martes, 9 de mayo de 2017

La historia de un poema de Luis Benítez

Luis Benítez.

por Luis Benítez (*)
Especial para El Desaguadero

Si los poemas tuviesen un «tema» –yo francamente creo que la poesía solamente tiene uno, que es ella misma, y que utiliza todos los supuestos sentidos de cada poema para describir sus regiones- el de La rueda sería, obviamente, el de las mutaciones.

Este poema data del invierno de 1993, cuando en el American Museum of Natural History de Nueva York vi un mandala indio –o quizá tibetano, no lo sé– con la típica forma circular y el laberíntico interior repleto de formas a primera vista incomprensibles. Yo visitaba muy seguidamente aquel museo, porque sus colecciones son increíblemente maravillosas y porque además vivía muy cerca de allí, en la calle 82 entre Amsterdam Avenue y Central Park West, a solamente tres cuadras del lugar, pero nunca antes me había fijado en el mandala. Estas figuras tienen  un poder hipnótico y, de hecho, entre otras razones fueron creadas para ello. Al salir del museo, donde estuve la mayor parte de ese día, la imagen del mandala –la que yo recordaba y decididamente ya había transformado en la que guardo en la memoria- seguía ocupando poderosamente mi mente, imponiéndose a todas las demás que había cosechado en mi visita al museo. Cuanta cosa veía dotada de forma circular a mi alrededor acrecentaba aquel recuerdo; particularmente las ruedas de los automóviles que circulaban por la Central Park West.

Caminé por la vereda del parque sin entrar en él, pensando «algo viene», y al llegar a la esquina de la calle 72, donde está el Dakota Building (en cuya entrada, 13 años antes, un 8 de octubre, Mark David Chapman asesinó de 4 disparos a John Lennon), entré en el parque y busqué un banco donde sentarme, aunque el frío era muy intenso. Si hubiese tenido algo de dinero seguramente hubiese ido a un coffee-shop, pero no poseía ni medio dólar en aquel momento. No había nadie en las inmediaciones y la imagen del mandala seguía en mi mente superponiéndose a la de las ruedas de los automóviles, siempre en rápido movimiento. Se me antojó que aquello era un símbolo del cambio perpetuo de apariencia de las cosas, de todas las cosas sintetizadas en las misteriosas imágenes del interior del mandala, que sin embargo, como las ruedas de los coches, seguía siendo la misma cosa aunque su apariencia se mostrara diferente a cada rápido giro de los trenes delanteros y traseros que las impulsaban –ya entonces, ruedas y mandala era un único objeto en mi imaginación– y en esa tarde helada comencé a escribir de un tirón los cantos uno y tres de La rueda, que entonces se llamaba El Mandala y no estaba dividido como en esta versión definitiva en secciones sino que consistía en un cuerpo único. Yo creí que lo había concluido allí mismo.

Volví a casa y me pasé en cama una semana completa, con una linda gripe estadounidense y un nuevo poema en mi haber, y hasta llegué a pensar estúpidamente que aquella afección era un precio que debía pagar por esa súbita inspiración, cosa que atribuyo decididamente a la fiebre que me sobrevino: nadie cree menos en lo sobrenatural que yo, pero recordé todo ese tiempo que estuve en cama muchas cosas que había leído casi dos décadas antes sobre orientalismo, gracias a la poeta Mónica Giráldez, y a haber asistido a varias conferencias en una institución de Buenos Aires, llamada Nueva Acrópolis, vagamente ocultista.

Nadie siente mayor curiosidad por lo sobrenatural que los ateos como yo. Sin duda lo elaborado a partir de mi encuentro con el mandala en el Museum of Natural History se fundió en mi mente con lo que ya conocía y de hecho perduró esa mixtura, pues tres años después, ya en Buenos Aires, retomé aquel poema de Nueva York y le agregué los cantos dos y cuatro, sin tocar en absoluto los cantos uno y tres. El tono final, creo, descarta la sobrenatural y afirma metafóricamente el criterio del materialismo hindú, despojado de todos sus disfraces y ornamentos. Claro que, como dije al comienzo, este es solamente el tema aparente del poema.

Mucho después, en 2015, la traductora rumana Diana Dragomirescu llevó La Rueda a su lengua y lo incluyó en una antología de mi poesía, Poemul de Fier, publicada ese año por PIM Editura, de Bucarest.



la rueda

i.

la rueda es el movimiento del mundo
hecho del movimiento de todas las cosas
las cosas mueven al mundo por el conflicto
entre los opuestos que viven en ellas
lo oscuro y lo claro lo bueno y lo malo
lo oculto y lo expuesto
lo entendido y lo ignorado
generan el movimiento al combatir entre ellos
¿cómo podría algo o alguien
detener un movimiento tan formidable?
sería como un ratón intentando
detener la rueda de un automóvil
si diez ratones intentan detenerla
son destruidos si diez mil intentan detenerla
son destruidos


ii.

