lunes, 16 de febrero de 2009

El arte persistente de Giannuzzi

Un arte callado. Foto: Librería Eterna Cadencia.


por Fernando G. Toledo (*)

Tardía pero inexorablemente, el reconocimiento a la obra del gran poeta argentino Joaquín O. Giannuzzi (1934-2004) parece estar instalándose entre sus compatriotas de tierra y de lengua. Como se sabe, junto al imprescindible volumen de su Obra poética, que Emecé editó en 2001, en España ha aparecido también una recopilación de sus trabajos, titulada Antología poética (Visor, 2006).

En medio de esa reivindicación, Giannuzzi regresa con su legado post mortem: se trata de Un arte callado, libro de Ediciones Del Dock y que reúne los poemas inéditos del autor junto a otros aparecidos solamente en revistas. Para muchos, la impresionante obra lírica del poeta porteño había quedado clausurada con ¿Hay alguien ahí?, el único (hasta ahora) de sus libros no incluidos en la recopilación de Emecé. Pero había más, para gloria de sus admiradores, y aquí está.

Los poemas inéditos de Un arte callado, ordenados por Jorge Fondebrider, representan una especie de coda de su libro anterior, y dejan constancia una vez más de la coherencia estética de Giannuzzi.

El libro tiene algunas curiosidades: entre los poemas publicados en revistas, vemos a un Giannuzzi, sino distinto, sí arrojado a otros ritmos, al largo aliento, a otros temas. Entre los inéditos, a un poeta que se permite textos de amor frontal (Desnúdate y te amo), como nunca se había mostrado. Pero en lo que da de lleno el poeta es en sus reflexiones «antimetafísicas», en su estoico escepticismo, que le hace reírse de sí, como cuando escribe: «(...) concebí entonces / una noción de Dios, / simplificada, ambiciosa, provisoria: / Dios era todo lo que veía, / un sistema, un principio absoluto de no vacío. / Y de pronto maldije: / oh, al demonio con este piojo, / este Santo Tomás en zapatillas / bebiendo un líquido descafeinado y sin azúcar».

Y está el poeta amargo y amargado por la realidad, que deja caer su hiel en forma de versos. En esa línea, el poema La paz del torturador, es de una capacidad reductiva (por lo metafórica) y una fuerza tales que estremecerá desde su primera lectura.

En el prólogo, que no aporta demasiado, Leónidas Lamborghini observa sin embargo que Giannuzzi se llamaba a sí mismo «un poeta estándar». Ése es el nombre de otro de los poemas, y quizá la concentración de todo su legado, su arte poética y su enseñanza ineludible: «Lo que importa es poner huevos / no en eternidad sino en el tiempo: / allí donde los errores, rotas las cáscaras, / deben rendir cuentas a la luz».






Un arte callado, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2008, 83 páginas.

(*) Reseña publicada en Diario Uno de Mendoza.




Dos poemas de Un arte callado







El poeta standard

El poeta pequeño
se despierta en estado de alerta:
las palabras que amontonó en la noche
se le hacen imposibles de retener
y corre a sentarse a la mesa del amanecer.
Así que a lo largo del día
suelta incensantes imágenes continuas,
olvida el desayuno
y otras necesidades menores del destino.
En resumen, un frenesí creador
pero de resultado artístico dudoso.
¿Pero quién podría decirlo, diseñar lo perdurable,
medir la exacta distancia
entre el entusiasmo y su obra?
¿Por qué el día habría de quedar perdido?
Lo que importa es poner huevos
no en eternidad sino en el tiempo:
allí donde los errores, rotas las cáscaras,
deben rendir cuentas a la luz


Nieta en el jardínEra pequeña en la luz del sol
y del jardín: un gozo en la piel reciente
y en el relámpago de sus aros.
Los árboles creciendo en el horizonte
hacia un porvenir que le pertenecía.
Bajo la pulsación del último verano
el abuelo hacía el amor
en la habitación más profunda de la casa.
Entre milenio y milenio ambos
se habían repartido el tiempo.

34 comentarios:

Hernán Schillagi dijo...

Fernando: gracias por compartir tu lúcida reseña en este blog.

