jueves, 3 de diciembre de 2009

La invasión de las «antojolías»

«Antología» significa, etimológicamente, «colección de flores».
Aquí, la pintura Las flores del mal, de Miguel Oscar Menassa.

El autor ofrece aquí una versión más amplia de una nota publicada el domingo 29 de noviembre en Diario UNO y que, por razones de espacio, no pudo incluir más desarrollo en algunos de los análisis
.


por Fernando G. Toledo


«Detesto las antologías» suele decir, con cierto énfasis, un amigo poeta. Su aversión tiene muchos modos: detesta leerlas, detesta lo que representan y lo que aportan. Pero son, piensa, un «mal necesario», y eso quizá haga que deba convivir con ellas y su aborrecimiento recrudezca.
El sentimiento de este amigo ha aflorado últimamente, por razones curiosas. Y es que este año, después de una larga sequía, han aparecido cuatro antologías de poesía mendocina, una verdadera anomalía editorial que vale la pena analizar y que permite de a ratos contradecir y de a ratos acompañar a este poeta en el sentimiento.
Antes de avanzar en el breve análisis del valor de estos cuatro volúmenes, hay que hacer unas advertencias: este que firma está incluido, como escritor, en dos de ellas. Y en una, Promiscuos & Promisorios, aparece como «consejero editorial», cargo que en realidad ha consistido en aportarle al verdadero antologador algunos panoramas, nombres y estéticas de la lírica viva de hoy en Mendoza, habida cuenta de su experiencia como editor. Hecho este «blanqueo», venga también una promesa de imparcialidad en los comentarios que siguen.

Sólo poesía
Comenzamos con dos antologías de poesía a secas, es decir, las dos antologías que reúnen sólo textos poéticos sin combinarlos (de manera desafortunada, en nuestra opinión) con textos narrativos u otros lenguajes estéticos.


La ruptura del silencio, subtitulado «Poesía mendocina contemporánea», es un libro de 197 páginas coordinado por Jorgelina Basile y Diana Starkman y prologado (presentado) por esta última, apasionada por la poesía local e impulsora de diversos ciclos que desde la DGE se realizaron en 2008 y 2009 en sendas ferias del Libro locales. Dicho libro, que se distribuirá gratuitamente en las escuelas, tiene un afán casi de inventario y pretende ser herramienta para los docentes. Según el prólogo de Starkman, está dirigido entonces a la «comunidad educativa» y a «los que disfrutan de la cercanía de un libro»: claro está, apuntamos, que estos segundos no tienen por qué no estar incluidos en los primeros.
La impresión y el diseño de La ruptura… son modestos [1]. Lo que importa es lo de adentro, se dirá. Y allí lo que parece faltar es un criterio, o mejor dicho, un criterio homogéneo: 27 poetas entre éditos, inéditos, jóvenes y viejos, incipientes y consagrados comparten páginas desigualmente (algunos ocupan muchas, otros pocas). Ese criterio impreciso juega en contra y acentúa ausencias, en especial las de Raúl Silanes, Julio González, Luis Villaba y Marta Miranda [2].
En cuanto al ordenamiento, los poetas aparecen en orden alfabético, pero ese ordenamiento clásico, se diluye con el desorden no menos clásico en otros sentidos: hay poetas con biografías kilométricas pero construidas con nimiedades, hay otros con biografías brevísimas que dejan gusto a poco; las fotos no son nada buenas y en casi todas, los rostros de los autores aparecen deformados (como si hubiesen sufrido una especie de «modiglianismo»). ¿Lo mejor de La ruptura…? El rescate de algún que otro poeta que mantenía un largo silencio (el caso puntual de Juan de la Maza) [3].


Promiscuos & Promisorios (ed. Luna Roja), al revés de La ruptura…, gana según la medida del círculo preciso que traza. Dionisio Salas Astorga ha seleccionado a 14 poetas nacidos «entre el ’60 y el ’79», y si bien despista un poco la convivencia de éditos con inéditos, el antologador se hace cargo de la elección con un prólogo excelente, que describe el paisaje de autores que recorre, relaciona el presente con el pasado y se parapeta mirando al futuro, haciendo honor a parte de la leyenda que acompaña el nombre de su libro: «para el siglo XXI».
El reparto de las 158 páginas es equilibrado [4], se incluyen fotos de autores acompañadas por biografías y artes poéticas y el diseño es a la vez sobrio y de buen gusto, amén de algunos recursos que sacrifican claridad por estética.
El prólogo, arriba mencionado, por ejemplo, es legible (desde el punto de vista del diseño gráfico) pero menos que los propios poemas: dado que se trata de un texto sesudo y argumentativo, habría sido de agradecer que se apostara también a la claridad en ese sentido; lo mismo puede decirse de las citas o referencias al pie [5].
En líneas generales, Promiscuos & Promisorios sin embargo cumple mejor sus propios objetivos: es una antología precisa, representativa, ordenada, plural y bien editada [6]. Tiene epígrafes que ejercen de directrices literarias (una especie de ars poetica del compilador) y, además, inaugura una editorial que ya promete dos nuevos libros: Juego de damas (Antología de la poesía femenina en Mendoza para el siglo XXI) y Quién dice que Comala (Antología de narradores en Mendoza para el siglo XXI).

Mejunjes
Las otras dos son verdaderas antologías de la «mezcolanza», como si ya por su naturaleza estas compilaciones no lo fueran.

Policronías II repite la experiencia de 2007, en que el departamento de Las Heras reunió sus poetas en un bonito libro que ahora tiene una segunda parte. Se combinan aquí poemas con relatos, y hasta con reproducciones de dibujos y pinturas de artistas lasherinos.
La impresión y la edición generales son excelentes, casi se diría un lujo, fuera del toque kitsch de la tapa [7]. Los escritores hacen su propia presentación, larga y tendida, y dejan sus direcciones de contacto: una buena idea, que aparecía germinalmente en la primera edición, y que ahora deja sentado un precedente de verdad para imitar.
Pero en cuanto a lo escrito, el nivel es muy desparejo: hay muchos autores muy incipientes, y se nota tanto que están haciendo, muchos, sus primeras armas que al terminar la lectura sobrevuela en algunos casos la sensación de que ha sido imprudente llevar a la imprenta varios de esos textos. Junto a esto, el renombre y la calidad de los artistas plásticos elegidos (entre ellos, Alfredo Ceverino, José Scacco y Roberto Barroso) resulta un contraste brutal en comparación con los escritores. Eso sí, no se explica más que por el «figuritismo» que el antologador, Fernando Adrián Flores, vuelva a aparecer entre los antologados. Un detalle: el prólogo es del intendente Rubén Miranda, y no merece mayor análisis.


Desertikón, finalmente, tiene una «pata bonaerense», ya que aparece por el sello Eloísa Cartonera, fundado por Santiago Vega (Washington Cucurto) y elaborado, a medias, con material juntado por cartoneros: en este caso, la edición de interiores es convencional y de gran calidad, y a ella se le adosa un cartón deliberadamente tosco pero que permite mantener el «look cartonero», al menos en lo externo.
En Desertikón, antología de poesía y narrativa mendocina contemporánea, el verdadero mejunje que significa juntar 25 autores entre narradores y poetas se atenúa por un afán de combinar cierta común estética (difusa), de una vertiente supuestamente antilírica [8]. Pero eso mismo se arruina con la presencia de ¡seis! prólogos a cargo de los antologadores-antologados, la mayoría rimbombantes y vacuos (excepción hecha por el de Leonardo Pedra, claro y conciso, y algunas líneas del de Darío Zangrandi) [9].
Sorprende que justamente se predique en estos prólogos que el volumen representa a las «literaturas marginales», a «una literatura otra», a «ese margen» (que se asume propio de Eloísa), y en ellos abunden el vicio del artificio y las acusaciones enunciadas y no fundamentadas, sea contra «las políticas culturales», la SADE, la Facultad de Filosofía y los mass media, que da lo mismo [10]. Además, que se construya una paradoja: el lamento por la «otredad» no se justifica desde el momento en que si esa antología recoge algunas voces y no otras, provoca el mismo efecto que dice combatir.
A propósito de otra frase de los prólogos, hay algo que no encaja si se pretende publicar este libro «desde ningún poder». Dado que el concepto de «poder» no es unívoco, ¿a qué poder se referirá? Porque «hablar desde ningún poder» es una apariencia: ¿o acaso no hay un poder ya instaurado de parte de quienes consiguen editar un libro? ¿No presupone un poder el tener la posibilidad de contactar a un escritor de renombre como Cucurto, organizar presentaciones, y a través de un sello que ha tenido difusión notable en los mass media? ¿No lo es editar en una editorial que tiene una página web propia, es capaz de alquilar un local (con el poder económico que da la organización de una cooperativa) y que además esté pronta a tener uno propio?
Valen la pena dos apuntes más: el prólogo de Eugenia Segura (el que mencionábamos) afirma, como dijimos, que Desertikón supone un enfrentamiento y un intento de cumplir con lo que no se hace desde esferas oficiales, si es que interpretamos bien la frase «desde acá escribimos, contra la aridez de políticas culturales abocadas exclusivamente al guión de la Fiesta de la Vendimia». Pero resaltemos que la propia Segura está incluida en La ruptura del silencio, libro editado precisamente por la Dirección General de Escuelas del Gobierno de Mendoza (poder político) y del que participa como colaborador incluso Gastón O. Bandes, compilador de Desertikón [11].Nunca está de más está decir que este prólogo desafortunado de Segura [12] no empaña su poesía: una buena cosecha han resultado tres de estos cuatro libros para leer algunos de sus textos, y así, de la autora pedimos, con irreverencia de lectores, se apure la edición de Herencia china, su segundo libro [13].
Por último, y volviendo al contenido de Desertikón, observemos que también reparte de manera desigual las páginas para los poetas, en un libro sin índice y con no menos desiguales mini-biografías al final del volumen.

Antojos
Entre el debe y el haber, sin embargo, ¿qué queda de estas cuatro antologías? [14] Al parecer, un retrato impreciso y monstruoso, como un cuadro de Francis Bacon, que al menos deja constancia de que la escritura, sobre todo poética, en Mendoza está lejos de secarse en este desierto silencioso, y que ni los «antojos» de los antologadores («una antología es una antojolía», opinaba Juan Ramón Jiménez) harán algo, por ahora, en contra o a favor de ese lápiz que justo ahora, quizás, comienza a llenar el papel con el flaco alimento de un verso.

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Notas:

