«La poesía fue y es mi casa»
por Hernán Schillagi
Intro
La sección consiste en que los poetas nos
respondan tres preguntas (tres versos tiene el haiku), que están referidas a las
tres características esenciales –según Matsuo Basho– del haiku japonés: «en este
momento, en este lugar, atravesados por una reflexión».
Natalia Litvinova es poeta y traductora. Nació en Gómel, Bielorrusia, en 1986. Reside
en Buenos Aires desde 1996. Su primer libro se tituló Esteparia (Ediciones del Dock, 2010) y destaca por su lenguaje
preciso y sus imágenes de una potencia tan extranjera como íntima. Es traductora, y volcó desde el ruso la antología Rumbo a Karachnay,
de la poeta Shajriza Bogatyreva (Editora Casa Refugio Citlaltépetl A.C. y
Bonobos Editores, México, 2011). Además, tradujo al ruso la obra poética de Sergio
Abaldi, El eterno grito de la existencia,
(Centro cultural Borges). Publicó en diversos medios sus
versiones de Mandelstam, Esénin y Ajmátova. Este año se publicarán sus libros Grieta y Todo ajeno, y la plaqueta Balbuceo
de la noche.
Natalia, al responder estas tres preguntas, se dispone a trazar tres nuevas líneas en su interesante mapa poético.
Natalia, al responder estas tres preguntas, se dispone a trazar tres nuevas líneas en su interesante mapa poético.
1/En este momento
–Luego de
publicar Esteparia en 2010 no paraste
de escribir, actualizás asiduamente tu blog de poesía y tenés un par de libros
sin publicar ¿Podés adelantarnos de qué hablan Grieta y Todo ajeno?
–Me cuesta explicar de lo que hablan ambos libros
porque cada vez que los releí me contaron algo nuevo, también algo viejo. Después
de Esteparia me tomé el atrevimiento
de desordenarme, hacer dos libros que no tuvieran un hilo conductor tan
visible. Hice de cada poema una grieta que no se sabe dónde empieza ni dónde
podría terminar. Hice que cada poema anhelara algo inalcanzable, algo siempre
ajeno.
2/En este
lugar
–En otra
entrevista has contado que tu mamá trajo desde Bielorrusia una valija llena de
libros de poemas en lugar de ropa. ¿Cuál fue tu necesidad de traducirlos al
español? ¿Existe una geografía posible para trasladar la musicalidad de los
versos?
–Tengo pocos recuerdos de cómo era el interior de
la casa de mi infancia porque mis padres todos los meses cambiaban de lugar los
muebles y renovaban el empapelado, cosa muy común en Rusia y Bielorrusia. Pero
recuerdo todos los libros, las tapas de esos libros. De algún modo la poesía
fue y es mi casa. La única manera que encontró mi madre de trasladar una pizca
de hogar a ese nuevo lugar desconocido (y esa es mi deducción) fue llenando las
maletas de los libros que tanto queríamos o que, según ella, yo debería leer en
algún momento.
Si es difícil soportar la belleza, cómo puedo yo
soportar sola tantas magnificas obras rusas que no puedo compartir porque no
están traducidas. Traducirlas no es solamente una necesidad, o un placer: es mi deber.
En la traducción elijo respetar el sentido y los
silencios que logró alcanzar el poeta. Esa será la musicalidad de mi versión.
3/Una
reflexión
–En un
poema dijiste: «una niña con una rama / escribe sobre ella / la nieve se derrite /
la niña también». ¿La poesía es un testimonio de la precariedad del cuerpo y
del lenguaje?
–Sin ese lenguaje, sin la poesía, yo no podría ser
niña-nieve y derretirme. Sin la poesía yo no sabría cómo volver a un recuerdo y
al mismo tiempo lanzarme hacia otro que nunca pasó. La poesía tejió una red
donde pudo caer el cuerpo de mi infancia, el impulso de la misma red hace que
mi cuerpo de ahora dé el salto.
Algunos poemas de Natalia Litvinova
seleccionados por la autora
seleccionados por la autora
fauna
en mí
hay animales en bruto
que se extinguen
con cada explicación
mano
acariciá a tu hija
que pide una docena de guerras
como rosas tachadas
para recomponer su cuerpo
aleteo del decir
revolotear mi caída junto al pichón que cae.
estrellar mi rostro de pájaro contra el suelo.
no sé volar padre no sé
y respiro mal padre, tengo escamas,
intención de polilla siendo cuerpo
quemé las tripas de mi madre
para nacer con aleteo del decir sagrado,
pero denuncié lo que no fue sonoro
y caí junto al pichón
nacido en mi rostro de pájaro extranjero.
mi padre me dijo que tenía alas
y yo nadé
madre.
acariciá a tu hija
que pide una docena de guerras
como rosas tachadas
para recomponer su cuerpo
aleteo del decir
revolotear mi caída junto al pichón que cae.
estrellar mi rostro de pájaro contra el suelo.
no sé volar padre no sé
y respiro mal padre, tengo escamas,
intención de polilla siendo cuerpo
quemé las tripas de mi madre
para nacer con aleteo del decir sagrado,
pero denuncié lo que no fue sonoro
y caí junto al pichón
nacido en mi rostro de pájaro extranjero.
mi padre me dijo que tenía alas
y yo nadé
madre.
saco rejas de mis ojos
superar el espacio finito
juntar jaulas de amor
arrojarlas a la religión
de cosas libres
(de Esteparia)
*
Descentra
¿No cae el alma del centro hacia
otro centro cuando llueve?
¿No sos otro con cada cambio de
luz, de sombra?
Te entregás a la belleza cuando
busca víctimas.
Te entregás.
Y solo pensabas mirar.
Enumeración del silencio
Un
animal atraviesa el claro.
Sobre
los párpados se asienta el polvo.
La
tormenta se trama entre cuatro vientos.
En las paredes suspiran las
grietas.
La
palabra se detiene. Una estrella cae.
Mejor
hagamos silencio.
La
eternidad es corta.
(de Grieta)
*
La última cintura
Después de años de planos trazados
a la perfección mi madre
terminó remendando ropa ajena. Un día
apareció Juan y su leucemia,
trajo pantalones para achicar,
había adelgazado demasiado.
Cada vez que venía yo me tapaba la
boca - vas a morir Juan -,
quería arrojarme encima de su
cuerpo y que la cruz de su pecho
se clavara en el mío. Cinco
pantalones reducidos para las cinco versiones
de la cintura de Juan, eras blanco
cal, la luz desperdiciada en la dimensión de tus ojos,
pero tus labios rojos Juan, como si
toda la sangre de tu cuerpo se congregara allí,
como recién besados, mordidos o
golpeados, tal vez tu pequeña hermana
te los frotó con una frambuesa para
que fueran tan dulces, atractivos,
la última vez que te vi fue cuando
trajiste el sexto pantalón
y yo lo destrocé sollozando hasta
quedarme dormida.
A la mañana siguiente encontré a mi
madre con los ojos cristalizados
detrás de la máquina de coser
iluminada por los débiles rayos del sol
al lado de toda esa ropa arrugada
indecente sin dueño.
(de Todo ajeno)
6 comentarios:
iuiuiuiuiui
me gustò
hay errata en vìctima
Ya ha sido corregido. ¡Gracias!
Hermosos poemas, y muy interesante entrevista. Espero que sea una puerta de entrada a los textos de esta poeta a la que habrá que tener en cuenta.
Gracias a todos
Muy linda la entrevista. Bellísima la última respuesta. Anotaré en agenda.
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