ladra en el desierto, </div><div>por su memoria atolondrada</div><div>que lo hace orinar en los malvones.</div><div>Y luego de apiadarse, lo ata, </div><div>ausculta, desinfecta,</div><div>prepara los detalles: no siente piedad </div><div>dos veces por el mismo perro.</div><div><br /></div><div>De <i>Perro de laboratorio </i>(1987)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Escenario vacío</b></div><div><br /></div><div>¿Nadie aplaude a un escenario vacío? Todo lo que hemos visto ha pasado por él.</div><div><br /></div><div>La mujer que plancha en el cuarto del fondo, el hombre de la pala, el que golpea la mesa aturdido sin remedio, ¿no tendrán su recompensa?</div><div>El que toma sol entre los cajones del mercado, ¿no recibirá una ovación? </div><div>¿No hay un elogio para el que riega las plantas? ¿Nadie aprueba la tarea de dormir? ¿Ni un estúpido aplauso para el que fríe un huevo?</div><div><br /></div><div>El escenario vacío: sólo hay en él </div><div>la complejidad de la trama </div><div>que pide de nosotros, no un espectador, </div><div>sino un nuevo escenario;</div><div>un espejo hacia la sala </div><div>examinando al auditorio.</div><div><br /></div><div>El problema no resuelto es que también </div><div>está vacía la platea </div><div>mientras los aplausos aturden,</div><div>la función continúa </div><div>y no hay quien corra el telón.</div></div><div><br /></div><div>De <i>Escenarios </i>(1994)</div><div><br /></div><div><br /></div></div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b>La muerte...</b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">La muerte es provisoria, pero la vida está definitivamente aquí,</div><div>aunque todo indique lo contrario:</div><div><br /></div><div>en el gusto que el café deja en la boca,</div><div>en la brasa que se consume sobre el cenicero,</div><div>en el rugido de los automóviles, más allá de la ventana,</div><div>y también en la memoria que gira en sentido contrario a las agujas del reloj,</div><div>/contradice a las aves migratorias, sube escalera abajo/</div><div>y se salva de la destrucción.</div><div><br /></div><div>De <i>Café Bretaña </i>(1994)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><i><b>(la conversación)</b></i></div><div><br /></div><div>Los años no entran todos por la misma puerta</div><div>aunque terminen juntos,</div><div>siempre en trance de irse hacia otra parte: el problema</div><div>es adónde</div><div><br /></div><div>Tampoco vienen del mismo lugar: cada uno con su avío;</div><div>y si terminan comiendo de la misma sopa, reflejados</div><div>en el mismo espejo,</div><div>no muestran siempre una cara triunfante sino</div><div>esta pregunta que cae por su propio peso: ¿hay años que ya no vendrán?</div><div>Y no hay una respuesta: hay</div><div>principios generales que terminan en desilusión: un secreto</div><div>que sólo muy pocos no conocen.</div><div><br /></div><div>Aunque no entran todos por la misma puerta,</div><div>tienen el diálogo de los que están resignados a juntarse</div><div>y esa conversación,</div><div>lo que se dice en ella,</div><div>es lo único que no deja de existir</div><div>cuando de pronto un reloj se detiene para todos.</div><div><br /></div><div>De <i>La palabra y</i> (2011)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b><i>(una comprobación)</i></b></div><div><b><i><br /></i></b></div><div><div>Εl que ha oído por primera vez el viento en un patio agitado por un frente de tormenta,</div><div>oye también este viento </div><div>que la memoria sacude ahora en mi cabeza.</div><div><br /></div><div> El lugar de observación </div><div>se desplaza, siempre está de paso: me gusta su manera de abarcar lo que toca: estas menciones reflejas</div><div>para que nada sea lo que es: como el viento que oigo </div><div>es y no es el de aquel patio,</div><div>y sólo queda una premisa cierta o falsa que ha sucedido hace años.</div><div><br /></div><div>Y nadie es dueño de las consecuencias </div><div>ni de los vientos que vendrán.