[1] En algún momento se dijo que la edición de
La ruptura... iba a estar confeccionada con tapas duras, pero la dureza de las tapas finales dependerá acaso del concepto de tal cosa que tenga cada uno.
[2] Sí en cambio aparece Jorge Sosa, quien ha publicado varios libros de poemas aunque no suele ser mencionado como referente de la poética local. Si
La ruptura... logra reivindicarlo como tal es algo que merecería ser objeto de otro artículo.
[3] Juan de la Maza sí ha sido un referente para algunos poetas, no sólo de sus generacionales, sino otros más jóvenes. Entre los primeros está otro de los incluidos en la antología, como Rubén Vigo (desconocido para quien esto firma hasta la aparición del libro). Entre los segundos está Rubén Valle, quien compartió algunas experiencias editoriales con De la Maza.
[4] «Equilibrio» se corresponde aquí con el término «equidad», en el sentido de que a los autores les corresponde un número parejo de páginas para cada uno.
[5] Aparecen, sí, en
Promiscuos & Promisorios erratas muy comunes, como la repetición del título del poema en la misma página.
[6] La virtud de representatividad de esta antología tiene mucho que ver con su pluralidad. Asimismo, su «orden» tiene que ver con su «buena edición».
[7] Una de las
Proserpina de Dante Gabriel Rosetti es el centro de la ilustración, cuestión que resulta un poco oscura a la hora de hallar una relación con esta antología lasherina. Además, el sello de la Municipalidad de Las Heras (declaración de interés educativo de la DGE, incluida) está puesto con un autoadhesivo, aunque con mucho cuidado, es cierto.
[8] Nos permitimos usar el concepto de «antilírica» en sentido amplio, aplicado incluso a la prosa. Muchos de los textos tienen temáticas y estilos cuya principal referencia podría ser el propio Santiago Vega. Pero ello no puede aplicarse a los textos de Débora Benacot, Eliana Drajer o, especialmente, Eugenia Segura, quienes no rehúyen en absoluto a la lírica, en especial esta última. En los poemas de Claudio Rosales, a pesar de alguna terminología y el uso de habla coloquial, también subyace cierto lirismo que, por esa combinación, le otorga mayor interés a su poesía.
[9] Algunos ejemplos: «Con pala y pica de alquimista y chupayas de lector herbolario, se empiezan a seleccionar no tanto raíces subjetivas, nervaduras estilísticas o frutos maduros, como semillas multisensoriales, texturas vivientes que conecten (al texto) con la lengua, el cuerpo, la política, el deseo y la cultura, de modo que con ellas nos sea posible hacer llover en medio de la sequía: chamanismo urbano, conjuro político contra la sed. Ah, el problema de las literaturas marginales: soledad, aislamiento, polvo costumbrista, estupidez flaubertiana, el artista como lugarteniente o pelotudo número uno» (Gastón Ortiz Bandes). Otro: «Antologogente que media comunera; y con la cartonera oportunidad ahí , claro. Qué mansas noches ! : atinando o no, pero pillos a la hora de elegir el contenido del envasado. Y a veces E. nos cocinó pastas. Una tarde de sábado L. hizo un asadito… , ese día :manso calor loco» (Claudio Rosales). Otro: «Con que: en el haciéndose hubo Ensayos, amplios, blandos, inesperados, Traiciones a la tradición y el escepticismo, la Hiperlegibilidad de la experiencia cutánea, y mucho Explota-explota-que-expló, explota nuestro corazón. Agüita y azúcar en la olla de campaña de ésta, la escuela del pedemonte (...) El profesar directo, sin rebotes /ensimismada/: la lengua al mismo tiempo, sin antenas /babélica/» (María García).
[10] Veamos esta línea: «Al mismo tiempo, una Facultad de Filosofía y Letras controlada por el catolicismo siniestro -cómplice de la dictadura y sicaria del neoliberalismo- conserva sus momias de lenguaje por deshidratación a secas». Nótese cómo la Facultad (¿el edificio, sus alumnos, sus profesores, sus rectores, sus decanos, sus secretarios, sus trabajos de investigación? ¿Los actuales, los de antes? ¿Todos, algunos?) representaría cosas terribles para Segura, justo el antro académico en el que, por ejemplo, se formaron al menos dos de sus antologados: Benacot y G. O. Bandes.
[11] Débora Benacot, Eugenia Segura, Eliana Drajer y Claudio Rosales participan en tres de las antologías aquí reseñadas.
[12] Hay también un error de concepto: Segura dice en su prólogo que a
Desertikón sólo la precede una antología de editorial Colihue y «una antología temática de Alfaguara, organizada según criterios regionalistas: Mitos y leyendas cuyanas, de 1998». Sin embargo, Mitos y leyendas cuyanos (tal el nombre correcto) no es una antología, sino un libro escrito específicamente a partir de una premisa de esta editorial, que consistía en escribir relatos de ficción inspirados en las leyendas regionales (¿por qué «regionalistas»?). Si nos atenemos al significado etimológico de «antología» (colección de flores), digamos que en Mitos y leyendas… no se recogieron flores del campo crecidas por allí, sino que se plantaron específicamente ciertas variedades para conformar un cantero particular.
[13] Segura y Rosales son dos de los poetas de los que más textos pueden leerse en
Desertikón. Quizá eso influya en una mejor valoración de sus poemas, que resultan, gracias a eso, y a juicio del que esto escribe, los mejores del volumen.
[14] Marcelo Neyra, autor de uno de los cuentos más sexualmente explícitos de Desertikón, tiene una opinión muy elogiosa de esa antología, que invitamos a leer haciendo clic aquí. No nos animamos a considerar lo mismo de la opinión de Luis Álvarez Quintana, dado que el filo de la ironía con que corta sus elogios parece que hace que éstos no sean tales. Otros autores locales se han manifestado de manera privada sobre las ideas que expresa esta columna al autor de la misma, en términos elogiosos algunos y algún otro con evidente enojo, suponemos, dada la cantidad de argumentos
ad hominem vertidos en sus misivas.

74 comentarios:

Patricia Rodón dijo...

Fernando. Hay algo en todo este tema que suena mal. Las diatribas contra ambas versiones de esta nota (original y abreviada) más enunciadas que comentadas, más susurradas que argumentadas, parecen ocultar una rabia y un resentimiento inexplicables por parte de los autoantologados en "Desertikón".

Que tengamos de golpe varias antologías de poesía y narrativa mendocinas está bueno. Malas, buenas, feas, bonitas, desiguales, no importa. Siempre es bueno que queden impresos nuestros garabatos. Siempre se agradece que haya nuevos autores y libros locales. El tiempo dirá quiénes y cómo seremos olvidados lentamente. (Los ejemplos abundan: Mendoza siempre olvida a sus escritores, es endémico).

La bronca asordinada de esta nueva generación de poetas está dirigida -hay excepciones, claro-, me parece contra el "poder" que ellos creen que tienen (allí ya sólo quedás vos) o tuvieron los mal llamados "poetas del multimedios UNO", que tuvieron su antecedente inmediato en el grupo "Las malas lenguas".

Como si un lugar de trabajo o una profesión te definiera como poeta, como persona. Como si ganar un premio literario o rankear por cierto reconocimiento acumulado a lo largo de años de escritura fuera un baldón del que hubiera que sonrojarse.

La pulsión de "matar al padre" es innata y forma parte del crecimiento y del tránsito hacia una cierta madurez vital. En este caso, la variable es estética.

El sólo hecho de publicar en una editorial como Eloísa Cartonera, que explota hasta el agotamiento la marginalidad, la otredad y la marginalidad, revela la urgente necesidad de márketing, de tomar distancia de la "mendocinidad" y de alcanzar cierto vehículo de "reconocimiento" ad hoc por parte de estos autores.

Todos los reconocemos. Los leemos, los difundimos, los aplaudimos cuando nos gustan, los criticamos cuando no. Exactamente igual que nos pasa a nosotros. A "los viejos", cuando mostramos nuestros poemas. Igual que como hace veinte, quince, diez, cinco años los "viejos" periodistas, críticos y editores nos leían, difundían y criticaban a nosotros. ¿O acaso sienten que son los primeros poetas de este fantasmal "desertikón"?

Por sus dichos, acciones y negaciones, creo que en este palpable y asordinado enfrentamiento, "los chicos/as" piensan que nosotros somos el enemigo, concepto totalmente errado. El enemigo es el silencio, la hipocresía y la estupidez. Y la falta de lectura, autocrítica y egopatías varias.

¿Qué poeta no escribe, vive, en los márgenes? A los abanderados de la marginalidad "cartonera" mendocina le sugiero que alguna vez, sólo una vez, hablen con nosotros, o con los poetas que tienen 60 ó 70 años. Puede que se enteren de algunos esfuerzos que ignoraban.

Unknown dijo...

Hola Patricia: Leo el horaio de publicado tu comentario y puedo pensar muchas cosas, entre ellas elogio tu lucidez y agradezco tu punto de vista desde el otro lado. Estoy muy de acuerdo con vos en que es importante que se publiquen las obras y también me gustaría que el encargado de tal tarea -léase coordinador, antologador, editor, etc.- sea criterioso y desde su lugar también sea un "cuidador" del libro en general.

Hernán Schillagi dijo...

Fernando: voy a repetir (y quizá ampliar) una frase que dije con total franqueza el día de la presentación de "La ruptura del silencio": "Una antología viene a resaltar una ausencia, una carencia, un desidia: la falta de ediciones individuales de cada uno de los poetas antologados". Si no, qué otro sentido tendrían las ANTOLOGÍAS.

No sé si hay copyright en esto de las frases malaonda, pero yo también "detesto las antologías", pero que quede claro una cosa: no a sus antologados, no a sus compiladores y editores (de "poder" y de los otros, ja).

No me gustan porque son como una sonrisa de compromiso y breve, pero lo único que nos interesa es verle las caries. Me explico: aquí falta tal imprescindible, éste tiene menos poemas o menos datos biográficos, cómo va a estar éste al lado de éste; y así.

¿Por qué he participado en una par de ellas? Porque me han invitado y soy muy amable (tengo el sí fácil), porque creo en los emprendimientos editoriales de cualquier tipo (aunque no concuerde con sus modos y objetivos) y porque no me gusta leer las antologías (antojadizas o no), pero sí estar. ¡Imagínense qué feo no ser tenido en cuenta! Por otro lado, porque, fuera de la broma, siento una especie de compañía de tinta y papel con los otros poetas que leo, admiro y publico (si es personalmente, mejor).

Como no soy muy original, cito una parte del ensayo de "Terranova y las antologías" (buscad en el blog "El señor de abajo") que, además de estar de acuerdo, me parece divertido e inteligente:

*Enfrentar una novela, un cuento, un libro de cuentos, un poema, un conjunto de poemas, un libro cualquier, en definitiva, es enfrentar un autor. Con las antologías esto es diferente. El lector, siempre en solitario, enfrenta a un grupo de tipos. Uno, el lector, contra todos los que forman parte de la antología.

*Las antologías son castigadas con una fuerza llamativa. Tienen hasta detractores. Como el aborto, la mano dura, el gatillo fácil o la pena de muerte. ¿Quiénes son estos detractores? Primero que nada son los autores que se quedaron afuera, que no están incluidos y que por lo general, no leen las antologías que los excluyeron. ¿Qué van a leer si no están ellos? Pero no se privan de hablar mal. Si no están ellos, ¿no?, ¿por qué privarse de hablar mal? ¿Qué puede tener de bueno una antología que no los incluye? Los escritores no son de controlar la envidia, más bien todo lo contrario. Pero hay algunos que lo hacen, y leen las antologías y valoran el esfuerzo de sus colegas. Dios los bendiga.

Y sigue, pero se hace muy largo para este boletín.

Finalmente, espero que las publicaciones "antológicas" sean el puntapié inicial para que los autores y las editoriales se pongan los pantalones largos, de calce perfecto, del libro individual. Seré el primero en celebrarlo, como me admiro también de esta reseña crítica tan profundamente argumentada y necesaria para que, TODOS, sepamos que nuestro trabajo es valorado, estudiado seriamente y sobre todo ¡leído! Que no es poca cosa para la literatura de este lado del país.

Hernán Schillagi dijo...

Ah, quiero darle la bienvenida más alegre al gran poeta argentino (nacido en Córdoba para más datos) Alejandro Schmidt que, las corrientes marítimas de la web, lo han traído afortunadamente como seguidor de El Desaguadero.

Un consejo: dejen de leer -por un ratito- esta revista y busquen la poesía de A. Schmidt. Uno de los últimos números de "La Guacha" le hace una entrevista extensa, con algunos poemas y reflexiones imperdibles.

maria eugenia dijo...

Buenas

Hay algo fundamental, Fernando, que no has entendido: D. es una celebración de la otredad, o marginalidad, como quieran llamarle. Estas son, a su vez, una praxis, no una estética (por eso coexisten varias estéticas en el libro, "antilírica" sería una etiqueta reductora). No es, para nada, un "lamento", en lo personal, estoy muy en contra del lloriqueo y el resentimiento, por el contrario, esa praxis implica tomar directamente el poder-hacer, poder-decir, una vez que te salís de la lógica hegeliana del poder: desde el no-poder, primer pasito para la deconstrucción.

Luego, un prólogo no era espacio para acusar (menos para fundamentar) lo que dije sobre ciertas instituciones: me limité a observar las condiciones de producción: desde acá escribimos. Lo dije y lo sostengo con mi propia biografía: tuve que irme a B.A. para poder leer y pensar, después de cursar dos carreras en la FFyL, vacuas, salvo las clases de la prof Salatino y la cátedra de Teoría I de aquel entonces. Lo de los espejismos de actualidad en los medios da para un debate más largo, político incluso, ahí es mayor el poder.

Por ahí me parece que condenás el artificio, lo rimbombante. Todo bien si personalmente no lo elegís para tu estética, pero condenarlo se me hace como una actitud limitante, y hasta antiartística (recomiendo el ensayo "El arte como artificio", de Víctor Schklovski).

La otra salvedad, es que sí existen las llamadas "antologías temáticas". Así se definen, por ejemplo, "Uno a uno", "En celo" o "In fraganti". "Mitos y leyendas..." es exactamente eso.

En fin, D. es para mí la apertura de un campo de juegos. Va de regalo un poema (en realidad se lo escribí a una hormiga, pero pensándolo bien, fue como una previa a este laburo de hacer antologías). Va en el comment que sigue, gracias por postear, muy bueno el espacio.

maria eugenia dijo...

las transmisiones


alumbro con mis dedos
la flor por la que trepan
todos mis hermanos

(un día
subiré por este tallo
hasta tus ojos)

maria eugenia dijo...

