por Hernán Schillagi*
1.La isla misteriosa
La poesía siempre fue una isla. Un género literario
que, comparado con la narrativa y la dramática, nunca se sentó del todo a la
mesa principal. Ínsula inaccesible para muchos y desdeñada por desconocidos e
ilustres, como Platón, por caso, cuando propuso en el Libro X de la
República expulsar a los poetas de la Polis griega, de ese ideal
pensado por el filósofo; ya que para él los vates eran imitadores que
corrompían el alma, pues se dejaban llevar por los deseos, las pasiones,
alejándose así de la verdad. Por otro lado, la isla de Lesbos albergó a la
poeta Safo y sus poemas celebratorios del amor entre mujeres y, cuando fue
obligada al exilio por luchas aristocráticas, resultó confinada en Siracusa,
nada más y nada menos, que en otra alejada isla, la de Sicilia.
Por lo tanto, sobran los ejemplos en la historia donde
los poetas y sus palabras fueron aislados de los centros de poder o de los
favores del monarca de turno. Si hasta el mismo Garcilaso de la Vega fue desterrado en 1520 a una isla del Danubio
por el rey Carlos I. Como también Charles Baudelaire en 1857 fue acusado y
llevado a la corte por la perversión de sus versos en Las flores del mal. Además, el trágico final durante la Guerra Civil Española de poetas
como Federico García Lorca y Miguel Hernández, fusilado uno y encarcelado el
otro hasta la muerte, viene a confirmar un veloz repaso por las marcas
vergonzantes del estado de insularidad de la poesía.
Así, plagada
de hechos desafortunados, de misterios vanos para las mentes bienpensantes y
con un lenguaje nada servil, la poesía se presenta en la historia como una
Atlántida que se sumerge y resurge para decir lo que no queríamos escuchar.
2.La isla
del doctor Moreau
Así también, hoy en día los poetas son vistos como
una «rara avis» para el mercado en esta tecnificada y voraz sociedad en la que
malvivimos, como una pieza de museo o un espécimen exótico para tener encerrado
en una vitrina, dignos de La isla del
doctor Moreau. El ritmo vertiginoso de la información, los mensajes
mediatizados y previamente digeridos, además de una mirada fragmentada de la
realidad han provocado que las personas le den la espalda a la poesía. Pues el
género lírico, por el contrario, requiere una lectura atenta, morosa para luego
levantar la cabeza y pensar detenidamente en cada una de las palabras.
A contramano, entonces, del lenguaje adoctrinador y
mercantilista, los periódicos importantes la han ido arrinconando en los
suplementos culturales casi hasta la invisibilización. Hemos pasado de un Rubén
Darío corresponsal encumbrado del diario La Nación a tristes apariciones «por cumplir» como
«Recibidos» o «Novedades» en la actualidad; sin reseñas críticas ni entrevistas
profundas a sus autores. Dejada de lado, también, para las últimas unidades en
los programas de las escuelas y de las universidades, por complicada y lejana a
las utilidades pedagógicas; o aporreada por maestras hasta la infantilización
para enseñar «versitos» de memoria y así torturar a los alumnos. Por último,
los premios nacionales e internacionales nunca son equitativos con el género
poético. Las grandes editoriales privilegian únicamente a la novela por sobre
cualquier otro género. La poesía solo aparece en antologías sin mucho criterio que
no sea el oportunista (como la de Alfaguara sobre los 200 años de Poesía Argentina), o en casos esporádicos (como la
edición de la Poesía Completa de José
Saramago). Pareciera que la mera publicación de la obra fuera el único anhelo
de los poetas, una limosna que las casas editoriales muy pocas veces ofrecen. Los
suculentos montos de los premios de la narrativa vienen también a poner en negro
sobre blanco un secreto a gritos: ¡la poesía no vende! Pero tampoco «se vende»,
es cierto, como proponía el poeta argentino Guillermo Boido. Es un animal
esquivo a la vivisección propia de las herramientas venenosas del mercado. ¿Será
esta, entonces, la causa de su brutal aislamiento?
3.La isla
desierta
En cuanto a la realidad de la poesía en la Argentina , para hablar
más claro, de Buenos Aires y las demás provincias; los poetas residentes en
el mal llamado «Interior» resultan ser islas que escriben y lanzan sus poemas
en botellas que van a la deriva: Buenos Aires es un dique donde se atoran los
mensajes y les es imposible la circulación a mar abierto. Tan grande es el poder del «continente» de la
capital por sobre los islotes provincianos que cada producción promovida desde
Buenos Aires se denomina como «Literatura Argentina o Nacional», en cambio,
toda obra forjada en Mendoza, La
Pampa , o Córdoba, es etiquetada injustamente como «Literatura
Regional». El poeta salteño Santiago Sylvester califica este fenómeno como «El
país amputado», una sinécdoque que nombra con la parte, el todo, sin piedad ni
contemplaciones: «Me refiero, por supuesto, a la costumbre ya asentada de decir
'poesía argentina' para referirse, sin conciencia de la limitación, a la poesía
de Buenos Aires y su zona de influencia…» [1]. Así, todo intento de
nacionalidad integradora por parte de un poeta de provincia, solo tiene sentido
si renuncia a su localía y entra a jugar de visitante bajo las luces cegadoras
y homogeneizantes de la gran capital.