Quizá el gran Giannuzzi sea la versión del poeta que, sin los laureles y fama (merecidos) de Juan Gelman, más representa este oficio: la voz entre dientes, reflexiva y corrosiva, que conmueve e ilumina lo cotidiano del lector. Desde una mosca en la rodilla que con su excremento simula el riesgo de la creación del arte, hasta su postura atea (por decirlo de algún modo) inclaudicable hasta el fin, Giannuzzi creó una poética (tan standar como excepcional) que influyó en poetas de los '90 como Fabián Casas; pero que con la paulatina valoración de la obra de Joaquín, los poetas más jóvenes no se animan a apilar versos a la bartola, sin un fundamento.

Sí, soy optimista: hay muchos que creen que publicar la lista del supermercado o "parar" en verso un fragmento del chat es un poema logradísimo y copado. O, también están los "leves": esos que enumeran imágenes y metáforas vacías que no tienen más destino que el de terminar en un sorprendente (y sorprendido) punto final que nos avisa " puf! acá terminó el poema".

En fin, celebro la edición postuma, pero más viva que nunca de "Un arte callado".

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Lo que importa es poner huevos no en la eternidad sino en el tiempo... No respeto los versos porque me quedo con la idea. Arte poética frontal la de Giannuzzi. Si nos atenemos a su concepto hay que trabajar continuamente, asediar al día para que decante su poema.

Me quedé pensando en tu aversión a los poemas "listas de supermercado", pensar que algunos beat lo hacían, obvio, hace 60 años. Ahora, esos recursos dan risa. Como cierto "futurismo" del que hablábamos en otra oportunidad.
Pero me tenté:

un paquete de manteca
plateada
una tira de costillas
sí, asado
200 gramos de queso
finamente cortado
y si, hum, hay tentación
flan ser es una opción.

Fernando G. Toledo dijo...

PAULA:
En ciertos concursos te darían un premio por esos versos. Y en algunos diarios (o revistas) te harían una nota tan consagratoria que mirarías a los costados y dirías: «¿Todo eso soy?»

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Fer, últimamente estoy escribiendo poesías embrionarias con cierta continuidad y soy tan caradura que las publico. Cuando las leo por segunda vez, las hallo malas, las intervengo casi todos los días, leo unos cuantos libros de poemas de nuevo -entre ellos los tuyos, porsupu- y digo NO, pará, pero hay ideas que me arrastran con su "aullido interminable" (¿conocen ese poema de Goytisolo "Palabras para Julia"?) Belleza, clasicismo y simpleza, ¿se pueden conseguir sin caer en el Benedetti más obvio? (¡Ojo! del viejito me gustan muchísimos escritos).

PD: En el poema "Carros" (sí, el del super)había unas onomatopeyas buenísimas de las cajas, casi sonaban a las de "Money" de Pink Floyd, y unas ánaforas "¿ticket o factura?" que eran el costado más alienante del texto.

sergio dijo...

Con semejante comentario hasta me dan ganas de leer el libro de don Gianuzzi, que a decir verdad, me aburre bastante (y me banco todas vuestras maldiciones, así, "de huevo" como dice don Joaquín); casi tanto como don Gelman que últimamente "gelmanea" mal(doña Bignozzi dixit). Y me despido porque entre tanto don y tanta doña, esto parece el palacio del rey Juan Carlos. Saludo la inauguración de este lindo blog.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Sergio

¡No le pegués a Giannuzzi! Es cierto, este 20 de febrero tu espíritu crítico ha estado por demás activo. Que me sacudas a mí está muy bien porque aprendo mientras me defiendo, casi como si fueras mi coach en el Luna; pero don Joaquín, encima que se presenta en este blog con un par de poemas tan bellos...¡no hay derecho! Disfrutá de estos versos, por favor.

Hernán Schillagi dijo...

Sergio (y Paula también): realmente me pudre el tratamiento de "don", que por así decirlo, era el título nobiliario más bajo. No por nada Cervantes se lo da a Alonso Quijano, don Quijote. Los poetas son jóvenes siempre. Díscolos algunos, sobrios otros con el paso del tiempo.

