Dylan Thomas en su juventud (circa 1934). |
por Luis Benítez (*)
Especial para El Desaguadero
De muertes, entradas y homenajes
Además de ser un año en que la humanidad vuelve a preguntarse si no está al borde de su propia destrucción, 2014 es el centenario del nacimiento de Dylan Marlais Thomas, uno de los mayores poetas de la lengua inglesa. Nacido en Swansea, Gales, en el número 5 de la calle Cwmdonkin Drive, el 27 de octubre de 1914 a las 23 horas, era hijo de Florence Hannah Williams y David John Thomas, un escritor sin éxito y docente de la escuela primaria Swansea Grammar School, donde se educaría su hijo. Tras una fulgurante carrera como poeta, narrador y dramaturgo que le granjeó fama internacional –particularmente tras sus giras por los EE.UU. durante los 3 primeros años de la década de los ’50– falleció a los 39 de edad en New York, el 9 de noviembre de 1953, tras varios días de agonía a causa de neumonía, hemorragia encefálica y el progresivo envenenamiento de las células cerebrales por su adicción al alcohol. Padecía además de diabetes, ataques de gota y se jactaba de respirar con un solo pulmón.
Estatua erigida en 1984 en honor del poeta en Dylan Thomas Square, Maritime Quarter, en su ciudad natal, Swansea, obra del artista plástico británico John Doubleday. |
Autorretrato de Dylan Thomas. |
Un «galesito» en Londres: el poeta en su intrincada imagen
La escuela media fue dejada atrás por Thomas a los 16 años, para ejercer funciones como escritor de obituarios y crítica de espectáculos en el periódico local South Wales Evening Post. Sólo un año y medio duraría en esas funciones, pues la dirección del diario no tardaría más en invitarlo amablemente a «dejar de perder el tiempo trabajando» en la empresa cuando era evidente que su vocación era la de escritor. Ya por entonces la afición al alcohol se hacía evidente en Thomas, quien terminaba cada noche en el bar del Antelope Hotel o en el del Mermaid Hotel. Sin empleo fijo y ganándose la vida como periodista independiente, en 1932 se radica en Londres, donde comienza a frecuentar los círculos literarios y sus obras principian rápidamente a ganar adeptos. En esta etapa, según lo revelan sus cartas [1], el joven poeta todavía se sentía un extraño en la gran ciudad, tan diferente del puerto de mar donde había nacido. De hecho, Thomas se llama a sí mismo «el galesito» en varias misivas dirigidas a sus relaciones, resaltando su condición de muchacho provinciano y tímido intentando abrirse camino en la capital del todavía vigente imperio británico. Este es otro aspecto del complejo carácter del autor, una sensación de inseguridad que lo acompañará toda la vida, inclusive cuando ya era vastamente reconocido y sus recitales poéticos convocaban multitudes como años después lo harían las estrellas de rock. Aquellos que lo trataron –entre ellos su promotor en EE.UU. y biógrafo, el poeta norteamericano de origen canadiense John Malcolm Brinnin (1916-1998) en su conocida biografía [2]– destacaron que la bebida era una de las formas que tenía Thomas de «romper» el muro de distancia que lo separaba de las otras personas. Inclusive apunta Brinnin que Thomas era considerado por muchos como una suerte de amigo famoso, cuando en realidad, detrás de su magnetismo y atractivo personal se escondía alguien extremadamente inseguro y distante, de una timidez excepcional que solamente se revelaba como tal en la mayor intimidad.
A partir de su etapa londinense los poemas de Thomas comienzan a ser conocidos a través de las páginas de diversas publicaciones, entre ellas el New English Weekly, The Listener, New Stories, New Verse, Life and Letters Today y la prestigiosa revista The Criterion, digida por Thomas Stearns Eliot (1888-1965). El 18 de diciembre de 1934 se edita su primer poemario, Eighteen Poems, que gana el primer premio convocado por el diario dominguero The Sunday Referee.