</div></div><div><br /></div><div>De <i>Los casos particulares </i>(2014)</div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-72175668868477553432023-04-04T15:41:00.002-03:002023-04-04T16:53:04.584-03:00La historia de un poema de Reyna Domínguez<div style="text-align: left;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhybmYRSUQgqGTfegqAxfZdZq7alZLHt6gM6VNyGyn7fHDgdsuPn3uP1DtNw38h9HEs04lKcGcEdqO360bjlNG53R-MsyNTrhRBoOo00d0bMYv8OM4rIa7FMvSuqpMpW5-L-eGQJwCy89jSOw_2VgT47Mx9ACJ00ckOnF6Jv1okqFeMujmKDO3IrisGSg/s799/10032961253_72f78d6ea1_c.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="729" data-original-width="799" height="365" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhybmYRSUQgqGTfegqAxfZdZq7alZLHt6gM6VNyGyn7fHDgdsuPn3uP1DtNw38h9HEs04lKcGcEdqO360bjlNG53R-MsyNTrhRBoOo00d0bMYv8OM4rIa7FMvSuqpMpW5-L-eGQJwCy89jSOw_2VgT47Mx9ACJ00ckOnF6Jv1okqFeMujmKDO3IrisGSg/w400-h365/10032961253_72f78d6ea1_c.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Reyna Domínguez en su visita al Festival Internacional de Poesía de Mendoza 2013 | Foto: Camila Toledo</td></tr></tbody></table><br /><div><br /></div><div><br /></div><div>por <b>Reyna Domínguez </b>(*)</div><div> </div></div><div style="text-align: left;">Mi amigo, el poeta sanjuanino José Casas (militante del Partido Comunista), fue detenido por la dictadura y enviado a la cárcel de La Plata en 1976. En ese mismo año, a través de Don Emilio, su padre, escrito con birome en una hoja de cuaderno, le envié el poema <i>Incomunicado, </i>que escribi para él; lo notable fue que no guardé para mí, ninguna copia. </div><div style="text-align: left;">Uno o dos años después, José salió en libertad. Reanudamos nuestra relación de amistad sustentada en el común afecto, pero también en la poesía, la militancia cultural y en resistencia a la dictadura. Olvidamos ese poema (o al menos no volvimos a mencionarlo) durante mucho tiempo. </div><div style="text-align: left;">Pasados unos veinte años, una noche durante un acto cultural, José me muestra ese poema en la misma hoja (muy bien conservada) en que yo se lo había enviado. Fue emocionante saber que lo había cuidado con esmero. Conversábamos sobre aquel lejano tiempo, pero vino alguien, interrumpió, se sumaron otros amigos, la conversación se disipó, y otra vez me desencontré con mi poema. </div><div style="text-align: left;">A José se le perdió el original, y aparentemente también la copia que tenía registrada en una computadora, puesto que un accidente había destruido su disco rígido. </div><div style="text-align: left;">Sin embargo 45 años después de escrito, aparece José por mi casa a visitarme en mi enfermedad y me trae aquel (por ambos) querido poema. Ahora finalmente lo podemos compartir con todos</div><div><br /></div><div><i>Mediados de agosto de 2021</i></div><div><i><br /></i></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkmgs33qhMawTJ28JILNd94GgaxDtuK6YSzwAiVcqF3BHyZIydSaX885Aer44Nxk2KTz5ktF7VFt6UJt9aqu2Zz0SMt3H1ymrydUo-xkjtqCiN3RBJGp_yGXD1juQHmOTvuIMgHSvVe1MhyfattvIC_uwnProHR1DL12lRaV0eh75JYKANvchfeZJ42Q/s839/WhatsApp%20Image%202023-04-04%20at%2015.32.16.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="839" data-original-width="581" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkmgs33qhMawTJ28JILNd94GgaxDtuK6YSzwAiVcqF3BHyZIydSaX885Aer44Nxk2KTz5ktF7VFt6UJt9aqu2Zz0SMt3H1ymrydUo-xkjtqCiN3RBJGp_yGXD1juQHmOTvuIMgHSvVe1MhyfattvIC_uwnProHR1DL12lRaV0eh75JYKANvchfeZJ42Q/s320/WhatsApp%20Image%202023-04-04%20at%2015.32.16.jpeg" width="222" /></a></div><br /><i><br /></i></div><div><i><br /></i></div><div><b>Incomunicado</b></div><div><b><br /></b></div><div><div>El ojo azul,</div><div>el ojo rojo te miran</div><div>desde el cuarto </div><div>en que te encojes</div><div>y dilatas</div><div><br /></div><div>Tus manos mezclan </div><div>sopor, hiel, vino</div><div>en las mías</div><div><br /></div><div>Espero sin contestación</div><div><br /></div><div>El cielo no está abierto</div><div>una enramada incandescente </div><div>encierra tu nombre</div><div>en la penumbra de un cuadrado </div><div><br /></div><div>Serpientes seseantes</div><div>engarzan vidrios hirientes, </div><div>pilas electrizadas, anillos de salmuera</div><div>a tus pies.