Hola Patricia, quería contestarte un par de cosas. Creo que los lugares de trabajo, así como las personas que uno elige para compartir charlas, ideas, lecturas, etc sí te van perfilando como escritor, son parte de uno, y parte del rol del intelectual en la sociedad que ejercemos.
Creo que lo que nos diferencia de Las malas lenguas es que no somos, para nada, un grupo molar, sino molecular: redes, rizomas.
Por eso creo que no nos caben criterios que tal vez antes eran válidos, como el de "marketing", que viene de la época del mercado (que hoy vemos, felizmente, derrumbarse)y de las grandes editoriales. Nuestras estrategias, de acción y de difusión, son otras, más bien moleculares, habría que pensarlas desde otras categorías. Por eso fallan los que tratan de definir a la cartonera o a Cucurto desde esos criterios.
Por ejemplo, la idea del parricidio es muy haroldbloomiana, como si la literatura fuera una línea recta, cuando en realidad son varias líneas quebradas: la herencia, dicen los formalistas rusos, no pasa de padres a hijos, sino de tíos a sobrinos.
En realidad, a esta altura, no hace falta "matar", ni serrucharle el piso a nadie, puesto que no aspiramos a los mismos espacios, al revés, se trata de crear los propios. Eso es lo que hizo la Cartonera, y resulta que hoy las grandes editoriales (A.H. es el caso más claro) le copian buena parte del catálogo. Me parece medio injusto eso de "reconocimiento ad hoc": es un motivo de alegría, para los 25, ser parte de ese catálogo, y que se lea y se comente la antología en el canal (á) o el crítica: sé que Cucurto está contento con nuestro trabajo.

Coincido con vos en que las antologías, así como los ciclos, las performances, las editoriales independientes, los blogs como este, etc aportan algo que antes no había: un tejido con mayor espesor y consistencia, una vida cultural con mayor diversidad, críticas, debates. Creo que eso es lo que deberíamos celebrar, más allá de las diferencias éticas o estéticas que podamos tener, porque nos enriquece a todos, independientemente de dónde se pare cada uno.

sergio dijo...

Suele hacerme gracia cuando un poeta se arroga, frente a otro poeta, el carácter de marginal. Pues ¿qué poeta no lo es? Digo, si alguien conoce a alguno que viva (económicamente, se entiende) de la poesía le agradecería que me lo presentara ya que no he tenido el gusto de cruzarme con ninguno. Porque, seamos sinceros ¿quién puede mantenerse con la venta de, digamos, 100 ejemplares por año? Y si nadie vive de la poesía, todos se ganan el pan por otro lado. Y meterse en esos asuntos, además de reaccionario (policíaco) me parece inconducente ¿o acaso García Lorca es mejor poeta que Miguel Hernández sólo por haber crecido en una familia burguesa?

En cuanto a la centralidad/ marginalidad de los discursos, sospecho que si, dentro del mercado editorial, la literatura juega cada vez más el papel de dama venida a menos y la poesía es “la empleada doméstica indocumentada” (María Moreno), no hay tal centralidad, lo que hay es puro y duro (o libre y espléndido) margen. ¿Ejemplos? Suplementos culturales: una reseña de un poemario cada 400 de (en general) mala narrativa; facultad: una unidad de poesía contra siete de narrativa.

Entonces, descartadas la centralidad económica y la discursiva de la poesía, que alguien (en este caso uno o varios de los prologuistas de Desetikón) se atribuya el lugar del “otro”, del “marginal” es una falacia que no hace otra cosa que desviar la discusión del lugar por el que debería pasar: lo estético. Pues allí, sólo allí, podríamos comenzar a hablar, como quiere Rodón, de parricidios y de padres adoptivos, porque en literatura, y como nadie soporta la orfandad, al asesinato del padre le sucede casi indefectiblemente la elección de otro. Léase: Gianuzzi, Lamborghini, Bellesi, Desiderio, Casas, Nachón, Belloc, Jiménez, Masin, Arijón, Bignozzi, Gelman, Cucurto, Gambarotta, Prieto, Vignoli, Pizarnik, Mairal o quienes fueran. O sea: de palabras, palabras y más palabras. Porque ¿acaso tenemos otra cosa? (Beatriz Vignoli)

gaston dijo...

Mala leche lo que decís, Toledo, y mala también la de Hernán, Rodón y el otro chico. Muchos subjetivemas, pocos argumentos, mucha doxa, mucho lugar común, mucho automatismo precrítico, poco riesgo, poca visión, poca productividad hermenéutica... No tienen pasión ni para odiar. Pero no quiero acusar sin fundamentar. Si les mandase yo una crítica al comentario de Toledo ¿me demostrarían que no ejercen un poder (censor) y la publicarían, ahi, en su blog, democráticamente? ¿Se la bancan? ¿Sali vale?

Hernán Schillagi dijo...

Gastón (Ortiz Bandes, supongo) y a todos: te repito casi textualmente lo que le dije a Dionisio Salas Astorga en un mail. Si cada uno de los aludidos en la reseña de Fernando G. Toledo quiere salir publicado como un artículo y no como un comentario, tendríamos que darle la misma oportunidad a todos: a Adrián Flores, a Diana Starkman, a todos los antologadores de Desertikón y a cada uno de los antologados en las 4 antologías (¡que son como 50!).

Realmente, y te lo digo con el respeto que aún te tengo -aunque me insultés más arriba- publicamos lo que queremos porque la revista es -a tu pesar- nuestra. Además tenemos otros intereses para la semana próxima como entrevistas, crónicas, otras reseñas. ¡Cómo será que hasta vos publicaste un artículo en este mismo número! La verdad es que esto demuestra que, como vos proferís, "nos la bancamos", y mucho.

Creo que es suficiente con el espacio de los comentarios. Allí te podés explayar y despachar con lo que quieras (si podés evitar los ataques personales, mejor; ya que aquí se trata de publicaciones de poesía), que nadie te lo va a suprimir ni menos censurar; siempre que esté firmado, como se pide. Así ha comentado Eugenia Segura y Sergio Pereyra (és es el nombre del "pibe").

Ah, y si tenés algo personal que decirme, tenés mi e-mail. Te los leeré y responderé (como cuando nos pediste publicar en la revista). Yo, por mi lado, no comento más porque sólo me interesaba hablar de la aparición de las antologías y ya lo hice. Realmente, estoy ocupado en los próximos artículos hasta fin de año.

Hasta la vista.

tomás augusto dijo...

jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja: "página web propia" jajajajajajajajajajajaja, es bueno

Luis Rossi dijo...

Estimados: tengo la amarga sensación de que en lugar de festejar una publicación más de mendocinos con vistas a mostrarse al país(buena, mala, fea o bonita) sólo están dejando ver sus limitaciones humanas (rencores, envidias y miserias) a la hora de celebrar y compartir los logros de la literatura menduca. Quién es mejor de todos? si están buenas o no las antologías? si hay pocos o muchos prólogos? si dicen cosas o no dicen?...etc, etc, La idea de esta antología es de los que la escriben y si quieren experimentar con ello me parece excelente. Igualmente debo aceptar a quien escribe una ciencia ficíón que a mi personaelmente no me gusta, pero porque no me gusta no lo acepto y salgo a matar? O salgo con estas críticas motivado por otras cosas? El que escribe tiene todo el derecho de experimentar, de revolver las letras, los sentidos, los órdenes, alterar los interiores, etc, etc Quizás de eso se trata la vida no? de experimentar, descubrir y redescubrir si es necesario. Por último quien quiera puede escribir lo que quiera y publicar donde pueda o donde le guste o donde le den la oportunidad pero en definitiva la última palabra la tenemos los lectores, que podemos decidir qué queremos leer y qué no. MI último consejo: dedicarse más a lo de uno y menos a lo de los demás porque todos tenemos mucho para mejorar. De lo que escriben los demás sacar lo que me nutre, me enseña y me hace cada día mejor, pero estas críticas creo que no le dejan nada a nadie, ni siquiera a los que las leemos, porque tampoco están hechas con la apertura suficiente como para sacarse la bronca personal de quien las hace. Están superando un justo análisis de una antología para pasar a cuestiones puramente personales.

Orasio Estevan Hálvares dijo...

Vueno,
ami me parese que ce estan golpeando un poco y no tiene muchio centido.
la critica de toledo no es taaaaan vuena y da que penzar que apresia mas los livros donde el zale que los hotros.
y los chicos de Decerticon tienen una hidea un poco romántica de la bida y de las cosas que ay que acer y ay un enemigo "la academia". yo iba a la academia Niuton (caye entre rrios) y les aceguro que no es un enemigo de nadie.
y me parese vueno que nos pongamos a charlar pero tengamos pas y hamor.
les dejo un jaiku que escrivi para la ocasion:
el hamor es todo
el cielo se nuvla
los poetas dizcuten.
y los nobelistas los deboran.

nota del hautor: sha se que los haicues tienen tres lineas, pero no me alcansava.
los abraso a todos.

gaston dijo...

Hernan: no los insulté, ni avos ni a nadie, sólo les chicanié "el estilo" (las intensidades, el alcance de las competencias desplegadas) que es lo único civilizadamente admisible para alguien que está enojado.Aún lo estoy. No puedo expresar algo, como dicen, personal, porque no los conozco. Hagan como os plazca pero conste que el urgente debate (político) sobre el centro y los márgenes (o sea, las fronteras que cada cual traza dentro de la lengua y la cultura), las formas de silenciamiento de los poderes, la hegemonización y homogeneización de los discursos y el conjunto de creencias que vertebran las diversas prácticas culturales en nuestra provincia sigue en pie, esperando el milagro (de empezar, por fin, a pensar)

gustavo dijo...

Otra que está buena es esa de que Eloísa Cartonera "es capaz de alquilar un local (con el poder económico que da la organización de una cooperativa)". Si Bolaños viviera...

Fernando G. Toledo dijo...

PATRI: no he tenido en cuenta para mi comentario esa «bronca» ya percibida con anterioridad, y que la verdad que no resiste el menor análisis, o sólo un análisis en el que se ve que el desprestigiado es el que profiere esos pseudoargumentos.
En realidad, para mi comentario me he restringido exclusivamente al «producto final» de las antologías, y sin tener en cuenta los nombres como tales, sino lo allí escrito.
Ahora bien, si nos salimos del análisis de las antologías, puedo estar de acuerdo con vos, sobre todo en algo que también apunta SERGIO en su comentario y que en España lo suelen denominar «la insolencia de la ignorancia». Y que mi vieja lo expresaría con la fórmula: «creen estar descubriendo América». Y con esto me refiero tanto a lo que es producto literario (poemas, cuentos) como a los extraliterarios (entrevistas, dichos, actitudes). La pose border, me parece, nos resulta inverosímil a muchos (ver, de nuevo, el artículo de Álvarez Quintana). Pero igual, sería injusto generalizar. Que se calcen los respectivos sayos aquéllos a quienes les quepan.
Ah: last but not least… ¡bienvenida!

Fernando G. Toledo dijo...

EUGENIA: agradezco tu respuesta, por el tono y la inteligencia de tus planteos. Creo que se mantienen vigente, igualmente, incluso con lo que decís, mis modestas críticas a las antologías. Si hay que hilar fino, diría que a) entiendo perfectamente la pretensión de ubicarse desde la «otredad» y es esa misma idea la que critico y califico, si se quiere, de inconsistente; b) me parece que si el prólogo no era, como decís, el lugar para «acusar», no se entiende mucho que igual lo hayás hecho y al menos lo que se lee allí como lo que decís en estas líneas no sostiene tales acusaciones (no digo que éstas no tengan un viso de verdad, digo que ello no se vislumbra con lo hasta ahora escrito); c) entiendo que el uso de «antología» estaría autorizado por la aplicación de tal término a libros como los que mencionás, pero lo que digo sería en realidad aplicable también a esos libros, es decir: llamarle antología es erróneo en esos casos. Una antología es, en el sentido clásico, un compendio, una síntesis. Por eso mantengo mi explicación, relacionada con la etimología, y que pongo en mi nota al pie.

Fernando G. Toledo dijo...

LUIS: no estoy de acuerdo con eso de «festejar» por festejar una publicación. Que de eso se encarguen otros. Mi propuesta fue valorar esta «anomalía editorial» que supone la aparición simultánea de varias antologías de literatura mendocina y analizar la hechura de todas ellas. No he volcado ningún rencor, ni envidia, ni «asuntos personales» ni nada eso. No siento rencor ni envidia por la aparición de ellas, ni por estar en algunas y no en otras ni ninguna de esas boberías. En este caso he hecho, en definitiva, lo que pedís: ponerme en el lugar del lector, ni más ni menos.

Meck dijo...

Lamentable. No voy a dar mayor comentario porque la verdad da para un debate enserio y no por la red.

gustavo dijo...