la rueda está fuera y dentro de todas las cosas
por eso todas las cosas cambian continuamente
de posición como los dibujos que alguien pinta
en una rueda siguen siendo los mismos y la rueda la misma
pero su forma y su dirección cambian continuamente
solamente un ignorante cree que algo cambia las cosas
confunde la apariencia con la verdad única
del movimiento de las cosas así lo malo es lo bueno
y lo bueno sigue siendo lo malo: aunque lo veamos invertido
¿qué sentido tiene ello si luego vuelve a pasar
por el mismo lugar y más tarde cambia nuevamente?
un hombre de pie y un hombre acostado
siguen siendo solamente un hombre


iii.

los cambios tienen una velocidad diferente
pero aparente en cada cosa
un hombre cambia a cada hora como el día cambia
pero es difícil entender cuándo la mañana
se hace mediodía hasta que llega el mediodía
una vida cambia aparentemente con mayor lentitud
porque es la suma de muchos y continuos cambios
quien puede verlos también puede ver el crecimiento
continuado de los árboles y la muerte y el renacimiento
de todo a su alrededor sin embargo esto es aparente
porque es difícil entender que los cambios
se producen en cosas que realmente nunca cambian


iv.

sabe quiere osa y calla lo opuesto
es quien sabe pero no quiere
el que quiere pero no osa
ese que osa pero no calla
y más hondo en la perdición
quien calla porque no osa
el que quiere porque no sabe



(*) Luis Benítez, Buenos Aires, 1956. En poesía, ha publicado: Poemas de la Tierra y la Memoria (poesía, Ed. Stephen and Bloom, Bs. As., 1980); Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida (poesía,  Ed. Ultimo Reino, Bs. As., 1983); Behering y otros poemas (poesía,  1ra. ed., Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. Ed. Cuadernos del Zopilote, México D.F., 1993; 3ra. edición, Bering Och Andra Dikter, traducción al sueco de Maria Nääs, Ed. Encuentros Imaginarios Verlag, Suecia, 2012); Guerras, Epitafios y Conversaciones (poesía, Ed. Satura, Bs. As., 1989); Fractal (poesía, Ed. Correo Latino, Bs. As., 1992); El Pasado y las Vísperas (poesía, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1995); Selected Poems (antología poética, selección y traducción de Verónica Miranda, Ed. Luz Bilingual Publishing, Inc. Los Angeles, EE.UU., 1996); La Yegua de la Noche (poesía, Ediciones Del Castillo, Santiago de Chile, Chile, 2001); El venenero y otros poemas (poesía, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2005); Antología poética (antología en e-book, introducción, selección y notas de Alejandro Elissagaray, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2005, www.wordtheque.com); La tarde del elefante y otros poemas (poesía, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2006; 2da. edición, Ediciones Azafrán y Cinabrio, México, 2008; 3ra. edición, La Sera dell’elefante e altre poesie, traducción al italiano de Emilio Coco, Ed. Sentieri Meridiani Edizioni, Collana “Uni-Versi”, Italia, 2012; 4ta. edición, Buenos Aires Poetry, colección “Pippa Passes”, Buenos Aires, 2014; 1ra.ed. como e-book de descarga gratuita: http://ibuk.com.ar/f_benitez_La_tarde_del_elefante.html, Ediciones Ibuk, Buenos Aires, 2012); Poemas Reunidos (antología en  e-book, introducción, selección y notas de Elizabeth Auster, Ed. La Sombra del Membrillo, Madrid, España, 2006, http://lasombradelmembrillo.com/VI/2009/01/poemas-reunidos/); Luis Benítez: Breve Antología Poética (introducción, selección y notas de Elizabeth Auster, Ed. Juglaría, Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, 2008; edición en e-book: www.publicatuslibros.com, Biblioteca de Libros de Poesía, Ed. Itakkus, Jaén, España; 2da. edición, Luis Benítez: A short poetic anthology, trad. por Beatriz Allocati. Ed. The Littoral Press, Inglaterra, 2013; 3ra. edición, Luis Benítez: Breve Anthologie Poétique, traducción al francés de Jean Dif, Éditions La Résonance, Francia, 2014); Poemas Completos (3 tomos, ensayo introductorio del Prof. Lic. Luis González Platón, de la Universidad de Madrid, Ediciones  Publicatuslibros.com, Jaén, España, 2010, edición en e-book: www.publicatuslibros.com). Manhattan Song. Cinco Poemas Occidentales (poesía, Ediciones  El Fin de la Noche, Buenos Aires, 2010. Edición en e-book: www.elfindelanoche.com.ar; 2da. edición, Manhattan Song. Cinci Poeme Occidentale, trad. al rumano de Flavia Cosma. Ars Longa Editura, Rumania, 2013); A Heron in Buenos Aires. Selected Poems (antología poética compilada y traducida por Cooper Renner, con ensayo epilogal de Carmen Vasco Fernández Moreno. Ed. Ravenna Press, Seattle, EE.UU., 2011); Les Imaginations (poesía, trad. de Jean Dif. Éditions L’Harmattan, París, Francia, 2013); Poemul de Fier/El Poema de Hierro (antología poética, rumano-español, Trad. de Diana Dragomirescu, PIM Editura, Colercción Bibliotheca Universalis, Bucarest, Rumania, marzo de 2015); Lascia che parli Ezra Pound/Deja que hable Ezra Pound (antología poética, italiano-español, selección de Mario Meléndez, trad. de Gianni Darconza, Ed. Raffaelli Editore, Rímini, Italia, 2016).

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