</div><div><br /></div><div>El corazón te quema</div><div>te hiela</div><div>Es primavera</div><div>La primavera se ha ahogado</div><div>con mate amargo</div><div><br /></div><div>Espero sin contestación</div><div><br /></div><div>Tengo preparado </div><div>un ungüento vivificador </div><div>lo puse, vigilante,</div><div>en un rincón,</div><div>al lado de mi puerta</div><div><br /></div><div>Espero sin contestación</div><div><br /></div><div>Qué haré para contar los días</div><div>con el tartamudeo </div><div>de los minutos extensísimos</div><div>¿Qué haré con el tiempo mutilado?</div><div><br /></div><div>Tus ojos tienen nueva casa</div><div>Inamovibles</div><div>me observan</div><div>No podré volver la cabeza</div><div>porque has trazado</div><div>en círculo tu casa</div><div>en mitad de mi frente</div><div><br /></div><div>No podré dar más</div><div>que dos pasos</div><div>uno adelante, </div><div>uno en retroceso</div><div>Mi libertad </div><div>se ha consumido</div><div>apenas se formó </div><div>el cuadrado</div><div><br /></div><div>Estoy con el pie</div><div>metido en el cepo</div><div>porque somos uno</div><div>las uvas del racimo</div><div><br /></div><div>Espero sin contestación</div><div><br /></div><div>Pronto,</div><div>pronto</div><div>he de volver a verte</div><div>con mis propios ojos</div><div>o si no ya no tendré</div><div>más ojos que los tuyos</div><div>No podré presentir</div><div>ningún vuelo de pájaro </div><div>porque el cuadrado</div><div>me ha cegado</div><div><br /></div><div>Prepararé una canción</div><div>de trigo y agua de la gruta fresca</div><div>Una almendra diminuta</div><div>más dulce que amarga</div><div>te contaré el regreso</div><div>Y la oración </div><div>repetirá una vez más</div><div>cada letra de tu nombre, </div><div>reservado en un cofre</div><div>presto a ser abierto.</div><div style="font-weight: bold;"><br /></div></div><div><i><br /></i></div><div><i><br /></i></div><div><i>(*) Por primera vez desde 2009, cuando El Desaguadero conmenzó con su sección «La historia de un poema», publicamos un texto que no fue escrito especialmente para nuestra revista. Creemos que la ocasión lo amerita: en 2021, ya en su lecho de muerte, la poeta sanjuanina Reyna Domínguez escribió la historia de un poema (tal vez en conocimiento de nuestra sección) y la incluyó en el libro que estaba preparando, y que terminó siendo póstumo: </i>Romanza de lo vivido. <i>Recuperamos aquí, entonces, esa historia y ese poema.</i></div><div><i><br /></i></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-35696706146970658662023-03-27T10:30:00.000-03:002023-03-27T10:30:00.224-03:006 poemas de María Laura Buttarini<div style="text-align: left;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2bw5mo17zBwb98-ogHuylaYFA3gzeEg4CxSK-TZVcs8Zib8gnjYmaJmi9pqvlfDIdltCPQdBBJg03ptlm-zaXJlBOQtiCwb8ubFW3mKJMUpx0W8M7iJwH31Vf_doKbn-0gslIW0OhqRyLqfuKVum9NfWKx6DXZRE4ua9vJm_LrWL45OKSjlwIUl9smw/s960/mar%C3%ADa%20laura%20buttarini.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="945" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2bw5mo17zBwb98-ogHuylaYFA3gzeEg4CxSK-TZVcs8Zib8gnjYmaJmi9pqvlfDIdltCPQdBBJg03ptlm-zaXJlBOQtiCwb8ubFW3mKJMUpx0W8M7iJwH31Vf_doKbn-0gslIW0OhqRyLqfuKVum9NfWKx6DXZRE4ua9vJm_LrWL45OKSjlwIUl9smw/w394-h400/mar%C3%ADa%20laura%20buttarini.jpg" width="394" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">María Laura Buttarini.