Frenando Todoalpedo: que vos no tengas una vida interesante (léase, aburridísima) no quiere decir que otros no la vivan de otras maneras. Lo monstruo (ya que te gustan las etimologías: lo inmostrable)es tu envidia y rencor, y esas palabras que decís como "boberías".
Si leer antologías te da demasiado vértigo y adrenalina, allá vos, igual aceptá que otros les puedan encontrar su encanto, porque de hecho, eso es lo que pasa.

sergio dijo...

Meck: una duda ¿si no es por este medio (la red), por qué otro podríamos tener la dichosa discusión? Me parece que estaría bueno que aprovecháramos los espacios.

maria eugenia dijo...

A ver, me explico. Uds piensan en categorías tales como "marketing", "pose" o "rankear", todo eso está dentro de una lógica que resulta extraña. ¿qué sentido tiene comparar, decir que hay mejores y peores? Habrá tantos buenos poetas como miradas válidas hayan, lo que buscamos en los textos es parresía. Rankear sólo te puede dejar solo en el top ten o el top five provincial, nacional o lo que fuere: es patético. Un poema correcto tiene cero que ver con un buen poema: en todo caso, agradezco que hayan otros que estén mirando cosas que yo no puedo ver, o que me den otra dimensiòn de las mismas cosas que veo, o que escriban sobre lo que yo no llego a escribir: creo que para eso leemos.

La parresía, para los griegos, tiene que ver con la libertad de decir tu verdad desde el corazón. Si suena cursi, digámoslo con Derridá: el momento en que un poema da la diferencia específica de tal o cual ser humano. Que no se confunda con subjetividad: el sujeto, por definiciòn, no es libre, ni tiene verdad alguna que decir: "vates de toda laya, no versifiquen: verifiquen"

Decir que por "màrketing" uno adopta una "pose", es reducir a critierios mercantilistas o exitistas las intensidades y la consistencia real (verídica) por las que uno labura con cartoneros, corta una ruta, abre la oreja a las voces de la calle, o arriesga su cuerpecito por el lado salvaje de la vida. O, bien lejos de la erudiciòn, se pone en crisis a sí mismo, al lenguaje y al orden establecido, dándose con lecturas que no son para nada tranquilizadoras.

Ya sea en el centro o en la periferia, es de muy mal gusto o falta de código sacar a relucir las credenciales o el prontuario de cada uno. Sí te puedo decir no hay nada que vender, y mucho menos que venderse. Y si, por equis razón, alguien pone su pluma al servicio de algo, ese servicio te define.

Por ejemplo, me entero, con tristeza, que Luis Abrego le hace la prensa a las transnacionales mineras. Que los dueños del diario Uno tienen acciones en la Northern Orion. Y te corrijo: mi 2ª libro no es H.Ch., sino "A cielo abierto", que salió por Ñasaindy Cartonera la semana pasada, y te puedo asegurar que no es por pose.

No estamos ante un tribunal como para andar haciendo acusaciones, pero sí tenemos todo el derecho de atar cabos, reflexionar y hablar sobre esto.

Periquito Lasabrosura, poeta brujo. dijo...

Todos y cada uno sabemos, que todo poeta busca aunque sea en lo mas recóndito de su ser "ser leído". ¿A quien leeremos en el futuro? ¿a los émulos de otros? ¿ a los conservadores? ¿a los que transgredieron las "reglas de su tiempo" y se animaron a escribir algo nuevo? ¿o a los que hacen lo que "otros ya hicieron" ? Estas humildes palabras que esgrimo son para dejar en claro la valía de la antología Desertikón : 1- PORQUE ES LA UNICA QUE LEI, 2: PORQUE ES TRANSGRESORA, y propone lo "NUEVO". 3: Es la única que ha intentado superar la chatura tradicional de "lo mendocino". Sin embargo dejo constancia que no hay en ellas mas interés que el de la mera opinión de un aficionado dejando mas que en claro que no me une a ella ningún otro interés que le literario pese a conocer a uno d los autores en cuestión.

Desertikón me gustó por ser un intento muy prometedor , un Fierabrás, un antidoto para el peor de los virus: LA MENDOCINIDAD. ¿Leerían ustedes a poetas que escriben igual que Becker, que Borges o Trackl? ¿igual que otros? igual que hace 100 años? Yo creo que no: esta antologia intenta no emular, intenta no ser "como los originales" , desviarse de la poesia que no tiene ya nada de nueva. Si hubiera echo lo contrario, entonces, ¿para que leerlos? Serian de haber echo aquello simples émulos de lo antiguo, lo anticuado, lo ya visto y oido.¡ Serian en todo caso tipicos menducos ¡

No me meto en tecnicismos y criticas mas profundas por entenderme un poeta poco leido, por saberme poco versado en el tema , porque no me calienta y porque ....si.... Pero, doy con consecuencia y desfachatez mi opinión amateur.
Saludos.

Fernando G. Toledo dijo...

EUGENIA:
(No sé el modo con que podés decir con tanta seguridad las «categorías» con las que «pensamos». De cualquier modo, el sentido de comparar es amplio: comparar y decir cuál es mejor y peor tiene que ver con las propias diferencias que se nos aparecen y nos permiten que no todo sea un caos brumoso y parejo, igual e inescrutable. Esa idea de que todo es igual, todo vale lo mismo, etc., no la comparto. De cualquier modo una cosa es distinguir, elegir, analizar y evaluar y otra distinta es proponer rankings y charts, que no con todo se puede y yo, al menos, no he hecho eso. Decir lo contrario creo que sería producto de deformar el sentido del texto que he escrito para que sea más fácil a su vez criticarlo. Lo mismo sucede cuando sugerís que usamos el término «marketing» para hablar de las poses. Yo al menos no lo he hecho. Tampoco he sacado a «relucir el prontuario», ni sé a quién te referís cuando decís que alguien lo está haciendo. Pero en este contexto, estás diciendo que Luis Ábrego sería mal poeta si fuera verdad eso que decís de él. O que cualquiera que preste un servicio para una empresa de Uno es «xxx» –rellenar a gusto–. Ni hablar si alguien trabaja para la administración de Jaque.
Finalmente, fuera de la validez del concepto parrhesia –en el que, otra vez, se supone que todo vale y todo es verdadero y toda esa jarana posmoderna– difícilmente creo que un poema «dé la diferencia específica de tal o cual ser humano». Esas diferencias específicas surgen por mil y una variantes y ni siquiera te hace falta ser poeta ni pretenderlo para que aparezcan. También digo que sí que somos libres, otra cosa es que tengamos libre albedrío).

¿Por qué pongo todo lo anterior entre paréntesis? Porque me parece que representa sucesivas y numerosas digresiones que nos obligarían a llevar el tema a cualquier lado menos a lo que lo he restringido en este texto. No tiene sentido indagar en toda esa caterva de conceptos acaso distractivos, por lo cual si los mensajes insisten en esa línea no veré razón para responder.
Fuera de paréntesis, hago un mea culpa a la hora de desconocer la aparición de este nuevo libro tuyo, que quiero leer cuanto antes. Se ve que tu mini bio de Desertikón no era lugar para enterarse, aunque otras sí nos cuenten de obras inéditas o prontas a publicarse.


BARBADO:
Comprendo perfectamente tu argumento, resumido en la última parte de tu mensaje. Digamos que es lo opuesto a lo que yo he hecho para elaborar mi texto.

sergio dijo...

Barbado:

Decís: "Yo creo que no: esta antologia intenta no emular, intenta no ser "como los originales" , desviarse de la poesia que no tiene ya nada de nueva". Bueno, humildemente, te sugeriría que leyeras, por ejemplo, a Desiderio, a Lamborghini (Leónidas y Osvaldo), a Gambarotta, a Perlongher, a Echavarren y, por supuesto, a Cucurto. Comprobarías, creo, que no todo es ni tan original ni tan nuevo como parece. Ya lo dije (perdón por la autocita): al parricidio, casi necesariamente le sucede la adopción de otros (no tan nuevos) padres.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Más allá de la polémica que esta reseña ha suscitado, sobre todo en los párrafos donde el texto se refiere a Desertikón, CREO que el texto periodístico de Fernando G. Toledo es necesario. Lejos del informe complaciente, el autor emite su opinión honesta sobre las cuatro antologías en un justo equilibrio entre información y argumentación. Considero además que estamos ante el punto de vista de una voz autorizada que durante años -la mitad de su vida exactamente- se ha dedicado a la crítica periodística literaria en los diversos medios donde se ha desempeñado. Sus argumentos son el fruto de sus amplios conocimientos sobre poesía que no solo utiliza en su tarea diaria como periodista sino en su fino arte de poeta. Esto no quiere decir que piense que solo algunos pueden opinar, todos aquí tenemos derecho a expresarnos y celebro que así haya sido en el extenso debate que se ha desarrollado en estos comentarios. Lo que no comprendo es que una reseña tan equilibrada haya provocado algunos ataques desmesurados. La releo y no encuentro una línea de resentimiento o envidia.
Ya lo dije: ESTE TEXTO ES NECESARIO ya que no solo informa y emite una opinión valiosa, sino que moviliza la crítica y la autocrítica, el cruce de puntos de vista, el enriquecimiento de perspectivas sobre formas de hacer poesía -en este sentido, los comentarios de Eugenia fueron de gran valor- y la reflexión sobre el vasto panorama de la poesía mendocina actual.

Damián dijo...

ya que lo he visto como modus operandi en otros comentarios, antes de escribir mis preguntas, escribo las razones por las cuales las hago, y de alguna manera, el lugar desde el que me permito hacerlas:

1. soy un escritor rosarino que vive en San Juan, asi que la veo de afuera.
2. Acabo de rendir Semiótica, así que tengo mucho Barthes y mucho Foucault en la cabeza.
3. Le hago el aguante al blog, no siendo obsecuente, sino partícipe, generando más conflicto (como si nos hiciera falta)
4. me cuesta quedarme callado


aca van entonces las preguntas:

1. ¿cuántos escritores se hacen cargo de su mirada sobre la realidad, volcando en la escritura argumentos lo más sólidos posible, haciéndose cargo del lugar de su enunciación, poniéndose en el ojo de la tormenta, generando un debate público y con-nombre-y-apellido?

2. Un "marginal", será capaz de reconocer un buen poema, aun cuando esté cargado de "mendocinidad" (o "sanjuaninidad" o lo que sea)?

3. Un "central" podrá reconocer un buen poema, a pesar de que esté escrito desde el lugar (o pose, o lo que sea) de "outsider"?

4. En serio alguien cree que está por fuera de las modas, las sujeciones discursivas a las que muchas veces voluntariamente se ata?

5. En serio alguien cree que "marginal" o "legitimado" o "bohemio" o "maldito" son sólo espacios de enunciación, y no potenciales poses que cierta gente AMA ocupar, por el sólo hecho de estar ahí?

6. En serio alguien cree que Cucurto y Eloísa Cartonera son "marginales" todavía?

7. No es cierto que la marginalidad PUEDE ser tanto o más snob y elitista que la "centralidad"?

8. Mirar las cosas en términos de "centro" y "margen", no es una manera de seguir legitimando el centro? aun desde el margen? ese margen que muchas veces sólo desea ocupar el centro, y no alterar el paradigma centro-margen?

9. En la guerra de los discursos, no se genera cada uno su propio "centro", su propio espacio de legitimación? no se repiten, a veces, tanto en el "centro" como en el "margen" las MISMAS ESTRUCTURAS DE PODER?

10. La autodenominación a priori, no es el primer indicio de que alguien no es lo que dice?

Damián dijo...

no me quiero meter con otras cosas que requieren de conocimiento de la realidad local, pero sí me gustaría dejar un mensaje, para el que le calce:

la literatura, la verdadera literatura, es el único espacio posible del DES-PODER: la revolución de las constricciones del lenguaje (un idioma se define mas por lo que OBLIGA que por lo que PERMITE?, la puesta en jaque de todas las estructuras, el carnaval.

si esto no sucede, si nuestra voz es absorbida o investida de algún Poder (como creo que ha pasado tanto con unos como con otros, por lo poco que sé) tenemos la obligación de desplazarnos, de abjurar de nosotros mismos, de volver a cero, de seguir buscando.
la literatura deconstruye el Poder, cualquier Poder, incluso el Poder que un marginal pueda arrogarse para sí mismo, en la encrucijada del odio, la envidia, el resentimiento y el miedo, todos igualmente legítimos.


porque a todo esto... y el texto?

Periquito Lasabrosura, poeta brujo. dijo...

FERNANDO TOLEDO: No entendì tu post hacia mi primer comentario,
¿ serias tan amable de explayarte ? ¿"que es lo opuesto que haz hecho para elaborar tu texto"?
Gracias.