4.Ínsula
Barataria
Pese a todo este recorrido que intenta demostrar
que la poesía lleva en su ADN la marginalidad, ya que es un desvío del discurso
cotidiano, tanto como blanco de burlas maliciosas: tildada de cursi, solemne y
remilgada; la poesía, bien digo, tiene el poder de adaptación frente a las
adversidades. Como el buen juicio de Sancho Panza ante los problemas fatuos de
la ínsula Barataria.
Con respecto a nuestra provincia, la primera imagen
que puede tenerse de Mendoza es que, más que una isla, este territorio siempre
ha sido un puente, ya que desde los primeros tiempos de la colonia, fue paso
obligado en las rutas comerciales, políticas y culturales entre las dos costas
oceánicas. Aunque como algunos puentes medievales, nos tocó en suerte, uno
levadizo.
Por lo tanto, Mendoza se ha encontrado con una
situación de intermitencia en cuanto a las conexiones con los grandes centros
culturales. Ha pasado de ser una comarca aislada a estar en fervoroso contacto
con las letras vanguardistas de Chile (Pablo de Rokha, Juvencio Valle), por
caso, para luego desprenderse y caer en la más pálida siesta. La doctora en
Letras Marta Castellino habla acerca de: «Tradición y renovación: dos
coordenadas que vertebran el discurrir de la poesía mendocina en el siglo XX»,
para agregar más adelante «podríamos decir que al tempo lento de las primeras décadas del siglo –en las que conviven
dentro del campo poético resabios románticos decimonónicos junto con un
modernismo cristalizado en estereotipos expresivos ya desechados en otros
ámbitos- sucede una renovación vanguardista que, si no se adelanta a la martinfierrista, al menos se desarrolla
coetánea y paralela a esta…»[2]. De este modo, comenzaron a edificar puentes
sólidos, aunque solitarios y esporádicos, escritores como Ricardo Tudela con el
Boletín Oeste y tiempo después la Revista de Occidente, como también formó parte
del grupo Megáfono, junto al notable
Jorge Enrique Ramponi, entre otros de la llamada «Generación del 25». Esto
posibilitó la visita a la provincia de un ya afamado Pablo Neruda en invierno
1933. Su estadía en estos lugares fundó un mito: el de un joven Ramponi que le
regala una primera versión de Piedra
infinita al vate chileno, para luego ver correspondencias cercanas al
plagio en Alturas del Macchu Picchu.
Un puente roto que podría ser uno de los motivos por los que Ramponi se recluyó
en Mendoza hasta sus últimos días. Además, la irrupción en los ‘60 del Nuevo
Cancionero Popular Cuyano, con poetas como Armando Tejada Gómez a la cabeza,
con un discurso más abierto, revolucionario y latinoamericanista sería otro
puente tan inolvidable como fugaz. Luego vendría la larga noche de las
dictaduras militares que provocó un desmembramiento y una dispersión de «poetas/islas»
hasta bien entrada la década del ’80, donde apenas podemos hacer un archipiélago
desconectado con nombres como los de
Julio González, Carlos Levy, Mercedes Gobbi, Raúl Silanes, Alberto Roberto
Vásquez y José Luis Menéndez.
5.La isla
del tesoro
Finalmente,
con el advenimiento de la democracia comenzaron a aparecer grupos parapoéticos
con una mirada crítica hacia lo regionalista y folklórico. Uno de ellos fue el
de Las Malas Lenguas, integrado por
Teny Alós, Rubén Valle, Patricia Rodón, Luis Ábrego y Ulises Naranjo; este
grupo proponía explorar nuevas formas y musicalidades del verso libre, además
adoptaron el rock nacional como un sello indeleble (había sido la voz poética
de la resistencia en los años de plomo) y fueron antenas decodificadoras ante
la globalización, los medios masivos y la explosión de las nuevas tecnologías.
Poco a poco, una conciencia de generación se fue creando y tuvo su momento de
madurez compositiva en la Colección La Mesita de Luz (Editorial Diógenes,
entre 1998 y 1999) publicó a la mayoría de ellos y abría el juego a voces
nuevas.
Hasta llegar a los comienzos del siglo XXI, más
precisamente, al espanto de la
Crisis de 2001 en la Argentina , producto de las políticas neoliberales
y de la corrupción. La penetración ya firme de Internet posibilitó, ante la
falta de ediciones tradicionales en papel, publicar los poemas en la red;
libros electrónicos que, por un lado perdían su aura de prestigio académico y
hasta romántico, pero que, ahora, podían atravesar las fronteras y acabar con
el aislamiento de tanto tiempo. Entonces, la poesía vivió una nueva mutación.
Aprovechó todas sus carencias a su favor: por la brevedad los poemas saltaban
de página en página, los blogs de poetas proliferaron, los foros posibilitaron
talleres virtuales de debate y creación. Basta con escribir hoy en el buscador
de Google la palabra «poesía» y
13.700.000 resultados esperan ser vistos con una esperanza inusitada. Pues
Mendoza no fue ajena a este fenómeno.
Al mismo tiempo, y un poco en contradicción con el
mundo digital, se crearon editoriales semi-artesanales -cartoneras en algunos
casos- que aprovechaban las impresoras hogareñas o las fotocopias para armar
pequeños libros de tiradas cortas. Así surgió Libros de Piedra Infinita en 2002
y luego aparecieron Protocultura, Carbónicoediciones;mza, Editorial PAN y Zediciones, entre las más
sostenidas. Esto permitió un fluido circuito de presentaciones de libros, de
recitales de poesía y, lo más importante, encuentros de escritores de distintas
provincias, ferias del libro paralelas a las estatales, como la del LibrE y la Indy-Gentes , sin
necesidad de pasar por Buenos Aires. Los contactos por e-mail, revistas
virtuales y las redes sociales permiten hasta hoy tener una llegada al mismo
nivel con poetas de todo el mundo. Para llegar, en 2013, al punto más alto de
deconstrucción de la insularidad: la organización del Primer Festival de Poesía
de Mendoza, dirigido por el poeta Fernando G. Toledo, que permitió la visita de
escritores de todo el país, de Chile, de Colombia y la rutilante figura del
nicaragüense Ernesto Cardenal, aunque todo planteado desde la horizontalidad
más honesta.
Por lo tanto, la actualidad nos encuentra a los
poetas de Mendoza y al resto de las
provincias argentinas, no con la actitud de crear puentes culturales y mucho
menos de intentar erigir una nueva centralidad, sino con el convencimiento de
que hay que cavar «puentes subterráneos», túneles no tan secretos para
conectarnos, sin complejos y con prepotencia de trabajo. Una actitud rizomática
que permita tender una red de contención y resistencia, sin subordinaciones ni
jerarquías, frente a este confinamiento
insular que ya tiene las horas contadas. Ese será el mejor de los tesoros que
una isla puede guardar en sus entrañas.
***
*Leído en el I Encuentro de Escritores de Mendoza y de
Brasilia. Literatura e insularidad: registros en Mendoza y en Brasilia.
Espacio Julio Le Parc, Mendoza, 22 de noviembre de 2013.
[1]Santiago Sylvester, Revista Hablar de Poesía N°16,
Grupo Editor Latinoamericano, año VIII, diciembre de 2006.
[2]Gustavo Zonana y Marta
Castellano, Poesía argentina: dos miradas.
Corregidor, Buenos Aires, 2008.
6 comentarios:
...esto lo escribís porque te lo pidieron.no?
Agustina: escribo aquí hace más de 4 años y he recopilado los ensayos en un libro. Siempre porque he querido y de temas que se me han ocurrido. Rara vez escribo a pedido, pero en esta oportunidad es como vos decís, nos pidieron a los autores de Mendoza y de Brasilia (para el encuentro que aclaro abajo) que escribiéramos sobre un tema literario acerca de la insularidad (que según los organizadores es lo que unía a las dos ciudades). Por eso elegí la poesía como género. Liliana Bodoc eligió el género fantástico, por caso, o un brasilero la literatura infantil. Otros eligieron a autores como Di Benedetto.
Es muy probable que se edite un libro con las ponencias de las jornadas del encuentro.
Espero haberte respondido lo que preguntabas.
Hola,Hernán :
Leí tu nota y de manera personal te quería comentar que es lerda y quedada respecto de los aconteceres más recientes que ventilas, y me parece apunta o busca legitimar un discurso que “blanquee” los cruces entre las últimas gestiones culturales estatales de la provincia y la autogestión. Quedada porque incluís errores que benefician a esta gestión de chantas y aniquiladores de toda organización por fuera de los intereses dominantes. Oficias de bobo mal escribiendo de una horizontalidad que no es tal y clausuras todas las pequeñas experiencias por “una cima”, “una corona” que a vos te tranquiliza, ya que la cabeza de este horizonte de puentes y redes es un conocido tuyo.emfim no quiero aburrir más y te dejo en señal de cordialidad estas líneas de W. Smithers, en un especial de nochedebrujas, de Los Simpsons. -…si te juntas con Drácula un día te va a pedir sangre ( si no lo hizo ya)…
claudio rosales
Claudio: tenés razón, me aburriste. Tu falta de argumentos y tu paranoia te acercan también, aunque desde otro lugar, a la bobería supina.
Agradezco igual la lectura atenta y los consejitos perdonavidas.
hola Hernán; me colgué un ratito ( buscaba argumentos), pero todos son muy enroscados y difíciles de desarrollar , (por ejemplo: que hace ECM que no atina, no hay plata, o no hay ideas …) en tu bloguera de reflexión y poesía ,entonces solo te aviso no es “Del Carbónico”, sino “carbónicoediciones;mza.” Gracias y adiós. claudio rosales
Hola Hernán, por las dudas ¿este texto está publicado en algún libro? De ser así, podrías pasarme el nombre, por favor. Muchas gracias.
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