</td></tr></tbody></table><br /><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b><br /></b></div><div style="text-align: left;"><b>María Laura Burattini </b>nació en Buenos Aires en 1968. Se graduó de abogada en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente se desempeña como secretaria Letrada del Tribunal Fiscal de la Nación. Participa de diferentes talleres literarios. Varios de sus textos fueron premiados y forman parte de numerosas antologías en el país y en el exterior (Canadá, España, Francia, entre otros). Publicó <i>El fondo de la caja </i>(Ediciones en Danza, 2019) y los <a href="https://www.miltrazos.com.ar/productos/un-mundo-mas-leve-pack-de-4-libros-2da-edicion/" target="_blank">libros de poesía infantil </a><i>Un mundo más leve, Mi amigo imaginario, Las olas </i>y <i>¡Mi abuela es extraordinaria!</i></div><div style="text-align: left;"><i><br /></i></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><div><b>Miedo</b></div><div><br /></div><div>Llueve en aguacero. </div><div>Digo prisa y las horas se arrastran.</div><div><br /></div><div>Me aterra pensar que es un hechizo </div><div>el que transforma mi temblor en realidades.</div><div><br /></div><div>Digo patio</div><div>y los jazmines se oscurecen.</div><div>Digo grillo</div><div>y la tristeza se hace blanda.</div><div><br /></div><div>La única palabra poderosa </div><div><div>que arremete, </div><div>que se salva.</div><div>aparece y me rescata </div><div>si te nombro.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Viajera</b></div><div><br /></div><div>Vuelve encantadora </div><div>a fraguar esta tarde </div><div>aún en llamas.</div><div><br /></div><div>Un haz de colores </div><div>atraviesa </div><div>la lágrima carnal </div><div>de la inconsciencia.</div><div><br /></div><div>Revivo en los dientes </div><div>esa duda </div><div>que tensa </div><div>imperiosa </div><div>mi sigilo </div><div>y acabo </div><div>en la espesura de los vientos </div><div>como un capullo incierto a la deriva.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Verano</b></div><div><br /></div><div>Estas ganas de aguacero </div><div>en los cristales </div><div>como el índice de Ariadna </div><div>dibuja</div><div>sinuoso</div><div>una máscara.</div><div><br /></div><div>Tanta orfandad de fresco </div><div>de carozo y siesta </div><div>que rogamos lluvia.</div><div><br /></div><div>El aire se aturde </div><div>de chicharras.</div><div><br /></div><div>Mientras tanto </div><div>nos sometemos </div><div>al laberinto ahogado </div><div>de la espera.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Otras</b></div><div><br /></div><div>Me miro en el peso de los roles </div><div>y quisiera patear el grito, </div><div>pedir ayuda, </div><div>desesperarme.</div><div><br /></div><div>Pero sigo aquí, </div><div>a la vista de todos </div><div>que se callan, </div><div>prisioneros.</div><div><br /></div><div>Intento</div><div>hacer aparecer en la saliva </div><div>cualquier desesperanza </div><div>y abandonarme a la luz.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Odio</b></div><div><br /></div><div>¿Y si en lugar de odio fuera </div><div>una caricia</div><div>la que se engendra </div><div>bajo la hiedra trepadora?</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Recorrido</b></div><div><br /></div><div style="text-align: right;">«Heme aquí perdido entre mares desiertos. Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche»</div><div style="text-align: right;">Vicente Huidobro</div><div style="text-align: right;"><br /></div><div>Dejamos una estela </div><div>cuando al amanecer </div><div>nos llenamos de dudas </div><div>y se hace luz la semilla </div><div>que muestra el brote nuevo.</div></div><div><br /></div><div>De <i>El fondo de la caja </i>(2019)</div><div><br /></div><div><br /></div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-37386313275816119892023-03-13T10:29:00.001-03:002023-03-13T10:29:00.225-03:004 poemas de Alicia Grinbank<div style="text-align: left;"><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhr-rbF6IvlooNKNj6GYwviq0EYR1Sz31wOTozcD_OrjxfonFHd3z6C1NEsG8IfTvFl8cITYZSQWXx1bNoOEfyoo9ilAi1cXhDcqPgd_TpqE8ZV4pP1pV8A3efJOxgbhNcMQlH5YQlPiHPdjrHfCWVtptUoXSynNPWhGWMW8KkSgz-dzs8kRlMk6pdw6Q/s2048/alicia%20grinbank.