DAMIAN: Conozco perfectamente a Perlongher, a Osvaldo y Leonidas y demàs. Pero igual gracias por la recomendacion. Creo poder aseverarte que no son todavia (en muchos casos) autores hayan tocado su cènit, su mayor altura. Ni mucho menos autores masivos. No me parece que los poetas de la antologia en cuestion hayan caido ni en el plagio ni en la copia. A lo sumo dejan entrever "alguna escuela en vez de otra". Digo, no debemos juzgar como poco "originales" a dichos escritores porque de hacer ello seriamos obtusos, decadentes y zonzos. ¿Como explicarlo? ¿Todos los novelistas plagian entonces a Cervantes? ¿Todos los poetas que han descendido plagian al Dante? Puede separarse la gauchezca del propio Hernandez? No creo. Si entiendo que frente a lo tradicionalmente visto y oido en la provincia hay en Desetikon una nueva modalidad de escritura, mas moderna, menos tradicional. Una edicion novedosa y una nueva menera de encarar este tipo de trabajos.
por otro lado y a titulo muy personal obesrvo en la provincia todos adolecemos de un temor evidentemente provinciano a aceptar "lo nuevo", lo distinto. ¿"Serà un sintoma de los montañeses"? De todas maneras , sigo sosteniendo que Desertikòn intenta superar lo tradicionalemente expuesto en nuestra chata provincia.
Saludos.

tomás augusto dijo...

che loco, dejen de joder ya con este muchacho

Fernando G. Toledo dijo...

El diario El Sol publica hoy una nota como respuesta a este artículo y al de Diario Uno. Curiosa es la justificación para darle en esa nota la palabra a representantes de La ruptura..., Desertikón y Policronías II: dice que «responsables e integrantes» de las mismas «se sintieron agraviados y exponen a continuación sus posturas». Curiosa, digo, porque resulta inverosímil que tales responsables e integrantes acudan espontáneamente a dar sus respuestas a un medio que no tuvo nada que ver con tales artículos y no a los lugares donde se publicaron estos supuestos «agravios».
Como fuere, se puede leer la nota haciendo clic aquí.
Lástima que no se le consultó al responsable de Promiscuos.... Quizá no se sintió agraviado. Quizá no se le ocurrió que fuera El Sol el lugar apropiado. O no lo llamaron. O quién sabe qué.

Fernando G. Toledo dijo...

BARBADO:
Supuse que estaba claro. Si aquel tu último párrafo decía que no te metías «en tecnicismos y críticas más profundas» por entenderte «un poeta poco leído», porque no te «calienta» el tema y «porque… sí»; yo me propuse todo lo contrario: meterme en tecnicismos, en críticas más profundas, por ser un poeta bastante leído, porque me calienta el tema, etc.

Miriam Leyton Richter (Maipu) dijo...

Lei todos, me los compré en la feria y sencillamente, Toledo no solo es un sobervio insoportable, sino que encima escribe poesia muy mal, horrible. Por lo demás todo muy lindo, el blog francamente, fascinante, por ellos, los felicito.

Periquito Lasabrosura, poeta brujo. dijo...

Fernando Toledo: Viejo, gracias por explayarte, (pensé que te referias a otra cosa en tu primer post de respuesta). Quedó clara tu postura y tambien la mia.
Saludos.

luis dijo...

Fernando Toledo: este es mi último comentario en este blog respecto a este tema de las antologías, porque como está encarado el asunto no da para mas. Si escribí algo fué con la finalidad de dar una opinión constructiva. Fernando, se percibe que para nada te pusiste en el lugar de un lector, no parece ser verdad. Es mas perceptible en tus comentarios que estás en la de crítico despiadado y con mala onda hacia la gente de Desertikon y de Eloísa (seguramente tendrás tus motivos y hasta tal vez sean respetables). Mas arriba alguien dijo que seguramente tus comentarios se deben a que no te participaron...En todos los comercios hay un mostrador y detrás del mostrador hay un tipo que hace negocio, en las editoriales, en los diarios, en los mutilmedios, etc. pasa lo mismo. Si en este caso hay alguien que hace negocio con la gente que escribe desde mendoza, ¡Viva Mendoza! nos sirve para mostrar lo que aqui se hace ya que de otra manera es casi imposible porque ni el gobierno, ni los multimedios, etc etc brindan el apoyo para que esto suceda. Desde el interior se rema y mucho. Por eso sería mejor tu silencio a la instalación de un debate que no lleva a otra cosa mas que a la atomización de las pequeñas fuerzas que con mucho sudor se van generando en la provincia. Ya que tenés acceso a un "multimedio" usá esa posibilidad para construir y apoyar a la cultura de acá. Quizás en un futuro no muy lejano estés en una antología y con tu criterio será seguramente "la mejor de todas".

sergio dijo...

Barbado: el que te recomendó las lecturas fui yo, no Damián. Me alegra que los conozcas porque algunos de ellos de veras son grandes poetas y es cierto que no son nada masivos. Ahora ¿Trakl es muy masivo? ¿La gente se pasea por las calles recitando sus poemas? Pues no. Entonces: digamoslo de entrada: fuera del Neruda de los Veinte poemas de amor y de Benedetti en antologías no creo que exista tal cosa (un poeta masivo). Ni siquiera Gelman o Mujica que tienen cierta visibilidad mediática, alcanzan los volúmenes de ventas de un novelista cualunque. Y tampoco es necesario que eso ocurra. El trabajo de la poesía es mucho más lento, secreto casi. Si no, allí están Juanele y Juanabignozzi para demostrarlo.

sergio dijo...

Arriba quise decir Benedetti autoantologado.

Guillermo Basco dijo...

Señor Toledo:

usted no solo es un opinauta de opereta, sino tambien un incoherente y un sobervio inaudito. Denosta las antologias "ajenas" solamente porque no caen en su apreciacion "correcta y ordenada"
¿Que derecho se arroga a usted para ponerse en la piel de Fray Savonarola (seguramente su hèroe) e inquirir tan brutalmente los trabajos de otros, maxime si es usted un poeta tan menor? Si por usted fuera, Rimbaud deberia haberse muerto a los 20 años echo un linyera, Baudelaire deberia haber sido colgado luego de burlar la censura y Lugones deberia ser el rey de la moral nacional.
Señor Toledo, "su hora de la espada" ya no surte efecto en estos tiempos. No tiene autoridad alguna como autor ni mucho menos como periodista, solo puede ejercerla como progandista oficial de la cultura conservadora mendocina, retrogada e inculta.
No solo enrrostra en la cara d sus criticos una erudicion absolutamente intrascedente venido el caso sino que opera en todas sus palabras el aire fetido de la soberbia mas desmedida. Tipico autorcillo con infulas de grande sin serlo. Que haya publicado un librillo de morondanga o sus oscuras poesias hayan llegado a otros lugares no hacen mas que recordarme el mal gusto que unos pocos pueden tener en esta yerma tierra humana.
Lo absolutamente certero en este caso es que las obras de unos y otros seràn juzgadas por el tiempo, la suya por ser solo una obra "correstamente escrita" pero nada mas, caerà seguramente en el peor de los destierros, en el averno de los poetas: EL OLVIDO.

GUILLERMO SAÙL BASCO DNI (Lic. en lengua Francesa): 16.432.771, 5ta. seccion, Capital, Mza.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Luis:

Cuando decís: "Quizás en un futuro no muy lejano estés en una antología y con tu criterio será seguramente "la mejor de todas", te aclaro algo que figura en el comienzo de la reseña de Toledo:"Antes de avanzar en el breve análisis del valor de estos cuatro volúmenes, hay que hacer unas advertencias: este que firma está incluido, como escritor, en dos de ellas. Y en una, Promiscuos & Promisorios, aparece como consejero editorial". Disculpa, Luis, ¿leíste la nota o estás pegando de oído?

La verdad es que me voy de este debate un poco asqueada, no sospechaba que en la literatura mendocina la tolerancia a la crítica periodística fuera nula. Mucho tendríamos que aprender de los hacedores de teatro, cine o plástica que aceptan este juego con inteligencia. Un crítico periodístico no es un observador o lector común, es un profesional especializado y merece nuestro respeto, o, de última, nuestra indiferencia. Tampoco es un académico que va a utilizar un metalenguaje propio de las teorías literarias porque su destinatario es un público más amplio que el de los profesionales de las letras o de los escritores. Los atacantes de este debate, lejos de argumentar, salvo, María Eugenia Segura, han insultado con epítetos sin fundamento: "Lugones", "Savonarola", "Soverbio (¿qué culpa tiene este adjetivo? En fin, argumentos, reflexión, ideas: NADA.
Algunos parece que pretendieran que aplaudiéramos esta avalancha de antologías sin más: cantidad versus calidad, "que escriban todos, es fantástico para la literatura mendocina, qué catarata de diversas expresiones, el tiempo y cada lector decidirá que vale la pena rescatar de tanta tinta derramada...". Hermoso. Pero, ante la primera crítica -insisto- equilibrada y honesta el ego monumental de unos cuantos pide sangre. Me pregunto: ¿dónde, entonces, están los inquisidores, los reaccionarios?

maria eugenia dijo...

Fernando, mi último comentario era simplemente para demostrar que donde hay intensidades no hay poses. Y con hechos.

Tomé algunos términos de tu vocabulario y de Rodón: al provenir de determinado léxico (mercantil), arrastran tales contextos e ideologemas: no hay palabras inocentes.

Se le critica a tu crítica una actitud misoneísta y, a mi modo de ver, esterilizante. No va a los textos, ni siquiera a los dispositivos de conjunto (textuales), no aporta nada. El enojo es colectivo: nada personal (gracias por el espacio, y por los elogios)

Por lo demás, si este debate puede dejarles algo positivo a los desaguaderos, creo que se resume en una cancioncita:

let it be

maria eugenia dijo...

debí decir "estribillo"

Unknown dijo...

Las antologías dudo que se merezcan ser alabadas o condenadas, simplemente son otra manera de mostrar las cosas. Es cierto que es muy difícil apreciar del todo a un autor en una antología ya que hay pocos escritos, a veces están ahí simplemente por una razón temática, temporal, de residencia, etc., pero lo importante es encontrarlos, de alguna manera. Hay muchos escritores (buenos o malos, eso depende) y ¿cómo llegar a ellos? ¿Cómo conocer a las nuevas voces que se mantienen en el anonimato, que están inéditas o que no son de renombre? Para mí una antología vendría a ser como cuando un amigo viene y te recomienda un par de autores, comentándote algunos. Después uno, de acuerdo al interés que le suscite cada autor, buscará más – o preferirá no hacerlo -. Las antologías, como vos Fernando hiciste referencia, se tratan de una colección de flores; distintas, desde la raíz tal vez, pero flores al fin.
El tema de las críticas de ciertas publicaciones me hace recordar un debate que se armó por el blog (no recuerdo exactamente en cuál), en el que se discutía el tema de ser poeta, de ser escritor. ¿Todo lo editado significa que es bueno? ¿Si uno tiene un libro publicado, significa que ya es escritor? Sin embargo, la obra necesita ser leída, no importa el soporte, no importa si es en tapa dura o en cartón, si es en un blog o en una revista independiente. A veces parecería que la tan buscada publicación es sólo alimento para el ego de los escritores, más que una manera de llegar a la gente.
Las ideologías políticas influyen, es verdad, pero el arte sigue siendo uno y más allá de la postura, uno puede valorar lo que es bueno. Ahora entra la otra pregunta: ¿qué es bueno? ¿acaso los críticos son los únicos que tienen la verdad? En eso disiento un poco Paula con vos. Si bien los críticos tienen la “autoridad” o están “especializados”, siguen con la subjetividad que muchas veces está condicionada por lazos o rencores. En ese sentido es muy difícil encontrar el balance, por eso mismo siempre se siguen dando los “vs.”, en el caso del cine “Hollywood vs. Cine independiente” o, para verlo más de cerca, “escritores académicos vs. escritores no académicos”. Las preparaciones son distintas, los estilos cambian, pero es necesario. Si hubiera una sola manera perfecta de escribir, todo sería absolutamente aburrido.
La diversidad, la necesidad de que coexistan estas expresiones, es lo que nos da la oportunidad de elegir, de encontrar aquello que nos llegue. Volvemos al tema de las diferencias, que no sólo están entre los escritores, sino también entre los lectores.
Podría seguir opinando sobre otros temas que se han ido tocando en los comentarios, como el marketing, “la mendocinidad”, lo marginal, el poder, etc. pero prefiero quedarme con las antologías que, antojo o no (bastante caro por cierto), pueden ser una motivación, una manera de llegar al tan deseado librito propio, otra forma de ser leído.

