viernes, 12 de abril de 2024

Los collados eternos: el libro de Alfredo Bufano que regresó en edición de lujo

Andrés Casciani y Marta Castellino.



Esta obra, publicada originalmente en 1934, se reedita en una versión que incluye un prólogo de Marta Castellino y numerosas ilustraciones de Andrés Casciani.




El nombre de Alfredo Bufano no es uno más para el paisaje de la literatura argentina en el siglo XX. Emblema del poeta órfico, dado «en cuerpo y alma» a su obra, el escritor nacido probablemente en Italia, pero criado en San Rafael y con una extensa carrera en Buenos Aires, fue uno de los más prolífico y admirados líricos de su tiempo, merced a obras de perfección técnica y viva emotividad que le granjearon cierta fama y reconocimiento que bien pueden reflejarse en escuelas y calles que llevan su nombre en distintos puntos de la Argentina.

Y si bien el nombre de este poeta que murió en 1950 parece resonar en nuestra memoria cultural, no siempre sus obras están tan presentes, reeditadas y a la mano de todo aquel que quiera sopesar su valía. Aunque ha sido objeto de recopilaciones de su obra y de algunas antologías, tanto en Mendoza como en Buenos Aires, los de Bufano suelen ser libros que se hallan como un tesoro en librerías de usado o propios de buscadores bibliográficos. 

Alfredo Bufano.


Es por esa razón que la nueva edición de Los collados eternos (1934), una de sus obras más declaradamente místicas y difíciles de conseguir, resuena como una novedad encomiable en estos días. El libro, además, aparece con dos soportes que lo enaltecen y le agregan valor: un prólogo de la especialista Marta Castellino (quien tuvo a cargo la edición) y las numerosas ilustraciones del pintor mendocino Andrés Casciani, un habitual ilustrador de obras literarias.

El libro fue presentado el viernes 12 de abril de 2024, en la librería García Santos de la Ciudad de Mendoza. Antes de eso, Marta Castellino y Andrés Casciani compartieron las particularidades y valor de esta publicación.

–¿Qué papel ocupa Los collados eternos en la frondosa obra de Alfredo Bufano, tanto en lo estilístico como en lo temático, si cabe hacer aquí esa distinción?
–Marta Castellino (MC): En cierto modo, se podría decir que Los collados eternos es un libro único dentro de la producción poética de Alfredo Bufano, al menos desde el contenido. Si bien la relación con lo religioso es una constante que impregna toda su obra, este libro pertenece a una tradición hagiográfica (relatos de vidas de santos) de raigambre medieval y que casi no registra ejemplos similares en la lírica contemporánea. En cuanto a la forma, en cambio las composiciones de este libro pueden incluirse dentro del vasto «romancero» de Alfredo Bufano: un conjunto de composiciones escritas en verso octosílabo, con rima asonante, que aparece en gran parte de sus obras. El cultivo de esta forma relaciona a Bufano con las búsquedas popularistas y neopopularistas de grandes poetas españoles modernos, como Federico García Lorca, además de relacionarlo con la tradición medieval.

Ilustración de Andrés Casciani para Romance a un viejo templo de la ciudad de San Luis


–No parece que sea, a diferencia de títulos como Valle de soledad o su Romancero, la obra más presente en la actualidad. ¿A qué puede deberse? ¿Quizás a su declarado contenido místico-religioso?
–MC: Efectivamente, la poesía más difundida de Bufano es la que se asocia con la «postal» del oasis mendocino, que es por otra parte la línea temática más cultivada por el poeta. Ciertamente el contenido religioso exige en principio otro tipo de lectores. Por eso surgió la idea de publicar este libro, en una especie de edición conmemorativa, porque se cumplen noventa años de su publicación original (1934). Y la idea fue fomentar la lectura componiendo un volumen ilustrado, en el que la belleza del texto y de la imagen se complementen. Cabe aclarar, de paso, que Los collados eternos contiene alguno de los poemas más bellos de Bufano, como es el Romance de la Anunciación.

–Se distingue mucho, tanto en referencias como en el uso clásico de versificación (casi sin variar entre el octosílabo y el heptasílabo) de su libro póstumo, Marruecos. ¿Eso habla también de una búsqueda constante de parte de Bufano por la obra poética?
–MC: La diversidad formal es una característica distintiva de la obra de Bufano, que cultivó con igual maestría, además del romance, los sonetos y el verso libre, en una búsqueda constante de adecuar la forma poética a los contenidos; de allí que el libro Marruecos, publicado póstumamente, contiene hallazgos expresivos que, con la alternancia de metros, trata de reproducir la musicalidad y el ritmo que él observó en la cultura africana, por ejemplo.