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2048" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhr-rbF6IvlooNKNj6GYwviq0EYR1Sz31wOTozcD_OrjxfonFHd3z6C1NEsG8IfTvFl8cITYZSQWXx1bNoOEfyoo9ilAi1cXhDcqPgd_TpqE8ZV4pP1pV8A3efJOxgbhNcMQlH5YQlPiHPdjrHfCWVtptUoXSynNPWhGWMW8KkSgz-dzs8kRlMk6pdw6Q/w400-h300/alicia%20grinbank.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Alicia Grinbank.</td></tr></tbody></table><br /><b><br /></b></div><div><b><br /></b></div><div><b>Alicia Grinbank </b>nació y se crio en el barrio de Floresta (Ciudad de Buenos Aires). Estudió Literatura Francesa. Publicó los libros de poemas <i>Bruma y verdor </i>(Botella al Mar, 1987), <i>Curanto </i>(Libros de Tierra Firme, 1992), <i>La balsa de la Medusa </i>(La Luna Qué, 2002), <i>Noche cerrada </i>(El Mono Armado, 2006) y <i>Pulmón de manzana </i>(El Mono Armado, 2011).</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Zumbido</b></div><div><b><br /></b></div><div><div>Todo está ordenado:</div><div>hasta arden los leños en la casa</div><div>comida suficiente </div><div>plagas controladas</div><div>mandaderos por la puerta de servicio</div><div>Es solo una mosca que perturba</div><div>ronda por el borde del plato…</div><div>hace frío ¿de dónde habrá salido?</div><div>Una mosca verdinegra</div><div> zumba</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div>De <i>Curanto </i>(1992)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Vista abierta</b></div><div><b><br /></b></div><div><div>Desde el 6º piso de mi balcón florido </div><div>se ve la terraza del laboratorio de la vuelta: </div><div>hombres con cofia blanca ajustan manivelas </div><div>abren un gabinete sellado </div><div>revisan tuberías instalan artefactos.</div><div><br /></div><div>Algunos atardeceres mientras riego las plantas </div><div>los contemplo y me dejo creer que acá </div><div>en Colegiales </div><div>—al alcance de mi vista en el centro mismo de la manzana—</div><div>se activará el botón o la palanca</div><div>que acabe por fin</div><div>con el dolor de todo.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Pulmón de manzana</b></div><div><br /></div><div><div>En 4 cuadras a la redonda se fragua el mundo.</div><div>Ventanitas y detrás el desdén el amor la cacería.</div><div>En algunas terrazas se baldea</div><div>en otras se tritura el costillar.</div><div>La vecina fuma a morir</div><div>y en el mercadito —a las siete de la tarde—</div><div>la broma chabacana</div><div>diluye el estrago de los rostros.</div><div><br /></div><div>Pero la hora más intensa</div><div>sucede cuando me acuesto</div><div>y dejo que me bañe la luz nocturna del barrio.</div><div><br /></div><div>Escucho su respiración de animal doméstico:</div><div>débiles reyertas besos salvajes.</div><div>Hasta que la bocina de algún tren carguero</div><div>hiende la noche y me duermo.</div></div><div><br /></div><div>De <i>Pulmón de manzana </i>(2014)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>Escena final</b></div><div><br /></div><div>Está enojado el hombre, iracundo, digamos.</div><div>Y es lógico, ella lo ha crispado hasta la puteada.</div><div>Sacó de él lo que tanto calló y perdonó y contuvo.</div><div>Ahora quedó solo en la calle del dolor:</div><div>desfilan taxis vacíos parejitas abrazadas</div><div>y el hombre vuelve a su casa.</div><div>Abre las ventanas y de ella arroja cartas, fotos </div><div>y alguna chalina perfumada.