Antonio Llorenti dijo...

Miren, la verdad, me he acercado al blog por la respuesta dada al mismo en el Diario El Sol. Me sorprendió la polémica y hasta me entusiasmó: ¡ hacia falta un poco de debate en esta provincia atascada ¡
Ahora, advierto que esta nota, la de aquí, escrita por F. Toledo, a mi entender, deja entrever un atisbo de "inquina" ante estéticas que al autor de la nota obviamente no le gustan. Esto no es absoluto malo, si lo por ejemplo que se diga "en los poemas de Claudio Rosales, a pesar de alguna terminología y el uso de habla coloquial, también subyace cierto lirismo que, por esa combinación, le otorga mayor interés a su poesía". ¿Por que utilizar ese "lirismo" da mayor congruencia a la poesía de unos y su carencia le resta interés a la de otros? Es obviamente una apreciación eminentemente subjetiva. Respetable, pero que no dice nada en profundidad mas que dejar entrever cierto apego a las formas tradicionales de Toledo. Vista que ademas parece atada a las categorías de un gusto personal algo anticuado pero ¡nada mas¡ (categoría kantiana, la del "gusto", que debería repensarse en nuestro medio). ¡ OBVIO ¡
El echo de que hayan 6 prólogos no es en absoluto un error, es simplemente la ruptura de un molde, el clásico "un prologo, un epilogo". Me pregunto, ¿esta necesariamente mal que los prologuistas sean 6 optando por repartir 6 ópticas distintas en vez de la tradicional y única figura del "mono-prologuista" ? No creo. Advierto en cambio, que 6 prólogos son 6 miradas, 6 comienzos y no me parece mal que así sea. Es mas, celebro la innovación. Es decir, toda novedad literaria siempre ha despertado un sinnúmero de desafectaciones criticas o "bienvenidas", no creo que por el echo de ser "distinto", este caso amerite a ser criticado. Otra objeción humilde al autor del articulo es que llame a estos prólogos como "rimbombantes y vacuos". Me parece una opinión sorprendentemente artera, ¡sobre todo por el talante del discurso¡ Mas si alguien como yo, que via red o "Promiscuos y..." bucea también en la poesía de Toledo (¡ojo¡, la cual me parece amena y correctisima) y la encuentra en muchos casos en las antípodas de los autores de la antología Desertikon. Es decir, aqui hay un conflicto de miramientos, de estéticas encontratadas, es básicamente una dicótomía parecida "la paso del antiguo régimen" al nuevo régimen en la historia del siglo XIX.
Por otra parte me gustaría decir, que siendo un asiduo lector desde la infancia, hoy contando con 49 años he esperado muchísimo tiempo para ver que se "mueva algo en esta chatisima provincia a favor d las letras". En este caso ¡ha ocurrido¡ finalmente, que existan tantas antologías y vertientes distintas entre ellas me entusiasma verdaderamente, sobre todo por la correcta edición de unas o por la desfachatez y rareza de otras.
Me acerqué a 2 carpas el día de las presentaciones, adquirí luego 2 de las antologías Desertikón. y Promiscuos y Pr. Las 2 me gustaron mucho, ("insuflando mi ego mendocino") una mas que la otra, simplemente porque me gusta mas el desparpajo y el devenir del cambio que la tradición, aunque esto no invalida la calidad (alta) de ambos libros. Otrora debo agregar, mi gusto preferencial por las ediciones mas logradas -desde el punto de vista material y desde su durabilidad en una biblioteca- sin que se contrapuso a mi anterior entendimiento literario por una y no por otras.


Saludos.

Antonio Llorenti dijo...

FE DE ERRATAS: donde dice "sin que se contrapuso a mi anterior entendimiento literario por una y no por otras" , debería decir " sin que esto se contradiga con mi anterior entendimiento literario, la preferencia por una y no por otras.

sergio dijo...

Antonio, dos cosas:

Primero: En algún pasaje decís: "Es decir, aquí hay un conflicto de miramientos, de estéticas encontradas..." y creo que algo de eso hay. Ahora, ¿es malo este conflicto? ¿es malo que a unos nos guste una cosa y a otros otra? ¿Es malo que lo digamos? Me parece que no. Todos, en el espacio en el que actuamos (diarios -y Toledo no es el único "polemista" que trabaja en un medio- escuelas, talleres, etc) lo hacemos. Lo que me parece no sólo malo sino desagradable, es derivar todo el asunto a cuestiones personales. Me hace pensar en aquello que dijo el Dr. Johnson: "no levante la voz, mejore los argumentos". O sea, en esta conversación se han oído, a voz en cuello (y amparados por un supuesto desborde pasional), epítetos de lo más groseros contra el autor del texto. Si discutimos sobre estéticas, hagámoslo. Pero dejemos los insultos para otra ocasión.

Segundo: Me parece muy interesante que "celebres la innovación". Es, como vos bien lo viste respecto de Toledo, una posición absolutamente respetable. Ahora bien, no sé si estoy de acuerdo con el adjetivo “nuevo” aplicado a estas estéticas. Si es por el uso de un lenguaje coloquial aplicado a historias de personajes más o menos marginales, pues Olivari y los poetas del tango lo hicieron hace casi cien años y Desiderio hace casi veinte. Si es por uso de palabras altisonantes, Catulo las usó hace 2000 años. Si es por la puesta en escena de ciertas prácticas sexuales, te doy tres nombres: Verlaine, Rimbaud, Gide. O sea, no creo que haya nada nuevo bajo el sol.

Y para cerrar quiero citar dos pasajes de un libro extraordinario que te recomiendo: Ciudad Gótica de María Negroni. Allí en un momento y refiriéndose a ciertos poetas “jóvenes” (si habla de EEUU a fines de los 80 ¿por qué “suena” tan aquí y ahora?) dice:

“Cuando la cordura cordial es a dejarse seducir por la propia imagen, cuando el deber es practicar una transparencia temática y formal que, en buen romance, no significa otra cosa que alentar la orfandad intelectual, la ignorancia de los problemas del estilo, el abandono liso y llano de cualquier tensión de pensamiento”.

Y más adelante: También los poemas que se escriben apuestan por las superficies, lo trivial, los exteriores (¿el mercado?), como si la heterodoxia propia del medio (…) favoreciera el uso de un registro cuyos rasgos más visibles serían la impronta confesional, el humor y la informalidad, en el marco de una simplicidad sintáctica y léxica muchas veces apabullante”.

Fernando G. Toledo dijo...

Me parece que éste es el lugar correcto para responder a los «desagravios» que publica, como digo, curiosamente, el diario El Sol acerca del texto «La invasión de las antojolías». Para contribuir a la prolijidad, en la medida de lo posible, paso a ofrecer en comentarios separados mis respuestas a los textos allí firmados por Diana Starkman, Gastón Ortiz Bandes y Fernando Adrián Flores.

Fernando G. Toledo dijo...

Diana Starkman elige una fábula de cuya factura literaria nos guardamos la opinión, pero con la que consideramos pierde una oportunidad preciosa para responder las críticas a la antología que ella compiló, las buenas y las malas. Como prefiere burlarse de quien hizo las críticas mediante su «caricatura», evita de ese modo refutar lo que dijimos y desestima así incluso los elogios.
De cualquier modo, no encontramos en su «texto de desagravio» una exposición de los criterios de su antología, de las inclusiones y las exclusiones de los autores, de la caída de calidad de la edición final con respecto a la previamente anunciada, de la desprolijidad en las fotos de los autores, de los cambios tipográficos en las páginas, de la disparidad en lo que consignan las biografías, etc.
Tampoco se hallan otras cosas que no pedimos entonces pero pudieron ser motivo de su escrito también: por ejemplo, el modo en que se obtuvieron los textos antologados, si fue con la aprobación previa de los escritores, si se han repartido (si se van a repartir) los libros, cuál ha sido la acogida de los mismos, etc.
Probablemente en el mundo fábulesco en que parece estar inmersa Mgter. Diana Starkman, dado el tono de esta «respuesta», esas cosas no tienen para ella la menor importancia.

Fernando G. Toledo dijo...

Gastón Ortiz Bandes (GOB) responde de un modo llamativo: deformando las ideas vertidas en el artículo para de ese modo atacarlas mejor. Las falacias se despliegan casi párrafo a párrafo. En el primero, después de hablar de un impreciso «campo cultural» lo encontramos denunciando nuestro uso de «subjetivemas», propio de «partidarios de un Orden» (alerta: en mayúsculas), para colmo de parte de un mero opinólogo (por algo dice que «apela a la Doxa»). Sin embargo, como bien se puede ver en el texto, lo que menos hay son opiniones y subjetivemas, pues abundan en él las descripciones, los análisis y la valoración (distinción de méritos y deméritos) de las antologías de marras. Llamativo también es que recién aquí, en este nuevo texto, GOB se ve en la necesidad de matizar la aseveración hecha en su prólogo de Desertikón, más directa y absoluta: «no hay hoja de esta antología que haya sido escrita desde o para ningún poder», dice (cursivas originales, negritas nuestras). No menos curioso es que si en este texto da por seguro que «en el campo cultural, ejercer poder no significa tener dinero, contactos, difusión», no se entiende entonces que entrometa el dinero, los contactos y la difusión en el texto de su prólogo, cuando dice: «su práctica –excéntrica, gozosa, ardua– y su distribución [las de la literatura “border” que supuestamente representa Desertikón] se urden al margen de las instituciones políticas, los criterios mercantiles y los ámbitos de recepción de la patética “cultura oficial”». ¿Cuándo habrá que creerle a GOB, entonces? O, para no hacer una pregunta compuesta, ¿habrá que creerle?
En el segundo párrafo nos dice GOB que, para él, Toledo «salvaguarda» ciertos organismos como «la SADE y la FFyL». ¿En qué se basa GOB para suponer esa salvaguardia por parte del autor de la nota? Nos gustaría que indicara dónde se encuentra recogido tal cobijo a esas instituciones, para que no nos veamos obligados a declarar un mero muñeco de paja su denuncia (¿acaso no leyó el comentario que advierte: «no digo que éstas [denuncias contra FFyL] no tengan un viso de verdad, digo que ello no se vislumbra con lo hasta ahora escrito»?).

(sigue y termina)

Fernando G. Toledo dijo...

(viene del comentario anterior)

En el tercer párrafo nos encontramos con que hablar del «vicio del artificio» supone para GOB un «resabio inquisitorial» (no importa que el ateo Toledo hubiera sido, sin duda, pasado a fuego lento por la Inquisición en su tiempo). Descubrimos también que para él la crítica de Toledo es «positivista» (porque elogia la claridad y la concisión de uno de los prólogos, en este caso, sólo por contraste con los otros). También nos enteramos que para GOB, que Toledo critique la mezcla de narradores y poetas en una misma antología le parece a él algo así como una grosería. Notamos que eso se debería a la condición de «poeta brujo» de GOB, quien descree de las taxonomías (excepto las que permiten distinguir una crítica «positivista» de la que no lo es). Lo que sin embargo no advierten los poderes brujos de GOB es que en Desertikón se agrupan todas las escrituras en verso en una primera «tanda» (con perdón de Mur) y en una segunda aparecen las prosas narrativas: ¿mágica casualidad?, ¿aversión a las taxonomías? Por cierto, la brujería se repite en La ruptura del silencio, en que casualmente GOB aparece como colaborador, y donde no se ha impreso ninguna prosa narrativa. Un misterio, dado que que si para él esas burdas cuestiones de diferenciar géneros son asuntos ajenos, podría haber sumado de otros o de sí mismo alguna obra correspondiente a lo que los legos llamamos prosa narrativa.
En el último párrafo y por fin, tras igualaciones directas o solapadas con la Inquisición y algún Orden perverso, llega el momento en que GOB equipara a Toledo con el Lugones reaccionario, por cuestiones puramente semánticas (el uso de la palabra «invasión»). Eso sí, da por descontado, una vez más, que Toledo pertenece a cierta «clase dominante» y, para más INRI, que cuando éste denuncia la paradoja de la «otredad» trazada por su discurso en el prólogo de Desertikón, esto no proviene de otra cosa más que el despecho por no haber sido incluido en tan «marginal» compilación. Como descreemos de supercherías tales como la alquimia, la brujería, el chamanismo y varias de esas «prácticas» de que hace gala en su prólogo y aquí GOB, damos por descontado que no ha visitado con algún mágico poder la mente de Toledo para leer en ella que ésa es la razón de la crítica, así que resaltamos que jamás explica de dónde surgen esas suposiciones que él da por verdaderas pero que rechazamos de plano.
Fuera de que ciertamente tiene poco sentido responder a un artículo tan falaz como el de GOB, esta vez ha sido ofrecida la respuesta más por el respeto que merezcan los hipotéticos lectores de esta «polémica» que por el escaso que pueda despertarnos con sus redacciones el autor de las falacias denunciadas. Por eso mismo, sería bueno que en algún momento los lectores de la polémica repasaran la nota «La invasión de las antojolías» para contrastarla con las indicadas falacias de GOB, aunque la invitación más enfática que podríamos hacer sería a leer el prólogo de GOB en Desertikón. No sólo para hacer una evaluación de primera mano del mismo, sino para intentar responder la pregunta compuesta, o la otra, que figura unas líneas más arriba.

