La impropiedad, de Alejandro Schmidt. Córdoba, Pan Comido Ediciones, 2013, 52 páginas. |
por Fernando G. Toledo
«Veneno lento» le llamaba Horacio Armani a la poesía. Convivir con ese veneno, inoculado por el propio poeta (una serpiente que, sin duda, está condenada a morderse la cola) es lo que se propone en La impropiedad el gran poeta cordobés Alejandro Schmidt.
Dueño de una obra amplia y generosa, el autor de Videla sorprende con este volumen que excede la definición de «conjunto de poemas» para convertirse en una verdadera «arte poética».
Eso queda declarado casi desde el primer poema, donde como en un fogonazo Schmidt cuenta lo que podemos entender como una razón del ser poeta, relacionada con el abandono y el misterio, para concluir: «la poesía fue otra soledad».
El camino será, desde ese punto, recorrer la poesía desde diversos ángulos: la escritura en sí, la ontología del poema, la definición de la poesía, la lateralidad del género. Ese amplio afán, sin embargo, no se aborda desde un lenguaje teoricista, sino desde una limpidez que a veces linda con lo coloquial («si no atormenta irrita / crece / jorobada»), pero que se combina con una constante conceptualización reflexiva que es lo que, en suma, parece motorizar el trazado de cada verso.
Paso a paso entonces, y en textos que van desde el estiletazo de un verso hasta el poema de largo aliento, el autor nacido en Villa María parece destinar estos textos no tanto a un hipotético lector, sino a su propia indagación en las razones de su oficio.
Ese juego espejado en pos de encontrar la imagen propia (se lee: «el poeta / un animal atravesado por rayos / a la orilla de la vida») acaba, al final, en una imagen impropia, en una impropiedad que equivale a la música que oímos pero está destinada, a fin de cuentas, al ruido o al silencio.
Aceptar esa verdad es sencillo. Lo difícil es reconocerlo y volcarlo en versos tan hermosos como los de este libro.
Alejandro Schmidt. |
Dos poemas de
La impropiedad
de Alejandro Schmidt
Escucho al crítico decir...
Para la narrativa hace falta
mucho más oficio que para la poesía
y tiene razón.
Para la poesía hace falta
todo lo demás.
Cómo corregir un gran poema
hunda alfileres en palabras grandes
observe cómo se retuercen
si concluido el poema, se levanta y anda...
borre caminos
destruya el puente
eluda al poeta profesional
profundice su error...
Orgullo, orgullo.
Enamore la vacilación,
su ahogo
eche al fuego
imprima las cenizas.
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