</div><div>Luego pega el grito. Se deja caer por ese tragaluz infame:</div><div>rebota en el patio de la planta baja</div><div>entre condones y verduras</div><div>desnucado y feliz por la noticia</div><div>que ella recibirá a la mañana</div></div><div><br /></div><div><i>Inédito</i></div></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-40201036134866613122023-03-06T16:52:00.004-03:002023-03-06T16:52:00.223-03:006 poemas de Laura García del Castaño<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-Q8uiqaVgH26URpXDKQxnh8BQJzdvGtcOhJcXIbJk8uYjwgCM7OzIoC3N5TUn1fMvRC8kntHCOzek3ycHBlIsE6tHfh3Jd6x148O5cEeaoGw3JPunKW_pKM0cRPGF6PVjlsVxfeKFLlE_uK08fS6-Pzb8MWcHyM9zXddO1qU-Yiymp6YSl6Rx5Yo42g/s488/laura%20garc%C3%ADa%20del%20casta%C3%B1o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="488" data-original-width="479" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-Q8uiqaVgH26URpXDKQxnh8BQJzdvGtcOhJcXIbJk8uYjwgCM7OzIoC3N5TUn1fMvRC8kntHCOzek3ycHBlIsE6tHfh3Jd6x148O5cEeaoGw3JPunKW_pKM0cRPGF6PVjlsVxfeKFLlE_uK08fS6-Pzb8MWcHyM9zXddO1qU-Yiymp6YSl6Rx5Yo42g/w393-h400/laura%20garc%C3%ADa%20del%20casta%C3%B1o.jpg" width="393" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Laura García del Castaño.</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b><a href="http://festivaldepoesiademendoza2017-ed.blogspot.com/2017/09/laura-garcia-del-castano.html" target="_blank">Laura García del Castaño </a></b>nació en Córdoba el 17 de octubre de 1979. Publicó varios libros de poemas, entre los que se destacan <i>El grito </i>(edición de autor, 2004), <i>La vida en que sueñas </i>(Recovecos, 2012), <i>El animal no domesticado </i>(Pan Comido, 2014), <i>El sueño de Sara Singer </i>(Llanto de Mudo, 2014, Caleta Olivia 2017), <i>El animal no domesticado </i>(Pan Comido, 2014), <i>Los demonios del mar </i>(Ediciones Del Dock, 2015) y <i>Mubarak </i>(Buena Vista, 2022).</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><b>Nacer rompe...</b></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div><div>Nacer rompe el espejo de la eternidad</div><div>lo fracciona en infinitas fatalidades</div><div>vivir es la fatalidad</div><div>de no entrar de pie</div><div>en la parte de reflejo que nos toca</div><div>y añorar los pedazos faltantes</div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>En la ceguera...</b></div><div><br /></div><div>En la ceguera</div><div>está la visión que nos falta</div><div>como en el sueño</div><div>el resto de vida que no despierta</div></div><div><br /></div><div>De <i>La vida en que sueñas </i>(2012)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>nadie te conoce</b></div><div><br /></div><div>no saben cómo </div><div>dispones la risa, moderas el hambre </div><div>controlas el celo </div><div>la voracidad de la carne </div><div>no saben dónde </div><div>clavarías la lanza </div><div>si eres quien da o quien bebe </div><div>del veneno </div><div>lo inesperado es un mundo de ciegos </div><div>mirando el mar esta habitación, la ropa sucia </div><div>tu dolor de espalda </div><div>que rujas como un niño maldito </div><div>no sugieren nada </div><div>sobre el corazón más tierno </div><div>sobre el bonsai más soleado </div><div>se esparce el musgo </div><div>florece la catástrofe</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>a la altura de tu corazón</b></div><div><b><br /></b></div><div>que no estuve a la altura de tu corazón </div><div>que soy un alma oscura marchitándote </div><div>que mi nombre es largo y pretencioso </div><div>que tus labios no venían cansados ni sedientos </div><div>apenas si fui tu primera constelación </div><div>el segundo pecho que has bebido, un oscuro marcapaso </div><div>que no pudimos concebirnos, fecundamos </div><div>que este amor ha sido armado, intencional </div><div>el nudo en tu pelo rojo </div><div>lo desnucado, lo torcido </div><div>que desteñí tu camisa </div><div>rayé el disco del adagio </div><div>que no te mostré <i>el mar </i></div><div><i>con la rama de espantar los perros </i></div><div>que todo lo que escribo </div><div>es animal, salvaje y velocísimo </div><div>y que vos te lo has montado </div><div>en mi cara </div><div>para huir</div><div><br /></div><div>De <i>Los demonios del mar </i>(2015)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>El panal...