por Sergio Pereyra
Lo he hecho. He leído. Todo el día he leído. Las horas de la mañana se escurrieron mientras, cual voyeur, husmeaba el cadáver del amor que las palabras de una mujer se empeñan en revivir. En tanto, el aturdimiento de la siesta me sorprendió oyendo el verso poderoso, concentrado, inteligente que otra mujer usa como un arma en sus batallas éticas, en sus batallas estéticas.
En estas horas Idea Vilariño y Juana Bignozzi, que de ellas se trata, han sido para mí más nítidas que los muebles que me rodean.
Idea que escribe cartas a un hombre sin importarle que ya no esté o que no se acuerde. Ella igual va enajenada por la casa apagando las luces, guardando los vestidos, pensando en él, sin dejarlo caer, anhelándolo, amándolo, diciéndole querido. Ella igual compara su recuerdo con el círculo que en la arena dibuja el leve junco. Idea, que aunque escriba, piense, lea, aunque traduzca veinte páginas u oiga el informativo, y vuelva a escribir y escribir, al final solo tiene en mente saber dónde está ese que ya no la abrazará como aquella noche, ese al que no volverá a tocar ni verá morir. Tan intensa Idea, tan apasionada. Y sin embargo no se engaña: sabe que a pesar de los versos de los hombres, el amor es solo sueño, glándulas, locura.
Juana interesada en novios, poetas, revistas de opinión, secretarios de barrio, amigos imbuidos de una colonizada cultura pavesiana. Juana que aunque con la edad está cada vez más enojada con los cultos pensadores que han confundido la ideología con las ciencias aplicadas, la ética con el espontaneísmo, el arte con la habilidad manual y la lucha de clases con la renovación de generaciones, no se da por vencida y, minuto a minuto, recuerda que no debe quebrantarse el frente interno, aunque ya ese frente solo sean su memoria y su soledad. Porque pese a no creer en una poesía para impresionar con grandes, imposibles olvidos que no llegan, o esas frases de tengo para poco, esta Juana de hoy, la que rememora a la otra, la joven que escribía de noche en su Saavedra natal, se obstina en dejar una palabra que ampare a alguien en las tardes inhóspitas de recuerdos, una palabra que ayude a salir de un universo de horizonte cerrado, porque Juana ha empezado a sentir gusto por la vida en serio.
Mi desdicha entonces, la de un lector (¿la de todos?), estalla entrada la tarde al salir a la calle y encontrarme con eso que llaman «realidad», que para mortificarme adopta rostros diversos, vulgares todos, empapados de la tontería de su pequeño poder. ¿Será que soy uno de esos hombres que, según T.S. Eliot, no soportan demasiada realidad?
Y quisiera que estas situaciones no me hallaran tan sin defensas, que la poesía, ese prisma a través del cual miro el mundo, fuera el instrumento adecuado para capear los temporales que día a día se desploman sobre mí.
POEMAS DE IDEA VILARIÑO
Lo que siento por ti es tan difícil...
Lo que siento por ti es tan difícil.
No es de rosas abriéndose en el aire,
es de rosas abriéndose en el agua.
Lo que siento por ti. Esto que rueda
o se quiebra con tantos gestos tuyos
o que con tus palabras despedazas
y que luego incorporas en un gesto
y me invade en las horas amarillas
y me deja una dulce sed doblada.
Lo que siento por ti, tan doloroso
como pobre luz de las estrellas
que llega dolorida y fatigada.
Lo que siento por ti, y que sin embargo
anda tanto que a veces no te llega.
*
Mediodía
Transparentes los aires, transparentes
la hoz de la mañana,
los blancos montes tibios, los gestos de las olas,
todo ese mar, todo ese mar que cumple
su profunda tarea,
el mar ensimismado,
el mar, a esa hora de miel en que el instinto
zumba como una abeja somnolienta...
Sol, amor, azucenas dilatadas, marinas,
Ramas rubias sensibles y tiernas como cuerpos,
vastas arenas pálidas.
Transparentes los aires, transparentes
las voces, el silencio.
A orillas del amor, del mar, de la mañana,
en la arena caliente, temblante de blancura,
cada uno es un fruto madurando su muerte.
*
Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto...
Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto,
sino darse y tomar perdida, ingenuamente,
tal vez pude elegir, o necesariamente,
tenía que pedir sentido a toda cosa.
Tal vez no fue vivir este estar silenciosa
y despiadadamente al borde de la angustia
y este terco sentir debajo de su música
un silencio de muerte, de abismo a cada cosa.
Tal vez debí quedarme en los amores quietos
que podrían llenar mi vida con un nombre
en vez de buscar al evadido del hombre,
despojado, sin alma, ser puro, esqueleto.
Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto.
sino amarse y amar, perdida, ingenuamente.
Tal vez pude subir como una flor ardiente
o tener un profundo destino de semilla
en vez de esta terrible lucidez amarilla
y de este estar de estatua con los ojos vacíos.
Tal vez pude doblar este destino mío
en música inefable. O necesariamente...
POEMAS DE JUANA BIGNOZZI
Soy una mujer sin problemas
Todos lo saben
y entonces buscan mi compañía para charlar por las noches.
Sin embargo yo conozco a alguien que quiere morir en paz consigo mismo
y me produce estremecimientos, insomnio, soledad
porque la paz conmigo misma sería una guerra sin fin
dos o tres asesinatos inevitables y alguna entrega desmedida
que no entra en mis planes.
Sin embargo yo sueño por las noches
con un jardín inmenso donde los muertos se levantan para saludarme;
yo sueño con un hombre que me inquieta y como lo ignora
me habla amigablemente del resto del mundo
y de mis múltiples amores, tan simpáticos
tan apropiados como tema de conversación.
*
Era fácil quedarme sola brillante intocable en mi agresividad
tirar los pedazos que aún valían entre gente conocida
cartas prestigiosas de desprestigiados
disimular el paso de los años
su asqueroso pelo infiltrado
con frasecitas jactanciosas
pagar la buena conciencia con reuniones de seudo peligrosos
dedicarme a la solidaridad difusa
era tanto más fácil
que entrar a patadas en esta turbia y compleja realidad
si toda vida es un reemplazo y no existe el lugar en blanco
el sueño de estar a la vuelta de esta historia
con aquellos viejos ácratas revolucionarios principios
es el crujido de la muñeca de madera en la noche
abandonen la hermosa escena familiar
no hablen más de un ciego retrato en colores
sobre él ha caído una permanencia
la de la sangre
*
después de décadas vos me anunciarás mi muerte
el día que dejes de hablarme de manera irónica
seca y un poco desatendida
sabré que me estoy muriendo
el día que dejes de decirme
por favor se habla con el subjuntivo lo has olvidado
no se viste uno con flores y rayas
no se sale así a la calle
ese día seré conmovedora
digna de piedad
y toda forma de felicidad habrá desaparecido
el día que me disculpes cualquier