La poesía británica de los años ’30
¿Cómo era el ambiente literario donde «el galesito» hacía sus primeras armas en la tercera década del siglo XX? La poesía británica había superado el gastado neoclasicismo y los resabios románticos de su época anterior, pero la transición de un siglo al otro se había puesto en evidencia con todo su rigor en 1922, cuando T.S. Eliot publicó su célebre The Waste Land, el poema que no resolvía el problema planteado por la situación de la condición humana en la posguerra aunque sí establecía crudamente sus espinosos interrogantes. The Waste Land, en la literatura de habla inglesa, bien equivale a la irrupción del dadaísmo y el surrealismo en la francesa como testimonio de una crisis de los valores heredados del siglo XIX; sólo que si el surrealismo se propuso a sí mismo como un nuevo sistema de valores tras la ruptura protagonizada por el dadaísmo, la poesía inglesa no tuvo un movimiento como el liderado por André Breton para hacer frente a esa crisis, sino que contó con los diversos intentos de una serie de autores por responder a esa necesidad de la época. Si bien las intentonas en este sentido fueron muy diferentes, se puede señalar una corriente con elementos políticos y sociales en autores tan distintos como lo son Wystan Hugh Auden (1907-1973), Stephen Spender (1909-1995), Frederick Louis MacNeice (1907-1963) y Cecil Day-Lewis (1904-1972) –los llamados «Thirties poets»– que se proponía devolverle a la poesía el contacto con públicos masivos, al tiempo que resolver la contradicción entre los nuevos tiempos y su representación (si es que así podemos decirlo) a través de la poesía. Para el juicio más generalizado este último propósito no fue alcanzado por los «Thirties poets», mientras que objetivamente fracasaron en la primera propuesta.
Dylan Thomas y Caitlin MacNamara en el café Brown’s, en Laugharne, Gales (circa 1938). |
Casado con hijos, famoso e insolvente
En 1936 se publica su segundo poemario, titulado Twenty-Five Poems, una colección que consolida definitivamente su prestigio ante la crítica y los lectores. Un año después contrae enlace matrimonial con la bailarina inglesa Caitlin MacNamara (1913-1994), el 11 de julio, en Penzance, Cornwall. Los apremios económicos acosan fuertemente a la joven pareja ya en esta etapa y el nacimiento de sus hijos –Llewelyn Edouard (1939-2000), Aeronwy Thomas-Ellis (1943-2009) y Colm Garan Hart (1949-2012)– más el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, no mejoraron las cosas. Desde el mismo momento de su casamiento, los Thomas tuvieron una vida itinerante, sin residencia fija ni establecida por mucho tiempo, yendo en ese periplo desde Chelsea a Wales, luego a Oxford, pasando un tiempo en Irlanda y en Italia después de la guerra, para retornar a Oxfordshire. Recién en 1949 sentaron sus lares en la famosa Boathouse –hoy convertida en museo– situada en Laugharne, Gales, en la costa del estuario del río Tâf. Ello gracias a que Margaret Taylor, esposa del historiador Alan John Percivale Taylor (1906-1990), uno de los tantos «protectores» del poeta, adquirió en 3 mil libras esterlinas la propiedad y se la obsequió al poeta. Thomas había sido rechazado para el servicio activo en tiempos de la guerra a causa de sus problemas físicos (cuando ya estaba a punto de declararse objetor de conciencia) y se había desempeñado como guionista, comentarista cinematográfico y locutor radial para la BBC, supliendo en múltiples ocasiones su falta de experiencia en el medio gracias a su portentosa imaginación y su capacidad de improvisación. Asimismo trabajó como guionista para el sello Strand Films, dejando escritos los libretos de media docena de películas.
Terminada la guerra, en 1946 se publica una de sus obras mayores, Deaths and Entrances, poemario consagratorio que cimentó su prestigio y posición dentro de las letras inglesas. Sin embargo, su alcoholismo iba en aumento así como sus conflictos conyugales, agravados por la mutua infidelidad de la pareja. Del mismo modo, los problemas económicos de la familia seguían sin solución, a causa de la absoluta incapacidad de Dylan para administrar sus ganancias. Contra lo que podría pensarse estas entradas no eran pocas, ya que el autor recibía buenas sumas de dinero por la publicación de sus cuentos y poemas en las más importantes revistas y periódicos de la época. Por estos tiempos la producción poética de Thomas se hace más espaciada, llevándole en ocasiones hasta un año la creación de un solo poema.
En 1952 se editó una recopilación de su producción poética, titulada Collected Poems. 1934-1952, que le granjeó el importante premio Foyle. Ya por entonces el citado Brinnin organizaba giras del autor por los EE.UU. desde 1950, brindando Thomas numerosos recitales de su poesía en instituciones culturales, universidades y auditorios. Las prolongadas giras, el agotamiento debido a sus compromisos, el traslado constante de un punto al otro de los EE.UU. deterioraron aún más la salud física y mental del gran poeta galés, al tiempo que acrecentaron su fama literaria. Al emprender su segunda gira norteamericana, en 1952, ya su estómago no podía resistir la ingesta de whisky que le era tan habitual, por lo que Thomas lo mezclaba con leche... como recordaba que lo hacía uno de sus tíos en Gales y por la misma causa.
Ese mismo año grabó en New York, para el sello Caedmon Records, un disco de larga duración que es hoy una valiosa pieza de colección. Cuenta Brinnin en su libro antes citado que el día de la primera grabación, un domingo, estaba preparado todo en el estudio para el recitado ante micrófono de Thomas, pero que este, al llegar, descubrió aterrado que en su descuido había olvidado el libro en alguna parte... que no lograba recordar. Con todas las librerías cerradas, fue preciso acudir a los buenos oficios de algunos amigos comunes para abrir una importante librería norteamericana y pedir prestado un ejemplar de los Collected Poems, a fin de que la grabación pudiera concretarse como estaba prevista.
No fue ésta la única «travesura» protagonizada por Thomas en los EE.UU.; en cierta ocasión, mientras ensayaban su poema teatralizado Under Milk Wood, alguien creyó oler que algo se quemaba en el estudio... se descubrió que Thomas, descuidado y empedernido fumador, había guardado en el bolsillo de su chaqueta un cigarrillo encendido y se le estaba incendiando el traje sin que él se diera cuenta.
Dylan Thomas en New York, en 1953, durante los ensayos de su obra Under Milk Wood, luciendo una de las camisas «decomisadas» a un profesor universitario en una de sus travesuras. |
Estas diabluras, si bien parecen graciosas, pueden darnos un indicio del estado de ánimo de Thomas en esas extenuantes giras profesionales, lejos de su familia, lejos de su casa, una vez más «un galesito», como él gustaba llamarse, perdido en un ámbito que no era el suyo.
De mayor gravedad que sus travesuras comentando bustos y secuestrando camisas eran sus continuadas infidelidades, que llegaron a oídos de Caitlin MacNamara del otro lado del océano provocando su iracundia... y sus propias infidelidades. Cada vez que Dylan retornaba a Gales, las discusiones estallaban y no quedaban las agresiones meramente en el terreno de las palabras.
Elizabeth Azcona Cranwell, quien tras realizar la traducción de los Collected Poems para editorial Corregidor, de Buenos Aires, viajó a Swansea en 1975 para conocer el ámbito donde vivió sus últimos años el gran poeta galés, trató a varios de sus vecinos y a los parroquianos del bar local, para quienes Dylan era uno más de los que venían a beberse una pinta o tres de cerveza y jugar a los dardos cada tarde. Los del bar recordaban que cada semana, cuando Dylan demoraba en volver a casa, Caitlin MacNamara –quien era bien robusta y le llevaba una cabeza de altura a su marido– venía desde la casa en su busca y le armaba una buena trifulca en el mismo salón del establecimiento, para luego llevarse a la destacada figura de las letras británicas prácticamente a la rastra hasta su hogar.
Quedó dicho: como administrador de sus bienes Thomas era un auténtico desastre, por lo que en 1953, pese a la oposición de la celosa Caitlin, se vio obligado a aceptar una nueva invitación de Brinnin para realizar una gira por los EE.UU. Para entonces ya sufría graves ataques de gota, que se sumaron a sus otras dolencias.
En New York una de sus tantas amantes lo esperaba: en este caso se trataba de Liz Reitell –la mismísima asistente de Brinnin– quien también había sucumbido a los encantos de ese hombre-niño, que se describía a sí mismo como «pequeño pero ruidoso y semejante a una foca». Pese a las reconvenciones de Reitell, durante la helada noche del 5 de noviembre de 1953 Thomas dejó su habitación en el Hotel Chelsea para dirigirse a una de sus borracherías predilectas, la White Horse Tavern, en el 567 de la Hudson Avenue, donde solía encontrarse con su gran amigo el músico y compositor John Cage. Cage no estaba allí en esa oportunidad, pero no faltaban quienes quisieran celebrar con el famoso poeta de Gales. Horas después, Thomas, desfalleciente, volvió al Chelsea Hotel y antes de desplomarse en brazos de Reitell pronunció la famosa frase: «He bebido 18 whiskies, creo que es un buen récord». Internado de urgencia en el hospital St. Vincent, ya no recuperaría la conciencia.
Caitlin MacNamara, enterada de la grave situación, alcanzó a llegar a tiempo desde Gran Bretaña para verlo morir a las 12.40 hs del 9 de noviembre. Trastornada por ello, tuvo un ataque de insanía y tras destrozar el crucifijo de la capilla del hospital, debió ser amarrada con un chaleco de fuerza e internada en un establecimiento psiquiátrico donde permaneció varios días bajo observación.
Así, en Nueva York, terminó la vida de uno de los mayores poetas del siglo XX y comenzó la leyenda que llegó hasta nuestros días, la que nutre los numerosos homenajes que recibirá este año. En uno de sus bolsillos, cuando murió, se encontró dentro de su billetera un recorte que invariablemente llevaba consigo. El ajado pedazo de periódico lo muestra a los 12 años como ganador de una carrera escolar en la Swansea Grammar School, aquella donde su padre daba clases.
Dylan Thomas, a los 12 años (1926), ganador de una carrera escolar. Recorte de periódico que el poeta llevó consigo hasta el día de su muerte. |
¿Pudo Thomas resolver con su obra el nudo gordiano de la poesía moderna, el mostrado por Eliot en su genial The Waste Land? Definitivamente no, del mismo modo que no lo lograron sus compañeros de generación, los «Thirties poets», y lo expuesto por Eliot en su célebre obra siguió siendo el interrogante paradigmático de la poesía durante todo el siglo XX, del mismo modo que continúa siéndolo en el siglo XXI. Pero sin duda el aporte de Dylan Thomas fue uno de los esfuerzos mayores y más extraordinarios, dejándonos a nosotros, que somos su posteridad, una obra maravillosa, quizás oscura en algunos de sus rincones todavía, pero, como se ha dicho antes, la genuina poesía no viene a este mundo a enseñar nada, sino a sugerirlo todo.
Un poema de Dylan Thomas
No dominará la muerte
Uno solo serán los muertos desnudos
con el hombre en el viento y la luna en el ocaso;
sus huesos perderán la carne y descarnados se consumirán,
pero en el codo y el pie tendrán estrellas;
así se vuelvan dementes cuerdos estarán,
así se hundan en los mares tornarán a levantarse;
así se extravíen los amantes no se perderá el amor,
y la muerte no dominará.
La muerte no dominará.
Aquellos que hace mucho yacen bajo el mar
no habrán muerto inútilmente;
retorciéndose bajo tortura, cuando los tendones estallen,
de todos modos no serán desmembrados;
la fe en sus manos va a separarse en dos partes
y los males a través de ellos cruzarán como unicornios;
cuando todas las cuerdas revienten, ellos no se partirán;
y la muerte no dominará.
La muerte no dominará.
Ya no pueden gritar las gaviotas en sus oídos
ni romper ruidosamente las olas en la playa;
allí donde brotó una flor, otra no levantará
su cabeza bajo el golpeteo de la lluvia;
aunque estén dementes y estén muertos como los clavos,
sus cabezas se hundirán entre las margaritas;
surgirán hasta donde brilla el sol hasta que él desaparezca,
y la muerte no dominará.
(Traducción de Luis Benítez)
El título original del poema es Death Shall Have No Dominion y puede
escucharse en este video en la voz de su autor.
(*) Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Ha recibido numerosos reconocimientos nacionales e internacionales por su obra poética y narrativa. Sus 36 libros de poesía, ensayo, novela y teatro han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay. Últimos libros publicados: Les Imaginations (Éditions L'Harmattan, París, 2013); Short Poetic Anthology (Ed. Littoral Press, Inglaterra, 2013); Manhattan Song. Cinci Poeme Occdidentale (Ed. Ars Longa Editura, Rumania, 2013); Bering och Andra Dikter (Ed. Siesta Förlag, Suecia, 2012); La Sera dell’Elefante e Altre Poesie (Ed. Sentieri Meridiani Edizioni, Italia, 2012) y A Heron in Buenos Aires. Selected Poems (antología poética compilada y traducida por el poeta estadounidense Cooper Renner. Ed. Ravenna Press, Washington, EE.UU., 2011).
Notas
[1] Selected letters of Dylan Thomas, selección y prólogo de Robert Louis Constantine Lee-Dillon Fitzgibbon, J.M.Dent, Londres, 1966. Existe traducción al español de Piri Lugones, editada como Cartas, 1971, por Ediciones de la Flor, de Buenos Aires.
[2] Dylan Thomas in America, An Intimate Journal, John Malcolm Brinnin, Atlantic Monthly Press, Boston, 1955.
[3] Poemas Completos, Dylan Thomas, Trad. de Elizabeth Azcona Cranwell, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974.
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