</b></div><div><br /></div><div><i>El panal que sacaste de la ventana </i></div><div>está ahora sobre la pila de libros</div><div>casa flotante, embalsamado glaciar</div><div>con sus piezas desnudas y sus habitantes perdidos</div><div>Cuando no duermo</div><div>me siento frente a él y observo</div><div>exhibida a escala</div><div>nuestra fortaleza:</div><div>un reino paralítico</div><div>que aún perdura</div><div>y cruje de noche</div><div>la pureza de un tumor</div><div>que aumentará su tamaño</div><div>para despedirnos</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b>Lavo la sangre...</b></div><div><b><br /></b></div><div><div style="text-align: right;">“Antes un cubo de agua era más valioso que nuestros propios hijos" </div><div style="text-align: right;">Tovognaze</div><div style="text-align: right;"><br /></div><div><i>Lavo la sangre de mi periodo en agua color café</i></div><div>Lavo la falla de mi nacimiento</div><div>Froto la censura del hombre</div><div>La mancha de la mutilación</div><div>La costura que es herida y amenaza</div><div>Ellos odian lo que no controlan.</div><div>No lo dejan ir. Yo lo dejo ir</div><div>Estrujo con fuerza mis bragas, como si torciera el cogote de un ave para el almuerzo</div><div>Como si exprimiera</div><div>la teta de una cabra famélica</div><div>El órgano entero de mi madre y de mis hijas</div><div>Lo dejo ir.</div><div>Lavo el musgo tibio de mi carne</div><div>La baba deslavada del universo</div><div>y ando así</div><div>Goteando sobre la sequedad intensa de mi pueblo</div><div>Me muevo lenta sobre los cultivos</div><div>para que nadie sienta el olor de</div><div>mi sangre desgajada y estéril</div><div>que a nadie alimenta</div><div>Hebra de madre muerta desmenuzada</div><div>no retenida</div><div>espesa fibra del baobabs</div><div>coágulo sin rostro</div><div>líquido terco, clandestino</div><div>pura arritmia del bosque</div><div>Mi cuerpo inundado</div><div>altera a mi padre avergüenza a mi hombre</div><div>Decepciona a los dioses</div><div>Sangro frente a mi esposo</div><div><i>Mientras estoy menstruando no puedo tocar sus remedios</i></div><div><i>ni sus amuletos, anulo su poder</i></div><div>Pero entonces apesto a mujer</div><div>No puedo evitarlo</div><div>Como el mandril</div><div>Esparzo el olor en dirección a mi obtuso rival</div><div>No puedo ser sumisa en esto</div><div>Sangro aunque me ordene que no lo haga</div><div>aún arrodillada ante él</div><div>Sangro y renazco</div><div>Anulo su poder</div><div>Lavo la sangre de mi periodo en agua color café</div><div><br /></div><div>luego llevo el balde hasta la huerta</div><div>y riego</div><div>Espero que los brotes nazcan que mis hijas crezcan</div><div>que todo sea del color</div><div>de la tinta en que se impregna</div></div><div><br /></div><div>De <i>Mubarak </i>(2022)</div><div><br /></div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-858151452688334382.post-61807146420659629442023-03-02T10:30:00.017-03:002023-03-02T10:30:00.230-03:00La historia de un poema de Noelia Palma<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLJevTOkEM05NfaxsMINUNgQJOCpMURWKhbuKPzC-PfSvuT5To8V50Stj0zfzo6criP2QTpNv413LaFAUOIdS2sfhw8bPVIYzK9RdmOT-BxH4mXwT1e1Q6fG2Z44METGPon06JQhVw7cHQJ_76apUvzwPxs7HyFpp8QGKppJO5GFnzbBlmgxrDA-4Z9w/s2667/tinywow_las%20flores%20que%20mis%20hijos%20noelia%20palma_13812056.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2667" data-original-width="2000" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLJevTOkEM05NfaxsMINUNgQJOCpMURWKhbuKPzC-PfSvuT5To8V50Stj0zfzo6criP2QTpNv413LaFAUOIdS2sfhw8bPVIYzK9RdmOT-BxH4mXwT1e1Q6fG2Z44METGPon06JQhVw7cHQJ_76apUvzwPxs7HyFpp8QGKppJO5GFnzbBlmgxrDA-4Z9w/w300-h400/tinywow_las%20flores%20que%20mis%20hijos%20noelia%20palma_13812056.jpg" width="300" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Noelia Palma (foto de Oscar Ernesto Solís)</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;">por <b>Noelia Palma (*)</b></div><div style="text-align: left;">Especial para El Desaguadero</div><div style="text-align: left;"><br /></div><div>Un gesto. Una bailarina se acuclilla. Los dedos se mueven en el piso como si escribiera. De pronto escribe. Y no