Ilustración de Andrés Casciani para Villancico de San Juan Bosco Niño



–¿Qué desafíos presenta ilustrar un libro de contenido tan particular como Los collados eternos?
–Andrés Casciani (AC): Es un inmenso honor acompañar la profunda poesía de Bufano. La temática que plantea en Los collados… me remitió inmediatamente a la estética de las láminas miniadas medievales: retratos de otro tiempo y otra humanidad, en los que el preciosismo de los detalles y las decoraciones sirven de marco a visiones plenas de esoterismo, utopías y misticismo.

–Hay un trabajo constante de tu parte con escritores mendocinos de la actualidad. ¿Qué representa hacerlo con un poeta que escribió este libro hace nueve décadas?
–AC: Es la confirmación de que el diálogo mágico y atemporal entre la ilustración y el texto es como viajar en el tiempo: habitás la poética y la visión del escritor como un intruso en su mundo, «filmando» con trazos lo que podés intuir en sus paisajes distantes.

Ilustración (capitular de la letra E) de Andrés Casciani para Romance del monje Martirio 



–El libro no sólo incluye ilustraciones de cada poema, sino también el uso de letras capitulares. No es usual ver hoy en día un libro de edición tan lujosa. ¿Lo ven así ustedes? ¿Creen que es una manera de revalorizar el libro impreso, a pesar del alto costo que puede tener?
–AC: La presencia de las capitulares, y de la gran cantidad de ilustraciones en general, remite a la época «sin tiempo» de los Libros de horas medievales: una concepción del libro como objeto mágico y sagrado. En ese sentido la intención de la edición apunta a rescatar arqueológicamente el libro, no sólo como vehículo del texto, sino de una experiencia sensorial integral, que invita a contemplar y percibir un hecho estético que trasciende la lectura. El libro como un objeto-ventana hacia una vida que no estaba tan asfixiada por la urgencia engañosa y alienante del mundo virtual digital.

–¿Cómo fue posible esta edición y qué repercusión esperan que tenga?
–AC: Esta edición comenzó a gestarse en 2019, cuando Marta me presentó su trabajo de investigación terminado, así que ha sido una verdadera travesía en la realización de las más de 20 ilustraciones. Atravesó la época de pandemia e incluso casi fue anulada su impresión. Gracias a la gestión de Marta ha llegado a ver la luz esta edición que es muy destacable en cuanto a la calidad de diagramación, la concepción del libro como objeto de arte y como patrimonio cultural literario.





Un poema de
Los collados eternos
de Alfredo Bufano

Romance de la Anunciación

Soledad de luna grande, 
profundo aroma de estrellas, 
quietud de viento dormido 
sobre montañas enhiestas, 
frescura de aguas inmóviles 
de alucinadas cisternas; 
verde penumbra tejida 
con flores recién abiertas; 
borroso huerto de estampa 
adivinado entre niebla; 
olor de cedros y pinos, 
y un gran silencio de cera.

Nazaret duerme en el alba, 
pero María está en vela; 
hila vellones de luna 
con blancas manos de seda; 
sus pies desnudos asoman 
de entre faldas de estameña. 
Hila que hila la Virgen 
vellones de luna nueva; 
deja de hilar, y sus ojos 
de claros mundos se llenan.

María espera en el alba, 
pero no sabe qué espera. 
Secreto gozo le dice: 
«¡María, no te me duermas!» 
Y el huso gira que gira, 
y la luna se desfleca 
para enredarse dichosa 
entre las manos de Ella.

De un hondo aroma de lirios 
se ha embalsamado la tierra: 
el Arcángel de oro y rosa 
entre dos ángeles llega. 
¿Cómo ha llegado, Dios mío, 
que no lo vio la Doncella? 
Florida vara de nardos 
relumbra en su fina diestra; 
son de celajes bordados 
sus alas auribermejas; 
rosa de luz es su boca 
y sus ojos dos turquesas.

La Virgen mira y no sabe 
si está dormida o despierta; 
inmóvil está en el alba 
y la voz divina espera. 
Gabriel está de rodillas como mi alma, ante Ella.

¡Y oyó el celeste mensaje 
que entre los siglos resuena!

¡No son más dulces los dátiles, 
ni son las grutas más frescas! 
¡No son los astros más limpios 
ni las nubes más ligeras! 
¡Ni en donosura lo iguala 
la muerte con ser tan bella!

¿Qué maravilla se ha obrado, 
Señor, en tu humilde Sierva, 
que así de júbilo llora 
su corazón, y la tierra 
temblorosa y palpitante 
se agranda en el alba inmensa?

¿Por qué los aires se ahondan 
y se aclaran las estrellas? 
¿Por qué de coros lejanos 
los altos cielos se pueblan?

Gabriel por rumbos ignotos 
su vuelo tiende y se aleja. 
Hila de nuevo la Virgen 
entre gozosa y severa. 
Sus manos mueven el huso 
y sus puros labios rezan. 
Celeste onda de amor 
la envuelve en llamas secretas.

¡El alba está entre los hombres! 
¡Nazaret se abre en la tierra!

0 comentarios: