por Fernando G. Toledo
El extrañamiento parece una figura clave en la poesía de María Agustina Pardini. Una vulneración de lo observado a través de lo que narra en los versos, una deformación que parece servirle para que su voz sea haga —tal vez— más real, más presente.
Pardini acaba de publicar su primer libro, en el que eso se expresa en plenitud. El cuerpo del silencio (Buenos Aires Poetry, 2020), está atravesado como por raíces que ingresaran al hogar poético y se instalaran para verse a sí mismos crecer. La imagen no es gratuita, sino que aparece en uno de los textos (Capullo incógnito), pero bien puede ser paradigmático de la propuesta.
Poeta y traductora freelance, María Agustina Pardini es traductora por el Traductorado científico literario en inglés y licenciada en Lengua inglesa. Publica textos sobre literatura en el suplemento de Cultura del diario Perfil y en la revista internacional literaria Words Without Borders.
Aquí, una breve selección de los poemas de ese volumen.
Capullo incógnito
Por debajo de la puerta entran raíces gruesas
como las manos pesadas de un gigante dormido.
Arrastran su cuello bifurcado
cubierto de diminutos brotes inocentes.
Alertas al ruido de vidas en silencio
trepan el muro, arraigan sus venas
al suelo.
Invadido, el día,
sucumbe a la oscuridad
sobreviene el jadeo de soles ahogados.
Cubierta de hilos verdes
me balanceo inalcanzable
en mi capullo.
Vuelan nubes
«It was a moment of rare, immutable joy –
a moment for which one feels grateful to Life and Death».
R.K Narayan
Krishna, tu viaje está en mis
pasos. Frágil luz de sol vidriado
hileras de fuegos solitarios
marchan hacia el apagón.
Tu distancia está en mi altura.
Aquí sin forma sin cielo sin color.
Fuente de vértigo
miedo y olvido.
A través de la piel de un niño
busco tu estela. Cruzo el umbral
de jazmines enlazados.
Interferencia
Hubo un tiempo de pensamientos ordenados
sin espacios entre mi cabeza y el cielo.
No se oía en la tarde un silbido
que despertara la ciénaga
de la mente.
Como un jazmín infectado
decidí no apartar sus hojas del resto
dejé que el tallo se enredara en mi cuerpo.
Advertí que ya no florecían los brotes.
En la piel que recubría el ardor
había polvo.
Partículas de miedo anidado
trazos sin terminar en mi conciencia.
Disociaciones
Un rayo de sol
se abre paso entre lambertianas
para llegar a mis hojas.
Páginas amarillas suspiran
evocan lo que el invierno
me había guardado.
Mis manos sudan
las puertas se cierran
un latido balbucea la ruptura.
Entre la hoja y la semilla
la distancia entre la realidad
y mi percepción disociada.
Un pájaro naranja se aproxima
me percibe como una extraña.
Cuánto tiempo estuve ausente.
El tiempo de T.S. Eliot
La orfandad del tiempo medido florece
traslúcidas mariposas clarividentes
no habrá más fragmentos yuxtapuestos
la tradición astilla las horas
las conduce a un jardín múltiple.
El germen de la libertad se propaga.