martes, 16 de noviembre de 2021

La historia de un poema de Rolando Revagliatti



por Rolando Revagliatti (*)
Especial para El Desaguadero


Devastado por mi incompetencia, había yo perdurado en malogradísima función marital durante algo más de cuatro años, entre mis 23 y mis 27 largos. Período en el que sólo escribí un poema cuyo título fue Paredes, el que describía mi agobio, a manera de relevamiento: en efecto, paredes así y asá, gruesas, toscas, impasibles o frenéticas, me impedían volver a ser «algo» (se publicó en la sección «Versos que hablan», en el inolvidable periódico Alberdi (1923-1976), de la localidad de Vedia, en la provincia de Buenos Aires, donde también colaboraban Marcos Silber, Ramón Plaza, Eduardo Dalter, Elena Díaz, Roberto J. Santoro, Carlos Patiño, Alberto Luis Ponzo, Ariel Canzani, Elías Castelnuovo, Raúl González Tuñón, Julio Huasi, Clara Franco, Jorge Isaías, Amaro Nay, Hugo Diz, José A. Cedrón, Fátima Gatti, Enrique Puccia, Rogelio Ramos Signes, Carlos Penelas…, hasta que la Alianza Anticomunista Argentina encarcela a su director en dependencias del Ejército y obliga al cierre del periódico).

Para mí, concebido de una sentada muy poco después de haberme separado de aquella esposa desairada a quien se lo dediqué y con la que había mantenido, en un primer lapso, a partir de mis dieciocho años, una relación de un par de encuentros semanales, al tiempo que militaba, día tras día, como compulsivo Casanova, en absoluto selectivo, siempre maniobrando en procura de algún inusual número de chicas y mujeres con las que alcanzar al menos una formidable y reafirmatoria encamada. Todo esto aceptado por ella, la del poema. 

Un día corté esa ligadura. Porque sí, lo era, en tanto me mortificaba y hasta atormentaba su incondicional aceptación. Me libré así, bastante, de la aflicción que me había inferido el «contrato verbal», aunque extrañaba, desde luego, no únicamente los despliegues eróticos, sino también los paseos, las conversaciones, las lecturas, las idas al cine, lo mucho de agradecible que nos dábamos. 

Más de un año después, una circunstancia, que no recuerdo con precisión, nos reunió, y allí, en un auto conducido en la niebla por un amigo, siendo medianoche, regresando desde Ezeiza a Capital Federal, los tres sentados en los asientos delanteros, a viva voz, le pregunté, embargado y de sopetón, a Ángela si querría casarse conmigo. Eduardo, el amigo, estudiante de medicina, detuvo, no sin alharaca, su coche, y me compelió a que repitiera, valientemente, la proposición. Y lo hice.





Para mí

                                  (a Ángela Da Silva)

Entré con dientes, pero no con todo
me quedé afuera un poco
Yo nunca fui a la escuela
yo
    realmente
nunca vendí diarios
Cuando yo medio no existía
yo era demasiado yo
para mí solo.


Del libro Obras completas en verso hasta acá (tres ediciones en soporte papel —1988, 1990, 2007— y dos electrónicas —2006, 2016)


(*) Rolando Revagliatti nació el 14 de abril de 1945 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, República Argentina. Publicó en soporte papel un volumen que reúne su dramaturgia, dos con cuentos, relatos y microficciones y quince poemarios, además de otros cuatro poemarios sólo en soporte digital. También en edición electrónica se hallan los seis tomos de su libro Documentales. Entrevistas a escritores argentinos, conformados por 159 entrevistas por él realizadas. Todos sus libros cuentan con ediciones-e disponibles en http://www.revagliatti.com. Ha sido incluido en unas ochenta antologías de poesía, narrativa y dramaturgia de la Argentina, Brasil, Perú, México, Chile, Panamá, Estados Unidos, República Dominicana, Venezuela, España, Alemania, Austria, Italia y la India.