por Pablo Queralt*
Especial para El Desaguadero
Reterritorializar el campo de un poema no es tarea fácil, qué sentido o universo incorporal, como dice Guatari, dio lugar al poema. No lo recuerdo, no lo sé. Sí sé que estaba escuchando a Frank Sinatra, tal vez «Hello young lovers» o «My shining hour», que habíamos llegado recién de vacaciones en el mar con mi mujer y teníamos todo ese aire triunfal de sal y sol. Estábamos felices. Había terminado en esas vacaciones un poemario llamado Inside, todavía inédito, había leído a Cage y me encantó su postura de vida ante el arte y su estética. También, la novela de Martín Adán, algo de Lezama Lima y Wallace Stevens. Fue el verano del 2007. Estaba en living de casa –con una notebook nueva– con ese aire de la música y del atardecer de un día de marzo. Sí, eso lo recuerdo. Estaba mirando hacia la pared el puntillismo hipercromático del cuadro de Zuloaga, pintor uruguayo de Maldonado y amigo. Ya que no titulo los poemas, sino que corren uno atrás de otro como un continuo de un sensorio que sigue su instinto más allá de la idea original, denominé al poema con el primer verso como titulaba William Carlos Williams a sus poemas «Hundirse en las nubes más hermosas». Este poema dio inicio al libro Late que fue publicado al año siguiente por la editorial Huesos de Jibia. Fue el puntapié inicial que hizo rodar la pelota, la máquina que dio flujo al poemario: muy sanguíneo, visceral, los ritmos de lo que late. Esa estética de la experiencia era la que buscaba.
El poema iba saliendo solo. No sé si hice una pequeña corrección o no, y este, a su vez, iba generando al siguiente, y así casi todo el libro. Iba cambiando frases, ideas, rompiendo el pensamiento con algo leído, escuchado, visto, intuido, soñado, pero siguiendo un sentido: el del latido. Algo que expande y retrocede que busca y lleva algo, que es una sorpresa, algo que nos pone en situación de resolución. Así elegimos para allá o para acá. Ahí se define la felicidad.
Creo que el libro fue leído, circuló bien -según me dicen algunos poetas-, y me dio una alegría, ya que la poeta Gabriela Bejerman realizó una pequeña perfomance. Recitó varios poemas de Late en una lectura en la que me invitaron a leer el libro durante el ciclo organizado por la poeta Soledad Fernández Mouján (2008). Pude comprobar la distancia que había entre el poema y yo, y lo que el poema había recorrido. Ya era de otro.
Revisitar el poema desde la memoria de lo escrito: el cómo, el porqué, el para qué entre el deseo de escribir y lo escrito, abre paso a una libertad que es felicidad en acto.
*
Hundirse en las nubes más hermosas carecer de gravedad
hasta atrapar el vacío en las manos de papel de un tiempo
perdido en las estaciones de un tren sublunar corriendo de atrás
hasta tocar con la punta de los dedos del sol la alegría en la
niebla del hombre que espera el embarque de la sangre
y el vino, tu cuerpo.
Comprendimos todo al quedarnos despiertos en la canción
del sol en su mueca de mujer vencida
alguien que piensa que se burlan de él puede sentirse
amado,
vivir entre mentiras amar como aman
bandas de cenizas y gracia.
*Pablo Queralt es médico y poeta. Es curador de poesía de la biblioteca de San Isidro, colaborador del suplemento cultural del diario El pregón de Jujuy y diario Punto Uno de Salta. Publicó varios libros de poesía entre ellos Cansancio de lo escrito, La flecha de Agustín, Primer paso, Crack, Escribí mi nombre, Poema de la nieve, El padre, Late, Cocineros, Jazz, Perfume animal, La piscina, Ser y ser visto. Fue traducido al catalán y al italiano y figura en dos antologías de poetas de Buenos Aires y en la antología Brazuca editorial Niña Bonita de Zaragoza, España, con poemas de fútbol para el Mundial 2014. Su libro Coca y Laleblan fue publicado en España en Niña bonita cartonera y La Piscina en editorial Karakartón de Palma de Mayorca y Aves del Paraíso, Toulouse, Francia, 2014. En este año saldrá publicado por editorial Colectivo Semilla de Bahía Blanca el libro Biografía del trauma.
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