Fernando G. Toledo dijo...

En su turno, Fernando Adrián Flores nos cuenta algunos «entretelones» de la confección de Policronías II, por ejemplo cómo acudieron (él y su grupo) al Director de Cultura de Las Heras, cómo el intendente de ese departamento se interesó por el proyecto, cuántos colaboraron en la financiación del mismo, etc. Detalles muy interesantes para quienes quieran aprender a buscar subsidio para su libro, quizás, pero que poco tiene que ver con los principales puntos de nuestro escrito. Nos cuenta también que al considerarse autores «emergentes» encontraron en la Proserpina de Rosetti la ilustración exacta para su proyecto. Claro que Flores (su apellido sí que combina con la obra pictórica: no lo habíamos notado), Flores, decíamos, se olvida de contarnos cuáles son los parámetros de esa emergencia, y cuánto tiene que ver ese proserpere con los artistas plásticos incluidos. Y claro que no explica por qué él (y otros autores también, es bueno decirlo), sigue incluyéndose en este tomo de Policronías dado que en su caso se trata, como nos cuenta la semblanza de su propia página web, de un autor con una trayectoria ya «emergida», que arranca por lo menos en el año 2000 y que, como remata su semblanza biográfica, «ha obtenido distintos reconocimientos de instituciones, municipios y medios de comunicación».

Fernando G. Toledo dijo...

Las respuestas que siguen no tienen que ver con la nota de El Sol

EUGENIA: ciertamente no me convence esa fórmula con tono concluyente acerca de que «donde hay intensidades no hay pose». Si te hubieras explayado al respecto, a lo mejor sería distinta la apreciación. Por lo pronto suena a aforismo simplón, no mucho más (al menos hasta nuevo aviso, es decir, hasta leer los argumentos).
En cuanto al uso de tu vocabulario para hablar de nuestras valoraciones, te recuerdo que en realidad desde donde se predicó un lugar, más parecido a un puesto (chart, ranking), fue precisamente desde Desertikón, en donde se halla el «festejo» –al parecer «lamento» no les cabe: no hay palabras inocentes– de la «otredad», de los «márgenes».
Tu diagnóstico acerca de mi actitud al criticar («esterilizante») me recuerda a algún otro que hablaba de la diferencia entre críticas constructivas y destructivas. Conceptos ambos que califico sin remilgos de ridículos, dado que una crítica no construye ni destruye, sino que simplemente analiza y valora. «Los libros siguen ahí, en los anaqueles», nos diría Borges, burlándose de esa demonización acerca de las capacidades destructivas (misoneístas, esterilizantes, como se quiera llamar) que pueda tener una crítica.
Por último, y a propósito de tu estribillo de despedida, lo que podemos suponer es que un debate como éste (en realidad, no todos los componentes del mismo: sólo algunos) puede ser fructífero para todos y no sólo para «los desaguaderos». Por eso todos podemos «dejarlo ser», sí, lo cual no significa que lo dejemos de analizar, hablar de él, valorar, etc.

Fernando G. Toledo dijo...

ANTONIO LLORENTI: utiliza usted una práctica común entre otros comentadores: hacer suposiciones (hacer psicoanálisis, casi estamos tentados a decir) acerca del carácter, el odio, la enjundia, etc., del autor de la nota. Rechazamos esa práctica por ser, además de ingenua, injustificada dado que, como se ha dicho antes, no hay odio, ni inquina, ni nada por el estilo al abordar el análisis de estos libros. Sólo ha habido consecuencia de parte del autor: decir lo que surge de su análisis y no dejarse llevar por la beatitud de celebrar por celebrar o callar por callar lo que considera son errores, inconsecuencias, etc.
Más fructífera nos parece su observación acerca del criterio por el cual resaltamos, de entre otros, el caso puntual de la estética de Claudio Rosales. Cuestión que nos brinda la oportunidad de decir que en su caso no es que resaltemos el lirismo en sordina que propone porque prefiramos, así porque sí, por ejemplo, la poesía «lírica» frente a la «coloquial», sino porque sus poemas alcanzan un relieve diferenciado frente a los otros, que carecen de ese «relieve» y más bien quedan «confundidos» (no hay sentido peyorativo en esta observación) en la misma estética.
Finalmente, diremos que en absoluto ponemos adjetivos «arteros» a varios de los prólogos de Desertikón. En tal caso los ponemos, como no podía ser de otra manera, a partir del contraste entre unos y otros y, para no pecar de arteros ni mucho menos, ofrecemos citas textuales (al pie) de los mismos que ilustran y sirven de argumento para tales consideraciones y avanzamos en el asunto desarrollando algunos enfoques que esos prólogos proponen. De allí que considerar «arteras» esas calificaciones resulta una gratuidad, puesto que, como está dicho, al menos están apoyadas por argumentos y no puestas por puro gusto.

Fernando G. Toledo dijo...

Fe de erratas: en el comentario a Starkman, donde dice «mundo fábulesco» debe decir «mundo fabulesco».

Juan REDMOND dijo...

Gracias por la nota y por los comentarios!!

abrazos y besos a todos!

Fernando G. Toledo dijo...

Me olvidaba. Miryam Leyton Richter (Maipú) dice: «Lei todos, me los compré en la feria».
Luego Llorenti dice: «Me acerqué a 2 carpas el día de las presentaciones, adquirí luego 2 de las antologías Desertikón. y Promiscuos y Pr. Las 2 me gustaron mucho».

La cosa es que difícilmente Leyton Richter pudo comprar las cuatro antologías en la Feria, entre otras cosas porque La ruptura del silencio es un «libro de distribución gratuita» y está «prohibida su venta» (p. 197). Además (y esto va también para Llorenti), por lo que sé Promiscuos & Promisorios no estuvo en venta en la Feria del Libro, aunque este dato pueden confirmarlo o rectificarlo Dionisio Salas Astorga o Juan Redmond (responsables de Luna Roja editorial).

Gabi Jimenez dijo...

que aburrido es debatir sobre prólogos!
parece que pocos han leido más allá de las pág introductorias de cualquiera de las antologías, o en su defecto les entretiene más bardearse o "morderse la oreja de sus egos" antes de notar que también hay textos de los que se podría hablar, pero claro, para eso nos tendría que mover el placer estético, o un modo de vida én tono poético...
pero parece que es más divertido ser crítico-periodista-bardero o victimas.
mientras sigamos asì, nos vamos a aburrir mucho con esto

saludos a todos

gabriel jimenez

Fernando G. Toledo dijo...

GABRIEL: No sé a quién te referirás, pero en cuanto a mí he leído todos y cada uno de los textos impresos en cada una de las antologías, no sólo los prólogos (que también los han escrito para leerlos: ¡como si fuera pecado hacerlo!). Y por lo demás, si hay algo aquí que te aburra, pues siempre se puede ir a buscar jarana en otro lado, ¿no?
Saludos molidos.

Cecilia Restiffo dijo...

En referencia a todo lo expuesto en tanto debate, siento la necesidad de dejar una pequeña reflexión, que si bien no podrá despejar este cielo oscuro y triste que he podido observar, intenta proyectar la mirada hacia los posibles aportes de estas discusiones.
Me parece fundamental que avancemos sobre un debate real, acerca de las estéticas que se proponen desde los escritores en Mendoza, las cuales creo que deberían convivir y abrir el juego y no tratar de invalidarse a partir de argumentos vacuos y ataques personales que no rendundan sino en una disquisición estéril. Es decir, la poesía moderna debería funcionar como implacable crítica de la modernidad, precisamente porque reescribe la tradición, haciendo de ella la condición estructural que hace posible el trazado de mapas y representaciones que delimitan la identidad colectiva. La poesía "moderna" es a la vez invasiva y colonizante ya que cree que lo "nuevo" viene a enterrar a nuestros antecesores, ella misma genera sus dispositivos autocríticos dado que, en rigor, ser genuinamente moderno es ser autoconsciente de las grandezas y miserias de la propia modernidad.
Asimismo creo que la "tradición" no debe ser vista como un conjunto de prácticas culturales incompatibles con la modernidad, porque a los términos modernizar/ innovar/desacralizar, etc. podemos entenderlos como emancipar a los sujetos de imágenes alienantes, de mitos, de voces envejecidas, o como llaman muchos "ñoñas". Y estas imágenes/voces pueden provenir tanto de la modernidad como de la tradición (¿o Lamborghini ya no hizo hace algún tiempo, lo que algunos detentan como nuevo y rutilante?).
La función de la poesía va más allá, consiste, en ponernos en guardia ante la invisible distorsión que opera en la dualidad de propio vs. ajeno y tradición vs. modernidad.
La poesía pretende conjeturar el mundo, renombrar la esencia del hombre, este objetivo tan noble y difícil de conseguir necesariamente no puede tener edades o rótulos, debe ser simplemente, debe hacerse desde la palabra "nueva" o "antigua"; pero hacerse.
Es esta y no otra la cuestión importante y para lograrlo debemos mirarnos con ojo autocrítico y sin soberbia, porque cada paso hacia la batalla contra el silencio, nos ubica para bien o para mal, como grupo de artistas, que pertenecen a una provincia; la cual, creo, que nada tiene que envidiar a otras latitudes.
Para terminar me parece que el deber del poeta es abandonar las poses y dedicarse a trabajar sobre la palabra que puede ser coloquial o barroca, debe dedicarse a buscar un lenguaje propio que alcance desde todos los puntos una forma distinta de nombrar, de decir el mundo, un mundo que puede construirse acá, en New York o en Buenos Aires.Personalmente no tengo miedo a la "mendocinidad", tengo tristeza de que se transforme en "mediocridad", ésta sí que no admite cambio de domicilio.

maria eugenia dijo...

Me parece que no han entendido nada.

A esta altura del debate, desertikón agotó en Bs As la tirada de 500 ejemplares, los últimos 7 llegan en magra encomienda esta semana, y se van a vender el 19 en la feria de indygentes en la biblioteca. Paso el dato, porque si no habrá que esperar una reedición. Esto obviamente nos pone contentos: es una muy buena señal, para la letras mendocinas, haber despertado tanto interés, acá y allá. Esto es un hecho, y no hay vuelta que darle.

Hay vías muertas y vías vivas en este debate, resulta absurdo que sigan hablando de "pose" (un careteo): donde hay intensidad, líneas de fuga, donde te estás jugando el pellejo, hay pura y benjaminiana autenticidad.

¿Modernidad vs tradición? Eso es como decimonónico, me parece. Casi todo este debate es prueba fehaciente del atraso en que nos tiene el catolicismo siniestro de la FFyL y los espejismos de actualidad etc.

Rodón, te contesto algo del principio: mza sí recuerda a sus escritores: di Benedetto, seguramente Bodoc. Los demás estamos en "work in progress", no da para desalentar a nadie, con el tiempo se verá. No hay podio: habrá tantos lugares como voces válidas, verídicas y originales rompan el cerco de la mediocridad.
Yo por mi parte me alegro de contar con diversas manadas de pares con los que da gusto leerse, tomarse una birra y hablar. O sea que cuando quieras.

Por lo demás, estamos en epistemes diferentes: a nivel teórico, los paradigmas y las categorías no se corresponden, así no se puede debatir, y siempre es indignante que te cuelguen etiquetas tranquilizadoras que no nos sientan, y que sólo demuestran su propia intranquilidad.

A un nivel práctico, el tiempo y los lectores nos juzgarán, a todos, por nuestras palabras y nuestros hechos, y ya.

Fernando G. Toledo dijo...

EUGENIA: Felicitaciones por el éxito de Desertikón, éxito que por otra parte, además de no decir mucho acerca de la calidad de los textos o del libro en sí, me hace preguntar acerca de tu protesta inicial en cuanto al «rankeo». De cualquier modo, ya estaríamos hablando de algo interesante formulable con una simple pregunta: ¿marginales?
Es cierto que hay muchas vías muertas en este debate. De hecho, si hacemos un conteo de las respuestas dadas aquí (y en un medio que nada tenía que ver con el debate), la mayoría son «vías muertas». Creo que la parte más cadavérica es cuando se supone, sin argumentar, que el que no entiende siempre es el otro (nueva pregunta: ¿otredad?). También son «vía muerta» los psicoanálisis espontáneos («reaccionario», «envidioso», «intranquilo»).
En fin, por mi parte, como me gusta lo que he leído de tu poesía, he preferido quedarme con eso. Así que también, sin ironías: cuando querás.

maria eugenia dijo...