Me parece que Giannuzzi (así, a secas) tenía un humor ácido y una visión certera de la solemnidad (oh, reina Sofía que no se despeina) que muchos poetas deberían aprender.

Y sí, Sergio, Joaquín no divierte mucho: hace pensar y mucho después uno esboza una sonrisa un tanto amarga. El problema es querer divertirse o entretenerse con quien no lo ofrece. Creo que Gelman o Benedetti sí tienen esa intención. Es por eso que, al menos en mí, hacen agua.


Bienvenido tu comentario (siempre) y Paula no seás castradora. Quien quiera pegar que pegue (y oiga después).

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Algún día habría que hablar del aburrimiento, pero, fundamentalmente, de qué espera el lector cuando se mete en una poesía.
En general, yo busco pensar y emocionarme con una idea bella. Muchas veces el camino han sido textos arduos, algunos fueron escritos hace 2.500 años. En poesía, al concepto "aburrimiento" le doy poca cabida. Cuando encaro una novela o cuento lo asciendo de jerarquía, de todos modos, este tema puede ser tema de un debate futuro.
Y sí, soy un poco castradora, como la mayoría de las mujeres.

Hernán Schillagi dijo...

Paula: la verdad es que es un tema interesante y novedoso para tratar en la poesía. También, y con bastante humor, podría tratarse el tema de las "poses" de los comentaristas de blogs y sus artimañas para crear polémicas (y los que entran como un caballo). Jaja!

Pd: lo bueno que entre tanto debate y blabla, a veces surgen ideas copadas.

Fernando G. Toledo dijo...

A ese pibe con cara de Margarita le digo que si vuelve a hablar mal de Giannuzzi le bajo todos los dientes, ¿eh?

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Fernando que dupla para encarar al pobre de Sergio en una esquina oscura: UNA CASTRADORA Y UN MATÓN dispuestos a todo para salvar la buena poesía. Claro que podría aparecer un "defensor de pobres y ausentes" -sí, tipo Hernán, alma de mediador nato- y arruinarnos el crimen perfecto.

sergio dijo...

Bueno, che... parece que de tanto leer al solemne Gianuzzi, algunos de ustedes, perdieron el humor!

Debo decir que no es exactamente diversión lo que busco al leer poesía (para eso veo la tele). Es otra cosa...más ¿vital? La reflexión a mí me llega si está mediada por cierta dosis de vida. Si siento que esas palabras condensan vida (ya sé que repetí varias veces la palabra y mi amigo Hernán, de defenderme, va a pasar a colgarme de alguna ventana de la municipalidad de San Martín) me adhiero al poema. Con Gianuzzi, entre otros, me pasa que siento que todo le pasa por la cabeza. Pero es una impresión general, porque algunos de sus poemas me parecen fantásticos (“hipálage, hipálage, hipálage”)

Hernán Schillagi dijo...

Considero que el "atacado" Sergio se ha defendido conceptual y vitalmente bien. Eso sí, si paso por un callejón y los veo golpearlo y son mayoría los agresores que los agredidos, me meto y hacemos bolsa a la víctima. Jaja! (reformulé un viejo y efectivo chiste de salón).

Me parece que la poesía, la nueva, la que aún merece ser leída, porque su palabra se actualiza aunque tenga muchos años (como la de Giannuzzi) es un tema de debate y reflexión. Y eso de alguna manera me divierte y estimula.

Fernando G. Toledo dijo...

A mí esa antinomia entre "el corazón vs. la cabeza" me parece hace rato una tontería. ¿Quién dijo que no son capaces de despertar emoción las más profundas reflexiones? ¿Sobre todo cuando la propia estética -aquí, la de Giannuzzi- es un portento que impresiona por su propia hondura?
Coscachera a Sergio.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Yo estoy en una etapa monista materialista de la que me parece no voy a salir más, todo pasa por la cabeza: sentimientos, pensamientos, estados de aburrimiento o abulia, exaltación...la única verdad es la de los neurotransmisores: mantengan equilibrados los niveles de dopamina y serotonina, por favor. Yo encuentro muchas satisfacciones emocionales en el entendimiento de una idea, ¿eso me mete en la cueva de Platón?, ¿me hace un poco fría? Probablemente, pero, a esta altura, no me importa en absoluto.