dejará de escribir. De niña fui esa bailarina. </div><div>Cerca de mi casa de la infancia había una academia de danza que se llamaba Plus Life. A los cinco años mi madre me inscribió. Recuerdo haber ido con temor a lo desconocido y haber regresado a casa sin querer volver. </div><div>Mi profesora tenía un nombre que recuerdo con melancolía: Lorena. </div><div>Lorena nos enseñó disciplina a mí y a las compañeras. Nos enseñó la precisión del movimiento, los saltos de la danza jazz, la historia, los tiempos, las repeticiones, la belleza. Lorena nos enseñó a competir, nos llevó al teatro, enseñó a nuestras madres a maquillar y a peinar. Se ponía nerviosa con nosotras y festejaba a la par. Lorena nos hacía diplomas con letra prolija y muchas felicitaciones. </div><div>La última vez que competí en un teatro usé una malla azul y blanca con estrellas brillosas. Las medias color piel hacían a mis piernas más estilizadas. Tenía flequillo y la cara de una niña que entraba en la adolescencia, con granos, regordeta, feliz. Recuerdo que mamá, cuando llegamos a Capital, me llevó a almorzar unos tostados en un bar, para después correr al colegio La Salle. El vestuario en el que estábamos era un aula. Todas las academias tenían asignada una. La competencia era por <i>street jazz</i>. Las madres iban y venían haciendo cosas. Ensayamos varias veces y, entre tanto, olvidé decirle a mi madre que la vida era hermosa.</div><div>Fui esa bailarina hasta los 13 años. Un día mi pierna derecha ya no funcionó debidamente.</div><div>Cuando dejé de bailar, el tiempo adhirió una película dolorosa a mi cuerpo. Una piel nueva. Y escribí. Siempre escribí, pero, de pronto, algo reemplazaba la danza.</div><div>Probablemente hoy sea la poeta que esa bailarina puede ser. Las historias no terminan. Se reescriben. </div><div>Por ahora, descansa la bailarina. </div><div><br /></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhM5FCWi1UmdvjIT0hLeAW6G7sqtkuVrI1_VvF2A_qTuYag8popY9GZdbQ3UxxeQNCDXdSKA80cOlODvVMUKTDj8FtpoYhCNMKlzEqi8FLX5iwa3HsO4XD3hKhFQfCen9gCSjC78ocRMCQPs0Tqs6K-zTFw_vpHuystQHxe-Smhpg2E9j8x_HdIXoJbkQ/s2715/tinywow_la%20flores%20que%20mis%20hijos_13812020.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2715" data-original-width="1654" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhM5FCWi1UmdvjIT0hLeAW6G7sqtkuVrI1_VvF2A_qTuYag8popY9GZdbQ3UxxeQNCDXdSKA80cOlODvVMUKTDj8FtpoYhCNMKlzEqi8FLX5iwa3HsO4XD3hKhFQfCen9gCSjC78ocRMCQPs0Tqs6K-zTFw_vpHuystQHxe-Smhpg2E9j8x_HdIXoJbkQ/w244-h400/tinywow_la%20flores%20que%20mis%20hijos_13812020.jpg" width="244" /></a></div><br /><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div><b>18</b></div><div><br /></div><div>Se acuclilla en la sombra endeble y espera.</div><div><br /></div><div>Escribe que la vida </div><div>es un corazón con los ojos cerrados.</div><div><br /></div><div>Descansa la bailarina </div><div>mientras mueve los dedos.</div><div><br /></div><div>Escribe.</div><div><br /></div><div>Que su único amor se dio por vencido;</div><div>no como los soldados </div><div>sino como la luz pegajosa </div><div>del tiempo.</div><div><br /></div><div>Como la distancia entre el fantasma </div><div>que toca la puerta</div><div><br /></div><div>y el que ya fue perdonado.</div></div><div><br /></div><div>(de <i>Las flores que mis hijos dejan en los libros, </i>2022)</div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div>(*) Noelia Palma nació en Morón, Buenos Aires, en octubre de 1984. Publicó: <i>Que la muerte nos ampare </i>(2017); <i>Solo con todo el mundo, Charles Bukowski </i>(2017); <i>La casa </i>(2019); <i>Marilyn </i>(2020); <i>Luxemburgo </i>(2020), <i>0034 </i>(2021) y <i>Las flores que mis hijos dejan en los libros </i>(2022), que obtuvo la 1ra. Mención de en la XV edición del Concurso Nacional Adolfo Bioy Casares 2021. Coordina el taller y clínica de poesía Historia de la Melancolía.</div>Fernando G. Toledohttp://www.blogger.com/profile/12491690575215604811noreply@blogger.com0