Cecilia: respecto a ese "invasiva y colonizante", que insiste en la idea de "invasión" de F.T, tan lugoniana, como bien apunta Gastón, otra vez: no les estamos invadiendo sus espacios puesto que no nos interesan en absoluto, por el contrario, como ya dije, se trata de crear espacios propios desde la acción directa. Si psicológicamente les ha molestado tanto que ya no sean "los [únicos] escritres mendocinos", entiendan que ese ruido sólo existe en su psiquis. Cada lector se alegrará de encontrar sus 5, 10, 15 o 25 poetas nuevos que le interese seguir, para eso se publican antologías.

De colonización, ni hablar, ese término sí que arrastra connotaciones nefastas, y contra eso lucho hasta en la vida real, mirá vos. Al parecer, lo decís porque la poesía "moderna" (prefiero el término "actual", me estiro hasta "nueva" en el sentido de que antes no estábamos y ahora sí) "viene a enterrar a los antecesores". Te recuerdo que nuestro oficio es ser escritores, no sepultureros, otra vez resuena el muy mal concepto de "parricidio", y la verdad es que no los consideramos ni padres, ni antecesores. Si te referís a la "tradición mendocina", a mi juicio, salvo di Benedetto, Bodoc, y alguna otra cosita por ahí dispersa (Tejada, algo de Draghi, el desquiciado de Santa María Conil ponéle), se han enterrado solitos. César Mermet, si obviamos lo santafesino, también ponéle. Ojo, la mayoría de estos rescates los hago como lectora, nomás, y a título personal, el corpus de la literatura mendocina me aburre. Otros autores seguramente harían otros recortes en esa tradición, los hayan influenciado o no en sus poéticas. Ahora, lo de "colonización" no te lo acepto de ninguna manera.

maria eugenia dijo...

Fernando, estoy perdiendo la paciencia.

Que se haya agotado la antología en un par de meses no es rankeo, es velocidad. Rankeo sería un concepto de Yenny, que no nos acepta por el copyleft, el cartón y mil cosas más.

El término "border", en la cartonera, nos preexiste con mucho: "nuevo sudaca border" se llamaba un concurso de Eloísa allá por el 2004 aprox. Es un criterio de la editorial, le conozco los gustos a Cucurto por ser el más alto lector de literatura latinoamericana que haya conocido, y desertikón, compilada por mendocinos en mendoza, responde a eso, "entra en el territorio de confluencia de ese margen" blabla. De hecho, entra en el plan de hacer el "libro federal" (sic Cucurto), una antolo por los bordes de cada provincia, esa era la consigna. Y es una idea magnífica, que ni el mercado ni las politicas culturales realizarían jamás.

Marginales, sí, esa línea de GOB, "en el sentido de que su práctica gozosa, excéntrica, se urdió fuera de" bla bla bla, es perfecta, porque es así.

A tu crítica le faltó decir que los libros eran rectangulares y tenían hojas de papel adentro: fuera de tus análisis tipográficos, de diseño etc, ahí quedó tu mentada "objetividad". Lo demás son subjetivemas, lisa y llanamente, no hay mucho que agregar.

¿Marginales? Sí, de una.

maria eugenia dijo...

Aparte, ya te agradecí los elogios personales, sin ironías, defiendo a mi trabajo y a mi gente, nada más.

Cecilia Restiffo dijo...

Querida Eugenia: cítote:(...)De colonización, ni hablar, ese término sí que arrastra connotaciones nefastas, y contra eso lucho hasta en la vida real, mirá vos(...)Miro y comparto tu decir no lo quise utilizar en sentido NEFASTO.
Mi paciencia es infinita, esto sin ironía,cítome: (...)La poesía "moderna" es a la vez invasiva y colonizante ya que cree que lo "nuevo" viene a enterrar a nuestros antecesores,(y) ella misma genera sus dispositivos autocríticos dado que, en rigor, ser genuinamente moderno es ser autoconsciente de las grandezas y miserias de la propia modernidad(...)los dos adjetivos tienen una connotación positiva que incluye la idea de "autocrítica" a la vez que "conquista" en este caso de ganarle al silencio no a otro par que escribe y lucha como uno, no me gusta la palabra parricidio prefiero nuevas miradas, pero siempre reconociendo lo hecho por quienes ,como nosotros, se animaron a pensar que la poesía era posible. Perdón por mi mirada decimonónica ya me pondré al tanto de los autores en boga, en cuanto a lo de la Facultad no reniego de ella es más todo lo contrario: tuve PROFESORES MARAVILLOSOS que me enseñaron a pensar, a leer, a disfrutar de la palabra, ELLOS Y NO OTROS me enseñaron a compartir el conocimiento, a respetar, a aceptar que no todos pensamos igual, no sé cual haya sido tu experiencia,en mi caso estoy eternamente agradecida por todos los conocimientos compartidos, por la generosidad brindada en cada cátedra, sin imponer nada y debatiendo desde las ideas y sobre las ideas sin entrar en el plano personal y por supuesto sin tener que hacer gala de los logros obtenidos, conducta por demás alejada de lo esperable de un POETA, obviamente es mi decimonónica opinión, por la cual pido disculpas desde ya, parafraseando lo que decía el queridísimo Quiroga Yanzi: "sólo soy una oscura profesora de Literatura".
¿De birras ni hablar no?

Fernando G. Toledo dijo...

EUGENIA:
Cualquiera que lea mi artículo verá que la palabra «invasión» aparece sólo en el título, por lo cual no es producto más que de las asunciones gratuitas considerar que yo uso una «idea lugoniana» o cualquier otra de «invasión» (por lo demás, como si Lugones hubiese realmente desarrollado una teoría de la invasión como para atribuirle tal cosa). La palabra «invasión» tampoco es unívoca. En este caso, responde a un mero tropo que se explica más bien al leer el texto: de tener una sequía notable de libros antológicos, la rareza es que de pronto aparecen, casi al mismo tiempo, cuatro libros (o más) que recopilan textos de autores mendocinos. Por eso la imagen: «invasión» por el hecho de que aparecen al mismo tiempo y a llenar un espacio que sólo ocupaban los libros no antológicos. De ningún modo he querido decir que esta invasión tenga un carácter colonizante, ni nada por el estilo, y si GOB o vos insistieran con ello quisiera me dijesen de dónde se toman para afirmar tan orondos esa cuestión. Al contrario: estoy argumentando que insistir con ello es una gratuidad.
Ah, y te digo algo: ya resulta gracioso que se machaque con el psicoanálisis ad hoc, en este caso suponiendo que «nos molesta no ser los únicos escritores mendocinos» (¿?).

Por otra parte, me llama la atención que supongás dos cosas: que el rankeo sólo pasa por Yenny y que el agotamiento de Desertikón se haya producido «por fuera del mercado». El monstruo mercantil tiene muchas caras y no todas pasan por Yenny. No creo que si se agotó la edición del libro fue por regalarlo a diestra y siniestra: se vendió, por los carriles que fuera, por la distribución que fuera (no sólo en Mendoza, seguro), pero se vendió. Si me equivoco, corregime: se vendió más de lo que se regaló, ¿verdad?

Como una vez más se insiste con que mi crítica supone subjetivemas, yo no puedo más que insistir en que muestren los argumentos de tal cosa puesto que ya he demostrado que los subjetivemas son antes la excepción que la regla en mi escrito. Por ahora, esas acusaciones, son puras gratuidades, también lisas y llanas. Decir se puede decir con liviandad cualquier cosa, lo contrario es ser capaz de sostenerlo con argumentos.

Orasio Estevan Hálvares dijo...

ui! cuanto devate y discucion...me parese muchio lio.
vueno, pero a mi tanvien me gusta devatir, por heso los inbito a mi vlog a que opinen en el ciguiente devate puvlico (el primero horganisado por orasiovlog):"el provlema no sos bos, hes eya".
los hespero encerio, discutidores de todas las nasiones y departamentos mendosinos.

Anónimo dijo...

¡Ja! Si Cucurto es el "más alto lector de literatura latinoamericana" qué queda para los petisos. Esta chica Segura no ha leído nada y no conoce a nadie. Sólo el tras cartón del Cucurucho.

Anónimo dijo...

un mensaje anónimo para el anónimo anterior:
puede ser, puede ser. lo que decís puede ser.
(aunque creo que Eugenia Segura ha leído mucho y ahí te equivocás, también creo que fue exagerado de su parte lo del Cucurto, que me cae muy mal y entoy de acuerdo con vos).
Pero hay algo que te deja muy abajo a vos: ella, con sus excesos y etc., por lo menos tiene el valor de dar su nombre (poner la firma, hacer suyo lo que dice, aciertos y errores en las proporciones que el intérprete quiera dosificarlos): vos, como una rata, atacás desde el anonimato y, para peor, das una opinión tibia y mal redactada).

Fernando G. Toledo dijo...

Por favor, no comentar con la función "anónimo". De lo contrario, los comentarios serán borrados, como dice la leyenda en el cuadro de comentarios.

Daniel Chamorro (elchama@ymail.com) dijo...

Soy uno de los antologados en Policronías II. En este debate han aparecido mucha referencias a la palabra crítica, a algunos de sus sinónimos sinónimos y especificaciones como "crítica literaria periodística". Yo leo y releo el artículo de la controversia y con sinceridad debo decir que no encuentro crítica literaria, a lo sumo un poco de crítica editorial (que tiene mucho que ver con lo comercial, el acceso a los medios y la proyección del poder), pero no hay crítica literaria. Apenas aparece algo de las sensaciones del autor al leer las antologías, pero insisto, no hay análisis de texto, ausencia inexcusable en una crítica literaria. Fuera de esto, estoy muy de acuerdo con algunas de las "sensaciones" de Toledo. Sé que el nivel es desparejo. Sé que no todas las obras son buenas. Sé que existe lo bello y lo feo y que quien escribe cosas feas puede empezar, con trabajo a escribir mejor. Pero un poco más de pensamiento crítico (que está muy lejos de las sensaciones) basado en lo escrito justificaría este debate, pondría en valor el pensamiento literario de Toledo y sería una útil herramienta para el crecimiento de los antologados, y en definitiva y a la larga, para ambiente literario.

Fernando G. Toledo dijo...

DANIEL: Sos el primero que invoca el concepto de «crítica literaria». Hacerla para una antología es harto difícil debido a lo que se supone es una variedad de poemas de numerosos escritores, cada uno (se supone) con su propia estética. Mucho más difícil es hacerlo con no una sino cuatro antologías. A pesar de ello he trazado algunos bosquejos de lo que pudiera aparecer como estéticas en unos y otros (ver cuando hablo de Desertikón y P&P).
En cuanto a «crítica editorial», si es que por eso se refiere a lo concerniente a la calidad de las ediciones, sí la hay pero no por alguna obsesión comercial, acceso a los medios u algo más con lo que no veo relación. Si la hay es porque la propia concepción de una antología exige, más incluso que en la de un libro de poemas de un autor individual, un concepto editorial importante en el que incluso el concepto de antología puede estar en juego (ver cómo entiende una antología E. Segura).
En cuanto a lo demás, no he venido a traer un compendio «sensaciones» a mi escrito. No he volcado meros pareceres y últimamente intento no dar sólo «opiniones», sino nada más que, en la medida de lo posible, análisis. Si digo que «sobrevuela la sensación de que ha sido imprudente llevar a la imprenta esos textos», quiero decir que en efecto eso concluyo de la lectura debido a la calidad literaria de esos mismos textos (no daré ejemplos puntuales por ahora). Cierto, me podría haber ahorrado lo de «la sensación» pues no estaba hablando de pulsiones, pero eso queda claro en la lectura general.
Finalmente, y con respecto a por qué elegir un análisis de este tipo y no otro (el que he hecho) está justificado no sólo por lo que enuncié antes con respecto a la dificultad de hablar de cuatro antologías, sino por el permiso que me dan los propios prólogos, poco dados a hablar de «lo literario» con la sola excepción de Promiscuos.... Cosa que por lo demás, justamente, he resaltado en mi artículo.
Si es que a vos o alguien más les interesa realmente el «pensamiento literario» de quien esto escribe, pues debo decir que tienen, han tenido y seguramente tendrán posibilidad de seguirlo en numerosos lugares, incluida esta revista. Ha sido parte de su mester desde hace ya varios años.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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