Ah, a Sergio, después de la coscachera de Toledo, lo "fajaría" con una faja de la Sade (es un chiste interno, alguna vez lo explicaremos).

sergio dijo...

Me pregunto, ¿si lo que uno busca son ideas, no sería más adecuado leer filosofía? Ya sé, podrán responderme con otra pregunta ¿si uno busca emociones no sería más apropiado forjarse una vida intensa o, en su defecto, escuchar boleros? Entonces ¿estamos todos más o menos equivocados o la poesía da para todo?

Fernando G. Toledo dijo...

¿Te imaginás a todos los que deberíamos descartar si sacáramos de la parcela de la poesía a los escritores cuyas obras son a la vez pensamiento (en sentido amplio)?
De Lucrecio a Giannuzzi, pasando por Li Po, Hesíodo o más acá en el tiempo Eliot y más acá en la lengua Borges y Juarroz.

Anónimo dijo...

Sergio

Sergio, habría que despejar el concepto de "vida intensa", ¿será conocer gente variada de manera superficial en estado seminconsciente, en medio de una borrachera que nos hace decir "grandes verdades"? ¿será hacer cosas nuevas y arriesgadas que nos hagan liberar adrenalina? ¿Será disfrutar de las "pequeñas cosas" con parientes y amigos? ¿Leer? ¿Viajar? ¿Escribir? ¿Dar una buena clase? ¿Encontrar el amor de una puñetera vez? Todo eso puede integrar una vida intensa. Me parece que no hay que obsesionarse tanto y bajar los niveles de ansiedad.

¡¡¡POR SUPUESTO, TODOS ESTAMOS MÁS O MENOS EQUIVOCADOS!!!
PD: Me anoto para escuchar boleros.

Hernán Schillagi dijo...

Un tema para un nota y comentar:

¿qué apertura tenemos, luego de años de leer poesía, hacia lo nuevo sin pasarlo por el tamiz de los conocido y probado?

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Creo que no hay una apertura muy visible. La actitud es más bien conservadora, timorata y ultracrítica.

Ah, es IMPOSIBLE LEER NADA NUEVO SIN QUE PASE POR EL MATIZ DE LO CONOCIDO Y PROBADO.
El filtro de recepción de material nuevo son todas esas redes de material viejo y analizado. Pedirle a nuestra cabeza que las ignore es una falacia y un ejercicio de voluntad inútil de antemano.

Querido, no hay -ni habrá- una teoría del aprendizaje, ni de la recepción de textos que te avale.
Quizá una máquina haga algún día esa limpia tarea de abstracción.

sergio dijo...

Fernando: para que sigamos pensando el asunto este de la poesía recordé algo que dice Hugo Mujica (gracias google!): “A mí me parece que la poesía que es para otra cosa se vuelve ilustración de la idea, y este recurso estaría mejor en un tratado” .

Paula: cualquiera de las opciones que da, bien podrían ilustrar la idea de una vida intensa. Que cada quien elija la que más le convenga. Eso sí, todos sabemos cuando nuestra vida se parece más a la de una ameba que a la de un ser humano intenso. Siempre lo sabemos.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Sergio

Por supuesto percibimos cuando "algo" de "toda" nuestra vida funciona mal. Lo sabemos. Lo que pasa es que, en la mayoría de los casos, sobredimensionamos ese "algo" a la categoría de "todo" así lo que anda bien pierde importancia.

Sobre la poesía, me parece que no hay un tema para ella, cualquier asunto puede ser material para un texto lírico, en eso se emparenta con la filosofía. Lo que la distingue del resto de las artes y ciencias es su bella inutilidad, ya lo intuía Jean Cocteau: "Yo sé que la poesía es imprescindible, pero no sé para qué".

Fernando G. Toledo dijo...

Yo hoy estoy de mal humor, así que haré un chiste:

“A mí me parece que la poesía que es para otra cosa se vuelve ilustración de la idea, y este recurso estaría mejor en un tratado”

¿Para qué otra cosa, demonios? Hugo Mugica: rascámela, que me pica.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Fernando

Fernando
¡Qué irreverencia! Más tratándose de un sacerdote que pasó 7 años en silencio para escribir poesía. Para purgar semejante agravio tendrías que encerrarte una temporadita como esa.

Pero sí, totalmente de acuerdo con vos.
O Sergio ha descontextualizado mucho la cita o definitivamente no se entiende a qué cosa se refiere el buen hombre.

Me quedo con Cocteau.

Fernando G. Toledo dijo...

Por cierto, la poesía que he leído del padre Mugica me ha gustado, y mucho.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Fernando

O sea, lo de ayer fue malhumor genuino. Sabes que en la página oficial del padre dice "Mujica", yo lo tenía asociado con "g" como vos... ¿será tanto bestia escribiendo epígrafes en los programas de televisión? Porque entrevistas del hombre he visto decenas y estaba segura de la "g". Ayer, googleando como Sergio, entre a su web y me sorprendió la "j".

Fernando G. Toledo dijo...

Sí, el mal humor era genuino. Y la rima, ordinaria. ¿Qué expresaba? La provocación para que Mujica (con «j», sí) dijese algo, ya que estaba usando palabras. Si la cita está fuera de contexto, los golpes otra vez deberán recaer sobre Sergio. Sergio, quien no ha venido a explicarnos qué hostia dice en esa frase el padre Hugo.
Démosle un lugar a su poesía que caiga un velo de honor bajo su nombre, mancillado con mi «punto G»:

el que pide perdón por todo crimen ajeno:
el que perdona a dios

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

En la página de Mu-j-ica (que es con "j" no por capricho como el autor de Platero) encontré una poesía que cierra con unos versos que pueden unir en un punto de intersección interesante a un creyente y un ateo -Alba se llama el poema-:

hay una fe que es absoluta:
una fe sin esperanza.


¿Cuál será el punto j? Sabroso interrogante, amigo.

Hernán Schillagi dijo...

Paula: sobre tu sabro interrogante, no sé "ni jota" ;-)

sergio dijo...

Che, cómo está esta gente. Uno dice una cosilla por aquí y otra por acullá y se le echan encima, y no con fines gratos, sino pa cortarle el cuello.

En realidad, la cosa muy muy mental -Juarroz- no me llega. Como tampoco la poesía plena de imágenes y más imágenes y más imágenes que no conducen a nada. Pero es relativo. ¿Por qué? Porque así como digo esto puede sucederme lo otro. Es decir, algunos poemas de Juarroz me encantan, y muchos de los poemas hipervisuales de Pizarnik me apasionan. Eso es lo más cerca de una explicación que puedo estar. No puedo agregar nada más, salvo que es una cuestión casi física. Y de ego: sentir que eso que dice el poema me lo dice a mí. Nada más. Así de arbitrario y egocéntrico soy. Lo que viene después, ponerle la cabeza al asunto -léase analizar, descuartizar- en muchos casos no altera lo que sentí al leer. Puedo reconocer que algo está maravillosamente escrito pero si no me toca, no me toca. No puedo contra el capricho de mi gusto.

Pau y Fer: un gusto charlar de estas cosillas con uds.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Yo digo cosas por "aquí", por "acá" o por "allá"... lo del "acullá", infiero que debe pertenecer a la extraña jerga castiza que hablan los habitantes de Medrano. Expertos en lingüística han podido rescatar digitalmente fragmentos de diálogos de vecinos en la vereda en pleno verano. Afirman que es increíble como la lengua española del siglo XVII ha podido mantenerse intacta en ese remoto pueblo mendocino. Su total aislamiento es la causa fundamental de este fenómeno, solo comparable al caso de los judíos expulsados de la península en el siglo XV que hablan el español (ladino) de este periodo casi sin modificaciones.

(Obviamente que el doncel Sergio actualiza su léxico constantemente por vivir en la ciudad de Palmira).

Anónimo dijo...

Que bacilo les picó?????

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Primero: que el anónimo de la cara.
Segundo: estamos muy sanos dentro de los parámetros de nuestra neurosis habitual y tendencia irrefrenable de ramificar cualquier charla digital.
Tercero: el único bacilo que conozco es el de Koch, ¿era el de la tuberculosis? (Como ves, anónimo, ya pisé banquina de nuevo).